Se puede decir que la idea de que existen procesos de innovación
socialmente inclusivos es cada vez más difundida. No obstante, existen formas muy
diferentes de entender la relación entre innovación e inclusión social y, si
bien desde muchas perspectivas se han producido documentos de reflexión y
propuestas de política, el concepto general de innovación para la inclusión
social resulta una idea compleja y difícil de aprehender. Asimismo, la
traducción de esa idea en instrumentos de política, resulta aun más compleja.
En el caso uruguayo, los documentos de base para el Plan Estratégico Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (PENCTI) (1) elaborado por el Gabinete Ministerial de la Innovación parten de la premisa que la promoción de una sociedad que basa su reproducción material y cultural en el empleo intensivo del conocimiento requiere de altos niveles de integración y equidad, y que por lo mismo no es posible pensar políticas de Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI) aisladas de los objetivos de inclusión social. Esta idea general muestra el punto de partida normativo de las políticas de CTI: la equidad es una condición necesaria para el desarrollo basado en la innovación.
No obstante, ese es un punto de partida normativo, no un requisito
histórico. Si bien comparto esa perspectiva, creo que es saludable tratar de
entender o al menos ordenar qué quiere decir innovación orientada la inclusión
social. Y qué suponen las políticas
dirigidas a ese fin.
¿La innovación tecnológica
tiene efectos inclusivos?
No existe una respuesta única para esta pregunta. La brecha entre
países ricos y pobres ha crecido exponencialmente en los últimos dos siglos,
mostrando una tendencia a la divergencia entre los niveles de riqueza de las
naciones. Ese proceso ha estado en cierta medida impulsado por el diferencial
en la capacidad de aplicación de conocimiento en los procesos de producción.
Desde luego esto se expresa a nivel sub-nacional, en regiones e individuos que
no acceden a los mismos niveles de satisfacción de sus necesidades.
Tal vez el ejemplo más claro de cómo la dinámica de innovación puede
reforzar ese tipo de desigualdades es la llamada brecha 90/10 de Investigación
y Desarrollo (I+D) en salud. Esa medida refiere a que el 90% del presupuesto de
I+D en salud se destina a investigar sobre enfermedades prevalentes en el 10%
más rico de la población mundial, mientras que el 10% del presupuesto se dirige
a investigar sobre enfermedades que afectan predominantemente al 90% de la
población más pobre.
Innovaciones para la
población en el piso de la pirámide
Así como es posible encontrar ejemplos sobre cómo la innovación
tecnológica generó nuevas desigualdades con efectos excluyentes en amplios
sectores de la población, también es
posible encontrar ejemplos del efecto contrario.
Un caso que se denomina como “innovación inclusiva” es la que se asocia a la integración al mercado de nuevas masas de consumidores –hoy denominado como innovación para quienes están en la base de la pirámide (BOP, Bottom of the pyramid)- a través del abaratamiento de bienes y servicios. Este es el típico ejemplo de innovación inclusiva que puede encontrarse asociada a la experiencia de crecimiento industrial y de consumo en Asia, principalmente en India o China. La innovación ha sido uno de los motores del crecimiento de esos países, en particular aquella que supone esfuerzos tecnológicos por abaratar la producción de ciertos bienes. Los ejemplos son muy variados y no se acotan a la experiencia asiática. Abarcan desde el famoso automóvil indio producido por Tata que se vende en el mercado a U$S 2.000, hasta la vacuna cubana contra la hepatitis-b que se produce a un precio cuarenta veces menor que la que existía en el mercado. En tal sentido, el factor innovador es el abaratamiento de costos, y el factor inclusivo es que eso facilita el acceso a bienes y servicios de sectores antes excluidos de ello.
En estos casos, las políticas impulsadas a nivel internacional, principalmente en Asia, son políticas generales de desarrollo industrial que requieren de esfuerzos innovadores y que tienen como objetivo aumentar la producción a la vez que incorporar al mercado grandes masas de consumidores. De esa manera, las políticas de innovación inclusiva, están insertas en políticas de desarrollo productivo. No obstante, el ejemplo asiático tiene también un efecto de reproducción de la desigualdad entre los sectores más ricos, los que ahora acceden a nuevos bienes y los que aun no lo hacen.
Innovación inclusiva “desde
abajo”
Por otra parte, el abordaje de la innovación inclusiva “desde abajo”
se caracteriza principalmente por promover el desarrollo de conocimiento con la
participación de los actores implicados. Lo que se denomina como grassroots innovation consiste en experiencias concretas, generalmente
difíciles de replicar, de adaptación de los recursos existentes para la
resolución de un problema técnico. Algunos de los ejemplos más conocidos consisten
en el desarrollo de sistemas de protección de cosechas por parte de pequeños
productores, o formas de generación de energía con sistemas mecánicos simples
como una bicicleta. Este tipo de innovaciones ha sido impulsado y relativamente
institucionalizado por la National Innovation Foundation de la India (2). Los programas e
instrumentos orientados a promoverlas consisten en fortalecer los vínculos
entre conocimiento científico-tecnológico y diversas formas de conocimiento
informal, especialmente el conocimiento tradicional. El componente inclusivo en
este caso está dado por el acceso a ciertas tecnologías que permitan producir
más o mejor. A diferencia del abordaje anterior, no se trata aquí de producir
bienes baratos para que los más pobres puedan acceder a ellos sino que los productores
desarrollen sus propias soluciones tecnológicas. Los aspectos en común entre las
innovaciones BOP y las grass roots es
que en ambos casos se trata de producir soluciones tecnológicas adecuadas, en
costo, escala o localización, para una población o grupo específico; y que ello
implica la aplicación creativa de conocimiento formalizado, pero no
necesariamente la creación de innovaciones radicales.
Finalmente, el abordaje de las Tecnologías Sociales (3) ha sido desarrollado en América Latina y se orienta a la intervención en una comunidad para resolver un problema específico. El argumento central del mismo es que las tecnologías serán potencialmente inclusivas en la medida en que en el desarrollo y aplicación de las mismas participen los actores implicados, más allá de la aplicación de diferentes formas de conocimiento.
Así como las innovaciones orientadas a BOP pueden reproducir la desigualdad, las innovaciones “desde abajo” suelen limitarse a casos específicos logrando impactos puntuales. Más allá de los posibles efectos agregados, sobreabundan los casos de trabajo creativo en contextos de extrema pobreza, como la bicicleta de bambú de la foto que se presenta arriba, pero son menos los casos de innovación tecnológica propiamente dicha.
Políticas de innovación
para la inclusión social en Uruguay
En
Uruguay la inclusión social es una de las áreas estratégicas del
Plan Estratégico Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (PENCTI)
de 2010. A su vez, desde 2008 la ANII implementa el Programa
de Proyectos de Alto Impacto Social, incluido a posteriori dentro del
PENCTI.
Por otra parte y de manera totalmente idependiente, desde 2003, existe
el
Programa de Investigación e Innovación para la Inclusión Social
en la CSIC-UDELAR.
Ninguno de estos programas va a solucionar los problemas de exclusión social de Uruguay, ni lo pretenden. Como destaca Sutz (2008) “los problemas de inequidad son eminentemente sociales, refieren a la desigual distribución de recursos económicos, culturales y de poder, y por lo mismo requieren soluciones sociales y políticas antes que tecnológicas”. No se trata de encontrar soluciones técnicas que extirpen quirúrgicamente los problemas sociales, sino de buscar la forma de que el conocimiento técnico pueda contribuir a la solución de los problemas sociales.
Esos programas no se ajustan de manera nítida a los abordajes antes reseñados. Parece claro que en el caso uruguayo no es viable una estrategia de innovaciones BOP como la asiática. Es claro también que en la práctica de estos programas pueden aparecer experiencias de innovación inclusiva “desde abajo”, pero no es ese el objetivo explícito.
En el Programa de Investigación e Innovación para la Inclusión Social de la CSIC-UdelaR, el objetivo central es influir en la agenda de investigación de la comunidad universitaria, incentivando que la misma se dirija a problemas que potencialmente impacten en formas de inclusión social. Para eso, la metodología del programa consiste en relevar un conjunto de problemas que diferentes actores plantean como relevantes y darlos a conocer a los investigadores. El requisito para que un problema sea atendido por este programa es que el mismo tenga un componente de investigación, no se trata de un programa de transferencia o extensión. Como parte de la política universitaria, este programa busca incidir sobre la investigación universitaria e intentar “construir puentes” entre los problemas de exclusión y las capacidades de investigación (Alzugaray et al. 2011).
El programa de la ANII se orienta a financiar proyectos de I+D que garanticen que tendrán un alto grado de aplicación e impacto en un segmento cuantitativamente relevante de la población. Los proyectos aprobados son variados, pero básicamente se enfocan en resolver problemas - tecnológicos o sociales- cuya solución contribuya a mejorar la calidad de vida de un grupo más o menos extenso de la población. Entre los proyectos aprobados hay experiencias asimilables a formas de grassroots innovation y otras orientadas a atender problemas en las políticas públicas de salud, cuidados, etc. Más allá de que muchos de los proyectos aprobados puedan ser interesantes y tener resultados positivos, el programa en sí no presenta un alto grado de creatividad respecto a otras formas de proyectos asociativos ya existentes. Lo que no resulta claro es cómo se integra el Programa de Proyectos de Alto Impacto Social de la ANII en un marco general de política. El mismo no se articula con las políticas sociales que implementa el Estado ni tampoco con otras formas de política productiva.
En síntesis, bajo el paraguas de la innovación para la inclusión
social coexiste, a nivel internacional, una gran variedad de experiencias. La
pregunta sobre cómo la innovación puede aportar a resolver problemas de
inclusión social es de gran interés para la investigación académica. Los
ensayos de política presentan una gran variedad y en Uruguay, muestran una vez
más la necesidad de evaluar resultados intermedios de las políticas integradas
en el PENCTI.
Alzugaray, S. Mederos,
L. Sutz, J (2011) “Building Bridges: Social inclusion problems as
research and innovation issues” 9th GLOBELICS International Conference. Buenos Aires, November
2011
Cozzens, S. Kaplinsky,
R “Innovation, Poverty and Inequality. Cause,
coincidence, or co-evolution?” En: Lundvall, B-A. et al. Handbook of Innovation Systems and Developing Countries: Building
Domestic Capabilities in a Global Context
Sutz, J. (2008) “Ciencia, tecnología, innovación e
inclusión social: una agenda urgente para universidades y políticas”. En: Ciencia,
tecnología y sociedad. Ponencias del seminario realizado en agosto de 2008 por
el Centro Cultural de España, Centro Cultural de España, Montevideo.
(1)http://www.anii.org.uy/web/paginas/plan-estrat-gico-nacional-de-ciencia-tecnolog-innovaci-n-pencti
(2) http://www.nif.org.in/
(3)
http://tecnologiassociales.blogspot.com/