Foto: Gonzalo Useta bajo licencia CC BY-NC-ND 2.0 |
La enorme mayoría de las
ciudades modernas son gobernadas por los autos. Obviamente, este es
el caso también de Montevideo. Las calles, que se corresponden con
la gran mayoría del espacio público urbano, son diseñadas para los
autos. Los peatones y ciclistas son relegados a utilizar un espacio
mucho menor y, más importante, un espacio subordinado. En el diseño
y ordenamiento de la mayoría de las ciudades la prioridad es
facilitar la circulación de los automóviles. Los espacios para
vivir y disfrutar la ciudad se limitan a unas pocas plazas o parques.
Este hecho resulta
negativo por varios motivos. En primer lugar, implica un uso muy
inequitativo del espacio público. Son las personas que más recursos
tienen, quienes tienen más autos y quienes más los usan. Por lo
tanto, el espacio urbano que se financia con recursos públicos,
luego es aprovechado en mayor media por las personas más ricas. En
segundo lugar, salvo que la ciudad cuente con enormes recursos (ese
seguro no es el caso de Montevideo) generar infraestructura urbana al
ritmo de un parque automotor que crece rápidamente puede ser
económicamente inviable. El resultado puede ser que, luego de haber
gastado millones de dólares, la circulación en la ciudad se más
lenta que 10 o 20 años antes. Además, aun si se tuviera éxito en
crear toda la infraestructura que requiere ese parque automotor
aumentado, posiblemente la ciudad se habría visto totalmente
transformada. Transformada en un lugar más desagradable para vivir y
con sus habitantes haciendo lo posible para mudarse a otro lado (a su
periferia por ejemplo).
El empeoramiento del
tráfico y el deterioro consiguiente el espacio público se debe en
gran medida a un problema de coordinación colectiva. Cada ciudadano,
persiguiendo su interés individual, se la juega (en la medida de sus
posibilidades) por la opción de viajar en auto. El resultado es que,
con todos los habitantes de la ciudad tratando de hacer la misma
jugada, La situación final es peor para todos que en el caso en que
todos hubieran jugado por otra forma de transporte. En estos casos,
el deber de la Intendencia de Montevideo sería resolver ese problema
de coordinación. Para este caso concreto, implicaría tomar medidas
que desincentiven el uso del automóvil y fomenten el uso de otros
medios de transporte (mejorar el funcionamiento de los ómnibus,
muchas más ciclovías, por qué no un metro). Sin embargo, este no
es el camino elegido por los últimos gobiernos departamentales. Se
ha tratado, de manera poco efectiva, que mejore el transporte público
(ómnibus) y poco más. La presencia de ciclovías es casi simbólica
y no se ha hecho nada para desincentivar el uso del automóvil. Por
el contrario, las últimas medidas buscan incentivarlo (ver esta nota en el observador de 26/12/15).
Pero asumamos que, a pesar
de esto, el gobierno de Montevideo efectivamente está comprometido
con la idea de que la ciudad sea para vivirla y no para pasar a
través de ella. Que sea antes un lugar agradable en el cual vivir
que un lugar cómodo por el cual circular. En este caso, la
experiencia internacional nos ha mostrado recientemente una
interesante medida que se puede tomar. Se trata de las llamadas
supermanzanas. La idea surgió al preguntarse qué hacer cuando ya se
tiene una ciudad diseñada para los autos. ¿Cómo deshacerlo?
La idea de las
supermanzanas (ver la figura adjunta) es muy sencilla. Consiste en
tomar varias manzanas de una ciudad (idealmente 9 manzanas) y
modificar el flechamiento de las calles de modo que los autos que
ingresan a la supermanzana no puedan atravesarla. Adicionalmente,
dentro de la supermanzana no circularían ómnibus y la velocidad
máxima sería de 20kph. Esta medida se ha estado discutiendo en la
ciudad de Barcelona. En donde se planea que el sistema de las
supermanzanas abarque al 70% de la ciudad. Recientemente se anunció que la primer supermanzana se implementaría el próximo 5/9/16.
La versión de mínima de
esta medida implica solo el cambio en el flechamiento de las calles y
es por lo tanta muy poco costosa. Sin embargo, con el tiempo y un
poco más de recursos, al interior de la supermanzanas se pueden
crear espacios públicos para diversas actividades sociales.
Por supuesto, esta medida
implicaría que el tránsito se concentraría el las calles
exteriores de la supermanzana. Es por ello que puede tener pocas
probabilidades de ser implementada en Montevideo, donde parecería
que siempre se ha temido mucho el voto castigo de los automovilistas.
A veces el gobierno departamental parecería olvidar que en algún
momento ese automovilista llega a su hogar, se baja del auto y
seguramente le gustaría encontrarse en un lugar agradable para
vivir.