“Es que
culturalmente somos muy diferentes…” es una frase que hemos dicho y escuchado más
de una vez. Por ejemplo, en esta nota Emilio Blanco argumentaba que Uruguay no es
Finlandia y por tanto no deberíamos centrarnos tanto en copiar sus
instituciones educativas porque nos separan muchos mares. En esta nota les cuento cómo los
economistas (obsesionados por cuantificarlo todo) nos la hemos rebuscado para
medir el efecto de la cultura sobre nuestro comportamiento. Luego les presento
dos trabajos que intentan medir el efecto de la cultura sobre desempeños
educativos.
¿Cómo medir el
efecto de la cultura sobre nuestro comportamiento?
Una
forma que los economistas han encontrado para medirlo es a través de lo que se conoce
como la aproximación epidemiológica.[1]
La idea de esta aproximación es comparar individuos que nacen y crecen en el
mismo país pero cuyos padres tienen orígenes distintos (nacieron en países
diferentes). Si ciertos rasgos culturales son transmitidos de padres a hijos
independientemente de donde estos últimos hayan nacido (apostaría que mi hijo
será más uruguayo que catalán a pesar de haber nacido en Barcelona), entonces
el comparar el desempeño de individuos que nacieron y viven bajo las mismas
instituciones pero cuyos padres provienen de diferentes culturas permitiría aproximarnos
al efecto de la cultura sobre su comportamiento. Por ejemplo, si comparamos el
desempeño de niños nacidos en España pero cuyos padres son uruguayos con
individuos de la misma edad y similares características (nivel de ingreso,
educación de los padres, etc) pero cuyos padres son chinos, entonces podríamos
tener una aproximación al efecto que los valores y creencias chinas versus las
uruguayas tiene sobre la forma en que nos comportamos.[2]
Obviamente
el concepto de “cultura” es muy amplio. Una posibilidad es tomar como
aproximación una característica en particular de la cultura que esté
relacionada con el comportamiento que queremos explicar. En este sentido, las
encuestas internacionales que intentan capturar valores o creencias de los
individuos acerca de ciertos temas (familia, política, educación, seguridad, papel
de la mujer en la sociedad, pobreza) como el Latinbarómetro o la World Values Survey son un insumo muy valioso.
Si bien
existen trabajos que han aplicado esta metodología para medir el efecto de la
cultura en las preferencias por la redistribución del ingreso[3],
en la propensión de los jóvenes a emanciparse[4],
en la oferta laboral femenina y en la fertilidad[5],
los trabajos que comento a continuación miden el efecto de la cultura sobre
desempeños educativos.
Cuánto más
igualitaria la cultura de un país en materia de género, mejor desempeño
relativo de las niñas en pruebas de matemáticas
Como conté una vez en esta otra nota, las niñas suelen tener sistemáticamente un
puntaje más bajo que los varones en pruebas de matemáticas. Si bien esto es
algo que se observa en la gran mayoría de los países, existen diferencias
importantes en la magnitud de esa brecha: países donde la diferencia de
desempeño entre niñas y niños es muy acentuada y países en donde casi no
existen diferencias. Estas diferencias además, se acentúan con la edad: a las
niñas les empieza a ir peor en matemáticas que a los niños a partir de los 10-11
años. Entender por qué a las niñas les va peor que a los niños en matemáticas
es importante porque ello explica en parte por qué hay pocas mujeres dedicadas
a las ingenierías, a las áreas tecnológicas o las finanzas, sectores (algunos)
en los que suele haber escasez de trabajadores y en los que los salarios suelen
ser mucho más elevados.
Es por
esto que en un trabajo con otras coautoras nos preguntamos en qué medida son
las instituciones (el mercado de trabajo, el sistema educativo, las leyes,
etc.) las que influyen en el acceso de las mujeres al mundo de las matemáticas,
o si, por el contrario, son las creencias sobre los roles de las niñas y los
niños las que determinan la menor dedicación de ellas a las matemáticas.[6] Para ello aprovechamos el hecho de que
muchos países que participan en las pruebas PISA piden a los jóvenes
seleccionados para hacer la prueba que indiquen el país donde nacieron sus
padres y aplicamos la metodología que comenté anteriormente. En concreto
comparamos el desempeño de matemáticas de niños y niñas viviendo en un mismo
país, pero cuyos padres provienen de países diferentes e intentamos explicar en
qué medida las diferencias de desempeño entre estos grupos de niños y niñas se
debe a la influencia de la cultura de sus padres en cuanto a los roles de la
mujer en la sociedad.
Como
indicador de las creencias sobre los roles de las niñas y los niños en el país
de origen de los padres utilizamos el índice de diferencias de género (Gender Gap Index, o GGI) del World Economic Forum. Este índice mide la situación relativa de la mujer en
oportunidades económicas y políticas, educación, y bienestar. También
verificamos nuestros resultados utilizando un indice elaborado a partir de una
serie de respuestas sobre el papel de la mujer en la sociedad que recoge la
World Values Survey.
Encontramos
que cuanto más igualitario en materia de género es el país de origen de los
padres, menor es la diferencia entre niños y niñas en las pruebas de
matemáticas que viven en un mismo país y por tanto comparten las mismas
instituciones educativas y de mercado de trabajo. Nuestros resultados indican
que las creencias acerca del papel de mujer en la sociedad (más allá del
funcionamiento de las instituciones educativas y del mercado de trabajo) podría
explicar una parte importante (más de la mitad) de, por ejemplo, por qué en
Suecia a las niñas les va casi tan bien como a los varones en matemáticas
mientras que en cualquier país de América Latina les va mucho peor.
Cuanto más
paciente es una cultura, mejores resultados educativos
En un
trabajo muy reciente, otros autores aplicaron la misma metodología para
estudiar en qué medida el valor que una cultura le da a la paciencia, entendida
como la capacidad de retrasar recompensas o tener una visión de más largo plazo
influye sobre el desempeño educativo.[7]
Para ello compararon niños viviendo en Estados Unidos (concretamente en el
estado de Florida) pero cuyos padres provienen de diferentes culturas. Para
medir el grado de “paciencia” de una cultura utilizaron un indicador elaborado
en base a una serie de preguntas relacionadas incluidas en la World Values
Survey.
Los
autores encuentran que los niños provenientes de culturas más pacientes tienen
un desempeño educativo mejor, comparando incluso a niños que asisten a la misma
institución educativa. Estos resultados explicarían en parte por qué los
asiáticos (una de las culturas más pacientes) tienen mejores resultados
educativos que los latinoamericanos (muy impacientes!).[8]
[1] El nombre del enfoque se debe a que se desarrolla desde la epidemiología, donde para evaluar el efecto de la genética versus el efecto del ambiente sobre ciertas enfermedades, los investigadores comparan individuos del mismo origen que han emigrado con aquellos que se han quedado en el país (Marmot et al., 1975 “Epidemiologic Studies Of Coronary Heart Disease And Stroke In Japanese Men Living In Japan, Hawaii And California: Prevalence Of Coronary And Hypertensive Heart Disease And Associated Risk Factors.” American Journal of Epidemiologic. 102(6): 514–25). Por un desarrollo más detallado de la aplicación de esta metodolgía en economía ver Fernandez, 2011. Does culture matters? Handbook of Social Economics: 481-510.
[2] Dado que los inmigrantes son en general un grupo particular y también podrían serlo los hijos de los inmigrantes, solo se comparan inmigrantes entre sí. Es decir, siguiendo el ejemplo anterior, la idea no es comparar a niños nacidos en España con padres uruguayos versus niños nacidos en España con padres españoles, sino solo comparar a niños nacidos en España con padres inmigrantes de diferentes orígenes. Tampoco se utilizan a niños inmigrantes directamente cuya cultura podría estar mucho más arraigada porque el hecho de emigrar podría tener un impacto en su comportamiento que es difícil de separar.
[3] Luttmer y Singhal, 2011. Culture, Context and the Taste for Redistribution. American Economic Journal: Economic Policy. 3 (1): 157-179.
[4] Giuliano, 2007. Living arrangements in western europe: Does cultural origin matter?. Journal of the European Economic Association. 5(7): 927-952.
[5] Fernández y Fogli, 2009. “Culture: An Empirical Investigation of Beliefs, Work, and Fertility.” American Economic Journal: Macroeconomics 1(1): 146–77 y Fernández, 2007. “Women, Work and Culture.” Journal of the European Economic Association 24(4): 329–30.
[6] Nollenberger, Rodríguez-Planas y Sevilla, The Math Gender Gap: The Role of Culture, American Economic Review: Papers & Proceedings (2016) 106(5).
[7] El trabajo, “Long Term Orientation and School Performance" es de Paola Giuliano, David Figlio, Paola Sapienza y Umut Ozek. Aún no está disponible para su lectura en la web pero ha sido presentado en diversas conferencias.
[8] Una cobertura más detallada de este trabajo puede encontrarse aqui.