“Campus de los Catalanes” por Nacho, bajo licencia CC BY 2.0. |
Si alguien te
preguntara ¿cómo te parece que están
gerenciados los equipos de fútbol en Uruguay? Cuál sería tu respuesta? La
mía es muy mal. ¿Por qué? Porque es
evidente que la calidad de la liga local es cada vez más baja. Enfrentados a la
competencia internacional, los equipos uruguayos muestran cada vez peores
resultados. Dicho resultado podría estar motivado por el empeoramiento de los
recursos. Por ejemplo, Hungría solía ser una potencia en el mundo del fútbol a
mediados del siglo XX y hoy inexplicablemente no figura. Tampoco hay jugadores
húngaros famosos en la actualidad. El caso húngaro me resulta un misterio pero
claramente ellos han perdido talento con el tiempo y eso explica que los
equipos húngaros no se destaquen. En Uruguay el problema no es ese: jugadores
uruguayos mejoran la calidad de equipos en el mundo entero, incluso al más alto
nivel y la selección compite con las mejores. El problema es que, a pesar de
que un jugador uruguayo puede llegar a valer mucho, ese valor no es apropiado
por los clubes locales como para reforzarse. El problema es entonces de
gerenciamiento.
Tal vez el
ciudadano que no está directamente vinculado con el mundo científico no lo
sepa, pero el éxodo de talentosos baluartes no ocurre solamente en el ámbito
deportivo. El fútbol lo hace evidente porque todos vemos a Suárez jugar en el Barcelona,
nos llegan noticias de cómo clubes importantes pelean por Cavani en cada
período de pases y es fácil comparar eso
con lo que podemos ver en las canchas locales los fines de semana. Pero aunque
no se vea, en el ámbito académico es posible encontrar profesores uruguayos
investigando y dando clases en las mejores universidades de EEUU y Europa. Pero
es raro ver algún Suárez trabajando en las universidades uruguayas.
En el fútbol, al
menos, existen las selecciones nacionales que permiten a los jugadores jugar
para el público local de vez en cuando y nos acerca cada tanto a esos talentos.
Además, jugadores de renombre a punto de retirarse regalan algunas moñas a la
afición local. En el mundo científico eso casi no pasa. Algunos de estos
profesores se arriman cada tanto al paisito para dar algún curso, pero la vida
útil del académico es muy larga y para cuando el profesor “ya está del otro
lado” (en dinero o gloria), el tipo ya es más extranjero que uruguayo. No es la
norma ver profesores uruguayos que se destacaron en el mundo volviendo a
Uruguay algunos de sus últimos años. Lo que sí hay son algunos pocos profesores
que resignaron mucho dinero y prestigio académico para poder hacer su vida en
Uruguay. Lamentablemente, como se desprende de cualquier indicador de calidad
académica, no son suficientes.
Mi argumento
entonces es que, así como en el fútbol, Uruguay tiene mucho talento, pero una
vez que el estudiante se forma en el exterior (excede este post explorar porqué
tienen que formarse afuera del país), no lo está pudiendo atraer para que
juegue acá en plenitud. Se me ocurren dos razones por las que volver a Uruguay
puede no ser atractivo para estos talentosos. Una, que ganan menos (mucha
menos) plata en Uruguay. Lo que puede ganar un recién doctorado en algunas
plazas locales como Chile, multiplica por tres lo que puede ganar en la UdelaR
y si este joven logra insertarse en EEUU, su salario es ampliamente mayor. La
otra razón es el menor desarrollo de la comunidad académica uruguaya. Incluso a
igualdad de sueldo, ¿se imaginan a Suárez jugando en Nacional? y contra
Rampla?!
La UdelaR tiene que
buscar formas de atraer mejores profesores y para ello parece imprescindible
mejorar los sueldos que los potenciales docentes pueden percibir. Esto (y una
larga lista de otras cosas) legitima la actual lucha por mayor presupuesto que
libra actualmente el sector de la educación pública. Pero la UdelaR tiene además
que dotar a los diferentes departamentos de mucha más autonomía para que cada
uno desarrolle el tipo de políticas de atracción de jóvenes talentos que más se
adecúe a las especificidades de las diferentes áreas académicas. Para el
departamento de Ciencias Farmacéuticas tal vez la forma de obtener recursos
para mejorar sueldos y a la vez crear un ambiente académico estimulante puede
pasar por hacer convenios con el sector privado. Para el departamento de Administración
capaz que pasa más por organizar cursos intensivos o escuelas de verano que son
muy valorados por el mercado de los que se pueda obtener una matrícula. Algunas
iniciativas de este tipo existen hoy pero para lograr el objetivo se deben
multiplicar mucho más y para esto la flexibilidad en la toma de decisiones es
fundamental. Hay entonces un problema de presupuesto, pero también otro de
gestión.
La falta de
flexibilidad para las contrataciones hace que, incluso con los recursos
existentes el potencial de reclutamiento de la UdelaR se vea reducido
fuertemente. Por ejemplo, un doctorado joven tiene la potencialidad de ganar en
la UdelaR un salario que no está tan lejos de lo que ganaría en muchos países
de Europa (digamos algo así como el 60% ajustando por costo de vida y si
consigue un grado 3, una dedicación total y la compensación base de la ANII).
Ahora, los llamados a docentes grado 3 se abren sin las compensaciones extra y
muchas veces para una cantidad de horas menores a 8 por día. De esta manera, si
algún doctorando joven preguntara cuánto puede ganar si accede a ese puesto, la
respuesta es cerca de la mitad del monto anterior. Estas comparaciones ayudan a
entender porqué la gran parte de los docentes de la UdelaR son uruguayos: sólo
gente que valora mucho vivir en Uruguay y que sabe que en el mediano plazo
puede lograr compensaciones encima del salario base, accede a trabajar allí. Con
una política que garantice el salario total potencial hasta que el docente
adquiera por sí mismo los beneficios extra, se podría ampliar el espectro de
gente que la universidad puede contratar y por lo tanto mejorar la selección.
El mundo está lleno
de ejemplos de centros de estudios que logran exitosamente hacerse de recursos
para lograr planteles docentes competitivos. Creo que muchas de las experiencias
que se ven son compatibles con la gratuidad en la enseñanza. Sea cual sea la
solución, este problema hay que enfrentarlo porque los uruguayos tenemos
derecho a estar educados y quienes están encargados de impartir esa educación
tienen la responsabilidad de lograr la mejor calidad posible. Cuando los
recursos son escasos hay que apelar a la imaginación, a la gambeta.