En los últimos
años han ocurrido una serie de episodios en algunas universidades americanas
que muestran un escenario preocupante sobre las condiciones de debate en el
ámbito universitario de las ciencias sociales. Existe una creciente resistencia
desde el estudiantado a aceptar discutir y siquiera conocer ideas, argumentos y
autores conservadores o de derecha. [1]
Independientemente de la virulencia de los incidentes, este rechazo a la
discusión por un lado, y la creciente homogeneización ideológica de los
académicos universitarios por otro lado, han demostrado tener efectos muy
negativos tanto para el estudiantado como para la institución universitaria. En
la Universidad Pública de Uruguay, y en particular en el ámbito de las ciencias
sociales yo percibo una creciente polarización y dogmatismo en la discusión donde
algunos temas (por ej. aborto, presupuesto para educación pública, femicidio,
etc.) prácticamente no son o no pueden ser objeto de discusión so pena de ser
descalificado de conservador o fascista.
En lo que
sigue, quiero primero relatar tres hechos ocurridos en Universidades americanas
que muestran esta resistencia a debatir y escuchar ideas conservadoras. Luego
quiero hablar de un movimiento que ha ganado fuerza y que en base a dos ideas
(micro agresión y alertas preventivas) busca limitar el debate público para
ayudar a construir un espacio seguro de violencia para los estudiantes. En
tercer lugar, quiero mostrar que ésta solución no es un gran idea y genera un
montón de efectos perversos. Finalmente quiero terminar hablando de cómo esta
problemática se puede conectar con los problemas de discusión que tenemos en el
ámbito universitario de las ciencias sociales en Uruguay.
I. Episodios
de resistencia a las ideas conservadoras en las Universidades Americanas
Hecho 1: La charla que
nunca ocurrió del supuesto supremacista blanco
En 2017 el
profesor Charles Murray fue a dar una charla sobre su último libro a
Middlesbury College en Vermont, Estados Unidos. Sin embargo, se generaron
fuertes resistencias desde un grupo de estudiantes que argumentaban que era
inaceptable que la Universidad le diera una plataforma para una visión que
consideraban era muy ofensiva. El problema era que tres décadas atrás Charles
Murray había escrito (junto con el bioquímico Richard Herrstein) un famoso y
polémico libro: The Bell Curve.
Intelligence and Class Structure in American Life (Herrstein & Murray,
1994). En dicho libro Murray y Herrstein hacían varias afirmaciones
controversiales entre ellas señalar que la inteligencia tenía un fuerte
componente genético, y que existía un vinculo entre el nivel de inteligencia y
la raza. Desde las autoridades de la Universidad se argumentaba que Murray
había sido invitado por pedido de un grupo de estudiantes de la universidad y
que tenían todo el derecho a hacerlo en tanto que miembros de la institución.
Conforme se acercaba la fecha de la conferencia la situación se fue complicando
y finalmente la charla no tuvo lugar ya que fue impedida por un conjunto de
estudiantes enojados. La situación terminó tan mal que hasta la profesora de
Middlesbury College, que iba a participar del evento junto con Murray, fue
atacada y termino siendo atendida en el hospital (Stanger, 2017).
Hecho 2: No dejen hablar a
la feminista anti feminista
En 2018 la
filósofa Christina Sommers fue a dar una conferencia a la Escuela de Derecho
del College Lewis & Clark. Sin embargo, un grupo de estudiantes se
movilizaron para que la charla no tuviera lugar, y le pidieron a las
autoridades que rescindieran la invitación, acusando a la universidad de
defender la visión de dicha filósofa. ¿Cuál era el problema? Sommers es
defensora de un feminismo liberal (que ella cataloga como feminismo factual) y en sus obras (por ejemplo, Who stole Feminism?) cuestiona
fuertemente las variantes actuales de feminismo radical que según ella ignoran
o interpretan los datos de la realidad en forma muy sesgada, y lo que es peor,
sugieren políticas injustas que castigan inadecuadamente a las hombres (Sommers,
1995). Los estudiantes, intentaron bloquear el acceso al salón donde tendría
lugar el evento, y luego ingresaron varias veces a interrumpir la charla
enarbolando lemas del tipo ‘de que lado estas’, ‘ningún tipo de plataforma para
fascistas’, y ‘lucharemos por la justicia hasta que Sommers se vaya’. Finalmente,
luego de varias interrupciones, y viendo el clima que se había generado, se le
pidió a Sommers que terminara su presentación, para pasar a las preguntas del público
y terminar rápidamente el evento.
Hecho 3: Indicaciones sobre
como disfrazarnos en Halloween
En 2015 el
consejo de la Escuela Asuntos Interculturales del Silliman College de la
Universidad de Yale, hizo una nota pidiéndole a los estudiantes que fueran más
cuidadosos respecto a las implicancias de los disfraces que elegían ponerse en
la fiesta de Halloween. Se recomendaba evitar usar disfraces que pudieran
llegar a ofender porque se burlaran de costumbres religiosas o culturales importantes
para las personas, y/o porque se basaran en falta de información, información
sesgada, o estereotipos (FIRE, 2015). Algunos estudiantes se quejaron sobre
esta nota y la profesora Erika Christakis que no solo es profesora de la
Universidad, sino que tenía responsabilidades en la vida del campus, escribió
una nota respondiendo a ese mail invitando a toda la comunidad a pensar sobre
la polémica de los disfraces de Halloween. El mail era bastante moderado y
simplemente intentaba discutir con más profundidad algunos matices que no
parecían haber sido tomados en cuenta (Christakis, 2015). La respuesta de los
estudiantes fue bastante dura. Fue acusada de ser una conservadora insensible
al sufrimiento y humillación de colectivos culturales, y culpable de no ayudar
a crear un espacio seguro para los estudiantes. Muchos estudiantes demandaron
que fuera echada de la Universidad y varios se dedicaron a desarrollar una campaña
de acoso y vergüenza pública por los medios. A pesar de recibir el apoyo del Decano
del Silliman College, Erika no aguantó más y terminó renunciando a su rol
docente y sus tareas en el campus.
II.
Micro agresiones y alertas preventivas
Todos estos
eventos ocurren en el marco de un movimiento que desde hace algún tiempo se ha
posicionado fuertemente en varias Universidades de Estados Unidos, y que tiene
un objetivo claro y explicito: eliminar todas las palabras o ideas que puedan
resultar ofensivos y generan violencia y dolor psíquico o stress en los
estudiantes. El objetivo es que la vida en la universidad constituya un espacio
seguro y se parte de la base de que los estudiantes tienen bastante fragilidad
emocional y están expuestos a serios daños sicológicos. De esta manera la
política a establecer, es que cuando los profesores den clases, deben evitar
las micro agresiones, es decir, todos
aquellos términos, ideas, imágenes o referencias que aun cuando sean bien
intencionados, puedan ser potencialmente violentos para algún estudiante. Y
como medida complementaria, los profesores que van a hablar de algún tema que
pueda causar fuertes reacciones emocionales, o stress deberían establecer unas alertas preventivas para que los
estudiantes que puedan potencialmente sentirse mal, puedan elegir evitar esas
clases y así prevenir sentirse traumatizados o retraumatizados por el tema.
Existen muchos relatos de profesores denunciando que es prácticamente imposible
dar clase sin sufrir los reclamos, denuncias y verse sometidos a
investigaciones éticas por reclamos de los estudiantes. Hay un aspecto
adicional relevante: todos estos hechos ocurren en el marco de un particular ambiente
en algunas universidades americanas, donde los grupos de estudiantes más
liberales o de izquierda tienen capacidad de movilizarse colectivamente,
protestar y enfrentar enérgicamente a las autoridades universitarias,
intentando bloquear ideas conservadoras que son consideradas inmorales,
injustas y/o que generan estos graves traumas psicológicos al alumnado.
III. Porque la
idea de un ambiente inmunizado de contaminación ideológica no es la mejor de
las soluciones
Hay algo que
parece intuitivamente problemático cuando una de las voces de un debate es
bloqueada por la fuerza, y no precisamente la fuerza de los argumentos. Y esto
es particularmente grave cuando las instituciones académicas universitarias son
cómplices de ese bloqueo cediendo a presiones, o más indirectamente cuando los
profesores empiezan a auto censurarse. Por supuesto que es bueno y saludable
para la vida de las universidades que los estudiantes constituyan un cuerpo
vivo, enérgico, activo y desafiante. Es más, es clave para una atmosfera
universitaria dinámica que los estudiantes tengan su propia visión y voz, que
muchas veces va a antagonizar con la visión de los profesores, y que puedan
ejercerla en la vida universitaria y en el debate publico. Pero una cosa es
defender su voz y visión en el debate, y otra cosa es pretender silenciar voces
distintas declarándolas de antemano enemigas, fascistas e intrínsecamente
inmorales y potencialmente victimizadoras o dañinas. Si las charla de Murray o
de Sommers defienden una postura que se considera cuestionable y existen buenos
argumentos para demostrar su debilidad, la solución no es hacer todo lo posible
para impedir que presenten sus ideas apelando a distintas formas de violencia
física o simbólica. Al contrario, es fundamental ir a debatir y demostrar sus
problemas y errores. Si una autoridad cree que no debe limitarse la forma en
que los estudiantes desean disfrazarse en Halloween y se cree que es
equivocado, el camino no parece ser pedir que expulsen a esa profesora de la
universidad sin mas. Al revés, hay que intentar convencer a dicho profesor del
error de su razonamiento o de las consecuencias insospechadas de este tipo de
posiciones. Mas grave aún es que muchos de éstos reclamos y cuestionamientos se
han basado en visiones sesgadas, estereotípicas cuando no completamente falsas
sobre los autores a los que rechazan. Por ejemplo, en el caso de Charles Murray,
muchos de los estudiantes repetían citas sobre el racismo y clasismo de su
libro, que no se habían molestado siquiera en chequear. De hecho, muchas de las
citas racistas mencionadas por los estudiantes afirmaban lo contrario de lo que
Murray establecía en su texto original (Stanger, 2017b).
Por otra parte,
si el limite se encuentra allí donde alguien pueda potencialmente sentirse
ofendido, casi cualquier argumento o tema pueden ser objeto de censura o auto
censura. Por ejemplo, un docente presentando una clase inicial de Geografía o
Astronomía que refiera al carácter casi esférico de la tierra sin haber
establecido un alerta preventiva sería altamente irresponsable! El no sabe si
alguno de sus alumnos no es adherente de la Flat
Earth Society, y por tanto, cuestionar tan brutalmente su creencia en que
la Tierra es plana, lo está avergonzando generándole humillación y stress
psicológico totalmente evitable.
Pero además,
impedir el debate en un sentido muy básico (tan básico que da vergüenza tener
que explicitarlo por escrito) es una contradicción para la vida académica y
universitaria. ¿Qué significa ser estudiante universitario y aprender algo de
amor por el conocimiento, sino enfrentarse al debate y cuestionamiento de las
ideas y nociones que tenemos acerca del mundo? Como señalan Lukianoff y Haidt,
el método básico de enseñanza que empleamos es el socrático ya que fomenta el
pensamiento crítico, donde la clave es estimular a os estudiantes, para que
revisen y cuestionen muchas de sus creencias y valores. Sin embargo, esta
actividad se distorsiona completamente cuando la idea de sentirse ofendidos, o
potencialmente agredidos se transforma en una carta de triunfo frente a la cual
hay que simplemente silenciar voces. Lukianoff y Haidt además advierten de cómo
este tipo de medidas pueden afectar la calidad de la enseñanza. En lugar de
prepararlos para enfrentar creativa y valientemente un mundo lleno de ideas
diferentes y antagónicas de la suyas que
no podrán silenciar o controlar, este tipo de ambientes los prepara para pensar
patológicamente en forma dogmática y protegida. De hecho, estos “ambientes
protegidos de contaminación ideológica” preparan mucho más pobremente a los
alumnos para la vida profesional dinámica, que exige la capacidad para
enfrentar críticas y poder trabajar colectivamente con gente que muchas veces
piensa diametralmente diferente de nosotros (Lukianoff & Haidt, 2015).
Pero además, enfrentando
el disenso de esta manera no solo forma mal a los estudiantes para enfrentar el
mercado laboral. Peor aún, la universidad se está cavando la tumba en términos
de la calidad de su propia investigación científica. Algunos estudios recientes
muestran como la falta de diversidad ideológica puede afectar seriamente la
capacidad creativa del mundo académico para generar nuevos problemas y
resolverlos. Un trabajo reciente en el campo de la sicología social muestra
como en los últimos 50 años la academia ha perdido buena parte de la diversidad
política que la caracterizaba. Pero lo más grave es que esta falta de
diversidad política ha debilitado la calidad de la investigación por la vía de
sesgar los temas y métodos de investigación, alejar a los investigadores de
temas que son relevantes, pero políticamente incorrectos, y arribar a
conclusiones que descriptivamente caracterizan en forma errónea no solo a los
conservadores, sino también a los liberales (Duarte et al., 2015).
IV.
Y ¿que tiene que ver esto con Uruguay?: operarnos en una cloaca
Este escenario
parece bastante lejano a Uruguay, y en particular al ámbito de las ciencias
sociales en la Universidad de la República que es el que yo conozco, y donde yo
trabajo. Es verdad que todavía no hay reclamos sobre micro agresiones ni
exigencias de alertas preventivos. No obstante, si es posible señalar dos
cosas. En primer lugar, creo que no digo nada polémico si afirmo que hay un
visible predominio ideológico de la izquierda. Estoy pensando más específicamente
en la Facultad de Ciencias Sociales donde yo trabajo y donde se forman una
importante masa de los cientistas sociales uruguayos. En segundo lugar, como mencionaba
en la introducción, existen varios temas altamente complejos que merecen
profundos debates filosóficos y científicos en la literatura internacional,
pero que sin embargo, en nuestra institución para la mayoría de mis colegas y
para la gran mayoría de estudiantes son temas trivialmente simples. Es decir,
que no hay un debate genuino, no son problemas reales, y por ende, la posición justa a tomar es clara.
Y si uno siquiera plantea, no ya un antagonismo frente la posición mayoritaria,
sino solamente dudas, o el deseo de no embanderarse como un barra brava, o un
miembro de una secta religiosa, automáticamente pasa al bando de los fascistas.
· ¿Es tan claro
que los que están en contra de legalizar el aborto son todos unos católicos recalcitrantes
adoradores de crucifijos, o será que puede haber algún argumento interesante en
esa posición?
· ¿Plantear
dudas acerca de la necesidad y justicia de los cambios legales asociados al
femicidio solo puede entenderse como el resultado de tener una visión machista,
patriarcalista o insensible frente a la suerte de las mujeres?
· ¿Oponerse a hacer
paro y marchar para que le den más presupuesto a la Universidad, sin ninguna
rendición de cuentas, lo transforma a uno en energúmeno neoliberal privatizador
que está en contra de la Universidad Pública y del Estado?
· ¿Plantear que
no es simplemente imposible que puedan existir efectos perversos de algunas
políticas sociales, significa que uno esté a favor de eliminar el MIDES y de
asumir reglas de juego liberales que se despreocupen de poblaciones
desaventajadas?
·
¿No estar seguro de que medidas son más adecuadas
para resolver el problema de los individuos homeless que viven en las
instalaciones de la facultad, es un claro signo de insensibilidad social y
despreocupación por los más débiles?
Cuando leo las
falacias de falsa oposición y ad hominem que acabo de escribir me da vergüenza,
pero es sencillamente en los términos en los cuales se plantea muchas veces el
debate en nuestra institución. Lo vivo a diario: Colegas que no solo no tienen
vergüenza alguna de plantear estos problemas (y muchos otros) en estos términos
tan simples e inconsistentes, sino que no dudan en reprobar y estigmatizar a
cualquiera que ose plantear dudas, por más moderadas que éstas sean.
Y ante el
reclamo por una actitud un poco más objetiva y menos sesgada, la respuesta que por
reiterada no deja de ser sorprendente: señalan que es una ingenuidad
epistemológica querer tener un punto de vista desde ningún lado; que es
imposible escapar a nuestros valores, prejuicios e ideología cuando desarrollamos
la disciplina científica, y cuando opinamos sobre los problemas de la sociedad.
Es más, no solo que es imposible ese desprendimiento ideológico, sino que es
deseable estar imbuido de esa ideología, valores o preferencias. Cualquier
intento de objetividad, a su juicio, se reviste de una falsa objetividad positivista.
Pero no es
necesario recurrir a falacias de falsa oposición. Nadie le está pidiendo a los
científicos de la Universidad que tengamos que purgarnos de nuestros valores o
ideología. Pero una cosa es tener esos valores o posición moral, e intentar
defenderla en forma honesta buscando combatir los sesgos de confirmación, e
intentando discutir con la mejor versión de los argumentos de nuestros
oponentes. Y otra cosa muy diferente es retroalimentar y fomentar esos sesgos y
discutir con caricaturas de argumentos rivales. El economista Robert Solow planteó
una analogía útil al respecto: que sea imposible tener total objetividad no
significa que debamos perder todo decoro en el intento de explicitar y
minimizar nuestros prejuicios y valores. Cuando tenemos que operarnos
quirúrgicamente sabemos que es imposible lograr la asepsia total, no por eso
estamos dispuestos a operarnos en una cloaca llena de mierda y ratas.
La imagen de
la cloaca no puede ser más pertinente si pensamos en los debates anteriormente
referidos, y en las distintas formas en las cuales se intenta restringir y
excluir posiciones antagónicas o alternativas del espectro ideológico
conservador o de derecha. La universidad como institución educativa y académica
debería buscar activamente que exista diversidad y un debate rico y
heterogéneo. No hacerlo, o por pasiva, permitir que ese debate se vaya
deteriorando y volviendo más dogmático, va minando las propias bases sobre las
cuales debe montarse una institución académica seria, legítima y valiosa para
la sociedad. En última instancia, por mucho que los cientistas sociales nos
esforcemos en disimularlo, la sociedad nos paga el sueldo por pensar. Tal vez
es hora que empecemos a hacer eso por lo que nos pagan.
Referencias
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“Dressing Yourselves,” email to Silliman College (Yale) Students on Halloween
Costumes, retrieved from https://www.thefire.org/email-from-erika-christakis-dressing-yourselves-email-to-silliman-college-yale-students-on-halloween-costumes/
Duarte, J.L., Crawford, J.T., Stern,
C., Haidt, J., Jussim, L., & Tetlock,
P. (2015) Political Diversity will Improve Social Psychological Science,
Behavioral and Brain Sciences, 38, 1 – 58.
FIRE (2015) Email from the Intercultural
Affairs Comitte, retrieved from https://www.thefire.org/email-from-intercultural-affairs/
Haidt, J. (2012) The
Righteous Mind: Why Good People are Divided by Politics and Religion, Penguin
Books, London.
Herrstein, R. & Murray, C. (1994) The Bell Curve. Intelligence and Class Structure
in American Life, Free Press Paperbacks, New York.
Lukianoff, G. & Haidt, J. (2015) The Coddling of the American Mind, The Atlantic, retrieved
from https://www.theatlantic.com/magazine/archive/2015/09/the-coddling-of-the-american-mind/399356/
Lukianoff, G. & Haidt, J. (2015b) The Backstory to ‘The Coddling of the American
Mind’, retrieved from https://www.theatlantic.com/magazine/archive/2015/09/greg-lukianoffs-story/399359/
Sommers, C. (1995) Who stole feminism? How women
have betrayed women, Touchtone Rockefeller Center, New York.
Stanger, A. (2017) Understanding the Angry Mob at
Middlebury That Gave Me a Concussion, The New York Times, Marzo, 13, 2017, retrieved
from https://www.nytimes.com/2017/03/13/opinion/understanding-the-angry-mob-that-gave-me-a-concussion.html
Stanger, A. (2017b) Interview with Allison
Stanger about the Middlesbury College incident; retrieved from
[1] La contraposición entre conservadores y liberales es
utilizada por algunos autores como una aproximación de la contraposición entre
derecha e izquierda (ver por ejemplo Haidt, 2010). Aunque la asociación
izquierda – liberal hace ruido en
español, en el sentido anglosajón están bastante emparentadas, al menos con
cierta parte de la centro izquierda o izquierda más moderada.
Me parece muy interesante este artículo y valioso encontrar una voz distinta en el ámbito de la UdelaR. Personalmente estudié en la Facultad de Psicología (UdelaR) entre los años 2008 y 2015 y recuerdo fuertes tendencias a dogmatizar posturas ideológicas relacionadas a la ideología de género, de la cual aún no he escuchado ningún respaldo científico o incluso filosófico que me parezca sustentable. Pero sabido es que la ideología se impone más por lógicas de poder (entre las que el peso de "la opinión pública", lo "políticamente correcto" o "lo que se dice" en términos de Heidegger, resulta ser determinante) que por argumentos racionales. Creo que lo que menciona este artículo en relación a la censura de opiniones disidentes es señal de ello, así como la ausencia de debate o diálogo serio en relación a estos temas en el ámbito público y universitario en nuestro país. Ciertamente que yo soy católico (y curiosamente en lo personal afirmé más mi fe en el período en que fui estudiante de la UdelaR), pero considero que hay temas de moral que desde la sola razón merecen un abordaje muy distinto al que se le está dando en nuestro ámbito universitario. Es paradójico, en definitiva, que los abanderados de la "igualdad" y del "libre pensamiento" impongan sus opiniones como "dogmas", negándose tras recurrentes falacias a una discusión racional seria. Bueno en fin, me alegra leer algo con nivel académico y comparto el comentario final: que a los que se les paga por pensar se dediquen a pensar, y agrego: y no a ideologizar.
ResponderEliminarEstudié C. Política en la FCS y tuve como profesores a Constanza Moreira pero también a Mieres y Romeo Perez, quien arguntaba en contra del matrimonio igualitario en sus clases por ejemplo. Es obvio que hay ciertos consensos " de izquierda" en la academia que no son tan compartidos por el resto de la sociedad pero no es cierto que no se pueda argumentar en contra de esos concensos cuando se lo hace con profundidad y seriedad, cosa que este artículo no hace, sino que se limita tirar titulares: podría argumentar en contra del aborto (pero no lo haré), en ves de eso voy a mencionar cosas que ocurrieron en otras facultades y en otro país.
ResponderEliminarComparto la preocupación. Trabajo desde hace muy poco en la misma facultad que el autor y, por eso, no me atrevo aún a hacer afirmaciones sobre el caso uruguayo. No obstante, he vivido situaciones graves y similares en España y sigo con preocupación estos movimientos –en el fondo, autoritarios– en EEUU.
ResponderEliminarCreo que el artículo muestra, paradójicamente, varios problemas argumentativos. Por un lado, se habla de un movimiento norteamericano "en base a dos ideas (micro agresión y alertas preventivas)" que sirve como "marco teórico" de referencia para analizar algo que podría asimilársele en nuestra Universidad, aunque se admite que "Es verdad que todavía no hay reclamos sobre micro agresiones ni exigencias de alertas preventivos". Es decir, el caso norteamericano nada tiene que ver con el nuestro, aunque el autor interpreta que sí, y yo podría interpretar que pasa lo mismo en mi familia, y mi vencino en el club de bochas del barrio.
ResponderEliminarSegundo, aún admitiendo este salto arbitrario de interpretación, el autor sostiene que en su ámbito cercano, colegas y estudiantes, actúan como barras bravas (menos él), y nadie logra captar que ciertos temas son "altamente complejos que merecen profundos debates filosóficos y científicos". Aceptemos que el autor viven en esa jungla de pensamiento que parece ser los pasillos de la Facultad de Ciencias Sociales: no sería él mismo, su pensamiento claro, filosófico y científico, el argumento con patas que cuestione todo ese dogmatismo que lo rodea. ¿Es tan dogmático un ambiente donde un docente que piensa tan distinto, tiene un grado 3, puede conversar con gente que opina distinto (como barra brava), publicar sus notas y seguir discutiendo aunque nadie le de la razón?
Es contradictorio el ataque de dogmatismo y conservadurismo que el autor hace a la Universidad, al tiempo que ejerce su libre opinión, que puede discutir, que encuentra voces que lo acompañan y otras que rechazan su pensamiento.
Por último, en varios de sus ejemplos, el autor parece simplemente pecar de lo que denuncia. Decir que la Universidad no ha hecho Rendición Social de Cuentas es desconocer al menos los últimos 15 años de la institución. Aquí él, sin conocer lo que ha hecho la institución, sus órdenes, servicios y gremios, se pone del lado del discurso común que no hacía mucho cuestionaba por ramplón, y no complejiza, no averigua, y simplemente suelta la ruedo preguntas de forma tan simple que ya no parece contar todo aquello de los "temas altamente complejos que merecen profundos debates".
Cierro. El artículo, que pretende mostrar el duro camino de quien va contracorriente, se vuelve un lugar común de gran parte del pensamiento mediático y político que existe sobre la Universidad, donde lejos de invitar a debatir sobre datos e información, se vuelve al ejercicio asusta-viejas de jugar para la tribuna.
Saludos
En mi humilde opinión no comprendiste el sentido del articulo, en el cual el autor intenta poner en el tapete la falta de discusión sobre algunos temas; como el aborto, los pros y contras de las políticas sociales, etc. y no argumentar sobre su posición sobre estos puntos, que puede que sea, en varios casos, a favor
EliminarCreo que uno de los objetivos del articulo, y que en la entrevista de hoy en NoToquenNada quedó claro, es advertir sobre la polarización dogmática de la formación académica, sin permitir la confrontación de ideas y Nicolas deja claro que no esta diciendo cuales son las ideas correctas, solamente está diciendo que para llegar a las mejores ideas hay que conocerlas todas y debatirlas.
Los monopolios son generalmente malos y cuando los monopolios son de las ideas no son solamente malos sino que son peligrosos.
Sobre el punto de que lo que ocurre en las universidades de USA no ocurre ya en el Uruguay, es correcto no ocurre aún, pero es importante advertir lo que si pasa en otros países (España esta pasando por un proceso similar) para que no se replique en Uruguay.
Realmente me parece muy loable y sano que una persona que se autodefine como de izquierda (y no debo pensar que lo hace con algún fin maquiavelico, sino que es verdad), ponga en duda que lo mejor para la sociedad sea aceptar las ideas de la izquierda radical como dogmas y que las ideas que son diferentes son todas reprobables y merecen la quema en la hoguera.
Hola, nunca me prionuncié sobre su posición sobre los temas, que no son lo relevante. Lo que yo estoy diciendo, es que él hace de la Universidad una caricatura de lo dogmático, del pensamiento de izquierda irreflexivo, cuando la realidad es mucho más compleja. Eso lo hace ser como esos tipos que él critica, porque define a la Universidad desde una mirada muy nimia y pequeña como la que puede ser la de cada uno de nosotros, y eso le hace perder perspectiva y falta de visión de la complejidad de lo que quiere criticar.
EliminarCoincido plenamente con bigbang. A la lectura de este artículo sumo mi escucha atenta a la entrevista que le realizaron a este autor en No toquen nada. Una lectura extremadamente simplista y encerrada en anécdotas personales, saltando sin solución de continuidad de la Facultad de Ciencias Sociales a la Universidad toda. De su ámbito personal al mío. Terminando en la caricatura, universidad="chantas acomodados a los que solo les interesa mantener el estado actual de la cosa".
ResponderEliminarY no es cierto que en la entrevista no se haya dedicado a decir cuales son las ideas correctas. Su anecdota, del ámbito gremial, pasó rápidamente a la explicación de por que no estamos en condiciones de exigir aumento presupuestal. No voy a entrar en esta discusión, que curiosamente si puede dar en diversos ámbitos universitarios, pero quiero aclarar que estoy de acuerdo con N. en varios puntos. Pero quedó claro para toda la audiencia (porque además eligieron ese fragmento de su entrevista para el resumen) que quienes tenemos un sueldo universitario somos privilegiados (aunque si pusiera mi recibo de grados 2 dt sobre la mesa de la radio varios se me reirían en la cara) y que el reclamo presupuestal se presenta como un tema de mas fundamental de lo que es. En fin, es un universitario hablando acerca de una serie de anécdotas...
ResponderEliminarHola Adriana,
EliminarUn grado 2 DT de la udelar esta aproximadamente en el top 20% de ingresos del pais. Concretamente en el decil 8 (80% a 90%).
Aca una discusion del calculo y la escala de sueldos de la udelar con todos los sueldos en su lugar en la distribucion del ingreso. http://www.razonesypersonas.com/2018/05/informemos-la-gente-de-su-posicion-en.html
Saludos,
Matias
Sólo una cosa, Ideología de genero (más bien dictadura de genero), en Europa (España y Suecia más precisamente) están devastando la sociedad con nuevas y desiguales leyes. La gente se está empezando a dar cuenta. Espero que acá lo hagan. Muestra clara de lo que digo es que se haya propuesto utilizar lenguaje inclusive en el Senado cuando hay problemas mucho más importantes y urgentes de resolver. El marxismo de clases (burgueses y trabajadores) mutado a marxismo de género (hombres-mujeres - heterosexuales-LGTBIQ+).
ResponderEliminarUna aclaración antes de ir al punto al que quiero llegar realmente, todo lo que viene a continuación parte de la asunción de que estamos de acuerdo (al menos yo sí estoy de acuerdo), que en la universidad hay una homogenización del pensamiento/discurso social (por llamarlo de algún modo). Esta aclaración no es ninguna tontería, ya que podemos ver entre los comentarios realizados al presente artículo, personas que no están de acuerdo con que la situación descrita sea algo real, sino que por lo contrario, es una exageración del autor.
ResponderEliminarPor otro lado, posteo en dos partes, porque hay una limitación de 4.096 caracteres.
Ahora sí, yendo al punto que me interesa, una pregunta que desde mi punto de vista quedó picando aquí es: ¿cómo se llegó a esta homogenización del pensamiento/discurso social (por llamarlo de algún modo) en la universidad (no creo que sea solo en las Ciencias Sociales, aunque sí quizás ahí esa homogenización sea más explícita)? Esto a su vez dispara varias preguntas relacionadas:
1. Ese proceso de homogenización, ¿es aleatorio? A primera vista, no pareciera ser así, ya que el caso no es único de Uruguay o USA, sino que se puede ver en casi toda Europa y América, y si quisieramos generalizar un poco, en casi todos los países con una fuerte influencia de los “valores occidentales” (con esto me quiero referir a algo más que al propio Capitalismo), y por supuesto con un régimen más o menos democrático. En definitiva, ¿cómo es que surge, se extiende en forma tan exitosa, y logra ese cuasi-monopolio?
2. Supongo que muy relacionada con la pregunta anterior, pero que quería de alguna forma separar, ¿por qué la falta de organización y movilización de discursos/pensamientos sociales alternativos? Para que nos entendamos, no creo que haya una única forma de pensar la organización de nuestra sociedad, y simplificando el problema muchísimo; si analizamos esas formas de organizar la sociedad desde un sistema cartesiano tridimensional, donde uno de los ejes (X), sea nuestra posición ante lo que de algún modo llamamos “igualdad de oportunidades”, otro eje ortogonal (Y), nuestra posición ante lo que llamaremos “igualdad de resultados”, y el tercer eje (Z), sería el impacto (“bienestar”) que un determinado conjunto de políticas basadas en las coordenadas tienen en la sociedad. Entonces dependiendo de cuáles sean nuestras coordenadas , van a variar nuestros pensamientos/discursos sociales, y como consiguiente las alternativas (y por consiguiente las políticas) que planteamos para organizar la sociedad, y finalmente el impacto (“bienestar”) que éstas tengan en la sociedad.
Algunas observaciones aquí:
a) No es lo mismo “igualdad de oportunidades” que “igualdad de resultados”, es por eso que las posiciono en ejes ortogonales.
b) La misma definición de los conceptos relacionados a esos ejes es un problema complejo, y en sus matices también podemos llegar a tener sistemas de coordenadas diferentes.
c) Hablo de sistemas de coordenadas y con esos ejes específicos (arbitrarios, pero no tan arbitrarios), para evitar en lo posible etiquetar, estaría bueno si por un rato evitamos las etiquetas “izquierda”, “derecha”, “centro”, “liberal”, “conservador”, etc., y hablamos de coordenadas en ese (u otro) sistema cartesiano (u otro mecanismo que nos permita escaparnos al menos un poco de esas etiquetas/ideologías).
Acá va la segunda parte del posteo:
ResponderEliminar3. ¿Cómo influye/impacta esta homogenización, en la sociedad que tiene a la universidad como parte vital de su funcionamiento? Sinceramente no creo que esa homogenización sea solo un problema que afecta a la universidad, sino que precisamente desde ese punto de origen (la universidad), esa homogenización se expande al resto de la sociedad (por ser la universidad parte vital de su funcionamiento -a modo de ejemplo muy sencillo, ¿quiénes diseñan/deciden las políticas sociales?-), y así influyendo/impactando de forma sustancial el día a día de los individuos.
4. ¿Cómo hacemos más objetiva/científica la búsqueda de las mejores alternativas para nuestra organización social (el máximo global en Z, o al menos algún máximo local), en ese (u otro) sistema cartesiano? Desde nuestros comienzos como especie hace unos 300.000/200.000 años atrás, avanzamos exponencialmente en el campo tecnológico, pero en forma sublineal en nuestros avances sociales (al menos en comparación con nuestros avances tecnológicos). Parte de esa sublinearidad estaría obviamente en la complejidad de la función tridimensional que queremos optimizar (asumiendo las anteriores coordenadas cartesianas X, Y y Z), pero también una parte no despreciable de esa lentitud estaría en la falta de eficacia en la propia búsqueda de ese máximo (también podríamos minimizar, en vez de buscar el máximo bienestar, podríamos buscar el mínimo malestar). Es decir, avanzamos muy lentamente en la mejora de nuestra organización social, no solo porque la función que queremos optimizar es altamente compleja, sino que porque al buscar ese máximo, lo hacemos al tuntún, en vez de hacerlo de forma más racional. Y esa falta de racionalidad se debe a las falencias de nuestros mecanismos cognitivos, entre ellas a nuestra propensión a las etiquetas/ideologías; cuando pensamos desde una etiqueta/ideología, lo que hacemos en el mejor de los casos es caer en un máximo local, creyendo que estamos en el máximo global (o si no estamos tan cegados por nuestra ideología, creyendo que estamos de camino al máximo global).
Cualquier etiqueta/ideología, en el mejor de los casos no es más que un máximo local, entonces, sabiendo las falencias de nuestros mecanismos cognitivos, ¿cómo mejoramos el mecanismo de búsqueda?, es decir:
i) ¿Cómo diseñamos nuestros espacios de investigación (y por consiguiente la búsqueda de ese óptimo) para que sean más racionales (más “objetivos/científicos”), y al mismo tiempo más resistentes a las fallas en nuestros mecanismos cognitivos (que son inevitables)?
ii) ¿Cómo diseñamos las organizaciones sociales que van a aplicar las políticas informadas por (i) para que también sean más resistentes a las fallas en nuestros mecanismos cognitivos?
iii) ¿Cómo hacemos que (i) y (ii) sea un proceso continuo y resistente a las fallas en nuestros mecanismos cognitivos? Porque ese máximo global es una utopía, nunca lo vamos a poder encontrar, a lo sumo podremos ir mejorando de máximo local, y si somos afortunados, evitaremos un mínimo (dónde el mínimo global es la desaparición de la especie -que ya estuvimos cerca-), mientras cambiamos de máximo local.
Supongo que el primer paso, como en todo problema, es reconocer el problema, y ya vimos por los comentarios aquí, que aún esto no es sencillo. Y luego de eso comenzar a dialogar (no debatir) con humildad y con el deseo sincero de mejorar la sociedad, con la finalidad de plantear las preguntas adecuadas, y luego con el mismo espíritu (humildad/sinceridad), comenzar a responderlas. Y también creo que todo ese proceso no es algo que se deba hacer solo desde las Ciencias Sociales, sino que debería ser un esfuerzo multidisciplinario (Ciencias Sociales, Medicina, Economía, Matemáticas, Ingeniería, etc.).
Pero deberíamos empezar por una. Hay alguien que pueda hacer un llamado? Hay que concurrir. Quien se anima?
EliminarEn un comentario más abajo proponen una reunión cara a cara, ahí puse mi dirección para coordinar con los interesados.
EliminarEs verdad. No se discute nada hoy en día en esta Facultad. Pero acaso exponer un punto de vista por este sistema no es acaso un error también? Tanto el que escribió la nota, como cualquiera de los que participamos dando nuestra opinión estamos dispuestos a encontrarnos en Facultad? Si sólo nos limitamos a exponer por este medio nunca vamos a hacer nada positivo hacia los demás. En la Facultad no hay interés de discutir. Sucede lo peor que es no estar interesado por nada. Prefiero alguien que esté en contra y no aquel que se da media vuelta sin nada importarle. Con quien escribió el articulo hay argumentos que no concuerdo. Pero lo principal es que expone que no hay discusión. Acusa a ciertas personas, tal vez profesores. Yo diría que es todo el sistema de enseñanza. Parecería que no hay tiempo. De parte de los profesores es que no incentivan la discusión y hacen de la historia algo mecánico. Jamás, salvo raras excepciones, vinculan esa historia con la actualidad. Dejémonos de ser guapos cibernéticos y demos un paso y encontrémonos en un foro cara a cara.
ResponderEliminarDesde mi punto de vista, dado el estado actual de la censura del debate cuando algún tipo de pensamiento considerado "incorrecto" está involucrado, y las consecuencias que esto puede traer para quién proponga debatir acerca de esos pensamientos "incorrectos" (ni tan siquiera hablo del que afirme tenerlos, sino que solamente pretende debatir acerca de los mismos), no creo que, al menos el autor del artículo, sea un "guapo cibernético", sino un "guapo" a secas, ya que requiere valor publicar el artículo.
EliminarPor otro lado, encuentro interesante/estimulante la idea de reunirnos cara a cara para charlar sobre el tema. Los interesados me pueden escribir para coordinar una reunión: jorge PUNTO couchet ARROBA gmail.com (mis disculpas por dar mi dirección así, pero hay programas robots que hacen scrapping the los sitios webs y recolectan direcciones para spam, etc.)
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ResponderEliminarFui alumno de Nicolás. REcuerdo muy buenas clases con él, en donde hacía de abogado del diablo de varios autores que podían ser mirados de reojo (por ejemplo, Spencer). Yo creo que en la Facultad existen ciertos espacios de debate, pero es verdad que hay una tendencia común a ridiculizar ciertas posturas más que a argumentar en su contra, sumado a la tendencia casi natural de confirmar opiniones preexistentes y desechar las que no encajan en nuestra postura.
ResponderEliminarLas carreras sociales, como la nuestra, combinan a veces de forma peligrosa los conocimientos adquiridos con posturas políticas previas; entonces sucede que por muy convicente que sea un texto de Adam Smith o Von Hayek, vamos a preferir la postura de Marx aunque no hayamos entendido ni el 5% de la tesis sobre Feuerbach. Eso es políticamente respetable, pero científicamente cuestionable.
Advertencia! La siguiente opinión puede herir susceptibilidades.
ResponderEliminarCreo que para tratarse de un alegato por el buen debate le faltan dos elementos fundamentales: 1) Ponerse en el lugar del otro y 2) discutir con la mejor versión del otro. Me da la impresión que se trata de una reacción del autor a ciertas situaciones de mircroviolencia que él mismo vivió, y lo entiendo, tampoco me gusta que me traten de facho.
He presenciado situaciones como las que describe que me han parecido injustas, pero más he presenciado reacciones violentas hacia los colectivos a los que entiendo que se refiere, y creo que allí radica la mayor omisión del análisis.
Creo que todos (Todes, 2018), por citar un ejemplo actual, hemos visto la violencia con que se ataca al lenguaje inclusivo. Jamás recibí ataque alguno por no usarlo, pero alcanza con que una declaración use la “e” como genérico para que le den con un fierro. Algo así como si hubiese un montón de comentarios tratando al autor de imperialista por escribir "homeless" en lugar de sin hogar o sin techo. Dichas reacciones violentas se han exacerbado en el último tiempo, a mi entender como reacción al auge del feminismo.
Sin ser lingüista me apasiona esto de los sexos y el lenguaje (me refiero al debate, malpensades ;). Recuerdo que antes argumentaba que el lenguaje inclusivo me parecía excluyente, porque por ejemplo "ellos y ellas" nombra por separado, también que se trataba de un recorte al lenguaje o de señalar sus incompatibilidades con la poesía y la canción. Defendía su uso en comunicaciones institucionales con el objetivo de visibilizar a la mujer en el ámbito público, pero consideraba que no se trataba de una alternativa viable. Dichos argumentos hoy los veo perimidos, son de la época del "todos y todas", la "e" superó esos problemas y trajo otros debates.
Recuerdo haber recibido alguna respuesta dura, pero jamás nadie me trató de facho por mis argumentos al respecto. Hoy soy menos escéptico, entiendo que mis argumentos estaban demasiado centrados en las propuestas concretas, que los objetivos pueden ir más allá de la visibilización, que por ser de orden secundario el de cambiar el lenguaje no deja de ser un objetivo válido, y que el lenguaje actual también tiene problemas y sin embargo sirve pa que nos entendamos más o menos bien.
Más violento aún es cuando los ataques son directamente a las personas. Ser mujer feminista y participar en política no lo debería recomendar ningún médico. F. Goyeneche -única figura política que El País considera noticia que se bese con su novio- o C. Moreira -cuya aparición en política nos ha revelado que somos motafóbicos y no por Walter Gargano- son constantemente hostigadas, y quizás algo tenga que ver con esas posturas de izquierda tan presentes en la Udelar (Ironía, 1954).
Para muestra basta un botón. Alcanza con comparar el tono de quienes discrepamos en el blog, como el mío que es un ejemplo de civismo y altura política (Mamá, 2014), con el de quienes lo defienden en la nota de El Observador o en la entrevista que le realizó El País al autor (seguramente motivada por el interés que suelen mostrar los de Plaza Cagancha por elevar el nivel en los debates). Por cierto, he leído columnas excelentes en el blog y no recuerdo otra con tanta cobertura mediática. Con esto no quiero decir que los medios hacen lo mismo que dice el autor que hacemos en la Udelar pero al revés y peor porque tienen más poder... bueno, en realidad sí quiero decir eso.
En fin, el hilo se me fue a la cloaca, lo cual me viene perfecto para cerrar. Para mí debatir en la Udelar sería en todo caso como operarse en un quirófano viejo del Hospital de Clínicas con un cirujano cubano. En cambio, presentarse como mujer feminista en la política nacional sí lo asimilo a operarse en una cloaca, eso sí, con un cirujano grado 5 dirigente de la sociedad anestésico quirúrgica for export del Uruguay (Zitarrosa, 1977).