Armand Mattelart en Montevideo: notas sobre su relación con intelectuales uruguayos en los tempranos setenta (*)
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El 31 de octubre pasado falleció Armand Mattelart, un demógrafo belga que devino en un intelectual influyente de la sociología y la comunicación. Su muerte reavivó anécdotas, obituarios y conmemoraciones en ámbitos académicos, políticos y mediáticos. Este texto no pretende reconstruir su biografía ni evaluar la vigencia de su obra [1]. Más modesto, aspira a reflexionar sobre un aspecto puntual de su trayectoria intelectual: los vínculos establecidos con pensadores uruguayos en torno a la comunicación a comienzos de los años setenta, y el papel de esos diálogos en la emergencia de la comunicación como campo autónomo de estudio en la región.
Mattelart en Montevideo y el origen de Comunicación y Cultura
En 1971 Armand y Michèle Mattelart viajaron a Montevideo desde Chile, donde residían desde 1962, para participar en un encuentro de intelectuales dedicados a la comunicación, convocado por el argentino- uruguayo Mario Kaplún. Los registros escritos del evento son muy escasos y los testimonios orales son la principal fuente disponible. Esta carencia documental podría explicarse por la informalidad del encuentro o por el contexto de creciente autoritarismo durante el gobierno de Jorge Pacheco Areco (1967-1972) que demandaba discreción -según Kaplún, la reunión “tuvo que hacerse casi en la clandestinidad a causa de la cruda represión política” (Kaplún, 1992, p. 22)-. Los testimonios subrayan diferentes motivaciones para la convocatoria, indicando la confluencia de intereses de la reunión y su rememoración posterior. Para Kaplún, el objetivo era discutir sobre comunicación popular mientras que Mattelart lo recuerda como el primer intento por construir un “núcleo de reflexión” de varios intelectuales en torno al proyecto crítico de investigación en comunicación que disputara la hegemonía de la sociología funcionalista (Beigel, 2011).
Aun con las incertidumbres sobre los detalles, existen algunas certezas: el encuentro nucleó intelectuales del Cono Sur y muchos de ellos estaban vinculados al mundo religioso. Además de Kaplún y los Mattelart, participaron el semiólogo argentino Héctor Schmucler, el sociólogo y teólogo brasilero Hugo Assmann y el teólogo metodista uruguayo Julio Santa Ana. En un contexto en que la comunicación aún no se encontraba institucionalizada ni delimitada conceptualmente, la reunión fue síntoma de una inquietud compartida y funcionó como semilla de iniciativas posteriores.
La relevancia histórica de aquella reunión radica, sobre todo, en que los testimonios coinciden en considerarla el germen de la revista Comunicación y Cultura, dirigida por Mattelart, Schmucler y Assmann. La publicación comenzó a editarse en Chile en 1973 y se constituyó tanto en un espacio de reflexión intelectual al servicio de los procesos de liberación de los países latinoamericanos como en la primera tentativa sistemática por “formular un conjunto de temas y un marco conceptual crítico para comprender y estudiar la problemática de la comunicación” (Lenarduzzi, 1998, p. 17).
Mattelart, Kaplún y Faraone
La anécdota de aquella reunión y sus derivaciones ofrece claves para pensar la relación de Mattelart con los intelectuales uruguayos que reflexionaban sobre la comunicación a comienzos de los años setenta. Mattelart y Kaplún no trabajaban juntos pero compartían el hecho de haberse formado en una matriz intelectual que articulaba la perspectiva desarrollista -que signó la consolidación de las ciencias sociales latinoamericanas- con una herencia filosófica humanista propia de los debates en el mundo católico (Beigel, 2011; Zarowsky, 2013). Esta perspectiva puede rastrearse en los trabajos de Mattelart sobre demografía en América Latina en los tempranos sesenta y en las prácticas comunicacionales de Kaplún, quien participó activamente en la producción y dirección de programas radiales y televisivos dedicados a difundir la doctrina social de la Iglesia. De hecho, Mattelart había llegado a Chile en 1962 para trabajar en la Pontificia Universidad Católica de Santiago de Chile a instancia del sacerdote jesuita Roger Vekemans mientras que Kaplún mantenía un estrecho vínculo con el Centro de Investigación y Acción Social (CIAS) Pedro Fabro, la expresión local de la red de instituciones promovidas por la Compañía de Jesús en América Latina.
No obstante, hacia fines de los años sesenta ambos problematizaron esta herencia intelectual, a tono con los debates teóricos y políticos en las ciencias sociales y el nuevo escenario político tras el triunfo electoral de Salvador Allende en Chile en 1970. Mattelart había participado en la creación del Centro de Estudios de la Realidad Nacional (CERN) en la Universidad Católica de Santiago de Chile y en este marco publicó junto a Mabel Piccini y Michèle Mattelart Los medios de comunicación de masas. La ideología de la prensa liberal (1976). El texto, editado en 1970, combinaba el análisis de la estructura económica de los medios de comunicación chilenos y su dependencia al capital extranjero en articulación con el estudio ideológico de sus mensajes a partir de las formas con que los signos naturalizaban la ideología dominante. En suma, el trabajo articulaba marxismo, semiología estructural y crítica dependentista al tiempo que cuestionaba el funcionalismo norteamericano dominante en la sociología.
No fue, sin embargo, este libro sino el siguiente —escrito junto a Ariel Dorfman— el que consagró a Mattelart como referente intelectual en el ámbito regional: Para leer al Pato Donald. Comunicación de masas y colonialismo. Con todo, publicado el mismo año 1971, difícilmente haya sido leído por todos los asistentes al encuentro de Montevideo. En cambio, Los medios de comunicación de masas, resonaba en la reunión. La influencia de Mattelart puede rastrearse en el primer libro que Kaplún dedicó al estudio de los medios, La comunicación de masas en América Latina (1973), donde retoma el análisis de la estructura económica y de las relaciones de dependencia cultural, económica y académica. Sin embargo, a diferencia de Mattelart, Kaplún no profundiza el análisis ideológico y adopta una metodología cuantitativa con pretensiones de objetividad. Como la historiadora Vania Markarian estudió para otros intelectuales de ese período (2020), en el libro de Kaplún conviven la crítica al imperialismo y el estructural funcionalismo con la reivindicación del empleo de métodos modernos de las ciencias sociales -incluso aquellos vinculados a la sociología norteamericana- para la comprensión de la realidad nacional, sin que esto socave su compromiso intelectual y político.
A estas discrepancias teórico-metodológicas entre Mattelart y Kaplún deben añadirse sus diferentes posiciones frente a los procesos de transformación política de los países de la región. Hacia 1971, Mattelart orientaba su reflexión a pensar los medios que debían crearse para la revolución, articulando su trabajo intelectual con su cercanía al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) chileno; Kaplún, en cambio, se inclinaba por un camino reformista. Estas diferencias no obstaculizaron su vínculo intelectual futuro, aunque sí parecen explicar la ausencia de Kaplún en el colectivo de redacción de Comunicación y Cultura.
Por el contrario, las afinidades político- intelectuales ayudan a comprender la presencia del historiador uruguayo Roque Faraone en aquel colectivo inicial. Faraone, profesor de Historia en enseñanza secundaria y la Universidad de la República -donde integraba el grupo “Historia y Presente”, junto a José Pedro Barrán, Juan Oddone y Blanca París de Oddone, entre otros-, desde mediados de los años cincuenta estudiaba los medios de comunicación en Uruguay. Su lectura de Mattelart resonó especialmente en la clase que dictó en 1971 durante un curso de verano de la Universidad de la República -posteriormente publicada como “Estructura económica y medios de comunicación” (1973)-. Nutrido del marxismo y la semiología estructural, Faraone analiza cómo los medios refuerzan la ideología dominante y critica los proyectos meramente reformistas e ineficaces de los medios de comunicación en un sistema capitalista.
En definitiva, no es claro si Faraone estuvo en el encuentro de 1971; pero sí sabemos que sintonizaba con el proyecto político e intelectual de Comunicación y Cultura. Mattelart lo invitó a integrarse a la revista en 1972, nutrirla con artículos y distribuirla, lo que hizo hasta 1973 cuando la intervención de la Universidad de la República le cerró las puertas y llegó a impedirle el acceso a los ejemplares que allí conservaba.
Un año más tarde, Faraone se exilió en París, donde también se encontraban los Mattelart, luego del golpe militar en Chile en 1973. En 1978 Kaplún se exilió en Venezuela. Los autoritarismos regionales truncaron el ambiente fértil que había posibilitado el encuentro de Montevideo y el surgimiento de la revista, cuya continuidad estuvo marcada por los sucesivos golpes militares: en 1973 se trasladó de Chile a Buenos Aires y, tras el golpe de 1976, a México, donde se publicó entre 1978 y 1985.
Más allá de anécdotas y filiaciones políticas, lo que da valor histórico a aquella reunión montevideana es su condición de cruce. Allí confluyeron preocupaciones metodológicas, filiaciones políticas y redes institucionales que, en conjunto, contribuyeron a transformar la comunicación de un objeto disperso en un campo de estudios con proyectos intelectuales compartidos. Las diferencias entre Mattelart, Kaplún y Faraone no apuntan sólo a desacuerdos puntuales: ponen en evidencia la multiplicidad de estrategias con las que los intelectuales latinoamericanos intentaron responder a la emergencia de los medios masivos en un contexto de dependencia y conflictividad política. Comprender esos cruces ayuda a situar mejor la obra de Mattelart (y de la ciudad de Montevideo) como parte de una trama de debates, alianzas y disensos que configuraron la comunicación como problema público y campo académico en la región.
(*) Este texto se nutre de la investigación que realizo para el Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires financiada por una beca de doctorado de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII). Agradezco a Mariano Zarowsky la lectura y comentarios de este texto.
[1] Para un análisis sobre su itinerario intelectual ver Zarowzky (2013).
Referencias
Beigel, F. (2011). Misión Santiago. El mundo académico jesuita y los inicios de la cooperación internacional católica. Santiago de Chile: LOM ediciones.
Faraone, R. (1973). “Estructura económica y medios de comunicación”. Arana, Mariano, et. al. Información y comunicación social. Montevideo: UdelaR.
Kaplún, M. (1992). Mis (primeros) cincuenta años de aprendiz de comunicador. Mini- autobiografía profesional de Mario Kaplún. Manuscrito. Archivo Mario Kaplún- Ana Hirsz, AGU-UdelaR.
Kaplún, M. (1973). La comunicación de masas en América Latina. Bogotá: Asociación de Publicaciones Educativas.
Lenarduzzi, V. (1998) Revista “Comunicación y Cultura”. Itinerarios, ideas y pasiones. Buenos Aires: Eudeba.
Markarian, V. (2020). Universidad, revolución y dólares. Dos estudios sobre la Guerra Fría cultural en el Uruguay de los sesenta. Montevideo: Penguin Random House.
Mattelart, A.; Piccini, M.; Mattelart, M. (1976) Los medios de comunicación de masas. La ideología en la prensa liberal de Chile. Buenos Aires: El Cid.
Zarowsky, M. (2013). Del laboratorio chileno a la comunicación mundo: un itinerario intelectual de Armand Mattelart. Buenos Aires: Biblos.

Tomado de Razones y Personas. Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución 3.0 No portada.
