Guerra comercial China - Estados Unidos: ¿Qué nos enseña la disputa de los paneles solares?
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En un mundo tristemente marcado por las guerras, el análisis de los enfrentamientos económicos entre dos potencias mundiales nos deja algunos aprendizajes sobre las consecuencias del retorno al proteccionismo.
En Estados Unidos, el segundo mandato del presidente Donald Trump ha llevado a su apogeo una era proteccionista que comenzó su escalada con la guerra comercial con China en 2018, y continuó consolidándose con las políticas industriales impulsadas en la post-pandemia por el presidente Joe Biden.
Estas políticas consisten en aumentar los aranceles y barreras no arancelarias para evitar la competencia de las importaciones, especialmente desde China, con la producción doméstica. También en desplegar importantes subsidios para promover industrias nacionales estratégicas. Pero ¿cuán efectivas realmente son estas políticas? ¿Logran sus objetivos o simplemente postergan el problema?
La disputa de los paneles solares
En mi tesis de doctorado, examino un capítulo de la política comercial estadounidense que, aunque menos conocido, ofrece una perspectiva interesante. Antes de la guerra comercial de 2018, Estados Unidos ya había comenzado a restringir ciertas importaciones chinas.
En 2012, la administración del presidente Obama impuso derechos antidumping y compensatorios a los paneles solares importados de China. Estas medidas se aplican cuando un país determina que las empresas extranjeras están vendiendo sus productos por debajo del costo de producción (dumping) o han recibido subsidios gubernamentales que les permiten ofrecerlos a bajo precio (lo que justifica los derechos compensatorios).
En el corto plazo, estas medidas lograron reducir la importación de paneles solares desde China, afectando negativamente el desempeño económico y financiero de sus empresas productoras y exportadoras, pero ese no fue el fin de la historia.
La reacción de las empresas multinacionales a las barreras comerciales
En lugar de replegarse, las empresas chinas más expuestas a esta política comercial de Estados Unidos encontraron soluciones alternativas.
La literatura especializada en Política Comercial Internacional ha demostrado que este tipo de medidas genera desviación de comercio, lo que implica cambiar las rutas del comercio internacional para saltar las barreras impuestas. En mi trabajo, muestro que también generan lo que llamo “desviación de Inversión Extranjera Directa” (IED).
Este desvío de IED consiste en un cambio en el patrón de inversión que involucra nuevas fábricas e instalaciones. En mi estudio encuentro que, como respuesta a la barrera comercial, en 2012 las empresas chinas afectadas aumentaron su inversión extranjera directa a 145 millones de dólares, cuando el promedio anual previo era de 9 millones de dólares.
Tres años después de la política, las nuevas inversiones se dirigieron principalmente a Asia, donde la producción era menos costosa y, en principio, no estaba sujeta a las barreras comerciales (con el tiempo, nuevos derechos anti-dumping fueron estableciéndose a otros países del sudeste asiático en respuesta a reclamaciones de las empresas estadounidenses).
Los países asiáticos que fueron mayores receptores de IED de las empresas chinas más afectadas por la política se convirtieron posteriormente en exportadores de paneles solares a Estados Unidos, sorteando eficazmente la barrera comercial a mediano plazo.
Por otro lado, en mi trabajo no encuentro evidencia de que las empresas chinas respondan a las barreras comerciales aumentando su inversión extranjera directa en Estados Unidos, comportamiento que se conoce como tariff jumping. Este resultado, en línea con estudios previos, muestra las limitaciones de la estrategia de Trump de crear empleo manufacturero imponiendo aranceles que incentiven la producción en Estados Unidos por parte de empresas extranjeras.
Implicaciones para la política industrial y climática
Este caso también ilustra la tensión entre las estrategias económicas nacionalistas y los esfuerzos globales para combatir el cambio climático. Los sectores de las energías renovables como la solar, son fundamentales para los necesarios esfuerzos de descarbonización. Sin embargo, cuando las potencias económicas mundiales utilizan barreras comerciales para proteger sus industrias nacionales, ponen en riesgo el avance en la transición hacia energías limpias, ya que aumentan los costos y ralentizan su implementación.
Lecciones para la política comercial actual
Las guerras comerciales son difíciles de ganar, y la reciente dura negociación entre Donald Trump y Xi Jinping lo demuestra.
El caso de los paneles solares ilumina algunas de las respuestas de las empresas multinacionales que no se quedan de brazos cruzados ante el proteccionismo, sino que redirigen las inversiones, ajustan sus estrategias y siguen compitiendo en el mercado internacional. Al hacerlo, reconfiguran los patrones de inversión y producción globales, disminuyendo el impacto de las políticas diseñadas para frenarlas.
Las políticas industriales deben tener en cuenta esta realidad, no sólo en Estados Unidos, sino también en países que, como Uruguay, se encuentran redefiniendo su estrategia de inserción internacional ante un escenario global cargado de volatilidad e incertidumbre.

Tomado de Razones y Personas. Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución 3.0 No portada.