¿Para
qué sirve Uruguay?
[Nota del editor: reproducimos un interesante artículo
que encontramos hace algún tiempo en la Revista Puruguaya de Sociología, una
revista virtual que sacó apenas un par de números. La identidad del autor o autora
no pudo ser establecida; si alguien sabe quién es, que avise.]
(I)
Mejor que Francia y mejor que París.
A lo largo de su historia, las ciencias sociales
estadounidenses han sido frecuentemente criticadas por su cientificismo,
ahistoricismo, reduccionismo, individualismo, empirismo abstracto (C.W. Mills),
cuantofrenia (Pitirim Sorokin), positivismo (¡vade retro, Satana!), y por promover ideas conservadoras, reaccionarias,
burguesas, e imperialistas. Los críticos que desean usar ejemplos concretos suelen
optar por Parsons, que ha hecho tantas veces las veces de villano y
archienemigo.
Naturalmente, no todo el mundo está de acuerdo con estas
críticas, y, naturalmente, es poco probable que haya una proposición que se
aplique a las ciencias sociales estadounidenses en general, siendo este un
conjunto tan grande y heterogéneo. En cualquier caso, hay otra crítica cuya
validez nos parece indiscutible. A pesar de su sofisticación metodológica y
vastos recursos, las ciencias sociales en Estados Unidos no han descubierto que
Uruguay es el mejor país. Casi no han descubierto que Uruguay es un país.
La evidencia empírica no nos deja mentir. Una
búsqueda en las revistas generalistas más prestigiosas de sociología y ciencia
política en Estados Unidos arroja los siguientes resultados: en los últimos 25
años hay muy pocos artículos que traten (por lo menos en buena parte) sobre
Uruguay, o cuyos datos o evidencia empírica sean (por lo menos en buena parte) sobre
Uruguay.
De todas maneras, hay excepciones. Y el objeto de
nuestras reflexiones es justamente estas pocas excepciones. En estos artículos
que sí tratan sobre Uruguay, en los cuales la palabra “Uruguay” aparece en el
título o resumen, ¿cuáles son los objetivos epistémicos que se trazan los
autores? ¿Para qué les sirve Uruguay?
* Foto: “Sean los neoyorquinos tan ilustrados como
valientes.” Sexta Avenida, Manhattan, Nueva York.
(II)
¡Qué caso! Un caso aparte. Sos un caso.
Hablando
muy a grosso modo (o “grosso modo,” como diría un amigo nuestro), constatamos
que estos artículos tienen tres tipos de objetivo.
1- Dada una proposición general sobre un fenómeno social o político, incrementar
la base empírica que la corrobora. En otras palabras, el artículo muestra que las
predicciones de la “teoría” son consistentes con el “caso” de Uruguay.
2-
Dada una proposición general sobre un fenómeno social o político, la
falsificación de la misma. En otras palabras, el artículo muestra que las
predicciones de la “teoría” no son consistentes con el “caso” de Uruguay.
3-
Dada una hipótesis causal, una comparación entre Uruguay y otro país (u otros
países) que intenta reproducir la lógica de un experimento. Por ejemplo,
Uruguay sería análogo al grupo experimental, Paraguay sería análogo al grupo de
control, o algo por el estilo. Se puede elegir dos países que sean muy
parecidos en todo sentido menos en los valores de la variable independiente de
interés (si sus nombres riman, todavía mejor); o dos países que sean muy diferentes
en todo sentido menos en los valores de la variable dependiente de interés. O
algo.
En
cualquier caso, los tres tipos de objetivo se caracterizan por una misma
característica: el artículo examina datos, fenómenos, procesos, instituciones, creencias,
relaciones, elecciones, rebeliones, o eventos que pasaron en Uruguay, pero
éstos no son interesantes o importantes para el conocimiento en sí mismos,
intrínsecamente. Todo lo contrario: a Uruguay se lo presenta como un caso, y se
lo utiliza como un medio para un fin ulterior: hacer progresar a la sociología
o ciencia política, cuyo progreso consiste en desarrollar proposiciones
generales, o incluso universales. De esto se sigue que el autor del artículo necesita
una justificación, que típicamente aparece en la introducción, y después aparece
de nuevo en la conclusión. ¿Por qué eligió, señor o señora, el caso uruguayo?
Al que quiere celeste, que le cueste.
(III) Vos sos un caso perdido.
El país
objeto de la mayoría de los artículos publicados en las revistas
estadounidenses de ciencias sociales más prestigiosas, más “mainstream,” es Estados Unidos. En
principio, esto no tiene nada de raro ni de malo. El país objeto de la mayoría
de los artículos publicados en las revistas australianas de ciencias sociales
es Australia, y el país objeto de la mayoría de los artículos publicados en las
revistas alemanas de ciencias sociales es Alemania.
De
todos modos, en nuestro análisis de las revistas estadounidenses constatamos la
siguiente asimetría. Un autor que toma a Estados Unidos por objeto automáticamente
está contribuyendo a la “teoría,” al gran acervo científico de proposiciones
generales sobre fenómenos sociales y políticos. Y no precisa explicar por qué
eligió estudiar un fenómeno que tiene lugar en Estados Unidos, o por qué su
investigación es importante o interesante. De hecho, Estados Unidos no se
concibe como un caso, del modo que Uruguay sí lo es. No se le pregunta cómo
generalizar a partir de una encuesta realizada en Estados Unidos, del modo que
se le preguntaría si la encuesta fuera en Uruguay. De hecho, ni siquiera se le pregunta
cómo generalizar a partir de una encuesta realizada en California o Nueva York solamente;
estos resultados son ipso facto “contribuciones
teóricas.” (Pero ojo que una encuesta en California o Nueva York es una cosa, y
una en Dakota del Sur o Tejas es otra cosa [y una en La Teja es aun otra]. Lo
cual nos sugiere dónde radica el problema. Una cosa es una cosa, otra cosa es
otra cosa.)
En suma,
las investigaciones sobre Uruguay servirán a las ciencias sociales “mainstream” si y solo si vienen con una
justificación adecuada. ¿Qué querrán saber las revistas, sus dictaminadores y
editores? Querrán saber cómo estos datos y argumentos sobre el caso uruguayo, prima facie sin ninguna importancia ni
interés intrínsecos, son en realidad importantes, interesantes, “teóricamente”
relevantes, o lo que fuere. Good luck
with that. Suerte en pila.
* Foto: Semifinales del mundial 2010; sobra una
bandera. Avenida Vanderbilt, Brooklyn, Nueva York.
(IV) ¿Para qué sirve “¿Para qué sirve Uruguay?”?
Naturalmente,
no intentamos argumentar, ni tampoco creemos, que las revistas estadounidenses discriminen
a los artículos sobre Uruguay de modo especial. (Si esto fuera así, podríamos organizar
un movimiento social que abogara por políticas de acción afirmativa. Después
los autores que escriben sobre California y Nueva York nos harían un juicio,
como en las películas. Sería divertido.) Tampoco creemos que haya una
conspiración en la ciencia política y sociología estadounidenses para evitar
que se sepa que Uruguay es el mejor país. (Como sí creemos que hay una
conspiración en la FIFA [¡vade retro,
Satana!] para evitar que Uruguay gane otro mundial; pero ese es otro tema.)
Naturalmente,
Uruguay es simplemente un mero caso. En este ensayo hemos usado a Uruguay simplemente
para ilustrar la proposición general que nos interesa. Y este hecho, el hecho
de que así hayamos obrado, en sí mismo constituye evidencia consistente con
dicha proposición. Por lo tanto, es menester que otros investiguen y analicen para
qué sirve Paraguay, para qué sirve Austria, para qué sirve Burkina Faso, para
qué sirve Ghana (amén de para darnos alegrías futbolísticas), para qué sirve
Malawi, y así con todos los países del mundo. O por lo menos una muestra
representativa que nos dé resultados estadísticamente significativos. Solo entonces
podremos decir que hemos desarrollado una teoría en las ciencias sociales y
hemos logrado progresar en la comprensión científica del mundo social.