Foto: Adriana Cabrera |
Sin embargo, dadas
las carencias de los trabajadores en el punto de partida de las cooperativas
sociales y su consiguiente baja probabilidad de éxito, la conformación de un
emprendimiento productivo (en particular de tipo asociativo) podría no ser el
mejor instrumento para responder al objetivo de inserción social y económica de
grupos poblacionales vulnerables.
Durante el
segundo gobierno del FA, y en consonancia con el discurso pro autogestionario de
José Mujica, se fue más lejos. La principal medida de apoyo a las empresas
autogestionadas, fue la creación del Fondo para el Desarrollo (FONDES). Un
instrumento financiero destinado exclusivamente a las EA. El mismo contó con
una importante inyección de recursos, al destinarse un porcentaje que ha
oscilado entre el 30% y el 20% de las ganancias del BROU de cada año desde su
creación el 27 de setiembre de 2011 mediante el Decreto Nº 341/01 (en
2012 representó 40 millones de dólares y en 2013 70 millones).
Hasta la fecha,
el FONDES ha financiado 14 proyectos de empresas autogestionadas. Entre estos
figuran algunos casos emblemáticos, como FUNSACOOP (ex FUNSA), ENVIDRIO (ex
Cristalerías del Uruguay), COTRAPAY (ex Paylana), CTC (ex Metzen y Sena) y
Alas-U (ex Pluna). La mayoría de los
proyectos financiados corresponden a empresas recuperadas. O sea, empresas
autogestionadas que surgen de una empresa convencional (EC) cerrada o en
problemas. El perfil que se le ha dado a los créditos del FONDES llama la atención
cuando se considera que más del 75% de las cooperativas de trabajadores (CT) no
son empresas recuperadas, sino que fueron creadas de cero por los trabajadores
que la fundaron (Alves et al 2012).
De modo que
corresponde preguntarse por las razones de este sesgo. La pregunta resulta de
particular relevancia cuando se tiene en cuenta que en el caso de las empresas
recuperadas existen siempre legítimas dudas sobre la viabilidad del
emprendimiento. ¿Por qué habría de ser viable una EA en la misma actividad
donde fracasó una empresa convencional? Solo se podría llegar a una respuesta a
favor de dicha viabilidad en el caso en que se evalúe que el fracaso de la
empresa convencional se debió a la mala gestión y a la incompetencia de sus
dueños o gerentes. Si esta no fuera la situación y se evaluara que la empresa
hubiese cerrado porque operaba en un sector de actividad en donde la producción
uruguaya no está en condiciones de competir en el mercado internacional. O bien, si se
evaluara que la empresa se dedicaba a producir un bien cuya demanda ha caído
fruto a cambios tecnológicos que lo han hecho obsoleto. En ambos casos ningún emprendimiento sería
viable, ni autogestionado ni capitalista. Distinguir estas dos situaciones no siempre
es fácil, pero hacerlo resulta clave para el objetivo perseguido por el FONDES,
que es promover a las EA.
El sesgo del
FONDES a favor de las empresas recuperadas parecería indicar que se están
persiguiendo objetivos múltiples a la hora de seleccionar los proyectos
aprobados. Por un lado, parecería que se
están persiguiendo objetivos de política industrial, al promover proyectos en “sectores
estratégicos”. En donde, más allá de que se evalúe que las empresas uruguayas
puedan tener problemas de competitividad, se considera que son sectores en
donde resulta importante que las empresas uruguayas tengan presencia para el
desarrollo industria local. Por otro lado, parecería también que se persiguen
objetivos de política laboral, al promover proyectos de modo de conservar las
fuentes de trabajo de sus miembros.
Un denominador
común de los roles que se le han asignado a las EA, en el primer gobierno del
FA desde el MIDES y en el segundo desde el FONDES, es que en ambos casos se ha
buscado que las empresas autogestionadas sean un instrumento para otros
objetivos que se han priorizado (de política social, industrial o laboral). Si
bien, del decreto de creación del FONDES podría esperarse otra cosa, los instrumentos creados no se han utilizado
teniendo como principal objetivo la promoción de las EA. El principal problema,
es que utilizar a las empresas autogestionadas como instrumentos de política
con otros objetivos, puede ir en contra de la propia meta de promover a las EA.
Concretamente, si desde el estado uruguayo se promovieran emprendimientos con
muy bajas probabilidades de sobrevivencia en el mediano plazo, pero que en el
corto plazo permiten patear para adelante problemas que deberían resolverse con
otros instrumentos, se estarían perjudicando las posibilidades de desarrollo de
las EA en tanto forma de organización alternativa a las EC. Si por ejemplo,
dentro de cinco años gran parte de los EA promovidas fracasaran, es poco
probable que ese resultado sea leído como originado en un mal uso de los instrumentos.
Lo más probable es que sea leído erróneamente como una constatación de la inviabilidad
de las EA como forma organizativa.
Las Cooperativas de Trabajadores tienen varias
características que las hacen deseables. Una de ellas es que una mayor
presencia de estas empresas favorece una mejor distribución del capital
productivo. En estas empresas también se observa una distribución interna mucho
más igualitaria del los ingresos de los trabajadores. Además, los espacios para
la realización personal de los trabajadores son mucho mayores en este tipo de
empresas. Básicamente, porque le permiten incidir en el diseño de los procesos
de trabajo y en otras decisiones que afectan su bienestar. En cuarto lugar, el
empleo es mucho más estable en las CT, permitiendo suavizar el impacto sobre el
empleo de shocks macroeconómicos negativos. En quinto lugar, son empresas donde
sencillamente no se explota a los trabajadores (en tanto no tengan trabajadores
asalariados). Estas características hacen que una mayor presencia de EA en la
economía Uruguaya sea algo deseable.
Sin embargo, en
general daría la impresión que se ha buscado que las empresas autogestionadas
lleven adelante las actividades productivas que las empresas convencionales no
han hecho porque no les resultaba rentable. Como si no fuera un aporte
suficiente a la sociedad uruguaya la mera existencia y continuidad de los
emprendimientos autogestionados.
Obviamente, las Cooperativas de
Trabajadores tienen algunos problemas particulares que hay que considerar. Desde
el estado se deberían desarrollar políticas que tiendan a resolver las trabas
externas que enfrentan las EA (como por ej. El FONDES). Pero que también generen
los incentivos adecuados para que las cooperativas cumplan metas razonables de
desempeño económico y preserven su especificidad organizacional.
Lo deseable sería que se promovieran los proyectos de
cooperativas que se inserten en sectores dinámicos y competitivos de la
economía uruguaya, con mayor utilización de mano de obra calificada y donde se
espere que estas empresas tengan, dadas sus características, ciertas ventajas frente
a las EC.
A continuación se mencionan algunos
posibles instrumentos de política para promover a las EA:
FONDES
Si bien este instrumento ya existe, en momentos en que se está
discutiendo la forma que tendrá el FONDES, resulta oportuno recordar que la
presencia de líneas de crédito específicas para cooperativas de trabajadores es
fundamental dada la discriminación que suelen sufrir de parte del sistema
financiero.
Conglomerados
La propuesta consiste en adaptar
la metodología utilizada por el PACC (Programa de Competitividad de
Conglomerados y Cadenas Productivas) para incentivar la integración entre
empresas cooperativas.
Creación de un Sistema Nacional de Incubadoras de Cooperativas de
Trabajo
La idea es que existan unidades
especializadas con un fuerte componente técnico de carácter interdisciplinario
para facilitar la creación de nuevas cooperativas. La actividad de dicha
oficina debería estar enfocada a seleccionar las ramas de actividad con mayor
potencialidad para entrada de cooperativas de trabajadores.
Mercado de Compras Públicas
Creación de un marco legal
general que facilite el acceso de las cooperativas a las compras públicas. No
se trata de generar artificialmente condiciones de rentabilidad permanentes
para este tipo de empresas. Por el contrario, se trata de generar los
aprendizajes necesarios para que las cooperativas puedan competir normalmente
frente a las empresas convencionales.
Conversión de Empresas Capitalistas Exitosas
Se trata de crear instrumentos
para que los trabajadores de una empresa puedan formar una cooperativa que compre
total o parcialmente una empresa en funcionamiento y rentable. Esta opción resulta
particularmente relevante en el caso de empresarios que se retiran y no tienen sucesores
que quieran continuar con la actividad.
Alves, G., Burdín, G., Carrasco, P., Dean, A., Rius,
A. 2012. “Empleo, remuneraciones e inversión en cooperativas de trabajadores
y empresas convencionales: nueva evidencia para Uruguay”, Instituto de Economía,
Serie Documentos de Trabajo 12-14. Disponible en:
http://www.iecon.ccee.edu.uy/download.php?len=es&id=313&nbre=dt-14-12.pdf&ti=application/aux&tc=Publicaciones