Crimen, periodistas y la abuela de 25 watts


Hace tiempo escuche una entrevista en la BBC donde un par de periodistas entrevistaban al economista Jeffrey Sachs. La solvencia de los periodistas era tal que mas que una entrevista parecía un debate. Sachs tenia que hacer grandes esfuerzos para argumentar ya que enfrente tenia dos perros sabuesos muy capacitados e informados dispuestos a saltar ante cualquier argumento dudoso. No pude evitar pensar en Uruguay y las diferencias que uno observa con buena parte del periodismo uruguayo, en particular para el tema al que me dedico: crimen.

Cuando pensamos en periodismo y crimen, inevitablemente vienen a la mente los noticieros y su amarillismo, las imágenes del joven de asesinando al empleado de La Pasiva siendo trasmitidas cientos de veces, el periodista de turno (Nano Folle o algún sucedáneo) hurgando el cadáver con un palito y mostrándonos en que medida el balazo destrozo los órganos internos de la victima, y por supuesto, una pléyade de académicos desesperados por salir a decir a los medios, lo terrible que son los medios por estar martillando insistentemente con estos temas, acusándolos de generar una sensación de miedo exagerado no correspondiente con un supuesto estado real/normal que nunca se termina de precisar. Mas allá de cuan solida sea la hipótesis medios – miedos en Uruguay y en el resto del mundo (y por cierto, la evidencia no es concluyente), creo que enfocarnos en este periodismo mas amarillista nos lleva a ignorar un funcionamiento problemático de otra parte del periodismo mas serio (o al menos visualizado como mas serio) que es mucho mas contraproducente. Por periodismo serio me refiero en forma bastante imprecisa a quienes hacen un periodismo que involucra mas trabajo de investigación, donde se observa mas preparación y estudio en las notas y entrevistas, etc. En particular, estoy pensando en programas radiales que ocasionalmente escucho como ‘En Perspectiva’, ‘No Toquen Nada’, ‘Las Cosas en su Sitio’.

La impresión que uno se genera cuando escucha las notas y entrevistas vinculadas al crimen es que buena parte de los periodistas no tienen la menor idea del tema y por ende, hacen entrevistas en forma ingenua y sin capacidad alguna de interpelar al entrevistado (sea este un académico, un ministro, un político opositor, etc.).1 De esta manera, la impasibilidad del periodista determina que el entrevistado se sienta libre de decir prácticamente cualquier cosa sin temor a tener que justificar u ofrecer pruebas de ningún tipo. Lo que vomita el entrevistado pasa casi sin resistencia o ‘interferencia periodística’: i) diagnósticos sin pruebas o con pruebas dudosas acerca de lo mal que estamos en términos de delito e inseguridad, y de como hemos empeorado respecto a un pasado glorioso mas lejano y añorado (o como hemos mejorado en poco tiempo, si el entrevistado de turno es representante o esta afiliado al gobierno); ii) razones o explicaciones del crimen poco estructuradas, con débil respaldo empírico (y acá casi cualquier cosa vale como raíz del problema, dependiendo del paladar del entrevistado: ‘fractura social’, ‘falta de autoridad moral’, ‘dominación y estigmatización institucional’, ‘oportunidades e incentivos atractivos’, ‘medios de comunicación perversos’, etc.); iii) enérgicas defensas de políticas a implementar con escasos elementos que le den una idea al escucha de cómo es que el entrevistado sabe que estas políticas que funcionarían adecuadamente en Uruguay o siquiera si serian económicamente viables; o rechazos tajantes de esfuerzos actuales del gobierno sin molestarse en explicar como es que se evalúa ese inadecuado funcionamiento. En definitiva, lisa y llanamente no hay filtros.

Por supuesto que nadie espera que el periodista sea un académico o que tenga un conocimiento especializado y profundo en cada uno de los temas que le toca investigar o tratar. Pero existe una enorme distancia entre transformarse en un académico del crimen para cada nota, y tener un mínimo de capacitación/formación, y/o al menos preparar mas dignamente una entrevista o nota. Por ejemplo, he escuchado mas de una vez como se defiende religiosamente la experiencia de la Tolerancia Cero de Giulianni en Nueva York como la panacea de las políticas del crimen para ser aplicada en Uruguay sin que medie ningún tipo de objeción o reacción desde el periodista que esta realizando la nota. No hay porque estar actualizado con la literatura especializada reciente para ofrecer un papel un poco mas profesional. Basta con googlear 10 minutos y ya es posible tener elementos como para hacer algunas preguntas incomodas sobre las dudas entre el vinculo entre dichas políticas y el descenso del crimen en los 90s en Nueva York. Del mismo modo, incontables veces he escuchado como académicos se burlan tajantemente de cualquier tipo de medida de política que busque disminuir el delito por la vía de intentar incidir en los incentivos y costos penales, frente a periodistas que escuchan extasiados y casi solo les falta aplaudir. Nuevamente, un mínimo research de google ofrecería elementos para poner un poco en aprietos al entrevistado y no darle licencia para decir disparates al aire. Hay casos que en que la situación es mas indignante ya que ni siquiera se requiere información y basta con un mínimo sentido lógico y capacidad para detectar falacias. Muchos periodistas se quedan felices e impasibles cuando sus entrevistados critican medidas o políticas como la baja de la edad de imputabilidad apelando burda y falazmente a su vinculo con periodos no democráticos del Uruguay. Parece razonable demandar que los periodistas no dejen pasar este tipo de argumentaciones inadecuadas, y que en algunos casos casi bordean la deshonestidad intelectual.

Creo que uno de los desafíos mas importantes que vamos a enfrentar en el futuro es entender porque el crimen ha crecido en Uruguay en los últimos años y como podemos enfrentar este fenómeno. El periodismo juega un rol clave en el debate y la definición de las políticas publicas ya que puede y debe presionarnos y exigirnos a todos los que estamos involucrados en el tema (académicos, políticos, asesores, opositores, sociedad civil, etc.) a ser mejores; a investigar en forma mas adecuada; a pensar mejores alternativas de política; en definitiva, a refinar y precisar nuestros argumentos en la esfera publica. Pero para que ello ocurra tiene que haber un cambio radical en el periodismo y deben urgentemente abandonar esta actitud pasiva, acrítica y poco profesional en lo que respecta al crimen que siempre me recuerda al rol de la abuela en la película 25 watts de Rebella y Stoll: sostener la antena del televisor para que no haya interferencia.

Nico Trajtenber​g 


1 Existen excepciones y he conocido periodistas que me han sorprendido por su grado de motivación y dedicación a los temas, e incluso me han obligado a reformular respuestas ante sus dudas o cuestionamientos a opiniones que les planteaba. No obstante, mi impresión es que son una ínfima minoría.

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