domingo, 23 de noviembre de 2014

A mi no me encuestaron*

Un libro sobre estadística que llego hace un tiempo a nuestras manos comenzaba diciendo “Las personas hablan en español y mienten, aun así nadie dice “el idioma español miente”. Algo similar planteaba el viejo de J.P. Damiani al decir “Los números no mienten, pero los mentirosos hacen números”. Sin embargo, es muy común escuchar “las estadísticas mienten” y que nadie se de esta contradicción. En este sentido, el último domingo de octubre nos dejó varias cosas, algunas novedosas, otras simpáticas y algunas preocupantes. Selfies, caricaturas de los actores políticos, comunicadores y el gaffé de las encuestadoras fueron las novedades de este acto eleccionario… nos hizo acordar un poco a cuando leímos por primera vez el prólogo del libro de estadística.

Este artículo intenta simplemente articular algunas de nuestras opiniones -y discusiones- en torno a estos episodios. Si bien existen cientos de diversas puntas para tocar sobre la temática[1], sepa disculpar el lector que nos centraremos sólo en unas pocas que nos parecieron relevantes y –creemos- aún no han sido discutidas hasta la fecha.

Un poco de palos de todos lados…

La diferencia entre las encuestas realizadas semanas antes del sufragio, las distancias entre las proyecciones de escrutinio y el resultado final, han sido todos temas de debate candentes, muchas veces más fanatizados que racionales, otras más teóricos que empíricos o prácticos. Desde muy diversos bandos, todos se suben al bote a pegarle a las encuestas. Al punto tal que el Frente Amplio ha manifestado que piensa en regular las encuestas en el próximo período y hasta algunas encuestadoras -como Factum- parecen estar de acuerdo con esta “ley de encuestas”.

Algunas veces las voces que se han alzado en contra del desempeño de las empresas provienen de personas de las cuales haríamos bien de sospechar su idoneidad para opinar sobre el tema (el lector puede perfectamente hacer lo mismo sobre la nuestra, he aquí el problema de caer en el ad hominem), mientras que otros introducen teoremas, formulas y leyes estadísticas que –más que nada- tienden a alienar al lector, aparentando un exceso de idoneidad (que quizás no sea tan pertinente al campo de las encuestas como al de la matemática estadística). 

Si hacemos un poco de memoria recordaremos que la interpelación al desempeño de las encuestas tuvo un primer empuje durante las internas con frases de presidenciables como el título con el cual adornamos esta nota. Las variantes de este tipo de frase pueden señalar diversas cosas: deslegitimar resultados negativos, intenciones políticas para evitar la influencia de los resultados de encuestas en la opinión pública (se crea o no en la legitimidad de las mismas), entre muchas otras. Sin embargo, a nuestro entender existe un factor de fondo que se encuentra detrás de todas las anteriores al mismo tiempo: la falta general de alfabetización estadística; y lo que es aún más preocupante, de periodistas y políticos.

Encuestas Vs. difusión

Descartando de pleno los argumentos político-conspiratorios (siempre el que se ve desfavorecido es el que canta primero), existen algunos cuestionamientos un tanto más interesantes para discutir. Comencemos por la idea de que existe una necesidad de regular las encuestas como forma de evitar su influencia en la opinión pública. Para ponerlo sucintamente, regular las encuestadoras tiene similar utilidad social que regular la receta de las masas de pizza usadas en el país. ¿Qué queremos decir con esta comparación (bien burda)? Las encuestadoras son empresas privadas que trabajan a demanda de un número –generalmente reducido- de clientes. En caso de regular a las encuestadoras estaríamos reglamentando este tipo de trabajo. La publicación de resultados -y similares- es otra cuestión muy distinta que más que a las consultoras refiere a los medios de comunicación (prensa, TV, Radio, Internet) y lo que éstos deciden publicar de las encuestas en sí[2].

En otros términos, si el miedo existente refiere al efecto de las encuestas en la opinión pública, a quién deberíamos regular es a los medios y/o quienes deseen revelar la información de las mismas; la divulgación de los resultados no se encuentra obligada por ningún órgano a la fecha. Volviendo sobre la pizza, por lo menos la regulación de las recetas de muzzarela nos garantiza que las mismas tengan piso y afecta directamente a un número enorme de consumidores que pagan por ellas, eso parece ser bastante importante. 

La teoría del consejo de encuestadoras 

Hay otros que sostienen que no son los partidos políticos los que conspiran, sino una suerte de oligopolio de las empresas consultoras al desear mantener su poder mediante la influencia en la opinión pública; váyase a saber para qué. Por más que como seres humanos tendamos a encontrar historias y anomalías donde sólo hay azar, existen diversos elementos que hacen que caer en este tipo de conspiración sea mucho menos razonable que pensar en la existencia de errores (en el muestreo, relevamiento o ponderación) que afectan a la mayoría de las empresas consultoras. 

Más allá de que las encuestadoras existen hace varios años y han trabajado con gobiernos de diferentes partidos, su principal fuente de ingresos no son las elecciones sino todo lo que viene en el medio. Las elecciones se realizan cada cuatro años, mientras entre uno y otro acto eleccionario éstas deben seguir generando ingresos, más que nada prevenientes del sector privado. Sucede que la principal herramienta que tienen para atraer clientes en este –su principal- mercado es el prestigio. No resulta racional que las empresas pongan a la venta su tesoro más preciado (su efectividad a la hora de hacer encuestas y/o acercarse a una imagen similar a la realidad a través de la investigación social aplicada); quizás todo lo contrario: las elecciones sirven de una suerte de “vidrieras”, donde deben mostrar su mejor producto para venderse en el período siguiente. Operar políticamente va en contra de sus intereses principales: los económicos. 

Los sabios matemáticos

En tercer lugar tenemos a los argumentos que se basan exclusivamente en postulados de ciencias formales. Al menos dos ingenieros (nótese: profesionales que no provienen del campo de las ciencias sociales) han esgrimido argumentos matemáticos sobre la inviabilidad de los resultados de las encuestadoras en base a leyes de la estadística (ver Números finos del Ing. Mordecki y Urna para todos referido a una demanda con más tintes conspiratorios propuesta por el Ing. Elices). 

Sucede que las encuestas no son instrumentos de ciencias teóricas o formales en las que luego de aplicar fórmulas matemáticas nos encontremos con una réplica exacta de la realidad. Las encuestas son una forma de aproximarse, o quizás mejor, de tomar una foto de la realidad en X momento. Basta con nociones básicas de metodología, epistemología social o salir al campo una sola vez, para entender el error en el que caen estos ingenieros.

Por muchos motivos (que quizás sí convendría que las encuestadoras explicitaran), las encuestas no son una foto perfecta. Siguiendo con esta metáfora de la foto, tal cual como cualquier medio de captura, tienen imperfecciones y distorsiones, producto de diversos factores (defectos en el lente, estabilización de la imagen, cuestiones vinculadas a la iluminación, etc.). Podríamos preguntarles a estoy ingenieros cómo hacen las cámaras digitales para mejorar la calidad de las imágenes que capturan y, si creen que las compañías que compiten en este campo deberían –y aceptarían- hacer públicos los diferentes algoritmos de mejora de imagen. Sucede que los defectos en las cámaras digitales, por más complejos que sean, palidecen ante la cantidad de factores intervinientes que en una técnica de recolección social como la encuesta. Existen cientos de variables que pueden afectar la calidad de las mismas que van mucho más allá de errores de muestreo[3].

Asimismo, numerosos otros factores sociales y psicológicos pueden hacer que la distorsión en la respuesta sea relativamente sistemática o corregible mediante teoría y experiencia: votantes de X partido tienden a esconder sus opiniones mientras los de otros no, ciertas creencias tienden a guardarse por cuestiones culturales, en determinados barrios es más sencillo hacer encuestas que en otros, etc.

Sucede que, como ya adelantamos, las encuestadoras poseen modelos para intentar corregir los factores antes mencionados, que se basan en resultados y experiencias pasadas: estos son en realidad uno de sus mayores activos. El problema es que cuando determinados comportamientos o variables macro cambian[4] los modelos pueden perder su eficacia.

De todas formas, volviendo a la metáfora de la foto, sin estas correcciones (una de las funciones de la ponderación, no la única), es probable que en la gran mayoría de los casos los resultados se encuentren más alejados de la imagen real, que si no se los usara. Es como quitarle las mejoras de procesamiento de imagen a sus cámaras de teléfonos inteligentes, si su dispositivo lo permite hagan la prueba. 

Ok, regulamos las encuestas…¿y qué pasa con todo lo otro?

Por último, más que un cuarto argumento, planteemos una situación hipotética: efectivamente se regulan las encuestas, aumenta su costo y disminuye su uso (algo razonable), mientras que podría ser que poco a poco las encuestadoras pierdan legitimidad. Bajo este escenario, ¿qué hacemos con los otros intentos de "fotos" de la realidad que tienen todavía menores bases empíricas? ¿O las que son productos lisos y llanos de opiniones o retórica de expertos y pseudo-expertos? ¿No deberíamos regular a estos “formadores de opinión” también? ¿No se incrementarían enormemente sus chances de influenciar a la opinión pública poseerían? En otros términos, la estrategia de regulación puede sonar muy razonable al inicio, pero sus consecuencias podrían ser aún más nefastas tanto para quienes temen a la influencia en la opinión pública como para los que se preocupan de tener imágenes relativamente acercadas a la realidad social.

Una alternativa a legislar: certificar calidad y asegurar replicabilidad

Si los errores de las encuestas son de índole técnica, ya que es claro lo inverosímil de imputarles intencionalidad, ¿cómo el legislar soluciona esos problemas? ¿Es una cuestión de corregir las fórmulas que utilizan? ¿Trae la muestra perfecta la ley? ¿Dotará de ponderadores infalibles? ¿O acaso obligará a los directores a realizar cursos intensivos de métodos cuantitativos avanzados? No dude en comentar que otro efecto fantástico traería la ley.

Deseamos enfatizar que no nos estamos parando en un rincón corporativista y defendiendo a ultranza la no regulación de nuestra actividad profesional. Muy por el contrario, quienes escribimos el presente artículo estamos interesados en la calidad de la producción, tanto nuestra como la de nuestros colegas; fuera por nuestra propia legitimidad profesional, como por la preocupación de contar con una producción nacional científica útil y de calidad. 

En consecuencia, una externalidad positiva de este debate –creemos- sería comenzar a discutir otro tipo de aspectos, como una certificación de calidad a la producción de encuestas, pero no solo las realizadas por las consultoras sino también de la academia, gobierno y sociedad civil. Hasta quizás también sea necesario incluir buenas prácticas en la difusión de resultados (p.ej. cómo presentar la información. En otros término, algo similar a un sello ISO pero del proceso completo. Mientras que en gran parte del mundo desarrollado las nociones de replicabilidad, ciencia abierta y datos abiertos forman parte de cualquier trabajo vinculado a la recolección, procesamiento y análisis de datos[5]; en nuestro país este debate- en nuestra opinión mucho más útil y necesario- no se encuentra siquiera en la agenda de los colectivos que agrupan los distintos colegios asociados a las Ciencias Sociales. Aún para quienes piensen que la legislación es un camino sensato a seguir, todavía queda un largo trecho previo de discusiones y debates sobre este tipo conceptos antes de que sea razonable pensar en introducir este tema en el parlamento.


*Este artículo fue escrito en conjunto por Pablo Menese, Aldo Luissi y Matías Dodel




[1] Ver los otros dos artículos previos en este mismo blog: Contra la “Opinión Pública” de Guzmán Castro y Un Uruguay irreal de Aníbal Corti
[2] Entre otros, el tipo de rigurosidad/información que les exigen a las encuestadoras para “poder publicar sus resultados”
[3] Entre otros, la calidad de los encuestadores (el rapport con el encuestado y su habilidad para seguir las pautas) afectan los resultados de las encuestas, también el momento del año en que se realizan, que no sea obligatorio responderlas ni terminarlas, eso descontando la malicia de posible empleados (aspecto que las consultoras sí controlan y muy eficazmente).
[4]  A modo de ejemplo, no es difícil imaginar que en la elección pasada  los votantes colorados escondieran sus votos en ciertos contextos socioeconómicos, mientras que en esta elección el clima electoral previo  haya hecho que ciertos votantes frenteamplistas tampoco desearan manifestar públicamente su preferencia electoral.
[5] Entre otros ver: https://www.coursera.org/course/repdata

11 comentarios:

  1. Es tan revuelto el menjunje
    y tan oscuro se ve
    que no se como empezar
    para desasnarlo a usté

    Fijese que por ejemplo
    usté me nombra ingeniero
    no se de donde sacó
    para mí ese sombrero

    Y si es de datos abiertos
    me cita un curso en inglé
    pero a datos.gub.uy
    parece que no lo ve

    Es por eso complicado
    ver por donde empezar
    a desatar el manojo
    pá dejar de bolaciar

    Fijesé que por ejemplo
    usté "alienante" me encaja
    pero de lo que escribí
    no leyó ni una migaja
    (http://www.mordecki.com/html/leydeencuestas.php)

    De analfabeto estadístico
    parecen sus argumentos
    mezcla la foto y la pizza
    no sabe buscar ejemplos

    Si piensa que Gauss es marca
    de carteras y zapatos
    deje ya de hablar de encuestas
    y vaya a laburar un rato

    Y si estudia tenga en cuenta
    la palabra "diverger"
    que si aprende ese concepto
    mucha cosa va a entender

    Porque las encuestas truchas
    dan todas muy parecido
    y uste cree que son buenas
    y queda muy convencido

    Las encuestas de verdá
    dan bastante diferente
    y no todas igualitas
    saberlo es inteligente

    Esa es la gran diferencia
    en ponderar y pulir
    la una la hacen los sabios
    la otra me hace reir

    Y es que su celular
    fotos sabe corregir
    antes de que usté la saque
    lo aprendió antes de venir

    Ponderar un poquitito
    es bien visto al encuestar
    siempre que usté lo defina
    antes de ir a muestrear

    Con los datos a la vista
    podría saberlo, hermano
    es pulir, no ponderar
    tocar los datos a mano
    (http://ladiaria.com.uy/articulo/2014/11/la-raiz-del-problema/)

    Ya estoy para terminar
    y con esto me despido
    reflexione por favor!!!
    sobre este punto le pido:

    Si estudió sociología
    por miedo a las ecuaciones
    le traigo malas noticias:
    tendrá que tomar lecciones!!!

    Daniel Mordecki

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  2. Daniel,
    Cómo estás?
    Antes que nada, agradezco tu respuesta y el tiempo dedicado a ponerle un poco de humor al asunto. Sin embargo, por falta de talento personal y porque considero que las más de las veces por ponerle tanto "humor" al asunto, se termina bajando un poco el nivel de la discusión (algo en que también caímos en un par de párrafos los que escribimos la nota) prefiero responderte en un tono un poco más serio.
    En segundo lugar, aclarar que esta respuesta es totalmente personal y no tiene porqué representar lo que piensan Aldo y Pablo. Es más, ese desorden que mencionás que se vislumbra un poco en la nota es el producto de escribirla de a tres. No es una excusa, pero espero sepás entender que tres amigos por más que piensen similar en algunas cosas tienen estilos de escritura e ideas un tanto distintas.

    Bueno, ahora sí, entrándole de lleno a tus comentarios y argumentos en verso:
    -En primer lugar, perdón por lo de ingeniero. En tu web decía que tenés formación en Sistemas y un posgrado en dirección de Marketing, disculpas por la confusión.
    -En segunda instancia. Si entrás al link del curso que señalamos -algo que de buena fe asumo, yo no te acusaría de no haberlo leído- va mucho más allá de la noción de políticas y/o repositorios de datos abiertos. Creo que atacar a quien escribe por haber referido a un curso –gratuito- sobre replicabilidad en vez de nombrar el logro criollo en el tema de datos abiertos no es una crítica muy acertada.
    -Sobre a la metáfora del celular y los algoritmos de corrección de imagen, parece que no quedo claro que utilizamos el ejemplo como una metáfora y no literalmente. Vuelvo a enfatizar el principal punto en el que creo que tú y yo estamos en desacuerdo: capturan una imagen óptica del tipo de las que toma el celular –por más compleja que sea- involucra millones de variables menos que las que toman parte en un relevamiento de datos como una encuesta.
    Pero quizás lo más importante es que entiendas es que lo que te criticamos a ti –y al otro ingeniero…espero que no le esté errando con el título también- es que ustedes que sostienen que la estadística involucrada en el muestreo de las encuestas es prácticamente lo único relevante del proceso, haciendo virtualmente inviable que todas las consultoras se concentren en similares números y/o le hayan errado tan grosamente a los resultados de las elecciones.
    Vos asumís que el proceso de una encuesta comienza y termina con la muestra, y que los ponderadores sólo se utilizan para corregir los errores de muestreo. Lo que referís como “pulir” en el “La raíz del problema” sucede porque en el campo –dónde termina perdiéndose mayor calidad de la información de todo el proceso de investigación- suceden cosas que con fórmulas matemáticas no se podían prever. Es más, hay aspectos que no se logran corregir nunca, no trabajamos en laboratorios ni con píxeles, sino con seres humanos cuyo comportamiento no es completamente predecible. Hay varios ejemplos en esta nota que comentaste, muchísimos más en cualquier curso muy básico de metodologías de la investigación en ciencias sociales, muchos más en posgrados de métodos o similares.

    (continúa)

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  3. Volviendo a la metáfora de la foto y el celular, los algoritmos de mejora de imagen son los modelos que usan las encuestadoras para mejorar la calidad de la información que reciben del campo. Que pueden haberle errado mal? Sí, totalmente de acuerdo. Que es extraño que sus modelos se concentren en algunos valores? OK, pero tu hipótesis estadística debería ser contrastada empíricamente antes de asumir malicia; en lo personal yo creo que otros factores pueden haber afectado más este resultado (marcos muestrales desactualizados, teléfono fijo vs celular, modelos pre-gobierno del FA, etc.). Podés tener razón vos, puedo tener razón yo, ambos o ninguno de los dos…en algún momento sería interesante contrastarlo; así funciona la ciencia.
    Si lees los últimos párrafos sobre la idea de los certificados de calidad en las encuestas en general (no sólo las que se publican, si reeles este artículo verás que lo que proponés en http://www.mordecki.com/html/leydeencuestas.php se correspondería a cometidos de una ley de medios para nosotros); verás que nuestra idea de generar acuerdos y certificados se termina pareciendo un poco a tu propuesta de ley de encuestas. El punto en el que no acordamos para nada es en las externalidades de tratarlo en el parlamento versus hacerlo en la comunidad científica y/o dejarlo en manos del mercado a partir de certificaciones.

    Bueno, a modo de cierre, te quería comentar que quedé un poco decepcionado de que entre los versos haya más rimas y ataques que argumentos a responder (muchísimos ad hominem). Personalmente he tenido el gusto de cruzarme contigo en algunas reuniones en ámbitos de trabajo, y sé que en lo tuyo –además de excelente- sos extremadamente metódico y detallista; me esperaba un tratamiento similar. Si bien aprecio tu esfuerzo en ponerle humor, me hubiese gustado tener más puntos para discutir/comentar contigo.
    Sucede que por más que seamos todos burros y aterrorizados por ecuaciones los que escribimos el artículo (personalmente tengo pesadillas con logaritmos) y –a tu entender- todos los sociólogos en general, créeme que en temas de metodología y –sobre todo- realizar encuestas en el mundo real algo de experiencia tiene nuestra profesión… hasta podría ayudarte a mejorar la propuesta de ley de encuestas.

    Abrazo grande,

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  4. Matías,

    Te prometo una respuesta más detallada, pero preciso definir con claridad un tema:

    ¿Es válido "ponderar" los datos del trabajo de campo con los resultados a la vista?
    Es decir: ¿Es metodológicamente correcto que DESPUÉS QUE CONOCEMOS que el campo dio que el candidato A tiene 52% y el candidato B tiene 31%, se modifiquen los resultados, sea por el método / justificación que sea?

    Digite 1 para SI, 2 para NO. Al terminar corte o digite asterisco para más opciones.

    Saludos,
    Daniel Mordecki.

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  5. Daniel,
    Obviamente la respuesta es... depende.
    Se me ocurren unos pocos ejemplos no exhaustivos de situaciones donde sí es válido ponderar luego de "ver los datos" (en base a modelos teóricos y/o técnicas estadísticas).
    Van algunas posibles situaciones:
    -Número excesivo de no respuestas. A partir de modelos econométricos podés inferir y/o predecir en qué categoría o grupo se encontrarían estos encuestados. De acuerdo contigo en que deberías explicitar que los resultados utilizaron estas técnicas.
    -Encontrás inconsistencias en las respuestas de algunos encuestados. Hay programas que podés correr en los paquetes estadísticos para validar este tipo de cosas. Ahí podés -y a veces tenés- que ponderar luego de "ver los resultados".
    -En los reportes de campo diferentes encuestadores mencionan que los entrevistados parecían estar mintiendo y tenés que limpiar esos casos de la base (o ir hacer lo del primer caso).
    -Encontrás que algún encuestador tiene un sesgo en muchas de sus respuestas, y descubrís que es porque no respeta la forma de preguntar del cuestionario....tenés que decidís si ponderás, los sacás o qué haces.

    El asunto es que muchas veces uno se da cuenta de estas cosas recién luego de "ver" los datos por primera vez. Es más, uno sospecha que algo anda más por motivos teóricos y/o de experiencia luego de ver los datos (por ejemplo, no es razonable encontrar una relación indirecta entre nivel educativo e ingresos; probablemente algo raro haya pasado y hay que averiguar qué y si es posible corregirlo; muchas veces es algo tan sencillo como que la escala utilizada estaba invertida).
    Y ya que estoy en esta, aprovecho para enfatizar que entre los datos crudos y una base limpia hay un montón de trabajo en el medio.
    Por ejemplo, puede ser que hayas usado una escala demasiado amplia y si bien no funciona para discernir entre cientos de pesos te puede ayudar a general cuartiles o quintiles de ingresos; que tengas que eliminar variables que no sirven; recodificar los "otros" a las categorías correspondientes; etc. Es parecido a lo que se conoce como Data wrangling o munging en inglés, que me imagino que harás con las bases de datos en las que trabajás.

    Lo que sí es metodológicamente cuestionable es modificar los datos con intencionalidad personal (beneficiarse de ellos), sin justificación teórica o estadística alguna. También decir que la base no ha sido tocada en ninguna instancia...en general se asume que uno la ha "limipado"/emprolijado o lo que fuera, con el fin de que sea posible trabajar con la misma.

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  6. Daniel, gracias por leer. Posta. Los argumentos de contenidos ya los expuso Matías, así que me voy a enfocar en otros aspectos.

    Lo primero que me gustaría remarcar es que la Fiesta de Patria Gaucha te está esperando, aunque podríamos trabajar un poco las rimas, creo que tenemos buen potencial. Pero, ojo al gol, como dice el Peyote Asesino: "Parece fácil rimar palabras que terminan en ar" así que evitemos caer en ese facilismo.

    En una segunda instancia creo que tratamos sus argumentos de forma justa y me parece que se desprende del texto que los leímos, tanto el que plantea las consideraciones probabilísticas como la propuesta legislativa. Además que frente a la discordancia asumir que el otro o no leyó o lo comprendió mal es una práctica argumentativa poco elegante y a veces desleal. Lo mismo aplica para las consideraciones de que andamos “bolaciando”.

    Pensando sobre la naturaleza fidedigna de las encuestas, asumir que son “truchas” no solo es un salto lógico inverosímil, roza la paranoia conspirativa. Pensemos. En todas las encuestadoras trabaja mucha gente, desde encuestadores, jefes de campo, crítica de las encuestas, procesadores, analistas, directores, quienes atienden el teléfono y el que hace el café. Si hubiera conspiración oligopólica, no se filtraría? No se daría cuenta alguien y lo denunciaría? O acaso están todos en la rosca? Sospechoso. Por otra parte me rechina un poco desprestigiar el trabajo de tanta gente tildándolo de fraudulento, que es lo que implica etiquetarlo de “trucho”

    Con respecto a los ejemplos, creo que son buenos y considero que el de la foto describe muy bien lo que uno aprende en cualquier curso de metodología. El de la pizza describe lo que uno aprende en la vida. Usted clama por una ley, sería interesante pensar cuales son los componentes de una ley. La misma tiene componentes políticos y jurídicos, muchas veces se mezclan con lo técnico (como puede ser con los casos de las pizzas y las encuestas) y por lo general apuntan a proteger algo denominado "bien jurídico tutelado". Cuál sería el fundamento político para legislar? Cual sería el bien jurídico a tutelar? Porque cuando se legisla una práctica técnica hay que probar que tiene un interés público. Para mí, los intereses de una buena muzzarella son superiores a como pondera El Sordo.

    Sí sé que, o más bien quien, fue Gauss, pero usted piensa que Lazarsfeld es un zaguero de Bayern Munich. Y aquí me parece que llegamos al meollo de la cuestión. Percibo una crítica solapada a las Ciencias Sociales? Digamos que lo refuerza el último comentario, en el que no solo nos manda a tomar lecciones sino que asume que elegimos nuestra disciplina queriendo escaparle a lo duro de las matemáticas. Sin caer en el hecho que los tres autores somos unos cuantitativistas duros (y ya laburamos, algo que nos recomienda) demuestra un desconocimiento mayúsculo de la Sociología. Honestamente esperaba más.
    Pero no todo es malo. Estoy dispuesto a invitarle un vino, cerveza o espinillar (pueden ser las tres, digo, viene el aguinaldo) e intentar encontrar un punto de encuentro que no pase por botijear al otro. O no.

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  8. Mi estimado Matías, amigos y acólitos varios:

    Su exposición tiene una constelación de puntos a analizar, y como principio tienen las cosas, voy a referirme en primera instancia solamente a dos de ellos.

    1
    He leído y releido lo que escribieron y francamente no entiendo cómo deducen lo que afirman que yo dije a partir de lo que yo escribí. Cito algunos ejemplos:

    Ustedes: "sostienen que la estadística involucrada en el muestreo de las encuestas es prácticamente lo único relevante del proceso"
    Yo: "Este enfoque tiene la ventaja de que no requiere conocer la metodología con que se realiza cada encuesta, sino que busca determinar la validez de los pronósticos."

    Ustedes: "Sucede que las encuestas no son instrumentos de ciencias teóricas o formales en las que luego de aplicar fórmulas matemáticas nos encontremos con una réplica exacta de la realidad"
    Yo: "lo esperable es que las encuestas den resultados bastante dispersos en torno al valor real: algunos más cerca y otros más lejos, algunos por arriba y otros por abajo."

    En general, no encuentro conexión entre lo que pienso y escribí y lo que ustedes interpretan a partir de lo que escribí. Es más, en muchos casos tengo la impresión de que interpretan todo lo contrario. Como descarto de plano mala intención o falta de comprensión lectora, no tengo siquiera una pista.

    2
    El punto central, absolutamente cardinal es el de la diferencia entre ponderar y pulir.
    El ejemplo de la cámara es excelente para la ponderación, por lo que contradice absolutamente los comentarios que ustedes hacen. La cámara tiene mecanismos de ajuste instalados previamente a tomar la fotografía. Quienes los crean estudian profundamente el problema y los incluyen en el proceso de fabricación de la cámara, y están ahí antes de saber a qué imagen se le tomará una foto.
    El ejemplo correcto para la modificación de datos después de conocer el muestreo es PHOTOSHOP. También tiene algoritmos muy sofisticados, también tiene mecanismos muy inteligentes que permite limpiar y perfeccionar una imagen, pero se utiliza con la imagen a la vista.

    Que quiere decir que uno al ver los datos se da cuenta por "experiencia" que necesitan ser transformados en una "base limpia"? Significa que lo que el encuestador tiene en su cabeza va a modificar el resultado a publicar. No importa si lo justifica con teoremas complejísimos, teorías sociológicas de alta sofisticación o en el horóscopo: en cualquier caso es inaceptable.

    Por ejemplo, un encuestador hace una encuesta hoy 27 de noviembre y le da que Tabaré Vazquez tiene 36% de intención de voto en el balotaje. Su "experiencia" le dice que está mal, pero en la real realidad, no tiene ningún argumento válido para decir que esta mal, no tiene ningun ancla sólido que le permita decir si la realidad es 36, 52 o 90. Excepto lo que dicen las otras encuestas, lo que muestra una vez más que el insumo principal para ajustar los datos de una encuesta es otra encuesta.

    Daniel Mordecki

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  9. Aldo, por favor, explicame cómo se compatibilizan estos dos párrafos:

    Tuyo:
    "En una segunda instancia creo que tratamos sus argumentos de forma justa y me parece que se desprende del texto que los leímos, tanto el que plantea las consideraciones probabilísticas como la propuesta legislativa. Además que frente a la discordancia asumir que el otro o no leyó o lo comprendió mal es una práctica argumentativa poco elegante y a veces desleal. Lo mismo aplica para las consideraciones de que andamos 'bolaciando'.

    Pensando sobre la naturaleza fidedigna de las encuestas, asumir que son 'truchas' no solo es un salto lógico inverosímil, roza la paranoia conspirativa. Pensemos. En todas las encuestadoras trabaja mucha gente, desde encuestadores, jefes de campo, crítica de las encuestas, procesadores, analistas, directores, quienes atienden el teléfono y el que hace el café. Si hubiera conspiración oligopólica, no se filtraría? No se daría cuenta alguien y lo denunciaría? O acaso están todos en la rosca? Sospechoso. Por otra parte me rechina un poco desprestigiar el trabajo de tanta gente tildándolo de fraudulento, que es lo que implica etiquetarlo de 'trucho' "

    Mío:
    "Quiero dejar por escrito que siento un profundo respeto y cierta admiración por Luis Eduardo González. Lo conocí cuando yo trabajaba en Oca y Cifra nos hacía los estudios de mercado. Creo que es terriblemente capaz, y me parece además que el mérito de haber llegado a los espacios centrales de la televisión con su dificultad para escuchar y hablar es un ejemplo que impulsa a seguir luchando por la inclusión.

    Y creo que es honesto. Pienso que si le aplicaran el “suero de la verdad” juraría una y mil veces que su trabajo es absolutamente científico, que él no introduce sesgos arbitrarios, y que este año se equivocó por primera vez en una elección obligatoria. Esto le suma puntos, porque son muy valiosos los individuos que defienden sus convicciones, teniendo como única frontera la ética y la ley."
    http://ladiaria.com.uy/articulo/2014/11/la-raiz-del-problema/

    Daniel Mordecki.

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  10. La verdad es que me había entusiasmado. ¿Queda por acá? ¿No sale un after office?

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