La Universidad en la hoguera
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Tomado de Razones y Personas. Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución 3.0 No portada.
La Universidad en la hoguera
Nuevos argumentos, viejos antagonistas: hacia una sociología de la controversia en el contexto de la “batalla cultural” (*)
Estatua de Giordano Bruno, Campo de’ Fiori, Roma
Decid, ¿cuál es mi crimen? ¿Lo sospecháis siquiera?
y me acusáis, ¡sabiendo que nunca delinquí!
quemádme, que mañana, donde encendáis la hoguera,
levantará la historia una estatua para mí.
Yo sé que me condena vuestra demencia suma,
¿Por qué?…Porque las luces busqué de la verdad,
no en vuestra falsa ciencia que el pensamiento abruma
con dogmas y con mitos robados a otra edad,
sino en el libro eterno del Universo mundo,
que encierra entre sus folios de inmensa duración
los gérmenes benditos de un porvenir fecundo,
basado en la justicia, fundado en la razón.
Giordano Bruno, “A mis verdugos” (extracto)
Preámbulo: un bucle temporal de oscurantismo
El 21 de diciembre de 1599, luego de pasar siete años en el calabozo contiguo al palacio Vaticano acusado de herejía, Giordano Bruno comparecía por segunda vez frente a un tribunal de la Inquisición Romana y, por segunda vez, se negaba a retractarse. Aquel que había afirmado la condición infinita del Universo y defendido el heliocentrismo copernicano, qué cuestionó la existencia de la Santísima Trinidad y la trasmutación de la materia - que convierte al pan en carne y al vino en sangre en la Eucaristía católica - argumentando que los objetos están compuestos de átomos y que, por ende, no habría diferencia ontológica entre el espíritu y la materia, el sacerdote doctorado en teología que escribió sobre física aristotélica y teoría matemática, sobre magia y política, Bruno, filósofo, alquimista, poeta, pensador errante es, finalmente, declarado hereje. Se ordena entonces la quema de todos sus libros en la Piazza San Pietro, la inclusión de éstos en el Índice de Libros Prohibidos y, unos días más tarde, con la lengua inmovilizada para evitar que hable frente a los espectadores de su ejecución pública, arderá vivo en la hoguera de la plaza romana Campo de’ Fiori. El delito de Giordano Bruno fue doble. Por un lado, cuestionar, guiado por el pensamiento racional, las premisas imperantes sobre el funcionamiento del mundo y la condición de la materia y, por otro, desobedecer el llamado al silencio del poder político y religioso.
Este preámbulo histórico, en lugar de desviarnos al pasado pre-científico y avatares romanescos de quienes contribuyeron en medio del oscurantismo a desmalezar el camino de la ciencia moderna, nos conduce en cambio, como un bucle temporal de ciencia ficción, a la más actual de las actualidades. Hace algunas semanas, la University of California, Berkeley, facilitó a la administración Trump un listado con el nombre e información de 160 profesores y estudiantes como parte de una investigación por “presuntos incidentes antisemitas”. Entre esos nombres figura el de la reconocida filósofa Judith Butler. La contribución de Butler a la filosofía es innegable: representante de un nuevo materialismo, sus trabajos sobre la performatividad del sexo y del género han sido fundamentales en el pensamiento contemporaneo - como en el libro clave Gender Trouble (1990) o Bodies That Matter: On the Discursive Limits of Sex (1993). Pero también sus derivas hacia la filosofía política analizando los discursos de odio - como en Excitable speech: a politics of the performative (1994) - y, más recientemente, la violencia política ejercida sobre “el otro” - Precarious Life: The Power of Mourning and Violence (2004), Dispossession: The Performative in the Politics (2013), por mencionar algunas de sus más influyentes contribuciones al pensamiento crítico. Judith Butler es, desde la óptica del Trump y sus seguidores, una hereje contemporánea: mujer, feminista, lesbiana, militante de izquierda, universitaria y, cómo si fuera poco, estadounidense que critica duramente las políticas antimigratorias de Trump y judía que se opone a la política de Natanyahu.[1]
Los implicados en la lista negra de la UC Berkeley denuncian el desamparo de las autoridades universitarias, que argumentan tener que cumplir con “responsabilidades legales” para justificar la violación de sus propios protocolos. En un texto publicado el pasado 13 de septiembre en The Chronicle of Higher Education, Butler afirma que lo sucedio “representa una impresionante violación de la confianza, la ética y la justicia. (...) Solo puedo esperar que la universidad no destruya por completo esa tradición como faro de la libertad de expresión y la disidencia basada en principios” y agrega:
Si no se confía en que la OPHD [Berkeley’s Office for the Prevention of Harassment and Discrimination] siga sus propios protocolos de revisión justa, ahora se abre la temporada de represión y castigo de la expresión política en Berkeley. ¿Seremos tachados por el gobierno de «simpatizantes terroristas» los que figuramos en la lista? ¿Se restringirán nuestros viajes? ¿Se vigilarán nuestros correos electrónicos? Los estudiantes que figuran en la lista están ahora potencialmente expuestos al secuestro, la deportación, el despido, la expulsión de la universidad, el acoso y la detención por parte de un gobierno que ya ha demostrado su disposición a hacer todo lo anterior (Butler, 2025).
Esta persecución de universitarios sospechosos de antisemitismo, está acompañada de fuertes presiones e injerecia en la política de las universidades más importantes del país, así como de severos recortes de los fondos federales adjudicados. Tal es el caso de Columbia, Harvard, Brown, Pennsylvania, Princeton o la UCLA (a quién Trump ha retenido recientemente 500 millones de dólares destinados a investigación y que su presidente, James Milliken, está tratando de recuperar cediendo a todas las restricciones y políticas persecutorias solicitadas). Ahora bien, si nos alejamos de los motivos declarados por la administración Trump para recortar presupuestos y perseguir investigadores y estudiantes, es posible identificar una tendencia homóloga contra la educación superior en diferentes países occidentales: desmantelamiento del sistema de subvenciones, cuestionamiento de la rentabilidad y utilidad del gasto público en investigación, hostigamiento a ciertas áreas del conocimiento como las ciencias humanas y sociales, reducción de las libertades académicas, ridiculización del pensamiento crítico, entre otras derivas reaccionarias.
En este contexto, el objetivo de esta contribución es avanzar en dos hipótesis sobre los ataques recientes a la universidad en diferentes contextos nacionales e interrogarnos sobre los alcances de la retórica beligerante de la “batalla cultural” de las derechas radicalizadas que tiene a la producción de conocimiento - o de cierto tipo de conocimiento -, uno de sus blancos predilectos. Por un lado, al mismo tiempo que la puntería se afina para identificar antagonistas, se oscurecen las formas argumentativas que justifican la aniquilación del adversario. El “antisemitismo”, el “terrorismo”, la “ideología de género” o el “comunismo”, se vuelven excusas retóricas, cargadas de imprecisiones y contradicciones, para una cruzada cuyos objetivos aún no quedan del todo manifiestos. Por otro lado, las medidas punitivas a la movilización política de docentes y estudiantes y la acusación de las derivas ideológicas que experimentan las ciencias sociales y las humanidades son solo la punta del iceberg de una política represiva que afecta a la producción de conocimiento en su conjunto. El recorrido transatlántico de la nota - Estados Unidos, Francia, Argentina, Uruguay -, oficia de marco para analizar al sistema universitario como un campo que, más allá de sus especificidades nacionales, es también un “campo transnacional” (Sapiro, 2013; Sapiro et al. 2018) del cual Uruguay es parte y toma posición, ya sea de forma individual o colectiva.
1. “I want Harvard to be great again, probably”[2]
En mayo, Donald Trump anunció la eliminación del Programa de Intercambio de Estudiantes y Visitantes (SEVIS) de la Universidad de Harvard. Otra de sus medidas para combatir el “aumento del antisemistimo” en los campus norteamericanos, amenazando también con revocar la exoneración de impuestos de la que goza la institución y retener sumas millonarias del presupuesto federal destinadas al financiamiento de la investigación. Una “advertencia para todas las universidades e instituciones académicas del país” escribió la secretaria de Seguridad Nacional Kristi Noem en X respaldando la medida. En conferencia de prensa, el presidente norteamericnao instó a Harvard a “comportarse”, alegando que la institución le estaba “faltando el respeto al país” y, parafraseando su slogan de campaña dijo que quiere hacer “Harvard grande de nuevo”, sin mayores precisiones sobre qué quiere decir con ello. Desde que la política persecutoria de la administración Trump contra las universidades se puso en marcha, primero contra aquellas de la Ivy League (con la audición en el Congreso y posterior demisión de Claudine Gay, ex presidenta de Harvard, la de Liz Magill de la Universidad de Pennsylvania y los conflictos en Columbia luego del arresto y amenaza de deportación - aún vigente - del estudiante palestino Mahmoud Khalil), que se extendieron luego hacia conjunto de las instituciones dedicadas a la enseñanza superior y a la investigación, es posible identificar la activación de la retórica de la llamada “batalla cultural”. Una lógica de oposiciones férreas se activa en los discursos de líderes políticos y mediáticos, generando argumentos que justifican acciones políticas concretas en coherencia con la belicosidad en qué se plantea la disputa simbólica y alimentando una atmósfera virtual de opiniones que legitima dichas acciones en la sociedad.
Así la batalla cultural de las “derechas radicales” (Semán et al., 2023; Saferstein, 2024; Schenck, 2024), al igual que lo observado en el campo de las políticas culturales (Dansilio & Pais Andrade, 2025; Paternotte & Verloo, 2021; Rius-Ulldemolins & Verdenelli, 2025), no solo se presenta en la contienda en términos de polarización afectiva de las opiniones políticas, sino a través de la articulación de al menos tres elementos: 1. una retórica beligerante por parte de líderes políticos e ideólogos de derecha que fabrica un “nosotros” a partir del rechazo a una serie múltiples de antagonistas unificados en categorías reductoras (el “woke” norteamericano por ejemplo); 2. un repertorio de acciones políticas que combina medidas neoliberales y conservadoras, que son implementadas al llegar al poder, con una especial fijación con la agenda de derechos, las políticas migratorias, la seguridad social y las políticas medioambientales; 3. la promoción de espacios virtuales de divulgación de opiniones y legitimación popular de los repertorios de acción, con estrategias múltiples de fake news, alternative facts, buzz mediáticos, cámaras de eco (ver nota precedente en este blog), entre otras dinámicas propias - pero no exclusivas - de la llamada “fachósfera” (Plottu & Macé, 2024).
En este sentido, condena mediante a todo acto antisemita que pueda tener lugar en las universidades o en cualquier otro ambito de la sociedad, diferentes académicos como el sociólogo Eric Fassin, el historiador Mark Mazowe, o la propia Judith Butler, dejan en evidencia cómo la categoría es actualmente deformada y desplazada, utilizada para otros fines por quienes incluso tienen - o han tenido - una posición dudosa frente a la cuestión judía en Estados Unidos (pero también en Francia, en Argentina…). Este desplazamiento no es solo una interpretación teórica de los usos del término, sino que también es observado por la justicia. En las últimas semanas, la jueza federal Allison D. Burroughs, ha declarado la ilegalidad de la retención presupuestal que experimenta Harvard. Burroughs, de origen judio, afirma que “Es difícil llegar a otra conclusión que no sea que [la administración Trump] utilizó el antisemitismo como cortina de humo para lanzar un ataque ideológicamente motivado contra las principales universidades del país, y lo hizo de una manera que contraviene [la ley federal]». Pero, ¿Qué hay detrás de esa cortina de humo? Siguiendo lo que Paternotte & Verloo (2021) han observado en Europa, particularmente a parir del caso de Hungría, la batalla cultural no implica solamente la destrucción de un modelo antagonista: “Esta retórica incluye un diagnóstico y una prognosis. Por lo tanto, los ataques contemporáneos no deben considerarse simplemente como una forma de reacción violenta, sino también como un intento de construir algo” (2021:569). Es ese aspecto propositivo de esta disputa en el campo simbólico que es necesario también identificar y estudiar.
Volviendo a nuestras hipótesis iniciales, por un lado vemos una “instrumentalización del antisemitismo” (Columbia Spectator, 2025) para justificar políticas represivas en diferentes niveles. Esta instrumentalización se realiza operando amalgamas peligrosas, denunciadas por la propia población judía (entre, por ejemplo, sionismo y judaísmo o ideología política e identidad), desplazando el anti-semitismo al campo de la militancia de izquierda, y asociándolo en los discursos a otras deformaciones léxicas y conceptuales como la de racismo “anti-blanco” o la teoría de género. Parte de una “política de la confusión” afirma Eric Fassin, agregando que “en estas retóricas no se trata solamente de palabras, sino también de cosas” (2024: 45). Si bien esta doble agresión - política y económica - a la universidad norteamericana - hacia sus libertades académicas y hacia su capacidad financiera - afecta primero y principalmente ciertas áreas, como las políticas DEI (“diversity, equity and inclusion”), los estudios de género y la justicia ambiental, también se encuentra amenaza la investigación básica y aplicada. Estudios sobre cáncer, sobre Alzheimer, sobre contaminación de las aguas, se han visto también afectados. El periodista científico Max Kozlov, en un reciente artículo publicado en Nature, afirma que “la administración sigue recortando la financiación de la ciencia que no se ajusta a su hoja de ruta ideológica. Esto incluye la investigación sobre el cambio climático, la COVID-19, las vacunas de ARN, la difusión de información errónea y la salud de las mujeres y las personas pertenecientes a minorías sexuales y de género (LGBTQ+)”.
2. Del islamogauchisme al anti-intelectualismo en Francia
En julio del año pasado, en el momento en el que el presidente francés Emmanuel Macron disuelve la Asamblea Nacional y llama a elecciones anticipadas pocos días antes de las vacaciones escolares, el fantasma de un posible triunfo electoral del Rassemblement National (RN) liderado por Marine Le Pen, recorrió la comunidad universitaria. Múltiples colectivos de docentes e investigadores elaboraron comunicados que circularon por las redes y las listas de mails como estrategia de adhesión a un “frente republicano” contra la posibilidad que la extrema derecha llegara al poder en la Asamblea y pusiera en marcha alguno de sus proyectos destinados al campo universitario. La Asociación Francesa de Ciencia Política, por ejemplo, escribía el 26 de junio del 2024:
La mayoría de las orientaciones políticas del RN contradicen los principios y valores de nuestro régimen republicano, empezando por la «preferencia nacional», que afectará de lleno al personal y a los estudiantes internacionales (...) Por otra parte, no nos engañemos: la llegada del RN abriría el camino a un régimen iliberal, es decir, privativo de las libertades fundamentales, entre ellas la libertad académica. La puerta de entrada para someter a la universidad al yugo autoritario del RN ya fue identificada: el «veneno wokista» que amenazaría a la civilización en general y gangrenara a la universidad en particular, y contra el cual el RN constituyó en abril de 2023 una asociación parlamentaria que pretende erradicarlo. Esta asociación aspira, en particular, a suprimir las «subvenciones públicas a organizaciones abiertamente wokistas», crear «grupos de vigilancia» y «asociaciones en todos los ámbitos de la vida pública en los que impera el wokismo: escuelas, bibliotecas, artes (cine, teatro, literatura, etc.)», o incluso poner en marcha una «plataforma internet antiwokista». Dado que el wokismo nunca se ha definido, se intuye que podría aplicarse a casi cualquier producción académica — artículos, libros, coloquios, programas de investigación...— que no se ajuste a las ideas del RN, pero también a cualquier profesor o investigador que se niegue a ajustarse a estas ideas.
La historia es conocida: el RN finalmente no obtuvo el triunfo que esperaba en las elecciones y la creación del Nuevo Frente Popular pudo amortiguar la consolidación de un bloque mayoritario de derecha radical en la Asamblea Nacional, al menos, por ahora. Sin embargo, a lo largo de la presidencia de Macron, los conflictos con el campo universitario han sido numerosos: una contestada legislación para la investigación y la enseñanza universitaria (la LPR, Loi de Programmation de la Recherche) fue aprobada en diciembre del 2020, seguida de fuertes represiones y criminalización a la movilización de estudiantes (con la creación de una enmienda en el código penal que penaliza con prisión la ocupación de universidades y un proyecto de ley en circulación), la constante deslegitimación y censura indirecta de la agenda de las ciencias sociales y las humanidades, entre otros ataques y acusaciones mediáticos que alimentan un ambiente “anti-intelectual”. Según Eric Fassin, en Francia, “desde la mitad del 2010, se ha lanzado una campaña contra la izquierda universitaria, en la prensa y en las redes sociales, retomada por los partidos políticos y luego, bajo la presidencia de Emmanuel Macron, por los ministros y el propio jefe de Estado” (2024: 7). Este “anti-intelectualismo político”, opera también a través de la lógica de oposiciones observada del otro lado del Atlántico, amalgamando bancos disímiles a quienes combatir: estudiantes y profesores han sido ridiculizados y vilipendiados por usar escritura inclusiva, por la militancia feminista o anti-racista, por estar a favor de las minorías sexuales, por criticar las políticas de privatización de la salud o de la educación, o bien, recientemente, por manifestar contra la política de Israel en Gaza. “Es posible hablar de un anti-intelectualismo político, incluso de Estado, que apunta tanto a los discursos minoritarios del mundo universitario como a las minorías en sí mismas, sexuales, religiosas y raciales” (Fassin, 2024: 8). Pero como no solo se trata de palabras sino también de cosas según el sociólogo, las acusaciones, fuertes algunas, de “deriva identitaria”, de “comunitarismo” y de “islamo-gauchisme” (islamo-izquierdismo en español, es un término que se convirtió en un hit mediático usado para señalar a quienes cuestionan la creciente islamofobia en Francia, asociando la crítica a la discriminación con el islamismo y a veces incluso con el terrorismo), vienen acompañadas de acciones directas, de intimaciones indirectas y de amenazas bajo forma proyectos de ley bien problemáticos para las libertades académicas.
Si bien un paso atrás de la puesta en práctica de la política deliberadamente anti-universitaria de la administración Trump, en Francia se ha ido instalando una ofensiva retórica que atañe a la primera y la tercera dimensión que presentamos al inicio (retórica beligerante en discursos de líderes políticos y mediáticos, e impacto en la opinión pública). El concepto de “batalla cultural” y su raíz gramsciana es recuperado por figuras de la derecha como Marion Maréchal Le Pen o Jordan Bardella, con importantes tergiversaciones teóricas. Por un lado, se observa una disociación entre la dominación simbólica y las bases materiales de esta dominación, en contraposición con la herencia marxista de la teoría gramsciana. Por otro lado, se produce un cambio de signo en la concepción de la cultura hegemónica a combatir: en lugar de representar la cultura de las clases dominantes, se la asocia ahora a la “dictadura de lo políticamente correcto” o bien la “tiranía de las minorías”, entre otras denominaciones peyorativas. “La estrategia gramsciana se vuelve así orwelliana: es la negación de las relaciones de fuerza”, afirma Fassin, “la perversión del lenguaje niega, o bien invierte, la jerarquía social entre dominados y dominantes, entre minorías y mayorías” (2024: 22). En medio de este clima, hace pocos días, llegó a las liberarias el último libro del sociólogo Bernard Lahire titulado Savoir ou périr (Saber o perecer). En esta suerte de manifiesto por una investigación libre, independiente e inventiva, Lahire denuncia la hostilidad de las políticas públicas en ciencia y educación en Francia y enumera las precariedades crecientes de estudiantes y docentes en Francia, que acompañan una tendencia “oscurantista" a nivel global. Las sucesivas políticas educativas y científicas dirigidas por “tecnócratas de la reforma” han dejado “un campo en ruinas” afirma Lahire. En este contexto, como en anteriores, “saber” es “sobrevivir”, concluye.
3. La revancha de los “zurdos” en la mitología libertaria
El 11 de septiembre el Rectorado de la Universidad de Buenos Aires con el apoyo de sus 13 facultades emitió un comunicado público ante el veto presidencial de la Ley de Financiamiento Universitario en Argentina:
El veto presidencial es un ataque directo a uno de los bienes más valiosos de nuestra sociedad: la Universidad Pública Argentina. No se trata de partidos ni de ideologías: se trata de cuidar lo que funciona, de defender una universidad de calidad que les permite a millones de argentinos soñar con un futuro mejor, basado en el esfuerzo, el trabajo y el conocimiento.
En el mismo texto mencionan que los gastos de funcionamiento se redujeron fuertemente, que las obras se encuentran paralizadas desde hace un año y medio y que la pérdida de poder adquisitivo de profesores y funcionarios supera el 40%. “Esto afecta la calidad académica que caracteriza a la UBA desde hace más de 200 años” concluyen. La situación no involucra solamente a la UBA, sino al sistema universitario en su conjunto y también al CONICET, principal organismo dedicado a la ciencia y la tecnología de Argentina, que cuenta con más de 11.800 investigadores activos y más de 10.300 becarios de doctorado y postdoctorado, organizados en cuatro grandes áreas (Ciencias Agrarias, de Ingeniería y de Matemáticas, Ciencias Biológicas y de la Salud, Ciencias Exactas y Naturales y Ciencias Sociales y Humanidades). Una multitudinaria Marcha Universitaria contra el veto se realizó el 17 de septiembre, como parte de las múltiples medidas de protesta (paros, ocupaciones, comunicados) que coronan un año y medio de intensas movilizaciones por las degradaciones sin precedentes del sistema de enseñanza superior y de investigación universitaria argentino. La ofensiva, que se materializa financieramente con el veto y los argumentos del oficialismo para defenderlo[3], sigue la serie de amenazas y medidas concretas de desfinanciamiento que experimenta el campo universitario desde la llegada de La Libertad Avanza al gobierno.
Sin entrar en los detalles de la polémica por el veto presidencial, que se lleva puesta también la financiación del principal hospital pediátrico del país, el caso de Argentina es paradigmático y extremo de lo que venimos analizando. Paradigmático, porque presenta elementos que permiten testear la doble hipótesis de la retórica beligerante planteada arriba. Por un lado, se identifica la Universidad pública con un enemigo político e ideológico de la política liberal-libertaria a través de la utilización de ciertas categorías imprecisas y erróneas conceptualmente pero de gran impacto mediático (los “zurdos”, la “casta”, la “élite”)[4]. Por otro lado, si bien las ciencias sociales y las humanidades se ven especialmente vilipendiadas (las fijaciones específicas de la derecha libertaria argentina son los estudios de género y el campo de la historia reciente sobre la última dictadura militar), todas las áreas de conocimiento se ven afectadas. Extremo, porque al igual que el caso Norteamericano, a la batalla cultural - sobre el sentido, las visiones del mundo, etc - se suma la batalla política y económica, a través del uso autoritario del Estado y sus instituciones. La diferencia en Argentina es que la Universidad pública no tiene la capacidad, como demostró Harvard recientemente, de obtener financiamientos privados, de sociedades filantrópicas o de mecenas particulares, y el desfinanciamiento público pone en duda la posibilidad de su existencia a futuro.
Manifestación contra el veto en Buenos Aires el 17 de septiembre del 2025 © Natacha Pisarenko / AP
4. ¿Y por la URSSdelar cómo andamos?
El “efecto de distanciamiento” es una técnica teatral y cinematográfica teorizada por Bertolt Brecht y puesta en práctica en sus obras teatrales, que implica mantener al público alejado de la identificación emocional con los personajes y las situaciones en escena, con el objetivo de fomentar el análisis crítico de la realidad que se quiere cuestionar con la representación. Así que por cuestiones de espacio y de tiempo, pero también por un objetivo de distanciamiento brechtiano, Uruguay, en este rápido viaje transatlántico, queda evocado indirectamente en función de la otras realidades aquí narradas. Realidades de las cuales, como decíamos al principio, también somos parte, directa o indirectamente, en nuestros vínculos profesionales con instituciones e investigadores extranjeras que están experimentando estas realidades, pero también en nuestra capacidad hospitalaria de recibir decentemente a quienes tal vez (ojalá) vean en nuestra Universidad un lugar donde proyectarse profesionalmente. En cuanto a la dimensión simbólica, urge pensar en la serie de ataques y burlas que circulan desde hace un tiempo en nuestro medio. La etiqueta de “URSSdelar” a la que alude el subtítulo, que nos ha hecho reír y que circulamos bajo la forma de un sticker en nuestros grupos de WhatsApp, tiene su orígen en una cuenta de Instagram encargada de circular información difamatoria sobre la Udelar, una cuenta asociada a otra, de matriz reaccionaria y también difamatoria, llamada Varones Unidos. Los alcances de estas cuentas son menores para los valores que manejan las redes, pero la sumatoria de ataques no debería ser subestimada dado el contexto. Uruguay, puede parecer una isla, pero no lo es. En cuanto a la dimensión política y económica, la discusión está sobre la mesa. Luego de conocerse los magros números destinados a la Universidad que plantea el proyecto de presupuesto nacional para el próximo quinquenio, la cuestión sobre el financiamiento universitario es tema de conversación entre actores involucrados, sin llegar a ser una polémica que repercuta más allá de las fronteras del campo. La movilización en curso que se proyecta para los meses venideros es clave para ver qué capacidad tenemos, los y las universitarios/as, de instalar el tema más allá de nuestros propios e inmediatos intereses.
***
(*) Gracias a Cecilia Chouhy por su lectura en tiempo récord desde el ojo de la tormenta y por presentarme a John Oliver y su Last Week Tonight.
[1] El militante de derecha Charlie Kirk, recientemente asesinado, en intercambio con estudiantes en mayo, dijo que las humanidades en los campus estadounidenses suelen ser “anti-Occidentales”, “anti-Americanas” y “comunistas”, poniendo como ejemplo la obra de Hebert Marcuse, Angela Davis, Kimberlé Crenshaw y Judith Butler.
[2] Frase de Donald Trump en conferencia de prensa. El comediante John Oliver dedicó su show “Last Week Tonight” del 8 de septiembre a esta temática, bromeando sobre el lapsus “probably” de la frase de Trump. Recomendado para quienes gustan de la buena sátira política.
[3] Manuel Adorni, vocero presidencial, en conferencia de prensa luego del rechazo por parte de Diputados del veto presidencial, amenazó con recortar otros presupuestos (como los planes sociales) para financiar la Ley, en caso de continuar su curso. Dijo, también a los representantes: “Si quisiéramos financiarlo con partidas alternativas, tendríamos que suspender cuatro meses el presupuesto total del Congreso. ¿Están los legisladores dispuestos a renunciar a su sueldo para financiar la educación que propusieron?” (Adorni, 18 de septiembre de 2025)
[4] El presidente argentino Javier Milei, había dicho en un discurso en la re-inauguración del ex Palacio de Correos en octubre del año pasado “La verdad incómoda de la educación argentina es que la Universidad pública nacional hoy no le sirve a nadie más que a los hijos de la clase alta y los ricos, la clase media alta. En un país donde la mitad de los niños son pobres, no saben leer, ni escribir, ni realizar una operación matemática básica, el mito de la Universidad gratuita se convierte en un subsidio de los pobres hacia los ricos”.
Referencias
Dansilio, F. & Pais Andrade, M. (2025). “The Cultural Policies of the Radical Right in Argentina: Rhetoric and Repertoires in the "Culture War" Over the INCAA”, en International Journal of Politics, Culture, and Society, [Manuscrito aceptado, en revisión].
Lahire, B. (2025). Savoir ou périr. Seuil.
Paternotte, D. & Verloo, M. (2021). De-democratization and the politics of knowledge: Unpacking the cultural Marxism narrative. Social Politics: International Studies in Gender, State & Society, 28(3), 556-578. https://doi.org/10.1093/sp/jxab025
Plottú, P. & Macé, M. (2024) Pop fascisme. Comment l'extrême droite a gagné la bataille culturelle sur internet. Editions Divergences.
Rius-Ulldemolins, J. & Verdenelli, J. (2025). “Culture out!” Far right against cultural policy: The case of the Milei government in Argentina and the cultural war against state cultural spending. International Journal of Cultural Policy. https://doi.org/10.1080/10286632.2025.2504468
Sapiro, G., Leperlier T. & Amine Brahimi, M. (2018). “Qu’est-ce qu’un champ intellectuel transnational ?”, en Actes de la Recherche en Sciences Sociales, 224(4), 4-11.
Sapiro, G. (2013). “Le champ est-il national? La théorie de la différenciation sociale au prisme de l’histoire globale”, en Actes de la Recherche en Sciences Sociales, 200, 70-85.
Saferstein, E. (2024). De los márgenes al mainstream: Agustín Laje y la “batalla cultural” de las derechas radicalizadas. Letras (Lima), 95(141), 114-135. https://doi.org/10.30920/letras.95.141.8
Semán, P. (Coord.). (2023). Está entre nosotros: ¿De dónde sale y hasta dónde puede llegar la extrema derecha que no vimos venir? Siglo XXI Editores.
Schenck, M. (2024). Doblar hasta quebrar. Una mirada sobre los extremismos de derecha en América Latina. En R. Rodríguez Gallegos (Coord.), Estado de situación de las democracias en América Latina y el Caribe (pp. 331-366). CLACSO.
Zia-Ebrahimi, R. (2023). The islamogauchisme discourse, or the power to create the inner enemy. French Cultural Studies, 34(3), 250-274. https://doi.org/10.1177/09571558231165647
Prensa
AAVV (07/02/2025). Protecting our University from Trump’s cruel agenda means resisting his instrumentalization of antisemitism. Columbia Spectator. https://www.columbiaspectator.com/opinion/2025/02/07/protecting-our-university-from-trumps-cruel-agenda-means-resisting-his-instrumentalization-of-antisemitism/
Butler, J. (13/09/2025). When Universities Become Informants. A practice from the McCarthy era makes an ugly return. The Chronicle of Higher Education. https://www.chronicle.com/article/when-universities-become-informants?bc_nonce=7fjhlzcfqy95to2gaf6ykp&cid=reg_wall_signup&sra=true
Cohen, B. (22/07/2025). There’s a Jewish judge at the center of Trump’s Harvard showdown. Her grandfather escaped pogroms. Forward. https://forward.com/fast-forward/757207/harvard-judge-allison-burroughs-trump-jewish/
Crespo, A. (08/09/2025). The Harvard Lawsuit You Haven’t Heard Of. The Chronicle of Higher Education.https://www.chronicle.com/article/the-harvard-lawsuit-you-havent-heard-o
Durand, JM. (01/09/2025). Avec “Savoir ou périr”, Bernard Lahire défend une recherche scientifique à rebours du profit et des compétitions. Les Inrockuptibles. https://www.lesinrocks.com/societe/avec-savoir-ou-perir-bernard-lahire-defend-une-recherche-scientifique-a-rebours-du-profit-et-des-competitions-679155-01-09-2025/
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Levin, S. (12/09/2025). UC Berkeley shares 160 names with Trump administration in ‘McCarthy era’ move. The Guardian. https://www.theguardian.com/us-news/2025/sep/12/uc-berkeley-trump-administration-antisemitism?
Robin, C. (15/09/2025). All of This Because of Political Speech. Jacobin. https://jacobin.com/2025/09/political-speech-antisemitism-universities-mccarthyism
Otras fuentes
Democracy Now! Daily Show (15 de septiembre de 2025) | Judith Butler: Jewish Prof. Among 160 Named in UC Berkeley “Antisemitism” Files Handed to Trump Admin [Video]. https://www.democracynow.org/shows/2025/9/15?autostart=true
LastWeekTonight (8 de septiembre de 2025) | Trump vs. Higher Education: Last Week Tonight with John Oliver (HBO). [Video]. https://www.youtube.com/watch?v=xk94il8L820
Vocería Presidencial (8 de septiembre de 2025) | Conferencia de prensa 18.09.25 [Video]. https://www.youtube.com/watch?v=8Y4Vib-8xEM
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