Cámaras de Eco y polarización en el cambiante multiverso de las redes sociales
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Por Juan A. Bogliaccini y Martín Opertti
Las redes sociales suelen ser señaladas como
una de las causas del aumento de la polarización afectiva en varias democracias,
quizás más notoriamente en Estados Unidos. También se las vincula con otros
problemas contemporáneos como la caída de la confianza en instituciones
democráticas o en la ciencia.
Un argumento particularmente influyente en esta
narrativa es que las redes funcionan como cámaras de eco: espacios donde los
usuarios eligen seguir solo a personas y contenidos que confirman sus propias
preferencias, en este caso preferencias políticas. Cass Sunstein (2018), uno de los principales impulsores de esta tesis, sostiene que este mecanismo lleva a que las personas “pierdan de
vista” perspectivas distintas a la propia.
La idea ha calado hondo tanto en medios como en
discursos políticos. Barack Obama, en una entrevista de 2018, advertía:
“Si obtienes toda tu información de
algoritmos que se envían a través de tu teléfono y esto solo refuerza tus
prejuicios, que es el patrón que se desarrolla, llega un punto en que vives en
una burbuja, y esa es parte de la razón por la que nuestra política está tan
polarizada actualmente.”[1]
Este argumento tiene méritos desde el punto de
vista lógico y teórico, pero ¿qué tan sólido es desde el punto de vista
empírico? Naturalmente la respuesta a esta pregunta, en los tres niveles, es
tán dinámica como la realidad misma. En tiempos de Facebook y Twitter, cuando
un puñado de redes sociales cuasi-monopólica nucleaba al grueso del conjunto de
usuarios activos de estas redes, la pregunta refería a ¿de qué forma se daban
las interacciones entre usuarios en estas redes? Por un lado los algoritmos
promovían la homofilia política (la tendencia a vincularse con quienes
comparten preferencias ideológicas) de forma de mejorar la experiencia del
usuario, por otro la realidad es multidimensional y personas con posturas políticas opuestas podían encontrarse debatiendo sobre Peñarol o Nacional y, en el marco de esas conversaciones generar vínculos y luego quedar expuestas de manera incidental a contenidos políticos contrarios, o lo que la literatura llama exposición incidental.
Este escenario de pocas redes cuasi-monopólicas se mantiene, en gran medida, en Uruguay hoy. Por eso, analizar cómo se dan las interacciones en una de esas plataformas puede darnos pistas sobre hasta qué punto ocurre el fenómeno de las cámaras de eco en nuestro país.
Sin embargo, el cambio de dueño de Twitter y su evolución hacia X con múltiples cambios de algoritmo trajo aparejado en países como Estados Unidos el abandono masivo de esa red por parte de partidarios del Partido Demócrata y su migracion hacia otras redes. En este sentido, podríamos estar frente a posilbes escenarios en que esta hipótesis de las cámaras de eco se refiere al uso de diferentes redes inconexas, donde la homofilia política dependa del algoritmo humano. Un escenario más comparable al que otrora en nuestro país plantearan los medios de prensa escrita partidarios durante el siglo XX, en que en las casas de los sectores medios se leía El Día o El País, cada uno con sus análisis políticos y ocasionales diatribas. Tal vez incluso podamos pensar en los mismos términos si comparamos El País y La Diaria en esta década. La respuesta empírica en este caso sería diferente ante la misma pregunta teórica. ¿Es este el camino en que vamos dirigidos como sociedades?
¿Una cámara de eco sobre la cámara de eco?
Dada la prominencia del argumento sobre las
cámaras de eco, no resulta sorprendente que un punto central en la literatura
de redes sociales y política sea el estudio de hasta qué punto las
interacciones y la exposición a contenido político en redes sociales está
segregado por líneas ideológicas o partidarias.
Algunos investigadores -particularmente en
Ciencia Política- sostienen que ya existe suficiente evidencia de que las redes
sociales no suelen funcionar como cámaras de eco, al menos no en la versión más
extrema del argumento (González-Bailón & Lelkes, 2023). Sin embargo, quince años después de los primeros
estudios, el debate sigue abierto al tiempo que la realidad pasa ante nuestros
ojos. Es innegable que vivimos épocas cada vez más violentas en el escenario
internacional, al menos respecto de la ventana entre el fin de la Guerra Fría y
la última década.
Desde el punto de vista empírico, el principal
obstáculo radica en la operacionalización del argumento. La forma ideal de
testear el argumento de las cámaras de eco sería contar, para el
conjunto de usuarios de interés, con datos completos sobre el contenido al que
efectivamente estuvieron expuestos en la plataforma durante un período
determinado. Pero por razones obvias, ese tipo de información está fuera del
alcance de la mayoría de los investigadores.
Como alternativa, la literatura se ha centrado
en estudiar la homofilia política a partir de huellas digitales, diferenciando
al menos cuatro dimensiones del comportamiento en una plataforma: (1) las
cuentas que cada usuario elige seguir; (2) las interacciones con líderes
políticos; (3) los vínculos con medios de comunicación, y (4) las interacciones
con usuarios comunes (ni medios ni élites).
Los resultados varían según dimensión
considerada. Las investigaciones que se enfocan en interacciones con líderes
políticos o interacciones relacionadas a temas políticos controversiales son
las que suelen encontrar mayor homofilia. Por ejemplo, según Wojcieszak et al. (2022) los usuarios de Twitter (ahora X)
en Estados Unidos tienen una probabilidad 13 veces mayor de retuitear a un
líder político del partido con el que se identifican que a uno de otro partido.
Por otra parte, las investigaciones que se
centran en todas las interacciones de los usuarios durante un determinado
período, sus vínculos de seguidores en general y en particular a medios de
comunicación, encuentran niveles de homofilia mucho menores. Por ejemplo, un estudio
de un conjunto de investigadores que realizó un convenio con Facebook encontró
que al menos el 14% del contenido al que los usuarios de esta red en EEUU están
expuestos proviene de usuarios o páginas que están relacionadas al partido
opuesto.
En resumen, la evidencia empírica sugiere que
la homofilia política en las principales redes sociales es significativa, pero
no alcanza el nivel de aislamiento total que describen las versiones más
extremas de la hipótesis de las cámaras de eco. Lamentablemente, el constante
aumento de las restricciones impuestas a los investigadores para acceder a
datos de plataformas de redes sociales hace que poner a prueba estas hipótesis
sea cada vez más difícil.
Homofilia
Política en Uruguay
En 2021, antes de que Twitter restringiera el
acceso público a sus datos, comenzamos un proyecto para estudiar este fenómeno
en Twitter en Uruguay. Aprovechamos el tamaño poblacional relativamente pequeño
de Uruguay y construir un listado que se asemeje a un censo de usuarios
políticamente activos en la plataforma. Esto es inédito en estudios similares
por estas mismas razones.
Para este estudio recolectamos todas las
interacciones con un conjunto de senadores y ministros en 2021 así como los retweets
y respuestas a palabras clave de 47 temas distintos que ocurrieron durante el
mismo año. Luego, para cada usuario con al menos tres interacciones en la base
de datos resultante, obtuvimos en agosto de 2022 (i) el listado de usuarios a
los que seguía, (ii) sus 150 likes más recientes, (iii) sus 200 tweets
más recientes (incluyendo tweets simples, retweets, citas y respuestas),
y (iv) una estimación de su orientación política, construida a partir de las
élites políticas seguidas, siguiendo la metodología de Barberá (2015).
Con base en estos datos, encontramos cuatro patrones relevantes:
- Altos niveles de homofilia en el seguimiento de cuentas, aunque sin aislamiento total. El usuario mediano sigue alrededor de 7 cuentas del partido opuesto (5%) y 29 cuentas moderadas (21%).
- Altos niveles de homofilia en interacciones con usuarios comunes (no elites ni medios). El 78% de las interacciones diádicas se da entre usuarios del mismo partido, 13% hacia usuarios moderados y por último el 6% es hacia usuarios del partido o ideología contrarios. Sin embargo, hay importantes variaciones según el tipo de interacción y el contenido: por ejemplo, las respuestas a publicaciones sobre temas políticos son más frecuentes entre usuarios de distinta orientación política. El Gráfico 1 ilustra este patrón al comparar interacciones sobre política con interacciones sobre deportes, utilizando técnicas de análisis de redes.
- Alta homofilia en las elites políticas seguidas: solo un 9% de las elites políticas pertenecen al partido opuesto. El mismo patrón se refleja en las interacciones “positivas” como likes o retweets (por ejemplo, el 97% de los likes a elites políticas son a elites del mismo partido que el usuario). En cambio, las interacciones que permiten a los usuarios disentir (respuestas o citas), son más frecuentes desde usuarios de partidos contrarios que desde usuarios del mismo partido
- Baja homofilia en medios de comunicación: Muchos medios masivos son seguidos y generan interacciones de usuarios de ambos lados del espectro ideológico. Si bien existen diferencias entre bloques, también se observa una superposición considerable en los medios consumidos por usuarios de izquierda y de derecha (ver Gráfico 2).
Gráfico 1: Interacciones Políticas y Deportivas
Nota: cada nodo representa un usuario y los enlaces entre nodos no se visualizan para simplificar la interpretación. Utilizamos el algoritmo de Fruchterman-Reingold para ubicar a los nodos en la red.
Gráfico 2: Superposición ideológica en el
seguimiento de medios
Nota:
El “Alignment Score” es calculado como la ideología promedio de los usuarios
que siguen a la cuenta en Twitter de ese medio de comunicación.
¿Hacia
dónde mirar, qué leer (o scrollear)?
Las redes sociales han transformado la forma en
que las personas reciben y producen argumentos e información política. Pero a
su vez ese cambio no ha quedado en el pasado dado que las redes evolucionan
constantemente y así las pautas de interacción. Y por tanto, las oportunidades
de interacción con quienes más se parecen a nosotros o quienes menos se
parecen. Por eso creemos que es fundamental discutir cómo estas dinámicas
repercuten en la política en general, y en Uruguay en particular.
Nuestro trabajo sugiere que, a pesar de la
fuerte tendencia a interactuar y seguir usuarios del mismo partido o coalición,
los uruguayos políticamente activos en Twitter no vivieron en cámaras de eco (o
al menos en la versión más extrema del argumento). Es decir, existe exposición
a publicaciones provenientes del “otro lado” del espectro político. Este
resultado debilita una de las principales hipótesis sobre los efectos negativos
de las redes en la convivencia democrática. Sin embargo, abre la puerta a
explorar otros canales a través de los cuales las redes sociales pueden influir
de manera significativa en la política, o incluso como adelantamos al inicio al
estudio de la segmentación en el propio uso de las redes.
El hecho de que los usuarios se encuentren con
contenido contrario a sus preferencias no garantiza, por sí mismo, que se
genere un debate cívico normativamente deseable. Una cuestión central, ayer,
hoy y siempre, es quiénes son los usuarios cuyo contenido logra mayor alcance
en las plataformas.
Una primera aproximación a esta segunda pregunta
suele hacerse a partir de encuestas que permiten estudiar el perfil demográfico
y actitudinal de los usuarios de distintas redes sociales. Por ejemplo, datos del
INE y Latinobarómetro sugieren que el 29% de los uruguayos mayores de 14 años tenía
hacia 2021 cuenta en Twitter, que esta red fue más popular entre las personas
de entre 20 y 34 años[2]
y que el 60% de los usuarios estaba interesado en la política en comparación
con alrededor del 45% en Instragram o TikTok[3].
Estos datos son útiles, pero no necesariamente
reflejan quiénes son los principales generadores de contenido político. La
evidencia disponible, incluyendo la que presentamos en esta nota, muestra que
una proporción muy reducida de usuarios concentra la mayoría de la producción e
interacción política en redes. Estos usuarios que se autoseleccionan para la
creación de contenido pueden tener visiones más extremas (ej., Bail, 2022). A ello se le suman los incentivos
propios de la plataformas: contenidos que expresan animosidad hacia el grupo
contrario suelen generar más interacción (Rathje et al., 2021).
En caso de que los usuarios muy activos también presenten posiciones más extremas y formas de interactuar menos civiles en Uruguay, esto puede afectar la política más allá de las redes sociales al menos de tres formas:
(1) Adopción de posturas extremas por usuarios menos activos. Dado el peso de las identidades en la formación de opinión (Bullock, 2020), los usuarios “silenciosos” o lurkers pueden terminar moviéndose hacia posturas más extremas o formas menos civiles de comunicación, asumiendo que las posturas o formas de los más activos representan la posición promedio de su grupo político.
Por estas razones, sostenemos que el estudio riguroso del comportamiento político en redes sociales, así como los estudios que, por contrapartida, analizan el uso político de estas redes por candidatos, partidos y movimientos políticos, debe ocupar un lugar más importante en las ciencias sociales en Uruguay y la región.
[1] https://www.cnbc.com/2018/01/12/former-president-barack-obama-warns-on-polarizing-media-us-electoral-system.html
[2] Encuesta de Usos de Tecnologías de
la Información y la Comunicación, INE (2022)
[3] Latinobarómetro 2023
[4] https://apnews.com/article/social-media-charlie-kirk-nepal-algorithm-d0a8baf12a16b2ed870283e64ee24a19
[5]
https://www.bbc.com/news/articles/cn0r5y33pj5o
Aruguete,
N., & Calvo, E. (2023). Nosotros contra ellos: Cómo trabajan las redes
para confirmar nuestras creencias y rechazar las de los otros. Siglo XXI
Editores.
Bail,
C. (2022). Breaking the Social Media Prism: How to Make Our Platforms Less
Polarizing. Princeton University Press.
https://doi.org/10.1515/9780691246499
Barberá,
P. (2015). Birds of the same feather tweet together: Bayesian ideal point
estimation using Twitter data. Political Analysis,
23(1), 76–91.
Bogliaccini, J. A., Borba, I., Giambruno, C., Opertti,
M., & Piñeiro Rodríguez, R. (2019). Twittarquía: La política de las
redes en Uruguay.
Bullock,
J. G. (2020). Party cues. The Oxford Handbook of Electoral Persuasion,
129–150.
Calvo, E. (2015). Anatomía política de Twitter en
Argentina. Tuiteando# Nisman. Buenos Aires: Capital Intelectual.
http://core.cambeiro.com.ar/0-181234-0.pdf
González-Bailón, S., & Lelkes, Y. (2023). Do social media undermine social cohesion? A critical review. Social Issues and Policy Review, 17(1), 155–180.
Piñeiro-Rodríguez, R., Rosenblatt, F., Vommaro, G., & Wills-Otero, L. (2024). Parties and New Technologies in Latin America. Cambridge University Press.
Rathje, S., Van Bavel, J. J., & Van Der Linden, S. (2021). Out-group animosity drives engagement on social media. Proceedings of the National Academy of Sciences, 118(26), e2024292118. https://doi.org/10.1073/pnas.2024292118
Sunstein,
C. (2018). # Republic: Divided democracy in the age of social media.
Princeton university press.
Wojcieszak, M., Casas, A., Yu, X., Nagler, J., & Tucker, J. A. (2022). Most users do not follow political elites on Twitter; those who do show overwhelming preferences for ideological congruity. Science Advances, 8(39), eabn9418. https://doi.org/10.1126/sciadv.abn9418

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