Más crecimiento, ¿más satisfechos?

Esta semana, el Fondo Monetario Internacional  dio a conocer el pronóstico de crecimiento económico  para Uruguay durante el 2011. La cifra es 6%, bastante coincidente con la previsión del gobierno, y sin lugar a dudas un dato positivo. Uruguay no está sólo en el buen momento de su economía. Existe consenso en que América Latina está pasando por una etapa de crecimiento económico. Para el 2011, CEPAL proyecta una tasa de crecimiento del PIB regional del 4,7%, el cual implica un incremento del 3,6% en el PIB por habitante. El crecimiento es dispar en la región: los países de América del Sur, en particular los exportadores de productos básicos, son los que más crecen (5,1%), seguidos de la región centroamericana (4,3%), y muy por debajo las economías del Caribe (1,9%) (CEPAL 2011). A pesar de estas diferencias entre países, la situación de la región es francamente más positiva que hace dos años.

Saber que la región, y nuestro país en particular, crecerán  económicamente es un dato que nos alegra porque en general creemos, como lo hace la teoría económica clásica, que a mayor crecimiento económico, las personas vivirán mejor. El argumento en el que se basa la teoría económica convencional es simple: el ingreso  que reciben las personas condiciona y limita las posibilidades de consumo y la satisfacción de diferentes necesidades. Por lo tanto, cuanto mayor sea el ingreso, mayor será la posibilidad de consumir, satisfacer las necesidades y por lo tanto, la satisfacción con la vida será mayor.  La mayoría de la evidencia, al menos a nivel individual, muestra que esta relación es correcta[i] . Sin embargo, la discusión no está saldada en torno a si vivir en un país rico conduce a mayores niveles de satisfacción con la vida,  lo que suele llamarse la “paradoja de Easterlin”[ii] , y tampoco sobre si el crecimiento económico produce mayores niveles de felicidad, denominado la “paradoja del crecimiento infeliz”[iii]. Si esta paradoja es correcta, el crecimiento reciente de América Latina no debería producir mayores niveles de satisfacción entre sus habitantes, sino por el contrario, insatisfacción. Los ciudadanos que viven en países que están creciendo con mayor velocidad, principalmente los de América del Sur, deberían disminuir sus niveles de satisfacción a lo largo del tiempo, mientras que quienes viven en países que crecen a un ritmo más lento, se encontrarían en una mejor situación.

¿Están los uruguayos más satisfechos con su vida ahora que hace dos años? Los datos de la encuesta del Barómetro de las Américas 2010 indican que sí. En la encuesta se preguntó por el nivel actual de satisfacción con la vida y también qué tan satisfecha se sentía la persona dos años antes[iv]. El gráfico muestra los valores que se obtienen de restar la satisfacción promedio de cada país en el 2008 a la satisfacción del 2010.  Uruguay es el país de la región donde la satisfacción con la vida más aumentó entre estos dos años, en segundo lugar se encuentra Brasil y en tercer lugar Paraguay. La “paradoja del crecimiento infeliz” parece no cumplirse para estos países, ya que los tres se encuentran entre los que presentan tasas más altas de crecimiento en la región.


A pesar de que somos el país que más aumentó su nivel de satisfacción, no estamos entre las poblaciones de América Latina más satisfechas. El ranking lo encabezan Brasil, seguido de Costa Rica, Venezuela y Panamá. Uruguay se encuentre en el puesto número 8[v].

El valor de estas investigaciones radica en que nos muestran que la asociación entre crecimiento económico y riqueza por un lado, y satisfacción de los ciudadanos con su vida, no es tan lineal. Muchos de los factores que más inciden en la satisfacción son de índole económico: la evaluación de la situación económica personal, el nivel de riqueza del hogar, y el desarrollo económico del país donde se vive, pero otros no. La satisfacción con la vida es sensible a qué tan seguras se sientan las personas en la comunidad donde viven, a qué tan extendida piensan que está la corrupción, a qué tanta confianza le tienen a sus vecinos, y  hasta a cómo evalúan el desempeño del presidente[vi]. Todas estas variables, que suelen estar ausentes en los tradicionales diagnósticos sobre la situación de América Latina, impactan en el estado de ánimo de los ciudadanos, y como tales deberían incorporarse a cualquier discusión sobre el futuro de la región y nuestro país en concreto. En otras palabras, el crecimiento sólo no alcanza. El dato del 6% es una buena noticia, pero es una condición necesaria, no suficiente, para mejorar la vida de la gente.

Rosario Queirolo


[i] Ver: Bruno, Fredy S. y Alois Strutzer. 2002. Happiness and Economics. Princeton, NJ, Princeton University Press; Di Tella, Rafael y Robert MacCulloch. 2008. “Gross National Happiness as an Answer to the Easterlin Paradox?” Journal of Development Economics (86): 22-42; Graham, Carol. 2009. Happiness Around the World: The Paradox of Happy Peasants and Miserable Millionaires. Oxford, New York, Oxford University Press;  Inglehart, Ronald y Hans-Dieter Klingemann. 2000. Genes, Culture, Democracy, and Happiness. Culture and Subjective Well-Being. Edición. Ed. Diener y Eunkook M. Suh, Cambridge, Mass MIT Press; y Stevenson, Betsey  y Justin Wolfers. 2008. “Economic Growth and Subjective Well-Being: Reassessing the Easterlin Paradox.” Brookings Papers on Economic Activity (Spring): 1-87.
, Inglehart y Klingemann 2000, , Stevenson y Wolfers 2008,; Di Tella y MacCulloch 2008
[ii] Easterlin encontró que la relación clásica sólo se cumple a nivel individual, ya que el bienestar subjetivo varía directamente con el ingreso de cada uno pero inversamente con el ingreso de los demás y, por lo tanto, vivir en un país de ingresos altos, no necesariamente repercute positivamente en el nivel de satisfacción con la vida. Ver: Easterlin, Richard. 1995. “Will Raising the Incomes of All Increase the Happiness of All?” Journal of Economic Behavior and Organization 27: 35-47.
[iii] La “paradoja del crecimiento infeliz” plantea que aquellos países que crecen más rápido presentan niveles más bajos de satisfacción con la vida porque cuando el crecimiento se da en forma rápida, las expectativas y aspiraciones de los individuos también aumentan, pero no siempre logran satisfacerse con la misma velocidad, y es esa frustración de aspiraciones la que genera insatisfacción con la vida. Ver: Lora, Eduardo. 2008. Calidad de Vida. Más allá de los Hechos. Banco Interamericano de Desarrollo y Fondo de Cultura Económica.
[iv] Las preguntas que se realizaron fueron las siguientes: “En esta tarjeta hay una escalera con gradas numeradas del cero al diez. El cero es la grada más baja y representa la peor vida posible para usted. El diez es la grada más alta y representa la mejor vida posible para usted. ¿En qué grada de la escalera se siente usted en estos momentos?” y “¿En qué grada diría usted que se encontraba hace dos años, es decir, en el 2008?”. www.lapopsurveys.org
[v] Corrales, Margarita. 2011. “La economía de la felicidad en las Américas” Perspectivas desde el Barómetro de las Américas: 2011. Número 58. Nashville: Vanderbilt University
[vi] Corrales, Margarita. 2011; y Mitchell A. y Dinorah Azpuru. 2001. Las dimensiones y el impacto político de la delincuencia en la población guatemalteca. Población del istmo 2000: Familia, migración, violencia y medio ambiente, editado por Luis Rosero, 277-306. San José: CPP-Universidad de Costa Rica. 

La caricatura es tomada de: http://cristiancaricaturas.blogspot.com/2011_08_22_archive.html

Una muy peleadora reflexión electoral sobre las propuestas en educación, o de cómo somos el perro que se persigue la cola

Autor: Pablo Menese Camargo Advertencia Soy sociólogo. Perdón. Advertencia adicional En febrero, me propusieron escribir para Razones...