Hace algunos días se anunció públicamente la puesta en producción del Sistema de Información Integrada para el Área Social (SIIAS), un proyecto que lleva ya varios años de trabajo y ha implicado el esfuerzo coordinado de los principales organismos públicos del área social. Básicamente y en forma simplificada, lo que el SIIAS hace es integrar los registros de beneficiarios de los organismos públicos a partir del número de cédula de identidad.
La noticia pasó desapercibida pero quiero en esta nota destacarla por varias razones.
La idea del SIIAS es bastante simple pero muchas han sido las trabas por las que históricamente el país había tenido dificultades para avanzar en esta dirección. La menos importante, los costos de construir un sistema informático potente y versátil, que permitiera el manejo de la información a nivel individual y también que habilitara el uso de indicadores agregados. La más importante, la voluntad política de ceder una “fuente de poder” (los datos) y también una cierta paranoia a que los datos personales de los beneficiarios de las políticas públicas “salieran” de las computadoras y la oficinas de cada organismo y que fueran a parar a manos de un “Gran Hermano” estatal del área social.
Pero no todo en las posiciones que durante mucho tiempo retrasaron el proceso son paranoia y pereza política. Hay otros tres argumentos quizá menos importantes pero que tocan directamente el compromiso de una por destacar hoy esta noticia: El primero es que quienes promueven proyectos de este tipo –básicamente un ejército de sociólogos, economistas e informáticos- tienen una avidez maquiavélica por tener datos que después no saben para qué usar. El segundo es que los datos no reflejan adecuadamente la compleja realidad de cada beneficiario. El tercero, ¿por qué el estado quiere saber todo sobre los pobres y no sobre los ricos?
Quisiera aclarar algunas cosas:
En mi opinión, es una muy buena noticia que el país hay resuelto superar –no sin un arduo y lento trabajo político y legal- los dos principales obstáculos –pereza política y paranoia- que han bloqueado por años la idea que el SIIAS logró hacer realidad e ir “al hueso” de los problemas y conflictos que cerraban la posibilidad de integrar esta información. Esto ha permitido dar un paso importante hacia el bien público, con el estado como garante fundamental y con la autoridad social del MIDES a la cabeza.
Con este argumento, está claro que no hace falta responder en extenso a las frecuentes quejas que suelen aparecer ante iniciativas como el SIIAS. Baste con señalar:
1. Que las externalidades positivas de este proceso son evidentes. El uso de esta información permitirá conocer mejor qué está haciendo, como y a quién está llegando el sistema de protección social y cómo se combinan en los hogares y en el territorio los distintos dispositivos e intervenciones que se derivan de cientos de programas y políticas. También permitirá identificar mejor a la población objetivo de cada intervención social, ubicar las superposiciones virtuosas de las políticas y también las omisiones viciosas de cobertura. Hay demasiadas cosas que quienes hemos trabajado o trabajamos en la formulación y evaluación de políticas sociales creemos saber y que en realidad no sabemos. Y hay muchísimas cosas más que nunca supimos y que necesitamos saber para tomar mejores decisiones.
Ni que hablar del potencial que un sistema de este tipo –aunque ahora no se lo plantee como objetivo- tiene para la gestión de los registros que administra cada organismo público del área social (y que se alimentan del formulario que uno tiene que llenar, el certificado que tiene que presentar, la demostración de medios que tiene que acreditar).
2. Que los datos integrados en el SIIAS por supuesto no reflejan por completo la realidad de cada beneficiario. Para eso se requerirían otros datos, otras técnicas de recolección, otro enfoque. Pero hay una cosa que está clara: con una herramienta como el SIIAS es posible juntar las “partecitas” de registros desperdigadas por múltiples organismos y sistemas informáticos, y tener una visión más completa de las necesidades y la forma en que el sistema de protección social llega –o debería llegar- a cada individuo y a cada familia. Esto no es poca cosa.
3. Que el SIIAS tiene vocación de integrar registros universales y de hecho ya hoy lo hace. Eso no quita que la mayor parte de los datos –o los datos más completos- provengan de familias de menores ingresos, porque son ellas las que en mayor medida hacen uso de los beneficios, servicios y prestaciones públicas. Conocer más sobre a quienes, como y donde el sistema de protección social cubre a la población más vulnerable del país no es un deseo maquiavélico del estado uruguayo y de los organismos que hoy conforman el SIIAS, es una obligación.
Bienvenido Gran Hermano del área social…..