Foto: Sebastián Santana (Pantana) Serie Logística doméstica (https://sebastiansantana.com/ |
Desde el inicio de la
pandemia provocada por la expansión del coronavirus, a nivel global se plantea
la preocupación por los impactos negativos que las medidas de confinamiento y
sus efectos inmediatos tienen sobre las mujeres[i].
Una de las dimensiones en que estos impactos son visibles es la desigualdad en
la distribución del trabajo no remunerado entre hombres y mujeres. El
confinamiento y el cierre temporal de los centros educativos, así como las
necesidades adicionales de cuidado de adultos mayores y la imposibilidad de
contar en muchos casos con referentes cuidadores fuera de la familia nuclear
han llevado a un aumento de la carga de trabajo no remunerado y ésta recae
principalmente sobre las mujeres.[ii].
En
Uruguay, el punto de partida para atravesar una crisis como la actual es
complejo. Las desigualdades laborales y
de autonomía de ingresos, de sobra conocidas y documentadas, tienen un vínculo
directo con la distribución desigual del trabajo no remunerado al interior de
los hogares y con normas y creencias que lamentablemente están todavía muy
arraigadas en la sociedad uruguaya.
Muchos estudios muestran que, pese a la tendencia
sostenida de aumento de la participación laboral femenina en las últimas
décadas, las mujeres siguen manteniendo la jornada laboral no remunerada al
interior de sus hogares. La diferencia en la carga de trabajo renumerado de las
mujeres respecto a la de los hombres es muy marcada y se pone de manifiesto tanto
en las tareas domésticas (como la limpieza, hacer las compras, etc) como en el
trabajo de cuidado de personas dependientes. No solo son más las mujeres que
realizan este tipo de trabajo en comparación con los hombres, sino que el
tiempo que dedican a ese trabajo es mayor[iii].
La presencia de cónyuges y de hijos/as aumenta esa carga y es mucho mayor
cuando los niños y niñas son más pequeños. También existe un predominio
femenino en la tarea de llevar a los niños y niñas a actividades de cuidado y
una naturalización de los costos de tiempo de realización de actividades como
llevar a los niños al médico[iv] y
del cuidado que realizan las madres cuando no hay clases o el niño se enferma[v].
Finalmente, existe un bajo involucramiento de los padres en el cuidado de los
niños cuando éstos viven solo con su madre. Como se analiza en un estudio
reciente[vi],
tres de cada cinco padres en esta situación no participan en el cuidado regular
de los niños y uno de cada tres solo los ve algunas veces al año o no tiene
contacto con ellos.
Los
datos de la Encuesta sobre Niñez, Uso del tiempo y Género realizada después de
iniciada la crisis del Covid-19 en Uruguay muestran que previo a la pandemia
las mujeres y los varones destinaban 6,9 y 3,9 horas diarias de trabajo no
remunerado. Con la emergencia sanitaria y el confinamiento las mujeres destinan
8,1 horas y los varones 4,6 horas. Aunque en el promedio, la brecha género se
mantuvo prácticamente incambiada, la brecha de género en la carga total de
trabajo (que incluye trabajo remunerado + trabajo no remunerado) aumentó en
forma marcada. Adicionalmente, el incremento en la cantidad de tiempo de las
mujeres fue similar entre estratos sociales, pero el de los varones no. En los
sectores menos educados, la cantidad de horas que los hombres dedican hoy al
trabajo no remunerado no varió respecto al escenario pre-pandemia. Como
resultado, la brecha de género en esos sectores no solo no disminuyó sino que
aumentó. Finalmente, la encuesta también
revela cifras preocupantes de percepción de sobrecarga entre las mujeres, lo
que paradójicamente contrasta con un nivel de conformidad relativamente alto
con cómo se están distribuyendo las tareas del hogar en esta crisis sanitaria[vii].
Como se ha señalado ya en varias notas de Razones y
Personas[viii],
las preferencias de las mujeres y los hombres sobre los roles que deben tener
unos y otros juegan un papel central en las decisiones laborales y de
organización del cuidado. La cultura y las normas sociales relativas a los
roles de género, así como los estereotipos de género, moldean esas preferencias
y también imponen límites y constreñimientos para las decisiones individuales.
La evidencia que existe en Uruguay sobre
este tema no es alentadora. Por un lado, según la Encuesta Nacional sobre Representaciones de Cuidado[ix] la
gran mayoría de la población uruguaya entiende que idealmente los niños
pequeños deben ser cuidados en su domicilio y por familiares cercanos, en
contraste con la opción de cuidado en centros externos. También se evidencia “el mandato de género respecto al rol
cuidador en la identidad femenina, que trasciende las distintas posiciones
sociales de las mujeres” [x]. Por otro lado, aunque en las últimas décadas
la opinión favorable respecto a que una mujer pueda tener hijos sin mantener
una relación estable ha aumentado, todavía existen importantes sesgos en la
forma en que la sociedad uruguaya ve a las mujeres y su posibilidad de ser
igual de exitosas que los varones en el plano político, educativo, y económico.
También se observan sesgos en la percepción que la sociedad tiene sobre la integridad
física de las mujeres, lo que incluye sus derechos reproductivos y la violencia
de género[xi].
Con
este panorama, en el contexto actual de pandemia, no hay que olvidar que los
valores, creencias y preferencias se traducen en decisiones y comportamientos
que perjudican en forma sistemática a las mujeres. Esto es inaceptable no solo
desde un enfoque de derechos, sino ineludible si se considera que la
desigualdad de género está en la base de desigualdades estructurales muy
profundas, como la mayor incidencia de la pobreza en hogares con niños -y los
efectos que esto tiene para el desarrollo de las futuras generaciones- y la
mayor vulnerabilidad de parejas jóvenes y mujeres jóvenes con baja calificación
y con niños pequeños. El shock que ha generado
la emergencia sanitaria reafirma la urgencia de seguir intentando modificar las
preferencias y creencias de los uruguayos, poniendo especial foco en lo que
ocurre al interior de los hogares.
Los países que más han avanzado en esta línea han
construido sistemas de bienestar que no sólo facilitan la conciliación entre
vida laboral y familiar sino que inciden en forma directa sobre la distribución
de tareas entre hombres y mujeres dentro de los hogares. Esto involucra, por
ejemplo, políticas que contribuyan a moldear y cambiar las percepciones y
creencias, como la expansión de la cobertura y de la jornada horaria en servicios
de cuidado para población dependiente, incluyendo servicios de cuidado infantil
externo, centros de día para el cuidado de la población adulta mayor, o la
expansión de licencias parentales y establecimiento de un beneficio exclusivo
para los padres (daddy quotas), que solo puede ser usado por ellos (no
transferible a las madres)[xii].
También implica seguir avanzando en las cuotas que garantizan presencia
femenina en la política y en cargos jerárquicos relevantes dentro de la
estructura de gobierno. Más allá de esto, sin embargo, también es preciso
modificar y combatir los discursos institucionales que, pese a los avances,
todavía denotan profundos sesgos de género y que son visibles cotidianamente en
la experiencia de los ciudadanos en los servicios públicos, los lugares de
trabajo, el espacio urbano. Estos sesgos son una expresión más de la
desigualdad invisible que tiene lugar puertas adentro de los hogares y sólo
medidas claras y sostenidas en el tiempo pueden, de a poco, contribuir a romper
con esas pautas.
[i] Ver, por ejemplo, https://www.theigc.org/blog/covid-19-and-the-impact-on-women/
y UN (2020) Policy Brief: The Impact of COVID-19 on Women. https://www.unwomen.org/en/digital-library/publications/2020/04/policy-brief-the-impact-of-covid-19-on-women
[ii]
UN (2020) Policy Brief: The Impact of COVID-19 on Women. https://www.unwomen.org/en/digital-library/publications/2020/04/policy-brief-the-impact-of-covid-19-on-women
[iii] Entre otros, Batthyány, K. (2004). Cuidado
infantil y trabajo ¿Un desafío exclusivamente femenino? CINTERFOR/OIT;
Aguirre, R. (2009). Las bases invisibles del bienestar social. El trabajo no
remunerado en Uruguay. UNIFEM; INE, UNIFEM, INMUJERES, & UDELAR.
(2008). Uso del tiempo y Módulo de la en el Uruguay trabajo no remunerado
Encuesta Continua de Hogares. INE. Batthyány, K. (2015). Los tiempos del
cuidado en Uruguay. En Batthyany K. Ed Los tiempos del Bienestar social.
Género, trabajo no remunerado y cuidados en Uruguay. Doble Click;
Batthyány, K., Genta, N., & Perrota, V. (2013). La población uruguaya y
el cuidado. Análisis de las representaciones sociales y propuestas para un
Sistema de Cuidados en Uruguay. Sistema Nacional de Cuidados; Batthyány,
K., Genta, N., & Perrota, V. (2015). Uso del tiempo y desigualdades de
género en el trabajo no remunerado. En Batthyany K. Ed Los tiempos del
Bienestar social. Género, trabajo no remunerado y cuidados en Uruguay.
Doble Click.
[iv] Hernández, D., & Rossel, C. (2018). ¿Quién
cuida en la ciudad? Tiempos de espera en los servicios de salud pediátrica
públicos y privados en Montevideo. Serie Asuntos de Género 151, CEPAL.
[v] Méndez, L. y
Sánchez, G. (2020) COVID y disparidades de género en cuidados en la primera
infancia. Disponible en http://fcea.edu.uy/images/dto_economia/Blog/COVID_y_disparidades_de_g%C3%A9nero_en_cuidados_en_la_primera_infancia.pdf
[vi] Méndez, L. y
Sánchez, G. (2020) COVID y disparidades de género en cuidados en la primera
infancia. Disponible en http://fcea.edu.uy/images/dto_economia/Blog/COVID_y_disparidades_de_g%C3%A9nero_en_cuidados_en_la_primera_infancia.pdf
[vii] UNICEF y ONU/MUJERES (2020) Encuesta
sobre niñez, uso del tiempo y género. Disponible en https://www.gub.uy/sistema-cuidados/sites/sistema-cuidados/files/documentos/noticias/Resultados%20Encuesta%20uso%20del%20tiempo-%20Mayo%202020%20-%20Unicef%20y%20ONU%20Mujeres.pdf
[viii] Ver por ejemplo, la nota de Natalia
Nollenberger Actitudes
hacia las mujeres, cultura y eficiencia del gasto público
del 12 de marzo de 2015
[ix] Ver Batthyány, K., Genta, N., &
Perrota, V. (2012) La población uruguaya y el cuidado: Persistencias de un
mandato de género Encuesta nacional sobre representaciones sociales del
cuidado: Principales resultados. CEPAL, Serie Mujer y desarrollo. En: https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/5846/1/S1200779_es.pdf
[x] Ibdem, pag 68.
[xi] Datos del Gender
Social Norms Index (GSNI) para Uruguay muestran que 28.6% de la población tiene
sesgos respecto a la dimensión política, 34.3% respecto a la dimensión
económica, 9.2% respecto a la dimensión educativa y 51.4% respecto a la
dimensión de integridad física. Ver: http://hdr.undp.org/en/gsni
[xii] Ver por ejemplo Ray,
R., Gornick, J., & Schmitt, J. (2008). Parental
Leave Policies in 21 Countries. Assessing Generosity and Gender Equality.
Washington D.C.: Center for Economic and Policy Research.