Imagen: Graffiti de Bansky-Pollard Street CC BY-NC-SA 2.0 |
La denominación “Generación 83” se utiliza para distinguir a un grupo variopinto de estudiantes universitarios y de enseñanza media que iniciaron su vida política y gremial en torno al año 1983, un año clave de movilización social en Uruguay en torno a reclamos vinculados a los inicios de la transición democrática. Como hitos emblemáticos de movilización en los que esta generación jugó un rol destacado precisamente en dicho año, cabe mencionar el acto del 1ero de mayo, una concentración masiva convocado por el Plenario Intersindical de Trabajadores (con CNT aun ilegalizada), y la marcha de la Semana del Estudiante, el 25 de setiembre, promovida por la recientemente creada ASCEEP (Asociación Social y Cultural de Estudiantes de la Enseñanza Pública). Las primeras referencias directas a esta “generación” aparecen de forma algo difusa con la reapertura democrática hacia fines de 1984 y principios de 1985, cuando aún estaba en proceso de definir su “personalidad”, pero en los últimos años, “la Generación 83” ha sido evocada en repetidas ocasiones tanto por parte de la prensa como de la academia para aludir a dicha generación, confirmando así que ese rótulo se ha ganado ya un merecido lugar en la memoria colectiva. Por citar dos ejemplos cercanos, se refirió a ella en varios medios en el contexto de una declaración pública por la situación en Venezuela y más recientemente cuando un grupo de veinte integrantes de dicha generación se nuclearon en torno a la candidatura de Bergara.
Las generaciones están constituidas por personas que han vivenciado ciertos hitos, eventos y experiencias sociohistóricas comunes, que les han conferido una inscripción identitaria compartida y que son asumidos como “marcas” identitarias por quienes la integran. En el caso de la generación del 83, la misma le debe su nombre a la Semana del Estudiante, que fuera organizada entre el 17 y el 25 de setiembre de 1983, constituyéndose en uno de los hitos más emblemáticos en la apertura democrática del Uruguay. Dicha semana, se enmarcó estratégicamente en los preparativos del Año Internacional de la Juventud, establecido por la Asamblea General de la ONU para 1984, y contó con el aval y el apoyo activo de varias embajadas[1]. La ASCEEP, junto con la “Coordinadora de Revistas”, que nucleaba a varias publicaciones estudiantiles que pulularon en las facultades de la universidad y también de secundaria por aquellos años, fueron las principales organizadoras de la Semana que culminó con una gran movilización, acompañada por un caceroleo y un apagón. Dicha movilización partió de la Universidad de la República, prosiguió por 18 de Julio hasta Bulevar Artigas, y de ahí hasta el estadio Luis Franzini, donde se cerró con un acto masivo, que se estima reunió unas 70.000 personas[2]. En dicho acto, que fue monitoreado de cerca por la Dirección de Información e Inteligencia, varios dirigentes de ASCEEP se sucedieron en la lectura de la proclama “Manifiesto por una enseñanza democrática”.
En los estudios sobre movimientos sociales se suele referir a ciclos de protesta como momentos en que las ventanas de oportunidades políticas se “abren”, se activan alianzas de actores sociales distintos y se produce una irrupción de protesta social, que primero crece y se radicaliza y luego decae, sea porque logran sus cometidos, porque son duramente reprimidos o porque se institucionalizan (Tarrow 1989). Según della Porta (2014), el divorcio entre los estudios de transiciones democráticas y los de movimientos sociales han sido la tónica dominante a nivel mundial ya que, en general, han predominado las miradas centradas en lo político-partidario, con un énfasis marcado en las negociaciones pactadas por parte de las elites nacionales. Inclusive, con frecuencia, los movimientos sociales fueron mirados con recelo por temor a que pudieran poner en jaque una estabilidad en construcción y generalmente inestable. Como bien sabemos, Uruguay no ha sido la excepción con los estudios de la transición más relevantes del momento con un marcado sesgo partidocéntrico, aunque es menester señalar que esta mirada se ha venido enriqueciendo en los últimos años con enfoques y estudios más centrados en otros actores sociales y culturales. Si uno lee la prensa de aquel momento (en este caso, el semanario Búsqueda), vemos que en setiembre se observa un pico de eventos de protesta y acontecimientos ligados a la vida estudiantil en el contexto de la mencionada Semana del Estudiante. Ya el siguiente año, cuando paulatinamente comienza a reorganizarse la política universitaria, los eventos reportados dan cuenta de un progresivo proceso de institucionalización e ilustran, aunque a través de los números reducidos, un aumento en los eventos relacionados con la política universitaria. Cabe, en todo caso, consignar un claro sesgo de los eventos reportados en la gran prensa, destacándose aquellos que tuvieron más visibilidad o relevancia pública, sea por la naturaleza de las demandas, por su significatividad o por su participación masiva.
Parece obvio que la Semana del Estudiante y los eventos culturales y políticos que se suscitaron en torno al mes de setiembre de 1983 no surgieron por generación espontánea. La visibilidad y el crecimiento de esta generación de estudiantes también fue posible gracias a un entretejido de espacios de socialización informales y significativos (como ser los asados, las murgas, las bienvenidas a nuevas generaciones, las actividades deportivas, los bailes, las academias y las cooperativas de apuntes), que supieron cumplir la función de gestar una identidad colectiva y generacional que, en definitiva, resultó ser clave para las movilizaciones públicas más masivas, tal como sus propios protagonistas lo reconocerían en aquel momento (Markarian, Jung y Wschebor, 2009) y lo revindicarían luego, años más tarde. Estos espacios no son adecuadamente recogidos por la prensa nacional, pero pueden ser no obstante rastreados en las revistas estudiantiles de la época.
Finalmente, esta generación se modeló contraponiéndose a la imagen de lo que algunos llamaron la “generación del silencio”, para referir a las generaciones inmediatamente precedentes. El propio Manifiesto dice, “No somos la generación del silencio, quisieron que fuéramos la generación del silencio, pero como siempre, los autoritarismos fracasan” [3]. Las revistas, que aparecen como un vaso comunicante privilegiado de esta generación, están plagadas de referencias al nacimiento de “una nueva generación”, que buscó diferenciarse de sus directas antecesoras y, en especial, distanciarse de esa idea del “silenciamiento” que se le había impuesto y contra la que con tanto énfasis se rebelaron. Con el pasar de los años, sus integrantes también se diferenciarían de las siguientes generaciones, así, por ejemplo, la denominada “dionisiaca” por Bayce, en su estudio sobre las generaciones en la transición. En el contexto de un taller organizado por el Foro Juvenil con cuarenta militantes estudiantiles del período 1983-1990[4], los militantes de esta generación utilizaron las siguientes expresiones para describir a los recién a las generaciones recién llegadas al campo de la política universitaria: “Hoy hay apatía, falta de conciencia y de combatividad” (Estudiante de derecho); “Realmente no sé bien que piensan pero parecen más espontáneos y menos atraídos al pasado que nosotros” (Estudiante de química); “No descuidan su vida persona y no están dispuestos a sacrificarse por alternativas colectivas” (Estudiante de Derecho).
El nombre “Generación 83” se aplica entonces, de forma más o menos laxa, a un conjunto de individuos que ingresaron a la actividad política y gremial en los albores de la transición democrática, y que participaron activamente en varias manifestaciones y ámbitos de militancia social y política, aún con trayectorias de militancia diversas (incluyendo estudiantes provenientes de la militancia clandestina y pertenecientes a un variado abanico político- ideológico). A la generación de estudiantes que protagonizó la Semana del Estudiante se fueron sumando generaciones posteriores que jugaron un papel decisivo en la transición universitaria, y que luego se fueron insertando en algunos casos en la política nacional durante la restauración democrática, por ejemplo, a través de la participación en instancias como la Concertación Nacional Programática (CONAPRO).
En un artículo reciente, la ya mencionada politóloga Donatella della Porta (2014) analiza varios casos de transiciones democráticas en el mundo y sus vínculos con los movimientos sociales, y sostiene que la teoría de movimientos sociales puede ofrecer un lente interesante para comprender cómo las características de los movimientos durante las transiciones impactan la calidad democrática posterior. Esto podría ser una incitación para seguir profundizando empíricamente estas interrelaciones entre movimientos sociales y calidad democrática en nuestro país, y, por qué no, a hacerlo en clave comparada.
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Nota: La información sobre la “Generación 83” fue extraída de la reseña realizada para el AGU y utilizada con previa autorización. Para ver otras reseñas acceder en la página de Historias Universitarias. Los eventos de protesta para el periodo 1983-1984 fueron sistematizados por Vania Markarian en su trabajo “Transicion y Reinstitucionalizacion Democratica en la Udelar (1983-1985)”.
Bibliografía
della Porta, d. (2014). “Cycles of Protest and the Consolidation of Democracy”, Partecipazione e Conflitto, 7(3): 447-468
González Vaillant, Gabriela (2018). “Entre los intersticios de la democracia: las revistas estudiantiles, la universidad uruguaya en transición y las pujas políticas por los significados de la democracia” en Revista de Historia Social y de las Mentalidades. Vol. 22 Núm. 2
Jung, Maria Eugenia. (2011). “La reorganización del movimiento estudiantil y la restauración democrática en la UDELAR. 1980-1983” En Revista Encuentros Uruguayos, Año IV, Número 4, diciembre 2011
Markarian, V., Jung, M. E., & Wschebor, I. (2008). 1983: La generación de la primavera democrática. Aniversarios Universidad de la Republica 1983-2008. Volumen 5, (Archivo General de la Universidad de la República, 2009)
Porrini, R. (2012), “A veintinueve años de la marcha del estudiante de 1983: Obreros y estudiantes” en Trabajo & Utopía (órgano de difusión del PIT-CNT elaborado por el Instituto Cuesta-Duarte).
Semana 83. Memoria de Semana 83: Historias de la Resistencia. Memoria para Armar: Editorial Senda.
Tarrow, S. (1989), Democracy and Disorder: Protest and Politics in Italy, 1965–1975, Oxford: Oxford University Press.
Bibliografía
della Porta, d. (2014). “Cycles of Protest and the Consolidation of Democracy”, Partecipazione e Conflitto, 7(3): 447-468
González Vaillant, Gabriela (2018). “Entre los intersticios de la democracia: las revistas estudiantiles, la universidad uruguaya en transición y las pujas políticas por los significados de la democracia” en Revista de Historia Social y de las Mentalidades. Vol. 22 Núm. 2
Jung, Maria Eugenia. (2011). “La reorganización del movimiento estudiantil y la restauración democrática en la UDELAR. 1980-1983” En Revista Encuentros Uruguayos, Año IV, Número 4, diciembre 2011
Markarian, V., Jung, M. E., & Wschebor, I. (2008). 1983: La generación de la primavera democrática. Aniversarios Universidad de la Republica 1983-2008. Volumen 5, (Archivo General de la Universidad de la República, 2009)
Porrini, R. (2012), “A veintinueve años de la marcha del estudiante de 1983: Obreros y estudiantes” en Trabajo & Utopía (órgano de difusión del PIT-CNT elaborado por el Instituto Cuesta-Duarte).
Semana 83. Memoria de Semana 83: Historias de la Resistencia. Memoria para Armar: Editorial Senda.
Tarrow, S. (1989), Democracy and Disorder: Protest and Politics in Italy, 1965–1975, Oxford: Oxford University Press.
[1] La semana de
Estudiantina: El Resurgimiento de una ilusión. Montevideo, del 24 al 30 de
Setiembre 1983-Recorte prensa
[2] Según Porrini (2012), los
informes de inteligencia hablan de una cifra más cercana a los 20.000: “A la
hora 16.45' comienza el acto con una presencia estimativa de 18.000'
personas, pudiéndose decir» que el 80% eran estudiantes, el 10% público y
el otro 10% restante obreros. “.
[3] Manifiesto por una Enseñanza Democrática,
leído en el Acto del 25 de septiembre de 1983. Archivo de la
Generación 83, AGU.
[4] Foro Juvenil:
Taller-"Razones y sinrazones del movimiento estudiantil universitario
(1983-1990)
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