Cuando ciertos
grupos se apropian desproporcionadamente de recursos públicos, la asignación de
los mismos no sucede de acuerdo a uno de dos criterios deseables: o bien para
políticas que generen derechos sociales universales (a la Esping Andersen,
decomodificación) (1); o bien para políticas que se focalicen en población con
cierto riesgo social. Éste es el caso de Uruguay en un conjunto amplio de
sectores de política pública, y en este ensayo propongo poner el lente en el
caso de la seguridad social.
Pero antes de
avanzar con el caso concreto, creo que es pertinente mirar para afuera y ver
que éste problema no es patrimonio exclusivo nuestro. Los países mediterráneos
-España, Portugal, Grecia e Italia- tienen niveles de extracción impositiva
similares –apenas por debajo- a los países nórdicos (Suecia, Finlandia, Noruega
y Dinamarca) y nor-continentales (Alemania, Austria, Bélgica y Holanda). La
generosidad de sus sistemas de bienestar –entendida como el ratio de gasto en bienestar
y seguridad social sobre PBI- es también similar a la de estos otros países.
Sin embargo, sus niveles de desigualdad luego de impuestos son similares a los
registrados por los países denominados liberales -USA, UK, Nueva Zelanda,
Canadá y Australia- (Figura 1). Esta “enfermedad mediterránea” en materia de
efectividad en el gasto social, propongo, está en la base del problema
distributivo en nuestro país.
La “enfermedad
mediterránea” hace que el esfuerzo redistributivo se vea mitigado por la
apropiación desproporcionada de beneficios por parte de grupos poderosos (según
su capacidad de lobby). Esta situación responde mayormente a razones históricas
asociadas a cómo se fue construyendo el modelo de protección, vinculado a un
modelo productivo ya perimido. La enfermedad persiste debido al poder y capacidad de negociación
actuales de las corporaciones que defienden derechos adquiridos frente al
sistema político.
*Círculos
azules representan promedio para grupo de países en período 1990-2010 (Fuente: OCDE).
Corporatist (Suecia, Finlandia, Noruega y Dinamarca), Segmented-Corporatist
(Alemania, Austria, Bélgica y Holanda), Statist (España, Portugal, Grecia e
Italia), Meso-Communitarian (Japón y Korea), Liberal (USA, UK, Nueva Zelanda,
Canadá y Australia).
Un síntoma
importante puede identificarse en materia de seguridad social. Mientras la
agenda se centra en el tema de las desafiliaciones de las AFAP y sus altas
comisiones, no estemos discutiendo el problema de las cajas para-estatales, el
verdadero elefante en el bazar de la seguridad social (2). No nos proponemos
revisar el hecho de que importantes sectores con ingresos medios y medios altos
ahorren entre ellos mismos, sin aportar al BPS (algo que los afiliados a la
AFAP sí hacen). Peor aún, el hecho que algunas de las cajas tengan mecanismos
de imposición directa a la población (que en su mayoría no se beneficiará de
una jubilación por una caja) a través, por ejemplo, de los timbres
profesionales.
Este escenario presenta tres problemas de
redistribución regresiva. Uno de ellos es el problema no menor de la necesidad que
algunas de éstas cajas han tenido (y posiblemente tendrán) de ser inyectadas
con fondos públicos para hacer frente a sus obligaciones (que es otro aporte
que la sociedad hace a sectores particulares que no califican en el segundo
criterio deseable propuesto en el primer párrafo). El otro es el problema de la
imposición directa a la ciudadanía. Aún un tercer problema es la segmentación
en el ahorro. Esto empobrece por tres vías a los sectores medios y medios bajos
de nuestra sociedad: primero desvía gasto público para focalizarlo en sectores
más altos. Segundo reduce capacidad de ahorro de hogares por el pago de
impuestos directos destinados a financiar el ahorro de estos sectores. Tercero,
empobrece el mecanismo de ahorro intergeneracional del BPS. Ésta discusión no
está presente, por lo que entiendo que no tenemos en nuestra agenda el
necesario debate sobre el problema de la seguridad social y, más ampliamente,
sobre el problema de esta “enfermedad mediterránea” que empobrece (y
eventualmente fatigará) nuestro esfuerzo redistributivo.
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(1)
Gøsta
Esping-Andersen, The Three Worlds of
Welfare Capitalism, Princeton University Press, 1990
(2) En mi opinión es razonable instrumentar un mecanismo de salida de las
AFAP para quienes así lo deseen, siempre y cuando esto no afecte el aporte que
deben hacer al BPS. Asimismo, la comisión que las AFAP cobran debiera bajarse y
eventualmente atarse la rentabilidad.
Caricatura
de portada es obra del genio creativo del dibujante rumano Dan Perjovschi (http://www.perjovschi.ro/)