Matías Brum
Mauricio De Rosa
En este post resumimos un
trabajo que recientemente publicamos como
parte de la serie Aportes y análisis en tiempos de
coronavirus del Departamento de Economía de la
Facultad de Ciencias Económicas y de
Administración.
En dicho trabajo cuantificamos el
efecto de la contracción en los niveles de empleo e ingresos sobre la pobreza
en abril de 2020. Buscamos entender ¿cuántas personas han caído por debajo de
la línea de pobreza a partir de la pandemia? ¿Hasta qué punto las medidas
implementadas han logrado neutralizar estos efectos negativos? ¿Cuántos
recursos adicionales son necesarios para mantener la pobreza en los niveles
previos a la crisis? Para contestarlas, utilizamos los datos de la Encuesta
Continua de Hogares (ECH) y simulamos (i) el envío a seguro de paro de unos 140
mil trabajadores/as formales; (ii) la pérdida de empleo e ingresos para los
trabajadores/as informales y cuentapropistas en forma consistente con la
contracción prevista de la economía; (iii) las principales medidas paliativas
desplegadas por el gobierno. Simulamos en total 21 escenarios alternativos, que
varían en nivel de impacto agregado en la economía y en patrones de
distribución del shock negativo, arrojando resultados muy similares. Los
detalles de los escenarios alternativos y sus resultados cuantitativos están
explicados en el trabajo mencionado; en este post queremos presentar tres
conclusiones principales.
Primero,
el número de hogares y personas por debajo de la línea de pobreza se incrementa
rápidamente. En nuestro escenario central
(nuestro preferido), considerando
una caída de 3,5% del Producto Interno Bruto (PIB),[1] la incidencia de la pobreza aun incluyendo los efectos de las nuevas
políticas trepa al 11,6% (incremento de 3,1 puntos porcentuales) y se ubica
entre 11,2% y 12,1% dependiendo de los supuestos considerados. Esto representa
entre 94 mil y 127 mil personas que caen por debajo de la línea de pobreza, un
incremento del entorno del 35,6%.[2]
Segundo, las medidas implementadas
por el gobierno moderan levemente el aumento de la pobreza, pero son
insuficientes para contenerlo. Simulamos el efecto de la duplicación de la
Tarjeta Uruguay Social (por única vez, en dos pagos), duplicación de las
Asignaciones Familiares del Plan de Equidad (por única
vez en dos pagos, para quienes no reciben Tarjeta
Uruguay Social) y la entrega de una canasta de alimentos por valor $1.200.[3] En
promedio, este refuerzo de transferencias mensuales implementadas como
resultado de la crisis es $1.622 por hogar ($400 por persona), lo que
representa el 4% de los ingresos de los hogares destinatarios de las nuevas
políticas. Estimamos que las nuevas políticas de transferencias amortiguan el
incremento de la pobreza en torno a un 20%.[4]
Tercero, el aumento en la pobreza es
en gran medida mitigable. Aunque los efectos de mediano y largo plazo de la
pandemia sobre la pobreza y la desigualdad son aún inciertos y requerirán
un amplio abanico de políticas, el incremento de la
pobreza de corto plazo puede neutralizarse por medio de transferencias
monetarias. Si bien se necesitan más recursos para mantener a todos los hogares
afectados por encima de la línea de pobreza, los montos estimados no son
prohibitivos. Calculamos que mantener la pobreza en los niveles de 2019,
implica poco menos de mil millones de pesos mensuales adicionales (unos 22
millones de dólares mensuales). Desarrollar esta política por un año representa
un costo de 0,44% del PIB de 2019.[5] Si bien esta estimación depende de varios supuestos,
sugiere órdenes de magnitud que indican que una respuesta más próxima a los
desafíos impuestos por la crisis está dentro del alcance de las políticas públicas.[6]
Somos conscientes de que la
metodología empleada presenta limitaciones, que hemos procurado neutralizar
utilizando chequeos de robustez y considerando distintos escenarios posibles.
La información utilizada es incompleta e insuficiente, y la precisión de
nuestras estimaciones del impacto en la pobreza dependen en buena medida de la
propia precisión de las proyecciones de contracción económica existentes.[7] Sin
embargo, todas las estimaciones apuntan en un mismo sentido: (i) a partir de la
pandemia la pobreza crece muy rápidamente; (ii) las políticas paliativas
mitigan una parte minoritaria del
incremento de la pobreza; (iii) es posible
reducir en mucho mayor medida los efectos
negativos de la pandemia.
Por otra parte, entendemos que
nuestras estimaciones son importantes también en el marco de la “nueva
normalidad” a la que nos encaminamos, ya que es muy probable que no involucre
una reversión inmediata de la situación al escenario pre-crisis, sino más bien
una pausa en la profundización de la crisis. Vale decir, la “nueva normalidad”
probablemente siga involucrando efectos negativos sobre una parte importante de
la población. Además, la eventualidad de una estrategia de entrada y salida de
la modalidad de distanciamiento físico (on/off),
nos podría llevar rápidamente a escenarios como los simulados (en los que
las políticas públicas desplegadas tienen efectos positivos pero insuficientes,
y hacerlas más efectivas está al alcance).
Por último, nuestro trabajo tiene
por objetivo aportar insumos para el debate e informar a los hacedores de
política, de forma tal de brindar elementos de juicio que permitan alcanzar los
objetivos buscados. Claramente, otras instituciones del Estado cuentan con
información y recursos humanos para realizar estimaciones más precisas, que
verifiquen o ajusten nuestros resultados. Esperamos que, además de aportar a la
discusión en curso, este esfuerzo puntual se traduzca en un mejor monitoreo y un
mayor combate a la evolución de la pobreza en el marco de esta crisis.
Agradecemos
los comentarios de Maria Julia Acosta, Guillermo Alves, Carolina Campo Lupo,
Michel Godin, Horacio Rueda, Joan Vilá, Bibiana Lanzilotta, Ivone Perazzo,
Gabriela Mordecki y Andrea Vigorito. Agradecemos también a Rafael Guntín por
poner su código y datos a disposición pública. Todos los errores y omisiones
son de nuestra exclusiva responsabilidad.
[2] Aun en el escenario más
optimista la pobreza trepa dos puntos porcentuales, a 10,5% (70.356 personas
caen bajo la línea de pobreza).
[3] Cuantificamos el valor de las
nuevas transferencias montadas a partir de la crisis. Las transferencias ya
existentes ya están consideradas en el ingreso de los hogares. El subsidio por
desempleo se simula para cada trabajador/a afectado por la crisis y está por
tanto considerado en la simulación del shock a trabajadores/as formales.
[4] Es decir, en ausencia de
política unas 26 mil personas adicionales caerían por debajo de la línea de
pobreza, alcanzando una incidencia de 12,3%.
[5] Este tipo de erogaciones se
encuentra dentro del rango de magnitud de políticas desarrolladas en otros
países como respuesta a la crisis de la covid-19. Ver “Coronavirus en Uruguay: medidas
económicas a la talla y el aplanamiento coordinado de las curvas" de la serie Aportes y análisis en tiempos de pandemia
del IECON.
[6] En el
trabajo también simulamos los efectos de una duplicación de TUS y AFAM-PE,
propuesta en “Las políticas económicas y sociales
frente a la expansión de la pandemia de COVID-19: aportes para el debate”. Encontramos que dicha
propuesta implica una erogación adicional al costo actual de la política de
aproximadamente 400 millones de pesos mensuales, y permitiría reducir la
pobreza un 1,4% adicional (reduciéndola a 10,2%, 44.803 pobres menos). Esta
simulación muestra, además, el impacto inmediato que tiene ampliar el monto de
transferencias ya existentes en la
incidencia de la pobreza y de ahí su importancia central en el contexto actual.
[7] En el trabajo
realizamos un análisis de sensibilidad de resultados, mostrando cómo cambian
las estimaciones del escenario central
utilizando contracciones del PBI entre el 2,7% (pronóstico del Banco Mundial) y el 4%. Encontramos que cada 0,1%
adicional de contracción del PBI incrementa aproximadamente 0,21 puntos
porcentuales nuestra estimación de la incidencia de la pobreza.
Tomado de Razones y Personas. Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución 3.0 No portada.