Como en el boliche


A casi un año y medio de gestión de la “Administración Mujica”, se pueden identificar una serie de cuestiones relacionadas con la forma de gobernar del Presidente de la República que de alguna manera se han exacerbado en las últimas semanas.

En líneas generales, una característica de Mujica ha sido la de estar continuamente poniendo temas en la agenda política que muchas veces solo distraen la atención respecto a otro tema, prácticamente siempre a través de los medios, más precisamente en su programa de radio o mediante exclusivas a Búsqueda. Una particularidad de esta introducción de temas en la agenda, radica en que muchos de los mismos incluyen compromisos fácilmente medibles y difícilmente alcanzables, sobre todo si poco se hace para lograrlos. Para muestra un par de botones: la reforma del Estado, en la que “se le iba la vida” o la reducción de la pobreza a la mitad y la eliminación de la indigencia, donde la única medida de cierta envergadura parece ser la ampliación de la Tarjeta Alimentaria.

Pero en las últimas semanas se han incorporado o acentuado un par de elementos que hasta ahora quizás habían pasado más desapercibidos: 1- Mujica juega solo, y lo que es peor, deja en evidencia una seria falta de comunicación en la interna del gobierno. Me estoy refiriendo en este caso a los sucesivos episodios de desencuentros con diferentes ministros. 2- Por otro lado, muchas veces, y especialmente con el financiamiento de las políticas públicas, plantea “soluciones” que reflejan entre ingenuidad infantil y una especie de Julio Sánchez Padilla en Estadio Uno. Los impactos que estas acciones tienen, no sólo van por el lado de la desautorización a sus propios ministros (una actividad muy divertida es ver las pobres caras de algunos ministros intentando en ciertos casos dar vueltas de contorsionista para explicar que lo que en realidad dijo Mujica está en línea con la política que viene desarrollando su cartera) sino que también están dando cuenta de un descuido o deliberada ignorancia referidas a ciertas prácticas que dicen mucho de una gestión de gobierno, y de la estabilidad y sustentabilidad en el mediano plazo de cualquier tipo de iniciativa.

Repasemos brevemente un par de ellas, diferentes a las que están más que evidenciadas en las últimas semanas en torno a la anulación de la ley de caducidad entre otras. En primer lugar, las declaraciones a Búsqueda donde indica que “…si 500.000 uruguayos ponen 100 pesos cada uno (por mes durante dos años), el problema de la vivienda se solucionaría rápidamente" (http://www.elpais.com.uy/110526/ultmo-568939/ultimomomento/plan-juntos-gobierno-pide-que-la-sociedad-abra-el-bolsillo-/). Este tipo de planteos yo sólo los había visto en las reuniones de mi club de la Liga Universitaria, donde se buscaban alternativas para achicar el déficit y poder comprar pelotas. El problema radica justamente en que un gobierno no se puede gestionar como si fuera un club de barrio o un boliche. El gobierno del Frente Amplio tiene a su disposición herramientas impositivas mucho más efectivas y con capacidad redistributiva para institucionalizar una política pública que todavía no tiene aprobación parlamentaria. Pero en última instancia, esta puede ser considerada una más de las tantas salidas que muchas veces cuando se la plantea en una conversación en un grupo de amigos se termina diciendo “¿Y qué querés? Es el Pepe”.

El problema a mi entender comienza a manifestarse en toda su dimensión cuando se dan episodios como el ocurrido a mediados de este mes cuando Mujica almorzó junto con “Paco” Casal, Damiani y Alarcón (dueño de Tenfield, y presidentes de Peñarol y Nacional respectivamente). “Esa reunión se dio en un restaurante de la zona de Carrasco y en ella (…) fuentes cercanas a los participantes, integrantes de la empresa Tenfield explicaron a Damiani y a Alarcón por qué los derechos deben continuar en poder de la empresa de Casal. El presidente de la República avaló los dichos.” (http://www.180.com.uy/articulo/18949_Mujica-respaldo-a-Casal-ante-los-grandes). Esto es mucho más grave por varios motivos, pero fundamentalmente porque el señor Casal se encuentra actualmente en juicio con el Estado uruguayo, porque se estima que la deuda que esta persona mantiene con el fisco es la más grande de la historia del país. La señal enviada a la ciudadanía no es la mejor. Está más que claro que en el ejercicio del gobierno, los políticos a veces tienen que “comerse algún sapo”, pero no todos los sapos son iguales.

Pero además, esta reunión se produjo justamente al otro día de que el Ministro de Deporte declarar públicamente a favor de la independencia de la Asociación Uruguaya de Futbol a la hora de negociar los derechos de televisación de la selección y el campeonato local. Este posicionamiento de Lescano no era ni es menor, porque establece un cambio en la orientación que los sucesivos gobiernos democráticos tomaron en este tema, demasiado oscuro y fuertemente asociado a la corrupción lisa y llana. Lamentablemente, Mujica desautorizó a Lescano con sus acciones y no lo apoyó públicamente luego de los descalificativos hacia su persona que emitió un directivo de la empresa Tenfield.

El “como te digo una cosa te digo la otra” claramente no causa la misma simpatía en todos los casos. La indefinición, la falta de compromiso y la tibieza en política son quizás algunas de las peores características que un gobierno puede tener, entre otras cosas porque no se puede estar bien con dios y con el diablo.

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