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La reciente pandemia del COVID ha acaparado la
atención de los medios en los últimos meses. En este post propongo olvidarnos
un poco de ese tema y pensar más a largo plazo. En concreto, en el desarrollo
del Uruguay a largo plazo. Este post repasa algunos de los hallazgos más
recientes de la literatura en crecimiento económico, con el objetivo de
subrayar que la especialización productiva del país presenta varios desafíos
para el desarrollo de largo plazo que deben ser atendidos.
Por su geografía y naturaleza, Uruguay tiene
una ventaja comparativa evidente en la producción agropecuaria. Esto implica
que, en ausencia de esfuerzos concretos en la forma de políticas industriales o
comerciales, el mercado lleva a que Uruguay profundice su especialización en
esa producción. A pesar de tímidos intentos por parte de diferentes gobiernos, el
Uruguay siempre se mantuvo altamente especializado en bienes primarios. En la
actualidad, el país se sigue situando en lo más alto del ranking de países exportadores
de bienes agropecuarios. En 2014, la proporción del agro en las exportaciones
de bienes para Uruguay fue de 74%. Cerca nuestro encontramos países como
Etiopía o Malawi y ningún país con más de dos millones de habitantes tiene una
proporción mayor. Países que conocemos más como Argentina, Paraguay o Nueva
Zelanda presentan porcentajes de 55%, 67%, y 70% respectivamente.
Uruguay supo ser un país relativamente rico
basándose en la producción de lo que tiene mayores ventajas relativas para producir.
A principios del siglo XX la inserción internacional del país no era foco de
debate: el país exportaba exclusivamente productos agropecuarios y lograba un
alto nivel de riqueza en comparación con el resto del mundo. Hoy Uruguay no
entra en el club de los países ricos; se lo califica normalmente de país de
renta media. Hay gente para la cual este proceso de divergencia no es un problema mayor. Si ese es su caso, este post
probablemente no le interese. Si usted sigue leyendo, entonces es probable que
se esté preguntando si el problema está realmente en el agro: después de todo,
acabo de afirmar que cuando Uruguay fue rico era agroexportador, y que Nueva
Zelanda hoy tiene una proporción de exportaciones en esos bienes similar a la
de Uruguay. Estos son los puntos a analizar aquí: es especializarse en A un
problema? Y de serlo, por qué?
La actividad primaria está, como otras, sujetas
a vaivenes de corto plazo. No obstante, dispuestos a pensar el desarrollo de
nuestra economía en las próximas décadas, es importante conocer las tendencias internacionales
del sector en el largo plazo. Lo primero que hay que saber es que básicamente,
el mundo ha cambiado desde la época del esplendor económico uruguayo. Si bien
el comercio en productos agropecuarios representaba una parte importante del
comercio mundial a principios del siglo XX, su importancia ha caído
constantemente desde ahí. Hoy el comercio en productos agropecuarios está cerca
del 5% del comercio de bienes total en el mundo. En la siguiente gráfica se
muestra la tendencia de la participación de productos agropecuarios en el total
del comercio mundial.
Gráfico 1-Peso de los bienes agropecuarios en
el comercio global de productos
Fuente: elaboración propia en base a datos de UNCOMTRADE.
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El mensaje principal que se desprende de la
gráfica es que Uruguay se mantiene especializado en un negocio que achica su
importancia en el mundo. No sólo el número total importa sino también los
protagonistas. En 1910 las importaciones de las potencias industriales del
mundo, países como Estados Unidos y el Reino Unido, eran mayoritariamente en
productos agropecuarios[1].
Los mismos porcentajes en 2014 son de 11% y 7% respectivamente. Es importante resaltar
que los socios comerciales importan dado que la literatura crecientemente
resalta los potenciales derrames tecnológicos que existen entre socios
comerciales[2], además
de muchos otros tipos de externalidades.[3]
Al mantenerse Uruguay como una economía fuertemente agropecuaria se ha visto
forzada a modificar la composición de sus socios comerciales. Hoy los
principales destinos de nuestros productos agropecuarios son China y Brasil, es
decir, no son estos los productos que vendemos a los países más desarrollados
del mundo.
Uruguay está especializado en un negocio que se
achica. Si hay algo que nos ha ayudado es que la competencia dentro del rubro también
se reduce. Casi todas las economías que eran fuertes agroexportadores han
dejado de serlo. La gráfica que sigue muestra la evolución de las exportaciones
de bienes de algunos países para ilustrar este fenómeno. La tendencia se puede
encontrar en la gran mayoría de los países que han crecido sustancialmente, lo
que configura una parte del proceso que normalmente se conoce como cambio estructural.
Gráfico 2-Peso de los bienes agropecuarios en
las exportaciones de algunos países
Fuente: elaboración propia en base a datos de UNCOMTRADE.
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La literatura ha explorado bastante cuáles son
las razones de este patrón. Las principales razones se clasifican a grandes
rasgos en dos grupos. Por un lado, hay una razón tecnológica: los sectores
productivos crecen a tasas diferentes. Por lo que los sectores que crecen menos
tienden a reducir su peso si todo lo demás queda constante. Por otro, hay una
razón basada en la forma en que los consumidores toman decisiones, lo que afecta
la demanda que enfrentan los diferentes sectores.[4]
En la figura que sigue (perteneciente a Comin et al 2020) se muestra, para cada
sector, el crecimiento en valor agregado y la elasticidad-ingreso[5]
de su respectiva demanda usando datos de EEUU para el período 1980-2016. Uno de
los hechos salientes de esta gráfica es la fuerte correlación que existe entre
los dos valores. Esto implica que los sectores que crecen más fuertemente son
aquellos para los que la demanda también se agranda en la medida que los consumidores
son más pudientes. El otro hecho a remarcar a los efectos de este post es la
situación de los productos agropecuarios, que presentan un escaso dinamismo en el
crecimiento de la producción y a la vez, su demanda pierde peso relativo en la
medida que los ingresos de los hogares crecen.
Gráfico 3-Crecimiento de oferta y de demanda
por sector
Fuente: Comin et al (2020).
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Estos dos factores explican porqué los países
suelen abandonar la producción de bienes primarios durante su desarrollo. El
proceso de cambio estructural es una de las regularidades más comunes que se
observan en economías que crecen. Sin embargo, el cambio estructural no es tan
sencillo en Uruguay dada su ya mencionada ventaja comparativa en bienes
primarios. En macroeconomía se suelen agrupar los factores productivos en
trabajo (calificado o no calificado), capital y tierra. La literatura clásica
del Comercio Internacional explica que la apertura comercial empuja recursos
hacia el sector que usa con relativa intensidad el factor que el país posee en
relativa abundancia. En la mayoría de países pobres o de renta media baja el
factor abundante es el trabajo poco calificado y el sector que lo usa
abundantemente es la industria, por eso es que la apertura comercial promueve
el cambio estructural en esos países: las fuerzas del mercado sacan
trabajadores del agro hacia la industria, reduciendo el tamaño del primer
sector y ampliando el segundo. Los ejemplos de este tipo abundan: China,
Malasia, Vietnam son algunos de los casos paradigmáticos. En el caso de Uruguay,
el factor relativamente abundante es la tierra, por lo que la apertura profundiza
nuestra especialización en bienes agropecuarios limitando el cambio estructural.
Esto explica el patrón en forma de U que se ve en el Gráfico 2 para Uruguay:
cuando el país abrió su economía al mundo la proporción de bienes agropecuarios
en sus exportaciones de bienes creció fuertemente.
Es esperable que el tipo de especialización que
tiene un país (intensiva en el uso de algún factor productivo en particular)
tenga efectos en el resto de la economía. La teoría del Comercio Internacional
también muestra cómo el movimiento de precios relativos que sigue un episodio
de apertura beneficia relativamente más al propietario del factor productivo
que se usa con mayor intensidad en la actividad exportadora. En Malasia, es
esperable que cualquier apertura comercial suba el salario de los trabajadores
no calificados. En Alemania, el salario de los calificados. En Uruguay la
apertura comercial beneficia a los dueños de la tierra. Esto ejemplifica como
la estructura productiva puede tener impactos en aspectos sociales importantes como
los niveles de desigualdad. Los datos muestran que la desigualdad es mayor de
lo que cabría esperar en economías especializadas en bienes agropecuarios (ver
Gráfico 4 y su explicación en las correspondientes notas).
Gráfico 4-Desigualdad y peso agropecuario por
país y año
Notas: elaboración propia en base a datos de World Development
Indicators. El residuo de una variable X es calculado aquí como X-X,
siendo X la predicción del valor de X que se obtiene de una regresión
lineal en dónde las variables explicativas principales son las características
constantes de los países, los años y el PBI per cápita.
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Siguiendo un razonamiento similar al anterior,
resulta esperable que economías especializadas en sectores que no son
intensivos en, por ejemplo, mano de obra cualificada o innovación, presenten
menores niveles en dichas características. Varios trabajos recientes computan
la intensidad de los sectores en innovación y señalan a las diferentes partes
del sector agropecuario entre las partes bajas de los rankings.[6]
En los Gráficos 5 y 6 hago un ejercicio similar al del Gráfico 4 para mostrar
cómo la profundidad de la especialización en bienes agropecuarios está
negativamente correlacionada con la importancia en el gasto en educación (como
porcentaje del gasto público) y con la cantidad de investigadores (por millón
de personas). Sobre esto falta mucho estudio que logre determinar efectos
causales, pero la evidencia primaria parece ir con la intuición de que es
difícil construir una economía del conocimiento sobre una estructura productiva
que no demanda los ladrillos adecuados.[7]
Gráfico 5-Gasto en educación y peso
agropecuario por país y año
Notas: elaboración propia en base a datos de World Development
Indicators. El residuo de una variable X es calculado aquí como X-X,
siendo X la predicción del valor de X que se obtiene de una regresión
lineal en dónde las variables explicativas principales son las características
constantes de los países, los años y el PBI per cápita.
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Gráfico 6-Cantidad de investigadores y peso
agropecuario por país y año
Notas: elaboración propia en base a datos de World Development
Indicators. El residuo de una variable X es calculado aquí como X-X,
siendo X la predicción del valor de X que se obtiene de una regresión
lineal en dónde las variables explicativas principales son las características
constantes de los países, los años y el PBI per cápita.
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El elefante que sigue quedando en el cuarto es
la existencia de economías que suelen utilizarse en el debate público en
Uruguay como exitosas, y que sabemos que están especializadas en bienes
agropecuarios. Quizás el caso más claro es Nueva Zelanda. Este país comparte
con Uruguay muchas características que afectan fuertemente su inserción
internacional y por lo tanto su especialización: está lejos de los mercados
globales, está dotada de vastos y ricos recursos naturales aptos para la
producción agropecuaria, tiene una población reducida y con sueldos que no son
bajos internacionalmente lo que limita su desarrollo industrial, etc. Si
Uruguay pasara a ser Nueva Zelanda en términos económicos mañana, los bolsillos
de los uruguayos duplicarían su poder adquisitivo en promedio. Esto sería una
gran noticia en términos estáticos. La mala noticia para los que encuentran en
Nueva Zelanda a la utopía es que ese país también está divergiendo. En el gráfico
que sigue puede verse el PBI per cápita de Nueva Zelanda y el de Australia, en
relación al de EEUU.
Gráfico 7-PBI per cápita de Australia y Nueva
Zelanda (EEUU=1)
Fuente: elaboración propia en base a datos de Penn World Tables.
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Como puede verse, mientras que Australia ha
logrado mantenerse cerca de los niveles norteamericanos, lo mismo no es cierto
para su pequeño vecino. Esto implica que convertirse en Nueva Zelanda tampoco
ayudaría demasiado en el largo plazo si todo sigue como viene.
Nada de lo escrito aquí debería ser
interpretado como un alegato a favor de la desaparición del sector agropecuario
en la economía del Uruguay. Existen buenas razones para querer que al sector le
vaya bien y siga creciendo y aportando al desarrollo económico del país. La
actividad agropecuaria sostiene una estructura social que es bueno preservar. Existen
también argumentos de seguridad y autonomía alimentaria que han incentivado a naciones
que carecen de ventajas claras en la producción primaria, a dedicar amplios
recursos en preservar al sector. Tampoco se desprende de este post que el plan
óptimo es volver a la sustitución de importaciones: como se desprende del Gráfico
2, Uruguay bajó el peso al sector agropecuario desde fines de los cincuentas
hasta principios de los ochentas y como es sabido, esto no evitó la
divergencia. Lo que sí debe quedar claro es que la evidencia sugiere que el sector agropecuario presenta especificidades que hay
que entender, y cualquier estrategia de desarrollo de largo plazo debería
tomarlas en cuenta y planificar cómo debe articularse el crecimiento de ese
sector con el de los otros para lograr crecimiento convergente, sostenido e
inclusivo.
Referencias
Boppart, T. (2014):
Structural change and the Kaldor facts in a growth model with relative price
effects and non‐Gorman preferences. Econometrica 82 (6), 2167-2196.
Comin, D. 2020: Income-Driven
Labor-Market Polarization. Working paper.
Jansen, M., Lennon, C.
& Piermartini, R. (2016): Income volatility: whom you trade with matters.
Review of World Economics, 152, 127–146.
Herrendorf, B.,
Rogerson, R. & Valentinyi, A. (2013): Two perspectives on Preferences and
Structural Transformation. American Economic Review, 103 (7), 2752-2789.
Koren, M. &
Tenreyro, S. (2007): Volatility and Development. The Quarterly Journal of
Economics, Vol. 122 (1), 243-287.
Krugman, P., Obstfeld,
M. & Melitz, M. J. (2018): International economics, Theory and policy. Eleventh
edition. Pearson 2018.
Perla, J. Tonetti, C.
& Waugh, M. C. (2020): Equilibrium Technology Diffusion, Trade, and Growth.
(Conditionally Accepted) American Economic Review. March, 2020.
Ourens, G. (2018): Uneven
Growth in the Extensive Margin: Explaining the Lag of Agricultural Economies. CentER
Discussion Paper Series No. 2018-051.
Sampson, T. (2019): Technology
Gaps, Trade and Income. CEPR Discussion Paper No. DP13799.
[1] Ver números históricos en Krugman
et al (2018), capítulo 1.
[3] Por ejemplo, Jansen et al (2016) explican que
la volatilidad macro en un país se explica en gran medida por la de los países
a los que se vende. De forma más directa, Koren y Tenreyro (2007) adjudican la
volatilidad de los países en desarrollo en gran medida a su especialización en
bienes primarios.
[4] El lector interesado en esto puede leer los
artículos de Herrendorf et al (2013), Boppart (2014) o Swiecki (2017).
[5] La elasticidad-ingreso de la demanda de un bien
es una medida de cuánto se mueve la demanda de ese bien ante cambios en el
ingreso de los consumidores. Un bien con elasticidad-ingreso baja es aquel cuya
demanda crece poco cuando el ingreso de los consumidores aumenta.
[7] De nuevo, me limito aquí a mencionar solamente
efectos directos. Existen estudios mostrando efectos negativos de la
especialización primaria que operan a través de mecanismos más indirectos. Por
ejemplo, Ourens (2018) muestra cómo la relativamente baja diversificación de
productos dentro del sector agropecuario afecta negativamente los términos de
intercambio de la economía.
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