Make Uruguay great

El mundo es un pañuelo

En los últimos años Uruguay ha atraído mayores flujos de inmigrantes que en el pasado, en especial de países latinoamericanos no limítrofes (Venezuela, Cuba, Republica Dominicana), por lo que la cantidad de inmigrantes en el país ha crecido. Un temor recurrente frente a oleadas migratorias es que los inmigrantes “tomen el trabajo de los nativos”, el cual suele estar basado en lo que se conoce como la falacia de la escasez de trabajo: la idea de que la cantidad de empleo en la economía está fija.[1] Además de trabajadores y emprendedores, los inmigrantes son consumidores de bienes y servicios: mayor stock de inmigrantes implica mayor demanda a las empresas, lo que puede redundar a su vez en mayor demanda de trabajadores.[2][3]

Por otra parte, los inmigrantes pueden ser complementos o sustitutos tanto de trabajadores nativos como de bienes de capital, y pueden ser más baratos o mejores en alguna dimensión que su contraparte nativa. El efecto neto sobre el empleo y los salarios dependerá de cuál sea el caso, de cómo reaccionen las empresas, y de cómo reaccionen a su vez los nativos. Además, los inmigrantes también pueden contribuir a la creación de empleo (para nativos o migrantes) si crean sus propios negocios.

Entonces, el efecto global neto en el mercado de trabajo resulta de muchas interacciones bastante complejas en toda la economía, donde inmigrantes con distintas calificaciones y características compiten y se complementan con los nativos y crean empresas, y los empresarios y trabajadores nativos reaccionan a su vez. En este marco, el consenso en la literatura empírica en economía es que la inmigración tiene efectos nulos o muy levemente negativos (que se desvanecen en el mediano plazo) en los niveles promedio de empleo e ingresos de los nativos (Okkerse 2008, Card 1990, Hunt 1992, Friedberg 2001, Angrist y Kugler 2003, Kerr y Kerr 2011, Clemens y Hunt 2017. Ver Bohme y Kups 2017, específicamente para países en desarrollo.). Esto se verifica empíricamente con diversas metodologías, para diversos países, y para casos de migraciones mas o menos masivas, y con migrantes (relativamente) mejor o peor calificados.

El tema candente es si detrás de estos pequeños a nulos efectos en los promedios se esconden efectos negativos para para unos y positivos para otros. Aquí la literatura empírica diverge, ya que caso a caso y según la metodología, algunos estudios encuentran efectos negativos en los niveles de empleo e ingresos de grupos de trabajadores nativos que compiten directamente con los inmigrantes, es decir, que son parecidos en habilidades, experiencia y preferencias ocupacionales y laborales (Blau y Mackie 2016, Hunt 1992, Gindling 2009). De todas formas, cuando la literatura encuentra efectos negativos, estos no son dramáticos, y son de corto o mediano plazo: aun los grupos de trabajadores directamente en competencia con los inmigrantes, recuperan sus niveles de empleo e ingresos en el mediano a largo plazo.

Algunos trabajos académicos ponen énfasis en entender los mecanismos detrás de dichas recuperaciones; por ejemplo Foged y Peri (2016) encuentran que la llegada de inmigrantes de baja calificación en Dinamarca impulsa a los trabajadores daneses de baja calificación a cambiar de ocupación, dejando aquellas mas intensivas en trabajo manual a los recién llegados y lentamente trepando la escalera a ocupaciones intensivas en otras habilidades. En términos mas generales, la literatura encuentra que los nativos “amenazados” pueden cambiar sus actividades sin cambiar su capacitación formal (años de educación por ejemplo), pueden cambiar su ocupación mediante cursos y recalificación laboral, pueden cambiar sus patrones de búsqueda en un territorio (por ejemplo mudándose a otras zonas, o evitando mudarse a zonas con grandes influjos de migrantes), entre otras estrategias.

Otros trabajos ilustran efectos específicos de la inmigración, que se transmiten luego a la economía en su conjunto. Para el caso estadounidense, Cortes y Tessada (2011) muestran que los inmigrantes poco calificados deprimen los salarios del servicio doméstico en ciertas zonas. Esto permite a las mujeres muy calificadas a aumentar sus horas trabajadas, sustituyendo su propio trabajo doméstico dentro del hogar (limpiando, cocinando, lavando, cuidando niños o mayores, etc.)  por horas contratadas a terceras personas. Para el mismo país, Clemens (2013) muestra cómo el ingreso de migrantes no calificados de hecho aumenta empleo e ingresos de nativos con calificaciones similares pero ocupados en otros sectores. Los inmigrantes entran con visas temporarias para trabajar en temporada alta en el sector agrícola (en trabajos que los nativos no toman casi que bajo ningún concepto) y contribuyen a la creación de más empleo (donde sí se ocupan nativos de baja calificación) más adelante en la cadena productiva. Estos son dos ejemplos de sustituibilidad y complementariedad que repercuten en la economía en su conjunto.

En el caso uruguayo, el incremento en los flujos migratorios recientes parece tener un componente de migración más bien calificada (muchos venezolanos, con mayor educación que el nativo promedio) y otro más bien poco calificado (pocos venezolanos, quizas dominicanos). A mi juicio, la falta de información de buena calidad sobre el volumen y las características de los nuevos migrantes hace difícil pensar en los potenciales efectos sobre la economía, aunque la revisión de la literatura sugiere que no debiéramos de preocuparnos mucho. En especial dado que, pese a que vienen en aumento, los flujos migratorios recientes están lejos de los volúmenes mas masivos estudiados en la literatura empírica.

De hecho, y como señala Michael Clemens y otros (2018), antes que enfocarnos en entender, estimar o predecir “el efecto” de un flujo de inmigrantes, puede tener más sentido enfocarnos en entender cuál conjunto de políticas puede aplicarse de forma de minimizar potenciales problemas y maximizar beneficios de dicho flujo. Los autores resumen ríos de tinta académica sobre migración en un informe ejecutivo de 20 páginas, de lectura recomendada, con un puñado de recomendaciones de política. La buena noticia es que buena parte de esas recomendaciones no aplican o son innecesarias para el caso uruguayo. Por ejemplo, el marco legal para la migración es claro y bastante simple y cercano a una situación de frontera abierta, por lo que no tenemos ni esperamos tener problemas asociados con poblaciones de inmigrantes eternamente indocumentados.

Sí existe margen de mejora en dos direcciones. En primer lugar, de forma de maximizar el impacto positivo de los migrantes y aprovechando que buena parte de ellos tiene buen nivel de calificación, seria importante minimizar los tiempos de trámite necesarios para obtener papeles (cédulas, residencias, etc.) y en especial para revalidar o reconocer (en la medida de lo posible) las calificaciones obtenidas en el extranjero. De lo que se trata es de que el recién llegado pueda buscar trabajo legal en su área de formación lo antes posible.[4] La negociación de laudos mínimos por categorías en los consejos de salarios, la fortaleza del movimiento sindical (al menos en algunos sectores) y la inspección por parte del BPS y demás instituciones estatales son ejemplos de seguros (imperfectos, claro) contra situaciones en la que los inmigrantes recientes ganen muy por debajo de sus contrapartes nativas o compitan desde la informalidad.[5]

En segundo lugar, se trata de minimizar los efectos negativos de la inmigración (si los hubiere dado el volumen aun no masivo de los flujos). La literatura enfatiza la utilidad de programas de reconversión laboral, especialmente en contextos de migración no calificada compitiendo con nativos no calificados. Existen ya algunas instituciones y mecanismos con este fin (por ejemplo, el INEFOP) por lo que la conversación sobre cómo minimizar los efectos negativos de la inmigración se convierte en cómo gestionar eficientemente los instrumentos de reconversión y recapacitación laboral, como mejorarlos en alcance, efectos y cobertura, etc.[6]  En el eventual caso de que la migración más calificada genere tensiones o presiones sobre los nativos calificados (probablemente con mayor poder de lobby), es importante resistir la tentación y no prestar atención (no destinar recursos públicos) a sus demandas, dado que su alta calificación los coloca en principio en una situación relativamente ventajosa frente a la necesidad de reentrenarse o les permite sobrevivir mejor mientras se espera por los efectos positivos de mediano plazo.

Algunos autores señalan a la flexibilidad laboral como una virtud para permitir la movilidad laboral de los trabajadores no calificados “amenazados”. Si bien es difícil hablar en términos generales de lo que la “flexibilidad laboral” significa en cada caso, me parece importante señalar que algunas instituciones “rígidas” del mercado laboral pueden contribuir a reducir situaciones no deseadas; una forma de combatir al “inmigrante que trabaja muy barato” es mediante la formalización y los laudos. Por último, hay que destacar que los shocks migratorios llevan, en ultima instancia, a la adopción de políticas de protección del trabajador y no del empleo. Eventuales trabajadores no calificados amenazados por inmigrantes no calificados, no se protegen con aranceles o subsidios sectoriales, o prestamos a empresas específicas (lo que parece ser la reacción instintiva al menos en lo discursivo de parte de algunas autoridades). Las leyes actuales garantizan el tratamiento igualitario a migrantes y nativos, por lo que tampoco se protegen con subsidios para “empleo nativo”. Al trabajador nacional como mejor se lo protege es asegurándose que se cumplan las leyes, y que el inmigrante tenga papeles rápido, trabaje formalmente y por lo que corresponde.

En conclusión, creo que no debiéramos esperar efectos negativos de la inmigración reciente en el mercado de trabajo en general o para grupos específicos de trabajadores nativos. Estamos bastante bien parados para adaptarnos y en todo caso debiéramos mejorar en políticas activas de empleo, en acelerar la inserción laboral de los recién llegados, y asegurarnos que se cumple la legislación vigente.

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Notas al pie

[1] Ver por ejemplo, Nowrasteh (2018).

[2] Esto no quiere decir que un inmigrante adicional en Uruguay genere una demanda de bienes y servicios que lleve a que se necesite exactamente un trabajador adicional (el propio migrante). El efecto neto dependerá de muchos factores, como discuto luego. Pero vale recordar que las actividades económicas de las distintas empresas y sectores están relacionadas: un inmigrante pagará una pensión, comerá, consumirá algo de ropa y transporte, etc, y esa demanda adicional puede incrementar la demanda de insumos (entre ellos, trabajadores) del dueño de la pensión, el almacenero o supermercadista, feriante que vende ropa, etc.

[3] Nótese por ejemplo que algo parecido sucede con el incremento poblacional o con cambios demográficos en general.

[4] Nótese que la inserción temprana, legal y formal en áreas de ocupación cercanas al nivel de calificación del trabajador, también mejoran la contribución de los migrantes a las arcas públicas.

[5] Sin embargo, el ingreso a la función pública está limitado en algunos casos a ciudadanos naturales o legales, excluyendo inmigrantes residiendo legalmente en el país. Quizás tenga sentido repensar estos requisitos mas adelante.

[6] Betcherman et al (2004) y McKenzie (2017) sintetizan los aciertos y errores por parte de las políticas activas de empleo que buscan reducir efectos negativos de la inmigración.

Referencias

Angrist, Joshua D. and Adriana D. Kugler (2003), “Protective or Counter-Productive? Labour Market Institutions and the Effect of Immigration on EU Natives,” Economic Journal, 113.

Betcherman, Gordon, Karina Olivas, and Amit Dar (2004), “Impacts of Active Labor Market Programs: New Evidence from Evaluations with Particular Attention to Developing and Transition Countries,” Social Protection Discussion Paper Series, Washington, DC: World Bank.

Blau, Francine D. and Christopher Mackie (2017), The Economic and Fiscal Consequences of Immigration, Washington, DC: The National Academies of Sciences

Bohme, Marcus H. and Sarah Kups (2017), "The economic effects of labour immigration in developing countries: A literature review", OECD Development Centre Working Paper 335, Paris, France: OECD Publishing.

Clemens, Michael (2013), International Harvest: A Case Study of How Foreign Workers Help American Farms Grow Crops – and the Economy, the Partnership for a New American Economy and the Center for Global Development.

Cortes, Patricia and Jose Tessada (2011), “Low-Skilled Immigration and the Labor Supply of Highly Skilled Women,” American Economic Journal: Applied Economics, 3 (3): 88-123.

Foged, Mette and Giovanni Peri (2016), “Immigrants' Effect on Native Workers: New Analysis on Longitudinal Data,” American Economic Journal: Applied Economics, 8 (2): 1-34.

Gindling, T. H. (2009), “South–South Migration: The Impact of Nicaraguan Immigrants on Earnings, Inequality and Poverty in Costa Rica,” World Development, 37 (1): 116-126.

Hunt, Jennifer (1992), “The impact of the 1962 repatriates from Algeria on the French labor market.” ILR Review 45 (3): 556–572.

Kerr, Sari Pekkala and William R. Kerr (2011.), "Economic Impacts of Immigration: A Survey," Finnish Economic Papers, Finnish Economic Association, 24 (1): 1-32.

McKenzie, David (2017), “How Effective Are Active Labor Market Policies in Developing Countries? A Critical Review of Recent Evidence,” Policy Research Working Paper 8011, Washington, DC: World Bank.

Nowrasteh, Alex (2018), “The 14 Most Common Arguments against Immigration and Why They’re Wrong,” Cato Institute. 

Okkerse, Liesbet (2008), “How to Measure Labour Market Effects of Immigration: A Review,” Journal of Economic Surveys, 22 (1): 1-30. 

Tomado de Razones y Personas. Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución 3.0 No portada.