"Development" por Hide, bajo licencia CC BY 2.0. |
Un punto muy envidiable de la democracia en
EEUU es el esfuerzo que ponen algunas instituciones en aportar datos a las
discusiones públicas. En Uruguay, existe poca verificación de la veracidad de
las afirmaciones que hacen los políticos o la viabilidad de sus propuestas. En
las últimas elecciones, los norteamericanos parecen haberles dado la espalda a
los hechos, ignorando las advertencias de numerosas agencias respecto a que el
candidato que estaban votando faltaba a la verdad con una frecuencia inusual.
Es de esperar que mucho de lo que se vio en el norte se vea por acá en el corto
plazo. De hecho, algunos políticos que ya están en campaña parecen querer
imponer ciertas “verdades” desde temprano.
Para ejemplificar, en los últimos días se han
escuchado voces de diferentes partidos de la oposición argumentando que la
carga tributaria en el país es demasiado alta.[1]
Insoportable incluso. Este tipo de afirmaciones tienen la potencialidad de
resonar fácilmente en ciudadanos particulares que puedan sentir, no sin razón,
que la carga impositiva que deben afrontar dificulta sus finanzas. Pero una
afirmación del tipo “el Uruguay no soporta más impuestos”, tiene una base
macroeconómica y por lo tanto: a) refiere al país en general y no a algunos
ciudadanos o actividades en particular, y b) debería contar con respaldo
empírico.
Normalmente, cuando se afirma que un país tiene
demasiados impuestos se lo vincula a su capacidad de progreso futuro. Un
argumento que suele escucharse es que demasiados impuestos desalientan el
trabajo y la inversión de las empresas, lo que compromete el crecimiento
económico en el largo plazo. En este post voy a usar datos públicos, de fácil
acceso y ampliamente utilizados en el ámbito académico, para argumentar dos
cosas: que la evidencia empírica no muestra una relación claramente negativa entre
crecimiento y carga tributaria, y que no hay nada excepcional en la situación
tributaria de Uruguay cuando se hace una comparación internacional.
La idea de que una carga impositiva alta afecta
negativamente el crecimiento económico, no sólo está extendida en la población
en general, sino que también se encuentra entre economistas, en la medida que es
respaldada por varios modelos teóricos. Sin embargo, la evidencia empírica muestra mas dudas que certezas. Uno de los referentes en el estudio de crecimiento
económico, Charles Jones (profesor de la universidad de Stanford), publicó el
año pasado en el capítulo 1 del Handbook
of Macroeconomics un interesante y muy simple alegato en contra de tan
difundida idea. Primero muestra que, en EEUU, la carga impositiva (impuestos/PIB)
ha aumentado cerca de un 300% desde principios del siglo XX hasta nuestros
días. No obstante, la tasa de crecimiento anual no presenta una tendencia
clara, situándose alrededor del 2,5% en promedio de todo el período. Esto
sugiere que la mayor carga impositiva que soportan los norteamericanos, no
parece tener una influencia negativa sobre su capacidad de generar crecimiento
económico. Normalmente se toma a EEUU como el país de referencia para analizar
el crecimiento económico pues se asume que es la economía que empuja la mayor
parte de las innovaciones tecnológicas que guían el crecimiento.[2]
Para mirar el mismo fenómeno desde otra
perspectiva, una que incorpore al resto de los países, Jones analiza la
relación entre carga tributaria y PIB en un momento del tiempo. El gráfico
siguiente reconstruye el original de Jones, que a su vez imita otro similar,
para otro período de tiempo, en Acemoglu (2005). En este gráfico se cruzan
datos recientes de PIB per cápita con presión fiscal: cada punto representa un
país y la línea punteada muestra el mejor ajuste lineal entre los puntos (su
pendiente es la correlación lineal de la nube). El hecho de que exista una
correlación positiva entre las dos variables muestra que los países más ricos
imponen mayores cargas impositivas en proporción al ingreso sobre sus
ciudadanos.
Gráfico 1: Relación entre la presión fiscal y
el nivel de ingreso per cápita
Fuente:
Elaboración propia inspirada en Jones (2016). Los datos de PIB per cápita en
PPP fueron extraídos de PWT8.0, mientras que los datos de carga impositiva
responden a ingresos por concepto impositivo como porcentaje del PIB y fueron
extraídos de WDI15.
2) Carga impositiva en Uruguay
El gráfico anterior también sirve para ver la
situación impositiva de cada país en el contexto internacional. El punto correspondiente
a Uruguay está marcado allí en rojo y se sitúa prácticamente sobre la recta
punteada. El estar sobre la línea implica que, entre los países que tienen
niveles de riqueza similares a los de Uruguay, la presión tributaria en nuestro
país está justo en el promedio. Ni es alta, ni es baja, más bien mitad de
tabla. Por ejemplo, con niveles de ingreso per cápita similares a los de
Uruguay, países como Serbia presentan una presión tributaria 20% mayor a la de
Uruguay, mientras que con otros como Chile estamos casi empatados, y países
como Malasia presentan cargas 15% menores. Con esta perspectiva, sería bueno
que quienes argumentan que encuentran la carga tributaria en Uruguay demasiado
elevada, expliquen precisamente qué le ven de excepcional. Una apreciación de
ese tipo debería incluir una valoración de la cantidad de bienes públicos que
reciben los ciudadanos a cambio de sus impuestos.
El argumento anterior no quita que para algunos
ciudadanos particulares la carga tributaria no sea efectivamente alta. En
particular, existen varios análisis académicos que apuntan al desbalance en el
reparto de la carga tributaria, señalando que las personas más pudientes del
país soportan una parte desproporcionadamente baja de la misma.[3]
Atendiendo esto, el argumento no sería que Uruguay impone demasiados tributos
sino que estos están mal distribuidos entre la población. Por otro lado, alguien podría argumentar que algunos sectores productivos
locales están efectivamente “con la soga al cuello” debido a la carga tributaria
que soportan. Dado que esto no parece ser lo que ocurre en promedio a nivel del
país, aquel sector que pretenda un trato diferencial deberá mostrar claramente
su situación excepcional. Por último, el argumento de este post no cubre un
análisis sobre la eficiencia del gasto en Uruguay. Alguien podría argumentar
que el sector público podría hacer muchas más cosas (o con mayor calidad) con
el dinero que se recauda. Seguramente el Estado uruguayo no ejecuta el gasto
público con una efectividad del 100%, pero la pregunta es si es
excepcionalmente ineficiente en su comparación con otros Estados similares. Otra
vez, sería bueno que se buscaran datos al respecto. Para argumentar que el
Estado uruguayo es particularmente ineficiente, habrá que mostrar que hay otros
que proveen una cantidad de servicios similares a un costo menor, con mayor
calidad o una combinación de ambas. Otra posibilidad podría ser buscar ejemplos
donde el Estado provee una cantidad diferente de servicios y los consumidores enfrentan
costos globalmente menores y/o mejores prestaciones.[4]
Lo que no contribuye a un debate enriquecedor, es usar como argumento una
simple apelación a experiencias traumáticas que puedan haber vivido los
contribuyentes al momento de pagar sus impuestos.
Referencias
Acemoglu, D. (2005): Politics and economics in weak and strong states. Journal of Monetary Economics, Octubre, 52 (7), pp. 1199–1226.Jones, C. I. (2016): The facts of Economic Growth. En Handbook of Economic Growth, vol II,Capítulo 1, pp. 3-69.
Burdín, G., Esponda, F., Vigorito, A. (2014): Desigualdad y Altos Ingresos en Uruguay. Un análisis en base a registros tributarios y encuestas de hogares para el período 2009-2011. Documentos de Trabajo del Iecon, UdelaR. DT 06/14.
Burdín, G., De Rosa, M., Vigorito, A. (2015): Sectores de altos ingresos en Uruguay: participación relativa y patrones de movilidad en el período 2009- 2012. Documentos de Trabajo del Iecon, UdelaR. DT 03/15.
PWT8.0 refiere a Penn World Table 8.0, en Feenstra, R. C., Inklaar R. y Timmer, M.P. (2015): The Next Generation of the Penn World Table. American Economic Review, 105(10), pp.3150-3182. Disponible en www.ggdc.net/pwt
WDI15 refiere a World Development Indicators 2015, The World Bank.
[1] Ver por ejemplo las opiniones del exministro de
economía Isaac Alfie o el nuevo “spot” de Edgardo Novick.
[2] La tasa de crecimiento de un país en desarrollo
incorpora innovación, pero también imitación, por lo que puede ser, y se espera
que sea, mayor a la de EEUU al menos mientras experimenta un período de catch-up.
[3] Ver por ejemplo Burdín, Esponda y Vigorito
(2014) o Burdín, De Rosa y Vigorito (2015).
[4] En Uruguay está bastante difundida
la idea de que el Estado se encarga de un número extraordinariamente alto de
actividades porque efectivamente está presente en algunas que no suelen formar
parte de la prestación de servicios públicos (como los destilados del
petróleo). Sin embargo, el Estado uruguayo está ausente en otras actividades
que internacionalmente se suelen delegar al sector público (como el transporte
urbano de pasajeros). Particularmente, el transporte público en Montevideo,
parece no conformar las expectativas de sus consumidores, sin que de ello se
desprenda que el sector privado en Uruguay es ineficiente.