En el mes
de junio, la Corte Suprema de EE.UU. se pronunció acerca de un caso con severas
implicancias para la desigualdad económica (y racial, ambas íntimamente
ligadas). La Corte decidió que era inconstitucional que las universidades
tomaran en cuenta la raza de un alumno a la hora de considerar su admisión
(como se hacía hasta ahora a título de acción afirmativa). Según la explicación
del Chief Justice Roberts, esta práctica es un juego de suma cero, donde al
beneficiar a estudiantes de cierta raza se está lastimando a estudiantes de
otras.
Este caso llega a la Corte luego de que un grupo de estudiantes americanos de raza asiática y raza blanca demandaran a Harvard y a la Universidad de Carolina del Norte por discriminación. Su argumento era que estaban priorizando a alumnos de otras razas minoritarias (básicamente, afroamericanos y latinos) sobre ellos -aun cuando tengan mejores récords académicos. Se podría decir que ese era justamente el propósito de la iniciativa -discriminar “positivamente” a poblaciones más desfavorecidas. Poblaciones con menos oportunidades de dedicarle tiempo adicional al estudio o de contratar tutores. Poblaciones con menos probabilidad de tener padres que hayan ido a la universidad, y por ende menos apoyo u orientación en la preparación de aplicaciones universitarias. Ni que hablar del hecho que muchas universidades toman en consideración no solo récords académicos sino también servicio comunitario, participación en actividades extracurriculares, y otros. De nuevo, las personas que vienen de contextos más desfavorecidos no tienen el mismo acceso ni oportunidades de llenar su curriculum con estas actividades. Entonces, en pro de aumentar la representatividad de minorías en las universidades, muchas instituciones incorporaban un proceso de admisión holístico, en el cuál la raza del aplicante también entraba en consideración. De este modo, se incorpora el entendido de que no todos los alumnos tienen un punto de partida equivalente.
Se espera que esta decisión de la Corte tenga efectos notorios en la composición demográfica de ciertas universidades. Un manojo de estados ya ha implementado alguna variación de la prohibición de la acción afirmativa. Las evaluaciones sobre sus impactos indican, en su mayoría, que la eliminación de acción afirmativa resulta en una reducción significativa de minorías en universidades prestigiosas (Arcidiacono et al., 2015; Long & Bateman, 2020). En California, donde se prohibió su uso en los noventas, el porcentaje de estudiantes afroamericanos y latinos se redujo un 40% (en UCLA y Berkeley, dos de las universidades más prestigiosas del Estado) (Bleemer, 2020). Y, por más de que las universidades han implementado numerosas iniciativas para contrarrestar este efecto, no han logrado recuperar los niveles de diversidad que tenían antes de la prohibición de la acción afirmativa.
Entonces, al eliminar la acción afirmativa, ¿el proceso de admisión se vuelve ”fríamente” meritocrático?
No tan rápido. Luego de la decisión de la Corte, muchos opositores al criterio adoptado han señalado que existe otra práctica de admisiones que podría también considerarse acción afirmativa, solo que favorable a estudiantes blancos. En universidades prestigiosas como Harvard, los aplicantes con “legado” son priorizados en el proceso de admisión. “Legado” se refiere a tener familiares que hayan ido a la misma universidad, o familiares que sean importantes donantes de la institución. Investigaciones en la materia indican que el porcentaje de estudiantes “legado” suele ser mayor al porcentaje de estudiantes afroamericanos. Siguiendo con el ejemplo de Harvard, en 2020 14% de los admitidos eran estudiantes legado, mientras que 7% eran afroamericanos. En Notre Dame, 21% de los admitidos eran legado, mientras que solo 4% eran negros. Un estudio de Arcidiacono et al. (2022) estima que casi tres cuartos de los admitidos bajo esta categoría hubiesen sido rechazados si hubiesen sido considerados simplemente como aplicantes de raza blanca.
Es importante recalcar que la existencia de cupos para estudiantes de legado se establece solamente en las universidades más prestigiosas del país, algo así como las 200 con procesos de selección más selectivos. A su vez, los procesos de selección competitivos, donde la acción afirmativa tiene un mayor impacto, no son universales. Es más, la mayoría de las universidades en el país (53%) aceptan por lo menos al 60% de los aplicantes[1]. En estos casos, la consideración de la raza no es tan crucial.
Esto no le quita importancia al caso, especialmente cuando vemos los perfiles de los líderes políticos del país. Se estima que mientras 2-3% de universitarios se graduó de una escuela “elite”[2], esta cifra asciende a un tercio entre legisladores. Entre senadores Demócratas, la cifra supera un 50% (Volden et al., 2020). En la Presidencia se ha observado una tendencia aún más pronunciada. La fórmula Biden-Harris fue la primera en casi cuarenta años en la cual ni uno de los candidatos fue a una Ivy League -una sub categoría dentro de las escuelas elite (solo hay 8 universidades Ivy League en el país). Y, como era de esperar, la Corte Suprema no se queda atrás. De los 9 jueces, 8 fueron a Harvard o Yale (la novena fue a otra escuela elite mas no Ivy).
Para entender las implicancias de lo que venimos comentando, traigamos la literatura sobre representación descriptiva y sustantiva. Nick Carnes, uno de los principales investigadores del tema, demuestra que la falta de representación descriptiva en EE.UU (la ausencia de legisladores de clase trabajadora) tiene un impacto sobre las políticas económicas (Carnes, 2012). Específicamente, la falta de legisladores de clase trabajadora ha resultado en políticas económicas más conservadoras y menos enfocadas en el bienestar de los sectores menos pudientes. Numerosos trabajos han sido publicados desde entonces, cubriendo distintos países y contextos. En general, el hallazgo se mantiene (Carnes & Lupu, 2023). En otras palabras, que los políticos vengan de contextos económicos distintos (privilegiados) a los de la mayoría de la población, impacta en las políticas públicas.
Por más que estos trabajos generalmente no explicitan el mecanismo, no sería descabellado pensar que la teoría del contacto juegue un rol importante. En una nota anterior[3] me referí a esta teoría que postula, a grandes rasgos, que compartir espacios con personas pertenecientes a otros grupos (ej. raciales, religiosos, socio-económicos) puede afectar las actitudes hacia esos grupos –como el prejuicio y la empatía (Allport, 1979; Amir, 1969). En esa nota vinculé la teoría con la segregación escolar por nivel socio económico y presenté algunos trabajos que confirman su importancia. Por ejemplo, un estudio de Londoño-Vélez (2022) resalta el efecto de una política en Colombia donde se otorgan becas a estudiantes de contextos socioeconómicos bajos para acceder a universidades de élite. Encuentra, entre otras cosas, que los estudiantes ricos, luego del contacto con alumnos de clase baja, aumentan su apoyo a políticas redistributivas.
Vinculando, entonces, ambas literaturas, se podría esperar que uno de los motivos por los cuales legisladores de clases altas no suelen estar alineados con las preferencias de votantes menos pudientes es su falta de interacción con este sector de la población. El proceso escolar y el universitario son momentos claves donde se pueden dar estas interacciones.
Un trabajo reciente liderado por Raj Chetty[4], señala que el origen de relaciones amistosas varía sustancialmente por nivel socio-económico. Entre los más ricos, es mucho más común que sus amistades provengan de la universidad, mientras que entre clases bajas las amistades provienen principalmente del barrio donde viven. Además, encuentra que la principal fuente de movilidad social entre las personas de clase baja es su “conexión económica”: la cantidad de amigos ricos que tienen.
En otras palabras, la decisión de la Corte Suprema va a limitar las posibilidades de que estudiantes de contextos vulnerables compartan aula con los más privilegiados; se aumenta el aislamiento social por clase. Esto puede tener consecuencias en por lo menos dos sentidos, ambos indeseables: 1) reforzar las diferencias en la preferencias de política entre políticos y votantes, y 2) minimizar las oportunidades de movilidad social.
Referencias
Allport, G. W. (1979). The nature of prejudice (Unabridged, 25th anniversary ed). Addison-Wesley Pub. Co.
Amir, Y. (1969). Contact hypothesis in ethnic relations. Psychological Bulletin, 71(5), 319–342. https://doi.org/10.1037/h0027352
Arcidiacono, P., Kinsler, J., & Ransom, T. (2022). Legacy and Athlete Preferences at Harvard. Journal of Labor Economics, 40(1), 133–156. https://doi.org/10.1086/713744
Arcidiacono, P., Lovenheim, M., & Zhu, M. (2015). Acción afirmativa in Undergraduate Education. Annual Review of Economics, 7(1), 487–518. https://doi.org/10.1146/annurev-economics-080614-115445
Bleemer, Z. (2020). ACCIÓN AFIRMATIVA, MISMATCH, AND ECONOMIC MOBILITY AFTER CALIFORNIA’S PROPOSITION 209 (Research and Occasional Paper Series). Berkeley Center for Studies in Higher Education.
Carnes, N. (2012). Does the Numerical Underrepresentation of the Working Class in Congress Matter?: Class and Roll-Call Voting. Legislative Studies Quarterly, 37(1), 5–34. https://doi.org/10.1111/j.1939-9162.2011.00033.x
Carnes, N., & Lupu, N. (2023). The Economic Backgrounds of Politicians. Annual Review of Political Science, 26(1), 253–270. https://doi.org/10.1146/annurev-polisci-051921-102946
Londoño-Vélez, J. (2022). The impact of diversity on perceptions of income distribution and preferences for redistribution. Journal of Public Economics, 214, 104732. https://doi.org/10.1016/j.jpubeco.2022.104732
Long, M. C., & Bateman, N. A. (2020). Long-Run Changes in Underrepresentation After Acción afirmativa Bans in Public Universities. Educational Evaluation and Policy Analysis, 42(2), 188–207. https://doi.org/10.3102/0162373720904433
Volden, C., Wai, J., & Wiseman, A. (2020). Elite Education and Legislative Behavior in the U.S. Congress (Working Paper). Center for Effective Lawmaking.
[1] https://www.pewresearch.org/short-reads/2019/04/09/a-majority-of-u-s-colleges-admit-most-students-who-apply/
[2] La definición varia, pero generalmente son las top 25-50 universidades
[3] http://www.razonesypersonas.com/2022/12/segregacion-escolar-y-la-teoria-del.html
[4] https://www.brookings.edu/articles/7-key-takeaways-from-chettys-new-research-on-friendship-and-economic-mobility/
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