por Verónica Amarante y Cecilia Rossel
Históricamente, Uruguay destaca en la región como uno de los países con menor desigualdad en múltiples planos, entre ellas, el género. Sin embargo, como ya ha sido señalado en varias notas de Razones y Personas , nuestro posicionamiento privilegiado en el contexto regional no debe invisibilizar la situación de sistemática desventaja que experimentan las mujeres uruguayas. Una de las dimensiones más claras de esta desventaja es la asociada a la carga de trabajo no remunerado. Pese al incremento de la participación de las mujeres en el trabajo remunerado, las mujeres mantienen una doble jornada laboral, asociada a las tareas domésticas (como la limpieza, hacer las compras, etc.) y al cuidado de personas dependientes .
La investigación sobre el trabajo no remunerado en América Latina es más reciente y fragmentada que en otras partes del mundo desarrollado. Aunque existe una creciente evidencia de las encuestas sobre el uso del tiempo y hay un número importante de estudios que analizan los patrones en la distribución del trabajo no remunerado en la región, el análisis cuantitativo sistemático y comparativo aún es incipiente. Con el fin de contribuir a llenar este vacío, en esta nota analizamos el trabajo no remunerado en Uruguay en comparación con lo que ocurre en algunos otros países de la región. En particular, presentamos evidencia generada en varios estudios a partir del análisis de encuestas de uso del tiempo en distintos países de la región.
Patrones agregados de distribución del trabajo no remunerado
Un estudio realizado en base a encuestas de uso del tiempo en Colombia, México, Perú y Uruguay muestra que existen diferencias importantes en la brecha de género en la distribución del trabajo no remunerado: en Colombia las mujeres dedican 4,3 horas más al trabajo no remunerado que los hombres y en México esta diferencia es de 3,7 horas, mientras que en Uruguay y Perú la brecha es menor (3 horas y 2,7 horas, respectivamente). Sin embargo, en los cuatro países, incluyendo Uruguay, las variables a nivel individual que están más relacionadas con la asignación del trabajo no remunerado son muy similares a las que la literatura identifica para el mundo desarrollado . Las diferencias entre los cuatro países en términos de brechas de género en la asignación del trabajo no remunerado van más allá de las diferencias en las configuraciones de las variables a nivel individual. La descomposición de las brechas en horas de trabajo no remunerado entre hombres y mujeres indica que la parte de esa brecha atribuible a diferencias en características observables es menor: el componente mayoritario en todos los países obedece a factores no explicados. Esto es consistente con la idea de que los factores estructurales, institucionales y culturales juegan un papel fundamental a la hora de explicar las decisiones de hombres y mujeres sobre cómo distribuir su tiempo entre el trabajo remunerado y no remunerado.
En el mismo estudio se señala que en todos los países considerados, con excepción de Perú -donde no es posible identificar a los trabajadores informales con los datos utilizados- la diferencia entre trabajadoras formales e informales en cuanto a horas dedicadas al trabajo no remunerado es de una magnitud significativa, aún luego de controlar por variables personales y del hogar. Este resultado es consistente con la idea de que las mujeres podrían verse obligadas a optar por trabajos de menor calidad para compatibilizar las responsabilidades domésticas y el mercado laboral. En esta línea, un trabajo reciente para Chile, basado en datos longitudinales, señala que la informalidad laboral femenina se incrementa 38% luego del nacimiento del primer hijo , sugiriendo que las madres encuentran en los trabajos informales la flexibilidad necesaria para compatibilizar la crianza y el mundo laboral, pero a costa de deteriorar sus perspectivas laborales y sus posibilidades de acceso a pensiones contributivas en el futuro. Este resultado acerca del efecto causal de la maternidad en la informalidad es confirmado para varios países de la región, incluyendo Uruguay -.
Decisiones sobre trabajo no remunerado al interior de los hogares
Un aspecto largamente discutido refiere al peso que tienen los ingresos de la pareja en las decisiones de hombres y mujeres de asignar más o menos tiempo al trabajo no remunerado. Un estudio realizado con encuestas de uso del tiempo en Chile, Colombia, México, Perú, y Uruguay revela que, en todos los países, las diferencias entre hombres y mujeres en el tiempo dedicado al trabajo doméstico dentro del hogar son significativas en magnitud y superiores a las encontradas en contextos desarrollados. Esto se explica en parte por la alta proporción de mujeres que no participan en la fuerza laboral remunerada y no tienen ingresos personales ni trabajan en el mercado informal. Ese mismo estudio encuentra que el aumento del ingreso absoluto de las mujeres – y no su peso relativo dentro del hogar en comparación con el ingreso de los hombres – es el factor que mejor se asocia con la disminución de las horas dedicadas por las mujeres al trabajo doméstico. Sin embargo, los ingresos de los hombres no parecen ser relevantes para determinar cómo se asigna el tiempo al trabajo no remunerado dentro de los hogares. Tampoco el trabajo no remunerado de los hombres parece responder a variaciones en los ingresos de sus parejas (ver gráficos 1 y 2).
Gráfico 1. Tiempo dedicado al trabajo no remunerado por sexo, según ingreso absoluto de mujeres (parejas con dos proveedores de ingreso)
Gráfico 2. Tiempo dedicado al trabajo no remunerado por sexo, según ingreso absoluto de hombres (parejas con dos proveedores de ingreso)
Insumos para una agenda de políticas públicas
Los resultados de la investigación comparada en base a encuestas de uso del tiempo indican que en Uruguay la desigualdad en la distribución del trabajo no remunerado es algo menor a la registrada en otros países latinoamericanos. Sin embargo, los patrones con los que comporta la asignación de ese tiempo, tanto en forma agregada como dentro de los hogares, son muy similares a los encontrados en otros países de la región.
Este hallazgo reafirma la importancia de continuar fortaleciendo la agenda de políticas públicas que contribuyan a redistribuir la carga desigual de trabajo no remunerado.
En primer lugar, es importante continuar fortaleciendo el desarrollo de servicios de cuidado para niños pequeños, así como para la atención a adultos mayores dependientes. Aunque los servicios de cuidado no necesariamente contribuyen a redistribuir la carga entre hombres y mujeres, sí son útiles para derivar el trabajo no remunerado de las mujeres, lo que debe constituir un objetivo central de política pública.
En segundo lugar, es deseable profundizar los componentes parentales y orientados a favorecer la participación de los hombres en los cuidados dentro de las políticas de licencias laborales. La evidencia internacional sugiere que, cuando las licencias incorporan incentivos para su uso entre los hombres, en el mediano y largo plazo tienden a favorecer un mayor involucramiento de los padres en la crianza de los niños.
En tercer lugar, es imprescindible apostar al desarrollo de políticas más generales que contribuyan a modificar normas sociales y culturales en el mediano y largo plazo.
Finalmente, cambiar la distribución desigual del tiempo no remunerado dentro de las parejas parece no ser compatible con alta dependencia de ingresos que muestran las mujeres en América Latina. La evidencia sobre la distribución del trabajo no remunerado al interior de los hogares reafirma la importancia de incrementar la autonomía económica de las mujeres como un componente central del reajuste interno hacia la equidad de género dentro del hogar y como punto de entrada para otras dimensiones del empoderamiento que promuevan el acceso de las mujeres al empleo, como las políticas activas del mercado laboral, otras políticas familiares.