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Lo que se exporta importa

Foto: Andrés Dean
El año 2014 ha sido otro año de crecimiento económico. Uno más que se suma a la tendencia de la última década. No es el objetivo de esta nota amargarle el día a nadie. Tampoco voy a hablar de los nubarrones en el horizonte que algunos analistas del corto plazo tienen como muletilla. Lo que voy a hacer es focalizar la atención sobre la estructura productiva uruguaya y argumentar que es importante que se acelere su transformación para que las décadas por venir sean tan positivas como la pasada.

La estructura productiva uruguaya ha incrementado su nivel de diversificación en los últimos años y en esto han tenido que ver tanto esfuerzos particulares como planes del gobierno. No obstante, las exportaciones del país siguen dominadas por los productos primarios.[i] ¿Por qué es esto un problema? En lo que sigue argumento que la especialización uruguaya puede limitar el crecimiento económico a largo plazo y a su vez tener otros efectos negativos.

Hace ya un tiempo que los economistas han advertido que la canasta exportadora de los países ricos es diferente a la de los países pobres.[ii] Países ricos como Holanda o Nueva Zelanda exportan los mismos productos que Uruguay pero además agregan otros.[iii] Las economías que alcanzaron a desarrollarse más tempranamente crecieron en base a la industrialización porque tenían una ventaja inicial para acumular capital. Pero los nuevos ricos del mundo como Corea o Finlandia también lograron crecer desarrollando un potente sector industrial sin contar a priori con una ventaja clara para ello. 

El hecho de vender principalmente productos altamente basados en recursos naturales afecta el crecimiento por varios canales. Por un lado, la capacidad de convergencia con la frontera tecnológica mundial es menos fuerte en las actividades primarias.[iv] Por otro lado, la demanda mundial por alimentos es menos dinámica que la de los productos de consumo industriales.[v] Por último, los precios de los commodities primarios son muy volátiles y esto agrega volatilidad al ciclo del producto de los países que los producen.

Otros estudios señalan que enfocar las fuerzas productivas de un país en la producción de productos primarios tiene además consecuencias negativas sobre la formación institucional[vi], la educación de la sociedad y la distribución del ingreso[vii]. La lógica del argumento es que si se focaliza la producción en productos primarios, la mayor parte de la retribución va para el propietario de la tierra. Esto promueve la desigualdad de ingresos y además promueve la formación de élites que buscan cooptar las políticas públicas. Por último, la producción de productos primarios es menos intensiva en trabajadores formados que otras ramas de actividad, lo que disminuye los incentivos a educarse. La literatura señala que estas características, además de ser no deseables, también atentan contra las potencialidades de crecimiento en el largo plazo.

Uruguay creció en la última década por encima del promedio mundial y esto hace perder de vista los problemas estructurales de largo plazo. Pero hay que recordar que este período no es el primero en el que Uruguay experimenta un crecimiento convergente. Lo que cabe preguntarse es si la tasa de crecimiento promedio estará por encima de la de los países desarrollados en el largo plazo (para poder alcanzarlos). Y cuando se trata de mirar el largo plazo hay varios estudios que señalan a la especialización uruguaya como una limitante para el crecimiento[viii]. Por otro lado, algunos de los principales determinantes del crecimiento actual parecen tener duración limitada. El mayor ejemplo es el elevado precio que están mostrando los alimentos  debido a la demanda de los grandes mercados emergentes. Dado lo expuesto antes, no cabe esperar que en el largo plazo el precio de los alimentos sea un promotor de crecimiento convergente. Por el contrario, dado que el mundo tiende a gastar en alimentos una proporción decreciente de su ingreso cuando éste crece, lo que cabe esperar es que el movimiento de precios a largo plazo nos resulte desfavorable.

No estoy abogando aquí por volver a caer en políticas industrializadoras improvisadas como las que se implementaron en Uruguay a mediados del siglo XX y que no mostraron buenos resultados. Pero sí creo que se deben profundizar mucho más los esfuerzos para apoyar los emprendimientos con potencial innovador y fomentar el surgimiento de aquellas actividades en las que la absorción y derrame de conocimiento sea mayor[ix]. Pero para que esto cobre el empuje que se merece se requiere una mayor voluntad política y ahí es que entramos los ciudadanos.

Referencias
Acemoglu, D; Johnson, S; Robinson, J y Thaicharoen, Y. (2003): “Institutional causes, macroeconomic symptoms: Volatility, crises and growth.” Journal of Monetary Economics.
Bértola, L. y Bittencourt, G. (2005): “Veinte años de Democracia sin Desarrollo Económico” en Caetano E. (ed.) Veinte años de democracia: Uruguay 1985-2005, miradas múltiples. Montevideo, Editorial Santillana.
Galor, O; Moav, O y Vollrath, D. (2009): “Inequality in Land Ownership, the Emergence of Human Capital Promoting Institutions and the Great Divergence.” Review of Economic Studies.
Hausmann, R; Hwang, J. y Rodrik, D. (2007): “What you export matters." Journal of Economic Growth.
Holcomb, R; Park, J y Capps, O. (1995): “Revisiting Engel's Law: Examining Expenditure Patterns for Food at Home and Away From Home.” Journal of Food Distribution Research.
Houthaker, H y Magee, S. (1969): “Income and Price Elasticities in World Trade.”The Review of Economics and Statistics.
Ogaki, M. (1992): “Engel' s Law and Cointegration.” Journal of Political Economy.
Ourens, G. (2012): “Uruguay al espejo.” Revista de Economía del BCU.
Prebisch, R. (1959): “Commercial Policy in the Underdeveloped Countries.” The American Economic Review.
Rodrik, D. (2013): “Unconditional Convergence in Manufacturing.” The Quarterly Journal of Economics.
Sachs, J. D. y Warner, A. M. (2001): “The curse of Natural Resources." European Economic Review.

Foto de Andrés Dean.



[i] Sólo en Semillas y frutos, Carne, Productos lácteos y Cereales se acumulan el 57% de las exportaciones de Uruguay según los datos de Uruguay XXI para el año 2013.
[ii] A la intuición de los pensadores de la CEPAL desde mediados del siglo XX (por ejemplo Prebisch, 1959) se sumó luego evidencia empírica. Ver por ejemplo Sachs y Warner (2001) o el artículo cuyo título estoy parafraseando en el título de este post: Hausmann et al (2007). La frase llama más la atención en español que en inglés.
[iii] Para otros países subdesarrollados las diferencias pueden ser otras. Por ejemplo si se compara países grandes con diferentes grados de desarrollo como EEUU e India también se concluye que sus exportaciones son diferentes. En ese caso, la diferencia viene más por la calidad de los productos que por la cantidad pero ese tema (aunque muy interesante) no es relevante para este post.
[iv] Un trabajo reciente al respecto es Rodrik (2013).
[v] Este es el resultado de la llamada Ley de Engel aplicada a escala global. Verificaciones empíricas de este postulado pueden encontrarse en: Houthaker and Magee (1969), Ogaki (1992) o Holcomb et al (1995).
[vi] Los trabajos de Daron Acemoglu y James Robinson son los más reconocidos en estos temas. Ver por ejemplo Acemoglu et al (2003).
[vii] La literatura es amplia en esto. Me resulta muy interesante el trabajo cliométrico que hace ya algunos años lleva adelante Oded Galor. Ver por ejemplo Galor et al (2009).
[viii] Ver por ejemplo Bértola y Bittencourt (2005) u Ourens (2012).
[ix] En Ourens (2012) se ofrece una evaluación de cuáles podrían ser las actividades a promover siguiendo una metodología en particular. Por supuesto, el desarrollo de una actividad depende no sólo de su idoneidad teórica, sino además de la voluntad y capacidad de todos los actores involucrados.

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