Epistemología oriental. Tragicomedia en tres actos.



[Nota del editor: reproduzco un curioso manuscrito inédito que encontré en los archivos de Harvard University en Cambridge, Massachusetts. La autora sería una tal María Eugenia Renán. La busqué en Google o gugleé, pero sin suerte.]



Epistemología oriental. Tragicomedia en tres actos.

Por María Eugenia Renán



Personas que hablan en ella:

- Calibán
- Mariel
- Próspero Silva
- Mozo (que guarda un cierto parecido con Nicolás Rotundo)
- Parroquiano (que guarda un cierto parecido con Fabián O’Neill)



La acción, en Montevideo, en un bar cercano a la Facultad de Ciencias Sociales. Calibán, Mariel, y Próspero Silva, cada uno con su copa. El reloj marca las once y cuarto de la noche.







[Acto primero.]



- CALIBÁN:

El éxito de las ciencias sociales estadounidenses es hoy por hoy rotundo. ¿Quién puede negarlo? Más que las universidades francesas o alemanas, las universidades estadounidenses lideran la producción de conocimiento en sociología, economía, y ciencia política. Más que el francés o el alemán, el idioma de las ciencias sociales hace ya tiempo es el inglés. Las universidades en Estados Unidos, dotadas de enormes recursos, ofrecen condiciones inmejorables para la investigación, y así atraen a los mejores estudiantes y profesores del mundo entero. Académicos del mundo entero intentan publicar los resultados de sus investigaciones en revistas en idioma inglés, aun cuando los mismos versen sobre la realidad social de Paraguay, Alemania, o China. Ya que se considera, y con mucha razón, que estas revistas son de mejor calidad que las revistas locales, en idioma español, alemán, o mandarín.

El éxito de las ciencias sociales estadounidenses, pues, nos plantea una pregunta práctica a las academias y universidades de otros países, como el nuestro. ¿Debemos tratar de emular el modelo estadounidense? ¿Contribuiría esto a que nuestras ciencias sociales se desarrollaran más y mejor? Respondo con un rotundo “sí.” ¿Hay argumentos válidos para oponerse al acercamiento epistemológico y metodológico anglosajón? Respondo con un rotundo “no.” Esos supuestos argumentos son en realidad meros prejuicios ideológicos. Son ideas pertenecientes a otra generación, hoy por suerte totalmente obsoletas.

¿Qué hacer, entonces? Si bien los recursos de los cuales disponen los sociólogos, politólogos, y economistas en Estados Unidos son incomparables, y en eso sí que son inimitables, podemos empezar por imitar su modo o estilo de pensamiento. En otras palabras, debemos adoptar el acercamiento epistemológico típico de las ciencias sociales estadounidenses, y en especial lo que ellos denominan “mainstream.” Colegas orientales, jóvenes latinoamericanos: rechacemos el estilo ensayístico, especulativo, y literario que todavía seduce a muchos de nuestros intelectuales a principios del siglo XXI. Incentivemos la investigación empírica rigurosa, como se hace en Harvard, Princeton, y NYU. Aceptemos argumentos sólo en tanto hayan sido corroborados de modo sistemático y metodológicamente sofisticado.

Por fin, tengamos presente que la historia del pensamiento social, político, y económico es irrelevante para la práctica científica (a pesar de su interés intrínseco, o como curiosidad histórica). Los físicos no pierden el tiempo estudiando la Física de Aristóteles o Dos nuevas ciencias de Galileo. ¿Por qué los politólogos habrían de tener que estudiar reliquias como la Política de Aristóteles, los Seis libros de la república de Bodin, o el Leviatán de Hobbes? ¿Por qué los economistas habrían de tener que estudiar a los fisiócratas, Smith, y Ricardo, y los sociólogos a Durkheim, Simmel, y Carlos Rama? La historia de la ciencia es una cosa; la ciencia es otra.



[El mozo, que guarda un cierto parecido con Nicolás Rotundo, asiente. Los demás guardan silencio. Mariel hace que no con la cabeza. Se prende un pucho y lentamente empieza a hablar. (Aparentemente en el bar se puede fumar.)]



- MARIEL:

Qué sarta de disparates y sinsentidos. Las ideas pertenecientes a otra generación, hoy por suerte totalmente obsoletas, son las que acabamos de escucharte expresar, Calibán. No te lo tomes a mal, pero deberías mirar menos TED talks e ir más a la biblioteca. La filosofía y la sociología de la ciencia han demostrado que no existe una perspectiva epistemológica o estilo de pensamiento superior. Autores como Kuhn, Ludwik Fleck, y David Bloor nos han enseñado que las proposiciones científicas sólo tienen sentido dentro de una comunidad o paradigma. De esto se sigue que es imposible cotejar el conocimiento producido por distintas comunidades científicas; son literalmente inconmensurables.

Kuhn y sus discípulos han estudiado mayormente las ciencias naturales, pero sus argumentos se aplican a fortiori a las ciencias sociales. En este sentido, la investigación social, política, y económica en Estados Unidos no es mejor que la uruguaya. Son tradiciones diferentes, que parten de presupuestos epistemológicos diferentes, que tienen objetivos diferentes, y cuyo mérito no puede ser juzgado sino desde dentro. Es un poco como los estilos y escuelas en la historia del arte. O como los idiomas; el guaraní no es ni mejor ni peor que el turco.

Es más, te puedo explicar sociológicamente el propio hecho de que vos, Calibán, veas a los Estados Unidos como el modelo a seguir. Las ciencias sociales se han globalizado, y esta globalización ha incrementado la hegemonía o dominación epistemológica estadounidense, una de cuyas causas es justamente los recursos que mencionabas antes.



- CALIBÁN:

Y dale con las teorías de la conspiración…



- MARIEL:

Para nada; yo no dije que hubiera intencionalidad, ni reuniones secretas en Washington o Nueva York. Tampoco dije que el positivismo yanqui estuviera alineado con los intereses reaccionarios de la burguesía internacional y el capitalismo imperialista y ese tipo de cosas. Pero sería ingenuo no reconocer que los recursos materiales tienen un efecto en la difusión y aceptación de las ideas científicas. Un efecto estadísticamente significativo, sin lugar a dudas. Si no entendés eso, no entendés nada de sociología del conocimiento.

¿Qué hacer, entonces? ¿Tratar de convertir a nuestras ciencias sociales en una copia berreta de las ciencias sociales estadounidenses? Por supuesto que no. Primero que eso sería irracional. Además, el que haya tradiciones epistemológicas locales no nos debería avergonzar. Colegas orientales, jóvenes latinoamericanos: en las ciencias sociales hay una rica tradición o paradigma latinoamericano. Desarrollemos y mejoremos este acercamiento epistemológico, que aprovecha lo que tenemos y lo que somos. El conocimiento humano no puede ser totalmente objetivo. Un economista, politólogo, o sociólogo es a fin de cuentas un ser humano, no un dios, y entonces debe observar la realidad desde una perspectiva particular. Cada perspectiva permite ver algo distinto. ¿Por qué no usar esta ventaja comparativa y maximizar las potencialidades que nos ofrece?

Por fin, tenemos que combatir la “nordomanía” imperante, como nos lo pedía Rodó en el novecientos. Alguno recordará sus palabras a César Zumeta, refiriéndose al Ariel: “Le envío un ejemplar de un libro mío que acaba de salir de la imprenta. Es como Ud. verá, algo parecido a un manifiesto dirigido a la juventud de nuestra América sobre ideas morales y sociológicas. Me refiero en la última parte a la influencia norteamericana. Yo quisiera que este trabajo mío fuera el punto inicial de una propaganda que cundiera entre los intelectuales de América. Defiendo ahí todo lo que debe sernos querido como latinoamericanos y como intelectuales.”



- PARROQUIANO (que guarda un cierto parecido con Fabián O’Neill):

Tenés razón. Yanqui go home. Viva el espiritualismo. Las espirituosas. Y el Espinillar.



- PRÓSPERO SILVA:

Amigos míos: en mi modesta opinión nos estamos apresurando. Nos está faltando claridad conceptual. Por un lado no entiendo qué es ese tal “modelo estadounidense.” Me parece una caricatura de cuarta. Tampoco me queda claro en qué sentido estamos hablando de comunidades epistemológicas, siendo que dentro de cada país hay diferencias epistemológicas y metodológicas enormes. De hecho, dentro de cada país hay desacuerdos y debates explícitos sobre epistemología y metodología.

Y qué decir de la idea de una epistemología latinoamericana o una epistemología oriental. Hay costumbres uruguayas, como tomar mate, el asado, e ir el domingo (o el sábado) al Paladino. Hay escritores uruguayos, como María Eugenia Vaz Ferreira, Marosa, y Leo Maslíah. Hay científicos uruguayos, como Clemente Estable, Rodolfo Tálice, y Henry Engler. Hay ilustres institutos de ciencia política uruguayos. ¿Pero una epistemología específicamente uruguaya? ¿O al menos latinoamericana? Es un argumento cuando menos discutible que los científicos sociales uruguayos exhiban un “estilo” de pensamiento; que piensen de una forma particular. Y en todo caso es una hipótesis empírica, cuyo valor de verdad desconozco.

Y aparte, Mariel, vos salís hablando de Kuhn, Fleck, y Bloor, pero nos estás contando la mitad de lo que aprendiste en la biblioteca. La mitad que te conviene. Es verdad que las ideas, las creencias, y el conocimiento tienen causas sociales; la sociología nos ayuda a explicar la prevalencia y popularidad de ciertas creencias, incluso de ciertas teorías científicas y presupuestos epistemológicos. Pero esta es una proposición autorreferencial, es decir, que también se aplica a sí misma. ¿Acaso tus creencias y tu conocimiento no están determinados socialmente también? ¿Cómo es posible que vos tengas más claridad que el común de los mortales y el común de los orientales? Calibán y sus amistades proponen emular la epistemología de los economistas, politólogos, y sociólogos estadounidenses; Mariel y sus amistades la rechazan terminantemente. Si la sociología es capaz de explicar aquella postura, también debería ser capaz de explicar ésta, ¿no?

En fin, como decía Epiménides, aquel recordado lateral derecho del Panathinaikos, es menester…



- MOZO (que guarda un cierto parecido con Nicolás Rotundo) [interrumpiendo]:

¿Te sirvo otra cañita, Próspero?



[Fin del primer acto.]







[Nota del editor: sobre la universidad y la investigación en Uruguay, ver también las notas de los compañeros Majo Álvarez (“Asentamientos, académicos y política”); Juan Bogliaccini (“La investigación científica: pertinencia y validez”); Carlos Bianchi (“¿Quién define los criterios de evaluación de la investigación en ciencias sociales en Uruguay?”); Aníbal Corti (“La investigación científica en el Uruguay”); y Cristian Pérez Muñoz (“Exigirnos más” y “Rankings y mediciones para llorar y reír”).]

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