Santorini, Grecia, 2010. Foto: Andrés Dean |
Mi impresión es que se trata de
iniciativas que, en general, caen simpáticas. Obviamente es positivo que
algunas personas tengan la oportunidad de conocer otros países. Y esta
oportunidad se abre todos los años para cientos de jóvenes. Para ello el GVCE
vende todos los años rifas que son adquiridas solidariamente por personas que
consideran que se trata de una causa lo suficientemente noble o simplemente por
allegados que quieren dar una mano. Pero éstos no son los únicos recursos con
los que cuenta. GVCE se beneficia de varias exoneraciones impositivas, gracias
a que es declarado de interés cultural por parte del MEC. El GVCE no paga los
impuestos que gravan a los juegos de azar y adquiere pasajes de avión a un
costo menor.
Uno de los principales puntos a
favor del GVCE es que dona a la
Facultad unos US$ 200.000 todos los años. Dando lugar a que
se puedan realizar inversiones necesarias.
Una de las características de los
integrantes del GVCE es que se trata de personas que terminaron o están
terminando la carrera. Como es de público conocimiento, los jóvenes que acceden
a estudiar en la Universidad
pertenecen en general a los hogares con mejores ingresos del Uruguay. Muy pocos
pobres entran a la Universidad. Este
sesgo es aun mayor entre los egresados universitarios. Si pocos pobres
comienzan estudios universitarios, menos aun son los que los terminan. Además,
no está de más llamar la atención sobre el hecho de que viajar alrededor del
mundo durante 6 o 9 meses es, desde cualquier punto de vista, un consumo
suntuario.
De modo que parecería ser dudoso
que se trate de una causa lo suficientemente noble con la cual colaborar. En
principio se me ocurren muchos otros colectivos sociales a los que les vendría
bien esa solidaridad y que definitivamente tienen necesidades algo más básicas
sin cubrir. Pero, al fin y al cabo, se trata de una decisión personal y cada
uno colabora con lo que se le antoja.
Viajar es, en general,
enriquecedor y formativo. Para cualquiera. Sin embargo, eso no justifica por si
solo la existencia del GVCE. Para justificar su existencia haría falta que
sucedieran un par de cosas más. En primer lugar, el GVCE debería cumplir algún
fin académico. Este fin, que es obvio y directo en el caso de los estudiantes
de arquitectura, no se satisface en lo más mínimo en el caso de CCEE. Los
intentos, por parte de las autoridades de la Facultad de Ciencias
Económicas y de Administración, de incorporarle algún contenido académico al
GVCE han fracasado por falta de interés de los integrantes del grupo. El grupo
es más bien una gran agencia de viajes. Su único fin es el turístico.
En segundo lugar, lo que no
parece razonable es que la sociedad uruguaya en su conjunto destine recursos
(no otra cosa son las exoneraciones tributarias) para que un grupo de jóvenes
(en su mayoría de hogares de altos ingresos) pueda “adquirir un bien de lujo”.
¿Qué justifica que la sociedad entera financie este privilegio?
No está mal que los estudiantes
de la FCEA armen
un grupo de viaje y vendan rifas para costearlo. Pero no deberían mantener las
exoneraciones impositivas que detentan. Y definitivamente, si han de ser el
grupo de viaje “de ciencias económicas”, deberían cumplir algún fin académico.