La
agresión a Tania Ramírez fue un ataque racial? ¿Se justifica hacer una “marcha
de las motas” por eso? ¿Para qué pedirle a la Real Academia Española que elimine la expresión “trabajar
como un negro” de su diccionario? Si se siente ligeramente harto de
discutir sobre estas temas, no está solo. La sobreexposición de
estos asuntos en los medios de comunicación y en las redes sociales, unida a un
progresivo deterioro de la calidad del debate público, ha llevado al ciudadano
común a restarles la importancia y seriedad que merecen. Un
columnista afirma que estamos frente a un auge de reivindicación extremo, que cae
en lo que denomina “falacia de las minorías” [1]. Otra columna sugiere
que las movilizaciones en torno a estos temas son gestos sin sustancia, cuyo
objetivo es sensibilizar a la población, pero en su intento, los terminan
trivializando [2]. Y en lo básico, coincide con otro comentarista, que subraya
la frivolidad con la que los uruguayos debatimos públicamente estos asuntos [3]. Sería bueno enfocar desde otra perspectiva el debate que tenemos entre manos, que sustantivamente tiene que ver con la situación de una minoría racial en un país democrático.
Pero antes, déjeme contarle en grandes rasgos cómo es la vida de una persona
afrodescendiente en Uruguay.
Vivir como un negro en la sociedad uruguaya [4]
Si a usted le dieran la posibilidad de elegir a qué
raza pertenecer sabiendo que va a nacer en Uruguay, la opción “afrodescendiente”
no parece la más redituable. Para empezar, usted tendría el doble de chances de
nacer en un hogar pobre y contaría con una esperanza de vida menor que una
persona no afrodescendiente. Hasta los 14 años, su nivel educativo será
posiblemente similar al del resto de las personas de su edad, pero cuando
llegue a los 18 años, tendrá un 50% menos chances de estar asistiendo a un
establecimiento educativo. Le espera una inserción temprana en el mundo
laboral: lo más probable es que consiga trabajo en los puestos peor remunerados
del mercado y, aun considerando que usted tenga las mismas responsabilidades
que una persona no afrodescendiente, en comparación, su remuneración promedio va
a ser probablemente más baja. Y por desgracia, esta historia no parece tener un
final feliz: sólo un 50% de los afrodescendientes que trabajan cuentan con
cobertura jubilatoria, razón por la cual, es probable que usted deba permanecer activo en el
mercado hasta una edad avanzada. En otras palabras, trabajará más tiempo en su
vida en comparación a un no afrodescendiente.
La calidad de la democracia uruguaya para un afrodescendiente
El apartado anterior no ofrece un panorama auspicioso sobre
la vida social de los afrodescendientes en Uruguay. Pero, ¿qué sucede con su vida
política? ¿Cómo se experimenta la calidad de la democracia uruguaya desde la
perspectiva de un afrodescendiente? Repasemos
brevemente algunas de sus principales dimensiones: en términos cuantitativos,
la participación política (más allá de las elecciones) de las organizaciones
afrodescendientes es mínima, y por lo tanto, la posibilidad de exigir cuentas a
los funcionarios públicos es débil. La participación va de la mano de la
representación, y en este punto sabemos que la cantidad de afrodescendientes en
puestos de liderazgo político es prácticamente nula. Por otra parte, los bajos
niveles educativos de la población afrodescendiente implican una participación
política de menor calidad, en el entendido de que a menor educación, menor
será la posibilidad de tomar decisiones políticamente informadas.
¿Qué le ofrece entonces, la democracia uruguaya a los afrodescendientes hoy en día? Les
ofrece eso que ha hartado a muchos uruguayos: la posibilidad
de ejercer lo que algunos autores denominan “social accountability” o "responsabilidad social" [5]. Este derecho, cuyo fundamento es el principio de petición - y por lo tanto no
requiere el apoyo de una mayoría -, les permite organizarse y hacer relevantes
sus inquietudes, colocar nuevos temas en la agenda política como la corrección
de la expresión “trabajar como un negro”, presionar por soluciones a problemas
específicos y organizar movilizaciones como “la marcha de las motas”. Ya no estamos en los tiempos en se manejaba como un secreto a voces que cierto establecimiento le negaba el acceso a un negro, pero nadie hacía nada al respecto. Más allá del caso puntual de Tania Ramírez, y dejando de lado las diferencias de opinión que
podamos tener respecto al contenido de las consignas propuestas por el movimiento afrodescendiente, debe
reconocerse que esta posibilidad de ejercer la “responsabilidad social” es de
los pocos elementos que tiene este grupo de ciudadanos para incidir en la dura realidad social y política que les toca experimentar cotidianamente. En una sociedad que no se reconoce a sí misma como racista, pero donde la discriminación racial
es real y opera de forma sutil, se debería celebrar (y no trivializar)
esta mínima contribución a la calidad de la democracia, de la que todos los
uruguayos nos beneficiamos.
Referencias
[1] Véase nota de Horacio Bernardo, "Trabajar como un negro": http://www.brecha.com.uy/index.php/politica-uruguaya/1287-trabajar-como-un-negro
[2] Véase columna de Soledad Platero, "Racistas y fiesteros": http://www.uypress.net/uc_37045_1.html
[3] Véase blog de Álvaro Ahunchain, "Mirando golpear a Tania": http://blogs.montevideo.com.uy/blognoticia_60943_1.html
[4] Los datos
empleados en esta sección se basan en tres fuentes: (1) Bucheli, M. y Cabella,
W. (2007) Perfil demográfico y socioeconómico de la población uruguaya según su ascendencia
racial. INE. Disponible en: http://www.ine.gub.uy/enha2006/Informe%20final%20raza.pdf; (2) Bucheli, M. y Porsecanski, R (2008) Racial Inequality in the
Uruguayan Labor Market: An analysis of wage differentials between Afrodescendants
and whites. DECON – UdelaR.
Disponible en: http://decon.edu.uy/publica/2008/1508.pdf
y (3) InMujeres (2010) La población afrodescendiente en Uruguay desde una perspectiva
de género. MIDES. Disponible en: http://www.inmujeres.gub.uy/innovaportal/file/18530/1/cuaderno1.pdf
[5] Smulovitz, C y Peruzzoti,
E. (2000) Societal Accountability in Latin America. Journal of Democracy,
vol.11, 4:147-158.
Por fin una nota sobre afro que no habla de Tania ni de trabajar como un negro! Me parece super interesante el ángulo Carlos. Si entiendo bien, y comparto, tu eje sería que la desigualdad social que pauta distancias tan claras entre quienes declaran tener ascendencia afro y quienes no, estaría condicionando la calidad democrática.
ResponderEliminarLo que no me cierra mucho es por qué decís que sólo el hecho de poder plantear una demanda, según entiendo, del tipo que fuera, fortalece la capacidad de incidir en su realidad (más bien tendería a pensar que fortalece la visibilidad de los "dirigentes", pero no necesariamente ello implica un nexo fuerte con sus representados).
Entonces, tengo dudas acerca de si efectivamente se trata de una "mínima contribución a la calidad de la democracia" Y más dudas aún acerca de que nos beneficie a todos los uruguayos.
Saludois
Estimada, me parece muy buena tu observación. Al día de hoy no creo que exista un movimiento afrodescendiente consolidado. Hay un grupo muy reducido de activistas con un escazo márgen de maniobra política. Estoy de acuerdo en que que estos activistas ganan más visibilidad que sus representados, pero no me parece mal, porque nadie más esta haciendo propuestas actualmente. A modo de ejemplo, ver esta nota: http://www.elpais.com.uy/130210/pnacio-694801/nacional/racismo-ven-avances-pero-falta-recorrido/. En este contexto me parece muy positivo que se planteen demandas y reclamos referidos a la población afrodescendiente, y que el tema forme parte de la agenda política. Esta clase de manifestaciones son relativamente novedosas, y no me parece relevante el tipo de reclamo en este momento, siempre y cuando sirva para profundizar el debate público sobre el alcance de la tolerancia en Uruguay. Por otra parte, nadie que valore la democracia quiere vivir en un país donde existen minorías que viven la discriminación en silencio. Por eso creo que las consecuencias de estos reclamos son beneficiosas para todos. Espero que esto aclare un poco más el planteo.
EliminarGracias por los comentarios!
C.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHay un problema de especificación en el apartado de "vivir como un negro..."
ResponderEliminarLas tres consecuencias citadas responden a consecuencias del hogar de origen. Cualquiera que provenga de hogares pobres, independiente de la raza, a los 18 años tiene bastante menos del 50% de probabilidad de permanecer escolarizado, un ingreso temprano al mercado laboral, en puestos no calificados, y con una alta tasa de informalidad.
De hecho, es mas problemático ser hombre dentro de un contexto de hogar pobre, que ser afrodecendiente. Eso sin mencionar lo problemático que es en si mismo estimar el efecto raza, cuando es una pregunta de autodeclaracion sin otro control.
El articulo es bueno, simplemente que el diagnostico inicial tiene causalidad espuria.
Estimado, gracias por el comentario. El apartado se basa en información proviente de la ENHA de 2006. Dada la naturaleza cross - section de los datos, hablar sobre causalidad es bastante complejo. Si se comparan los resultados de la ENHA con los de la ECH de 1996 y con el último censo, se puede afirmar que la estimación de raza es razonablemente adecuada. Estoy de acuerdo que la pobreza juega como un factor causal, pero no es tan igualitaria en términos de raza. Si te fijás en Bucheli, M. y Cabella, W. (2007) Perfil demográfico y socioeconómico de la población uruguaya según su ascendencia racial. INE. Disponible en: http://www.ine.gub.uy/enha2006/Informe%20final%20raza.pdf podés encontrar estimaciones sobre asistencia a centros educativos, situación laboral e ingresos de los afrodescendientes donde se controla la diferencia promedio de celda con la población blanca. Casi todas estas estimaciones tienen un 99% de significación estadística. Basado en estas cifras es que creo que existe un efecto raza no espurio que debe ser tenido en cuenta en el análisis.
EliminarSaludos y gracias por el comentario!
C.
La reacción inmediata y abundante en contra de las movilizaciones de una minoría claramente perjudicada en Uruguay me parece, en sí misma, sintomática de uno de nuestros peores defectos como sociedad: nuestra siempre entusiasta disposición a discriminar y reprimir al "diferente", a la vez que nos autoproclamamos tolerantes. Es cierto que esta hipocresía de la que sufrimos como uruguayos se modera con otro de nuestros defectos prototípicos: nuestra tibieza. No somos abiertamente intolerantes. O, mejor, nos permitimos la intolerancia, el racismo, la homofobia, la gordofobia, siempre que no se nos declare racistas, homófobos, gordófobos. Es ahí cuando negamos rotundamente el racismo y cualquier otra actitud discriminatoria. Quizás estemos mejorando. Estas manifestaciones en contra del racismo son parte de una mejoría. Pero la reacción esperable del uruguayo medio será siempre la negación. No sé si esta sea una característica universal. Cuando menos la hipocresía señala ya cierta civilidad. Pero también nos impide avanzar significativamente hacia una sociedad sin discriminaciones injustas.
ResponderEliminarEstimado creo que hay mucho de cierto en tus observaciones. Tiendo a pensar que la discriminación en Uruguay opera por omisión, invisivilizando y restando importancia a los problemas de las minorías. También creo que esto está empezando a cambiar. Y me parece que una forma de contribuir es alentar (y no menospreciar ni trivializar) las distintas formas en que las minorías expresan su discomformidad y sus reclamos a la sociedad.
EliminarSaludos cordiales y gracias por tus comentarios!
C.