jueves, 5 de abril de 2012

Un argumento consecuencialista para legalizar el aborto en Uruguay

La discusión sobre el estatus legal y moral del aborto parece interminable. Y ciertamente hay poco nuevo que se pueda decir al respecto. Sin embargo, en el contexto actual parece pertinente volver al argumento consecuencialista como una potencial salida práctica a este asunto. Creo que este argumento debería razonablemente poder satisfacer tanto a opositores como a defensores de la legalización del aborto.

Generalmente, la discusión sobre el aborto se presenta como un problema moral. Dicho de un modo muy rápido y poco refinado, las teorías morales pueden ser divididas en dos grandes bandos: las teorías consecuencialistas y las teorías deontológicas. Las primeras dicen que una acción es moralmente deseable siempre y cuando mediante esta acción se maximice el bien que se pretenda alcanzar.[i] Puesto de otra forma, para las teorías consecuencialistas las propiedades normativas de una acción dependen únicamente de sus consecuencias. Si las consecuencias son las deseadas, entonces la acción que facilita esas consecuencias es moralmente justificada.

Por el contrario, de acuerdo a las teorías deontologías[ii] las consecuencias de una acción no constituyen un parámetro de evaluación moral. Una acción es moralmente permitida  siempre y cuando se ajuste a ciertos valores o principios previamente estipulados. La idea es que hay acciones que no pueden ser justificadas por sus efectos, sin importar que tan buenas sean estos. Es en ese sentido que usualmente se dice que lo moralmente “correcto” tiene prioridad sobre lo “bueno”.

El debate sobre las virtudes y problemas de cada una de estas familias de teorías morales es inabarcable. Por eso aquí solo quiero referirme a un aspecto en el que las teorías consecuencialistas son superiores a las teorías deontológicas. Ese punto en particular refiere al hecho de que en ocasiones las teorías deontológicas prohíben realizar ciertas acciones cuyos resultados serian beneficiosos ya sea para disminuir violaciones a los principios que estas prescriben o ya sea para promoverlos de una mejor forma. Puesto de un modo más intuitivo, el problema es que para las teorías deontológicas en ciertas ocasiones es inmoral violar X incluso para evitar violaciones más importantes a ese mismo X.[iii]

Creo que este es un argumento importante para evaluar en el problema del aborto. Pensémoslo de este modo. Los opositores a legalizar el aborto sostienen que esta práctica es indeseable ya que se estaría amparando legalmente y fomentando una práctica inmoral. Ahora, ¿cómo deberían responder racionalmente aquellos opositores a la legalización del aborto si se demostrara que una eventual legalización de esta práctica reduciría sustancialmente el número de abortos? Partiendo del supuesto de que el ideal de “cero aborto” no es alcanzable en ninguna sociedad, ¿no sería racional apoyar la legalización del aborto si esta medida es capaz de reducir el número total de abortos?

En reciente estudio publicado en la revista médica The Lancet, Gilda Sedgh[iv] y sus colaboradores concluyen que las tasas de aborto son menores en aquellos países donde el aborto está legalizado. En un análisis global de 190 países (1995-2008), estos autores muestran que la existencia de leyes restrictivas no se asocia con un menor número de abortos practicados. Por el contrario, existe una relación positiva entre la existencia de leyes restrictivas y el número de abortos. El mecanismo que explica este resultado no es del todo obvio. La idea es que la legalización de aborto incentiva a un importante número de mujeres a buscar otras soluciones alternativas al aborto. Esto sucede porque (a diferencia de sociedades como la uruguaya en donde la práctica del aborto es perseguida y se hace de forma clandestina) en países donde el aborto es legal es más fácil instrumentar políticas que exploten las diferentes salidas que existen ante embarazos no deseados. No es difícil pensar que ante una decisión tan compleja, un sistema clínico estatalmente regulado puede ayudar más a aquellas mujeres que no están enteramente seguras de abortar que lo que puede hacer las clínicas clandestinas. Ciertamente, ninguna clínica clandestina tiene demasiados incentivos para motivar a las mujeres a no abortar.

Asimismo, Sedgh y sus colaboradores encuentran evidencia que reafirma la idea de que la práctica de abortos en países con leyes restrictivas es sustancialmente más peligrosa e insegura. La prohibición lleva a la proliferación de clínicas clandestinas de variado tipo que ofrecen pocas garantías. Por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud estima que en 2008, el 12% de todas las muertes maternas en América Latina y el Caribe fueron producto de abortos practicados de un modo inseguro.[v]

Por estas razones sería bueno tomar más en serio el argumento consecuencialista. Sabemos que tanto defensores como opositores de la legalización del aborto están interesados en minimizar el número de abortos practicados en el país. Si efectivamente tanto el número de abortos como mortalidad derivadas del aborto inseguro en mujeres disminuye con la implementación de leyes más liberales, ¿no sería razonable que todos apoyáramos ese tipo de leyes?[vi]


[i] Por una excelente introducción a las teorías consecuencialistas, ver la entrada de Walter Sinnott-Armstrong en: http://plato.stanford.edu/entries/consequentialism/
[ii] Por una introducción a las teorías deontológicas ver: http://plato.stanford.edu/entries/ethics-deontological/
[iii] Por esta critica a las teorías deontológicas, ver el clásico estudio de Samuel Scheffler: Scheffler. 1982. The Rejection of Consequentialism: A Philosophical Investigation of the Considerations Underlying Rival Moral Conceptions. Clarendon Press.
[iv] Sedgh, Gilda et al. 2012. «Induced abortion: incidence and trends worldwide from 1995 to 2008». The Lancet 379(9816): 625–632.
[v] Esa idea tampoco es ajena al debate en Uruguay. Ver por ejemplo: Briozzo, Leonel. 2003. «Aborto provocado: un problema humano. Perspectivas para su análisis - estrategias para su reducción». Revista Médica del Uruguay 19(3): 188–200.

[vi] Una encuesta nacional realizada por Cifra en noviembre de 2007, mostraba que el 49% de los uruguayos aprobaría una ley que despenalice el aborto, mientras un 39% se opondría a esta ley. Por esa razón, se estima que de haber un plebiscito, seguramente una mayoría votaría por despenalizar el aborto. 

7 comentarios:

  1. Una interesante forma de pensar el problema. Siguiendo una teoría consecuencialista, entonces, es posible ubicar la perspectiva de reducción de riesgos y daños (en la que hay bastante experiencia en Uruguay con respecto a drogas). Y ahí, las consecuencias "deseadas" serían, entre otras: menos abortos, abortos con menores riesgos para la salud de la mujer, y en el plano social, mayor transparencia y estigmatización del fenómeno. Por otro lado, siguiendo una teoría deontológica podemos ubicar las miradas prohibicionistas (que valen, otra vez, tanto para este tema como para otros como el de comercialización y consumo de drogas ilegales). Y con eso de no violar X aun cuando con ello sucedan cosas peores que X ejemplos sobran (preservación de la práctica abortiva en la ilegalidad que favorece por una parte, el enriquecimiento ilícito de quienes los practican, con toda una red de favores y encubrimientos -que llegan hasta casos de fallecimiento-, además de las desigualdades tremendas en el acceso a la forma de efectuar el aborto de acuerdo a las posibilidades económicas). En fin, da para mucho, super interesante la nota. Estoy bien con eso de "consecuencialistas" +- "perspectiva de reducción de riesgos y daños" y "deontológicas" +- "prohibicionista"? Abrazo

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  2. Es interesante la idea pero no deja de ser una justificacion de algo plenamente inmoral como matar un ser humano... Lo que hay que hacer es educar mas a la gente para que no hallan embarazos no deseados, como siempre la clave esta en la educacion mas que en hacer una ley inmoral.

    Martha

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  3. Acá está mi respuesta a la columna, escrita por otra persona que claramente representa lo que pienso. Vale la pena darle una ojeada y animarse a pensar más allá.
    http://www.fvidiella.com/

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  4. Gracias por los comentarios. Fabiana, si, básicamente creo que estás haciendo una interpretación en la misma línea. Mi argumento es bien simple: si todos (opositores y no opositores a la legalización) quieren bajar el número de aborto y tenemos buena evidencia que muestra que la legalización baja ese número, ¿cómo nos podemos oponer a eso independientemente de si creemos que el aborto es inmoral o no? El punto de Martha es algo que a mí en particular me resulta muy importante. Tiendo a creer que en Uruguay ante cualquier problema de comportamiento inmediatamente se piensa que la solución ideal radica en una mejor o mayor educación. Por ejemplo, para los problemas de transito tenemos que educar mejor a los conductores, para los problemas con el consumo de drogas, tenemos que educar mejor a la gente, y así. El problema es que muchas veces existen soluciones mucho más eficientes y que tampoco requieren una intromisión injustificada o desmedida. ¿Cuántos años tuvimos de campaña de concientización anti tabaco? ¿Cuánto se invirtió en educar a la ciudadanía sobre ese tema? Los resultados nunca fueron comparables a los obtenidos luego de la aplicación de la ley que prohíbe fumar en espacios públicos. Y así podemos encontrar mucho más ejemplos. Decir que algo se arregla solo con educación es siempre políticamente correcto y pertinente. Ciertamente, la educación es un instrumento fundamental. Pero con eso solo no alcanza. Hay que diseñar e implementar mejores instituciones.

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  5. Con respecto al comentario de Martha, su argumento encierra un motivo adicional para legalizar el aborto: los alicientes que la sociedad tiene para tomar las medidas que todos acordamos que son correctas, como en este caso la educación preventiva (o como el acceso a anticonceptivos).

    La ilegalidad del aborto permite que, como sociedad, deslindemos responsabilidades sobre la implementación de estas medidas. Nos conformamos con declamar lo que los otros deberían hacer. El que no lo hagan pasa a ser harina de otro costal, y de hecho, con nuestra declamación sólo resolvimos el problema propio de acallar a nuestras consciencias.

    La legalidad del aborto nos enfrenta a la necesidad de poner en acto lo que declamamos como única forma de acallar a nuestras consciencias. La misma amenaza que percibimos al suponer que la legalidad puede incrementar la cantidad de abortos nos obliga a tomar estas medidas. Y para algunos, a enfrentar las contradicciones morales que pueden tener: "¿Qué tiene más valor, la vida o le control sobre el ejercicio de la sexualidad?"

    Es por esta necesidad que la legalización reduce la cantidad de abortos. El Estado, junto con la obligación de practicar los abortos solicitados en condiciones de higiene, también está obligado a analizar los factores que devienen en abortos para prevenirlos, y a brindar en el mismo acto la educación y los medios para prevenir la reincidencia. Quien practica abortos clandestinamente no está obligado a responder moralmente por ello y, además, obtiene un beneficio económico de la falta de educación y de acceso a la anticoncepción, sirve a sus intereses que la mujer considere al aborto como único medio anticonceptivo, lo que produce altísimas tazas de reincidencia que se eliminan de cuajo con la legalidad.

    Por ende, la legalización del aborto provoca que tomemos todas las medidas correctas que nadie toma gracias a la clandestinidad.

    Marcos

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  6. Que bueno saber que todavía hay gente que mas allá de la postura que tome al respecto, sea capaz de argumentar la misma y demostrar que lo que dice es resultado de haber pensado el tema. Con tanto camarón arrastrado por la corriente, algunos todavia usan el pensar como ancla...
    Gracias por la interesante exposición.

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  7. Creo que tal como se lo propone, el argumento consecuencialista no es suficiente por si mismo para aceptar la legalización del aborto, de hecho se están omitiendo algunas particularidades de la cuestión que permiten el acuerdo entre quienes preferimos el aborto legal y que escasamente se consideran.
    Una de estas cuestiones tiene que ver con lo voy a denominar "costos" de prácticas abortivas. Muchos de quienes optan por la ilegitimidad de abortos evalúan como superiores a estos costos respecto que quienes no. Entienden en buen número que al abortar (en cualquier momento entre la concepción y el parto) se está eliminando a un ser humano. Por lo tanto, la práctica legítima equivaldría a la legalización de homicidios premeditados. Frente al argumento consecuencialista el dilema para los "por vida" sería si es preferible legalizar ciertos homicidios para disminuir la cifra global de muertes...por homicidios de ese mismo tipo.
    ¿Estaríamos de acuerdo quienes preferimos un aborto legal, a que se legitimen por ejemplo los asesinatos a esposas por esposos, si supiéramos que esa legalidad supondría una disminución efectiva de feminicidios?
    Yo no lo estaría y probablemente por cuestiones morales, a las que estimo superiores al argumento consecuencialista.
    Un motivo entonces por el que este tipo de argumentos es inaplicable para persuadir a los pro vida es la diferente concepción que existe sobre lo que es un ser humano entre ellos y los pro legalización (me refiero a esto más abajo).
    Pensemos por ejemplo si, diseñado un método efectivo para abortar hasta la víspera del parto, y que no suponga riesgo alguno para la madre, los pro legalización estarían de acuerdo en aceptar los abortos hasta los días previos al eventual nacimiento. En particular yo no lo estaría, bajo la consideración de que allí sí se está eliminando un ser humano (que por cesárea, ya podría desde días atrás estar en su cuna o incubadora).
    Es relevante entonces en la cuestión de la legalización del aborto lo que se entiende por ser humano, y los es en muchísima mayor medida que el argumento consecuencialista: este argumento por sí permitiría teóricamente abortos en cualquier momento de la concepción, hasta eventualmente horas previas al parto (de hecho, para el argumento consecuencialista, eliminar un bebé a punto de nacer o tomar la píldora del día después serían equivalentes, en tanto los efectos en ambos casos serían los deseables).
    Algunos de los que preferimos la legalización nos sentimos obligados a prestar atención a la cuestión del ser humano, aunque de todas maneras supongo que todos lo pro legalización la consideran en buena medida, aunque no crean hacerlo.
    Como siempre lo hago, recomiendo un artículo de Carl Sagan para mejorar las ideas sobre por qué no nos consideramos pro homicidios quienes apoyamos el aborto legal:
    http://argatea.blogspot.com/2006/08/la-cuestin-del-aborto-una-bsqueda-de.html

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