El Estado, el fútbol y la vida espiritual de los uruguayos



Esta nota defiende un argumento simple y probablemente poco polémico. Su conclusión principal es que el Estado uruguayo no debería financiar con dinero de sus arcas las actividades de la selección nacional de fútbol. Cuando digo esto, no me refiero a que se debería abstener de comprar de publicidad. Por el contrario, estoy pensando en la posibilidad de que el Estado uruguayo financie parte del sueldo de un entrenador o que invierta directamente en la formación de futbolistas uruguayos. Mi argumento es simple: si el Estado utilizara su dinero para financiar el proceso de selecciones nacionales, éste debería contar con mecanismos que establezcan procesos de rendición de cuentas. Eso es lo que se espera del Estado en cualquiera de sus inversiones. En el caso del fútbol – siendo esta una actividad privada- es de esperar que los procesos de rendición de cuentas que el Estado podría implementar sean difíciles o imposibles de ejecutar. Paso a explicar.  
Hay dos elementos que han favorecido el debate sobre el papel que el Estado debería jugar en el fútbol uruguayo. El primero refiere a los efectos positivos que la “marca Uruguay” excelentemente promocionada por las actuales selecciones nacionales han tenido de un modo directo e indirecto en muchos ciudadanos uruguayos. Por un lado se puede ver el impacto directo de ese logro deportivo, reflejado en la alegría y los festejos de miles de uruguayos en Uruguay y en el resto del planeta. Por otro lado, se puede pensar en los efectos indirectos o colaterales que ese fenómeno supone. Por ejemplo, alcanza con remitirse al hecho de que Uruguay ha sido portada de los medios de prensa más importantes del mundo en varias oportunidades en los últimos meses. Millones de personas han leído o escuchado sobre Uruguay en las últimas semanas. Ese tipo de suceso mediático ha llevado a repetir la acertada idea de que el futbol nos “reubica” o nos “vuelve a poner” en el mapa mundial. En cierta forma no es muy aventurado pensar que tras estos resultados futbolísticos, la marca “Uruguay” puede atraer algunas inversiones, mejorar las posibilidades de negocios o aumentar el flujo de turistas al país.

Un segundo elemento es el impacto que Oscar Tabárez (el líder de ese notable cambio) ha producido en la opinión pública en general. El maestro Tabárez no ha parado de cosechar elogios durante el último año. Fuera de lo estrictamente deportivo, ha sido recientemente nominado como Campeón del Deporte de la UNESCO y hasta ha recibido una carta de felicitación por parte de la Academia Nacional de Letras, por el “general acierto idiomático con que se han expresado los integrantes de la selección”. Asimismo, Tabárez se ha convertido en una suerte de icono que expresa y representa ciertos valores que la sociedad uruguaya necesita. Por ejemplo, el diario el País en su edición del pasado 6 de agosto, publicó un número especial sobre ese exitoso "método Tabárez". Fernán Cisnero empezaba la nota principal de ese número diciendo: “El maestro Tabárez se volvió ejemplo de cómo hacer las cosas para que todo termine saliendo bien.” Y agregaba, “ya hay quienes creen que ese modelo debería ser exportado a otras áreas.” Cisnero menciona a declaraciones de varias personalidades públicas (incluyendo al presidente Mujica) quienes creen que Tabárez ha demostrado que las cosas se pueden hacer de otro modo. “Políticos, funcionarios, sindicalistas, artistas y deportistas” fueron consultados sobre “qué lecciones se pueden aprender de la manera de gestionar de Washington Tabárez.” Como era de esperarse, los distintos entrevistados elogian a Tabárez, su método, valores y ética de trabajo. 

La pregunta es, entonces, qué – si algo - debe hacer el gobierno y el Estado para promover los procesos que facilitan los buenos resultados. El mismo maestro Tabárez ha remarcado la necesidad de que el gobierno respalde los proyectos deportivos del país. Eso es, no con el fin de generar jugadores de alta competencia, sino sobre todo como una herramienta de integración y cohesión social. "El fútbol sirve para combatir vicios sociales" ha dicho Tabárez en más de una ocasión. Es evidente de que proyectos exitosos como el “Proceso de institucionalización de selecciones nacionalesliderado por el propio Tabárez no son viables sin un financiamiento adecuado y constante. Sin embargo, no son claros los límites para establecer hasta dónde y de qué forma el Estado debería involucrarse en el fútbol de alta competencia que implican las selecciones nacionales. 

Creo que el Estado tiene mucho para hacer en el fútbol. Pero mucho de lo que debería hacer esta limitado a regular y atender algunos fenómenos generados por la práctica de este deporte. De mas esta decir que el Estado, entre otras cosas, debe velar (al igual que lo hace con otras actividades) por la seguridad de los eventos deportivos, la formalidad de los contratos y las transacciones que esa actividad supone. A pesar de ello, sería una mala idea que el Estado intervenga financieramente en el fútbol uruguayo. La razón es bastante simple. Sería extremadamente difícil establecer un mecanismo de rendición de cuentas para evaluar los procesos y las actuaciones individuales asociadas con el fútbol. Aún cuando se pudiera ver como una inversión y no como un gasto, no es claro bajo qué criterios podría el Estado regular las actividades del seleccionado nacional. Y este no un problema de diseño institucional fácil de resolver. Vale pensar que en el caso de que el Estado financie parte del sueldo de Tabárez, el entrenador nacional pasaría a ser una suerte de funcionario estatal.  Pero cómo el Estado y la ciudadanía toda podrían evaluar si sus funciones son cumplidas de un modo satisfactorio es algo muy difícil de saldar. ¿Deberían las selecciones nacionales ganar un número específico de competiciones o promover una cantidad determinada de jugadores? ¿O deberían ser portada de un número concreto de apariciones en la prensa internacional? No puedo imaginar un criterio que represente una respuesta satisfactoria al problema de rendición de cuentas que la financiación directa por parte del estado en el fútbol uruguayo podría generar. Naturalmente hay más razones para negarse a esa iniciativa. No obstante, creo que el problema de la rendición de cuentas es extremadamente difícil de sobrepasar.



**Esta foto fue publicada durante el mundial. Desconozco quién es el autor. Durante este tiempo se ha multiplicado en la web. Por ejemplo puede ser encontrada en: http://totallycoolpix.com/wp-content/uploads/2010/08122010_best_of_2010_part_1/2010_part1_68.jpg


Revisando Mitos: Inclusión, Ideología y Representación Política en el Siglo XXI*

Por Iris E. Acquarone y Gonzalo Di Landro Tiempo de lectura: 10 a 15 minutos —