Por Luciana Scaraffuni
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Ultimamente hemos visto en la prensa técnicos del Estado defendiendo su función como técnicos y desvinculándose de cualquier postura política, lo cual significaría que son apolíticos o mejor dicho que la ciencia es apolítica y por ende el trabajo que realizan como técnicos también lo es. Esta postura, está imbuida en lo que algunos autores posicionados dentro del positivismo han denominado falsamente como “ética científica” lo cual implicaría objetividad, imparcialidad, fidelidad a los hechos, entre otros aspectos.
Concebir que un técnico en ciencias sociales esta en un puesto solamente para ejercer un trabajo técnico es una falacia. Esa tan alabada neutralidad de la ciencia y sus métodos busca reforzar esa visión acrítica de las estructuras políticas existentes y de lo que implican (Wolin, 1969) Esta visión acrítica, posiciona al investigador o investigadora en la postura de que la aplicación del método que utiliza, implica ver a la realidad social como una sola y no de otra manera para que dicha técnica sea realmente efectiva.
Entonces aquí debemos preguntarnos ¿Cómo deben investigar las ciencias sociales o mas bien los cientistas sociales? Así como en cualquier ciencia, debemos tener en cuenta que el investigador o investigadora de las ciencias sociales, tiene ciertas ideas de valor, desde donde construye “criterios de relevancia” que son los que guían todas las decisiones y selecciones que de cierta forma encauzan la actividad investigativa, es decir, esa actividad técnica que desarrollan (Archenti, 2018:79)
Hay algunas características de esta actitud apolítica de los investigadores que fueron señaladas por Sheldon Wolin, quien ha sabido proponer que la investigación de la realidad social al ser abordada desde lo teórico - visto y considerando que lo teórico implica valores, presupuestos y visiones de las y los cientistas sociales- se enmarca entonces en una concepción política, dado que la teoría tiene explicita una concepción política de la realidad y por ende esto influye en la actividad investigativa, dado que esta última es guiada o está enmarcada en la anterior (Wolin, 1969; Archenti, 2018). Es decir, que la actividad de investigar ni en ciencias sociales, ni en ninguna ciencia, está desprovista de decisiones y posturas políticas.
En este sentido, Wolin señala como una de las características a considerar en esa postura apolítica, el ver en la realidad social ciertos fenómenos o comportamientos como regulares, es decir, que se pueden explicar mediante generalizaciones o teorías con cierto valor predictivo (Wolin, 1969). En ese sentido, es común que las y los técnicos tiendan a marcar tendencias de forma predictiva con respecto a fenómenos comunes dentro de la realidad social, sin tener en cuenta las especificidades del contexto u otras caracterizaciones que no están contempladas en dichas tendencias.
Es así que, cuando las y los investigadores encuentran irregularidades en la realidad social que investigan se encuentran “en apuros” (Wolin, 1969) Esa foto de la realidad social que más se adecua al método que utiliza el investigador o la investigadora, invita a este a buscar esas regularidades que reflejan los patrones de comportamiento que la sociedad quiere promover o mantener, un comportamiento que termina siendo predecible (Wolin, 1969). El autor en este sentido establece qué y para esta postura, cada sociedad es una estructura con una inclinación particular y persistente caracterizada por una disposición de poder, así como también de impotencia, pobreza, riqueza, justicia y opresión y por este motivo los propios “científicos políticos” tienden a presentarse a sí mismos como “meros científicos” (Wolin, 1969).
Pero debemos considerar, que ese argumento de que el cientista es técnico y apolítico, ademas de falso, es a su vez superficial, en este sentido Wolin considera que “la prominencia de la técnica tiene serias consecuencias” en el sentido de que es un repertorio de habilidades técnicas que afecta en la manera en que los y las investigadores se acercan a comprender la realidad social. Pero estos técnicos desprovistos de política, en realidad están enmarcados en el paradigma ideológico que refleja la misma comunidad política en que los meros científicos investigan (Wolin, 1969)
Si partimos de que la realidad se construye socialmente, cualquier cientista social que haga su trabajo como técnico del Estado, debería darse cuenta que los métodos o técnicas que utiliza deben ser múltiples, dado que la realidad presenta complejidades que desde una única forma de acercamiento nunca van a poderse aprehender. Muchas veces los políticos no hacen “uso” de los datos que surgen de investigaciones, por que creen poseer experiencia propia sobre los asuntos, tienen “otras fuentes de información y asesoramiento” y por otro lado, “temen” que las investigaciones o los datos no se correlacionen con las preferencias de los electores o incluso con los donantes de las campañas, lo cual implica que los datos terminan siendo una “simple aportación a las complejidades de la elaboración política” (Weiss, 2009:9).
Hay evidencia que indica que la expectativa de que los políticos o que mismo la política sea sensible a ciertos hallazgos de investigaciones es poco realista (Weiss, 2009), en temas como seguridad por ejemplo, vinculado a reducción o aumento de los delitos, el aumento o descenso de homicidios, etc, no ha habido apertura para evaluar si los métodos utilizados para la comprensión de estos fenómenos son los adecuados, en vistas de las nuevas o mejor dicho de las profundas resignificaciones en las condiciones sociales, económicas y hasta culturales que hemos vivido, teniendo en cuenta el fuerte impacto de la pandemia.
Es menester destacar que, en este sentido el campo de la sanidad ha sido activo en estimular hallazgos en la elaboración política (Weiss, 2009), aspecto que a las ciencias sociales le ha costado, dado que no le han dado el lugar que se merece. La política debe apoyarse en los investigadores, los y las responsables de tomar decisiones deben prestar atención a hallazgos que surgen de investigaciones, de datos, de análisis, que no parten de una única forma de medir o abordar la realidad.
Ahora partiendo de algunas preguntas que se hacía Wolin y resignificandolas para lo que aquí se plantea, habría que preguntarnos ¿Qué tipo de compromiso se puede esperar de técnicos que de cierta forma están empeñados en apoyar los esquemas políticos y morales existentes?
Debemos tener en cuenta que las ciencias sociales son constitutivamente metódicas, por lo cual sólo es posible conocer de forma científica a través de algún método (Archenti, 2018), que técnicos del Estado digan cosas que están bien o mal no significa que sean propiamente así, dado que es necesario tiempo para avalar dichas posturas, complementariedad de métodos y técnicas que las ciencias sociales poseen en su haber, y también apoyarse en información o datos que probablemente se tenga de otros contextos que puedan informar sobre lo investigado (Cuadernos del CLAEH, 2020).
Hoy en día, las ciencias sociales están en un espacio de incertidumbre debido a la coyuntura pandémica que nos ha tocado vivir y que todavía no ha sido tenida en cuenta de forma seria, en torno a qué configuraciones o reconfiguraciones puede haber generado en algunos fenómenos que tanto interesan a la población, como por ejemplo en la seguridad. Si pensamos en seguridad, debemos pensar en economía, en políticas sociales, en educación, etc. Es decir, no hay fenómenos aislados dentro de la realidad, las esferas que hay que tener en cuenta para comprender un fenómeno en su integralidad están interrelacionadas y no se pueden anular a la hora de transmitir cómo un fenómeno es en la actualidad y cómo se reconfigura en el tiempo.
Esto nos posiciona en que hay un imperativo ético en la ciencia y por ende hay un compromiso político, el imperativo ético esta vinculado con que las respuestas políticas a las crisis o los fenómenos deben estar apoyadas en investigaciones científicas que apliquen múltiples técnicas de abordaje de la realidad y que permitan arrojar datos que den cuenta de las diversas aristas que esa realidad tiene. Mientras que por otro lado, el compromiso político, tiene que ver con las prioridades y formas (métodos) de abordar los fenómenos, esto tiene que ver con una cuestión ideológica.
Por ende, la ciencia no esta desprovista de política, pero esta concepción- de apoliticisimo- además de una falacia va de la mano de las representaciones sociales que actualmente se han ido imponiendo en todos los ordenes de la vida de las personas. Lo cual obliga a pensarnos como seres desprovistos de ideas, de ideologías, de política, somos seres vacíos, permeados por el neoliberalismo, el consumo, el tecnicismo, la meritocracia y si hacemos algo con compromiso mas allá de lo establecido somos enemigos del sistema impuesto y lo que los datos objetivos y neutrales quieren arrojar.
Bibliografía consultada:
• AA.VV., (2020) “Pensar la pandemia desde las ciencias sociales y humanas. Ciclo de entrevistas con Sebastián Fleitas, Francisco Panizza, Adriana Goñi, Antonio Lezama y Guillermo Dighiero” Cuadernos del CLAEH, Segunda serie, año 39, no 111, pp. 177- 239
• Marradi, Alberto; Archenti, Nelida y Piovani, Juan Ignacio (2018) Manual de Metodologia de las Ciencias Sociales. Buenos Aires: Siglo Veintinuno Editores.
• Weiss, Carol (2009). “Prólogo” en Carden, Fred, “Del Conocimiento a la política. Máximo aprovechamiento de la investigación para el desarrollo”. Barcelona: Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo, pp. 7-15
• Wolin, Sheldon (1969) “Political Theory as a Vocation”: The American Political Science Review, Vol 63, n 4 (Dec., 1969), Pp. 1062-1082.