Crecer y distribuir: el discreto encanto del ciclo progresista en Uruguay

En 2005, los uruguayos eligieron por primera vez en su historia un partido de izquierda para gobernar el país. El Frente Amplio, fundado en 1971, fue luego reelecto en dos oportunidades. En este periodo, Uruguay se puso de moda en el mundo. Lo hizo de la mano de un conjunto de reformas que ampliaron libertades en el plano social (aborto, matrimonio igualitario, marihuana) y a caballo de la proyección global que adquirió la polémica figura de Pepe Mujica.

Menos atención ha recibido el desempeño económico y social del país en perspectiva comparada. En este periodo, el ingreso por habitante de los uruguayos aumentó fuertemente y se redujo la desigualdad y la pobreza. La atribución de méritos por estos resultados es un tema controvertido. El partido de gobierno argumenta naturalmente que las políticas implementadas han sido la clave del éxito. En la vereda de enfrente, y pese a que el contexto externo no siempre fue amigable con Uruguay en estos años, la oposición suele hablar de "viento de cola" y sugerir que con ella en el gobierno las circunstancias externas favorables se hubieran aprovechado de mejor manera.

¿Viento de cola o políticas exitosas? Se trata de una pregunta difícil de responder de forma sistemática. Idealmente, requería comparar el desempeño económico y social de Uruguay bajo los gobiernos del FA con el que hubiera tenido un "Uruguay contrafactual" en el que el FA no hubiera gobernado. El problema es que desde 2005 lo único que conocemos es al Uruguay gobernado por el FA.

Una alternativa obvia es comparar como le fue a Uruguay en materia de crecimiento económico y desigualdad en relación a otros países. Pero las comparaciones son odiosas dicen y casi siempre tiene algo de arbitrario. ¿Qué países deberíamos utilizar para comparar? El promedio de América Latina, países del Cono Sur o Nueva Zelanda podrían ser todas alternativas válidas. También podría ser interesante ver en qué medida convergimos a las economías más desarrolladas. Pero siempre podría argumentarse a favor o en contra de alguna de estas comparaciones o sugerirse otras que no tuvimos en mente.

Lo que aquí propongo es utilizar una metodología sistemática para realizar dicha evaluación. Se llama método de control sintético y se emplea especialmente cuando se quiere evaluar el efecto de determinadas políticas a nivel de unidades de análisis agregadas (ciudades, regiones, países).[1] Aplicada a nuestro problema, la intuición que hay detrás de esta metodología es que una combinación de países proporciona una mejor aproximación a las características de Uruguay que cualquier país o región particular. Este método permite seleccionar un "país de control" en base al promedio ponderado de países que mejor se ajusta al desempeño y las características de Uruguay antes de 2005. Este "país de control" sería el famoso contrafactual, simulando el desempeño que habría tenido Uruguay si no hubiera sido tratado con la "medicina" frenteamplista.

Comencemos por el análisis de la evolución del ingreso por habitante. ¿Fue su crecimiento tan espectacular como argumenta el gobierno o hubiera ocurrido en cualquier caso como señala la oposición? El primer paso consiste en seleccionar las variables explicativas (predictores) del crecimiento económico. Las variables utilizadas fueron: el crecimiento poblacional, la tasa de inversión, el grado de apertura económica, educación y un indicador de democracia.[2] También se consideraron como predictores varios valores del PIB por habitante antes de 2005. Se trata de variables habitualmente utilizadas en estudios sobre determinantes del crecimiento económico. Condicionados por la disponibilidad de información, el periodo de análisis fue 1960-2014.

El segundo paso es delimitar el conjunto de países "donantes". Con esto me refiero al grupo inicial de países a partir del cual el algoritmo extraerá nuestro "país de control" o "Uruguay sintético". La práctica habitual es considerar países que por razones geográficas y estructurales comparten ciertas características y procesos con el país donde ocurre la intervención que se quiere evaluar. En nuestro caso, permitimos que el algoritmo seleccione la combinación óptima a partir de un grupo de 22 países que incluye países latinoamericanos y los principales exportadores de carne (Australia, Canadá, Estados Unidos y Nueva Zelanda). Cabe notar que este ultimo grupo se corresponde con las llamadas "economías templadas de asentamiento europeo reciente" (settlers) con las que los historiadores económicos suelen comparar a Uruguay.

Luego de aplicar el algoritmo, nuestro "Uruguay sintético" queda conformado por Argentina (16.5%), Bolivia (5.3%), El Salvador (14.2%), Jamaica (14.4%), Paraguay (24%) y Estados Unidos (25.6%). Esta es la combinación de países que más se asemeja a Uruguay en el periodo 1960-2004. La Figura 2 resume el resultado fundamental. En líneas generales, el "Uruguay sintético" tiene características muy similares a Uruguay y  reproduce relativamente bien el nivel y la trayectoria del ingreso per capita de nuestro país previo a 2005. A partir de ese año, la brecha de ingreso per capita se amplía sistemáticamente a favor de Uruguay. 

Pero la evaluación del ciclo progresista no quedaría completa sin analizar que sucedió con la distribución del ingreso. Como medida de desigualdad se utiliza el índice de Gini. El índice varía entre cero y uno: valores cercanos a cero indican baja desigualdad y valores cercanos a la unidad indican alta desigualdad. Los predictores utilizados en este caso fueron: el crecimiento poblacional, el grado de apertura económica, educación, un indicador de democracia, el PIB per cápita y la relación gasto publico/PBI.[3] También se consideraron como predictores varios valores del índice de Gini antes de 2005. Es relativamente más difícil encontrar información armonizada sobre desigualdad de ingresos para periodos largos y muestras de países de tamaño razonable. Por este motivo, el análisis debió restringirse al periodo 1980-2013. El algoritmo se aplica en este caso sobre un grupo de 16 países, siempre considerando países latinoamericanos y exportadores de carne. Nuestro "Uruguay sintético" quedó compuesto por Australia (17.1%), Costa Rica (76.9%) y Perú (6%). La Figura 3 muestra la evolución de la desigualdad antes y después de 2005. Se observa que nuestro "Uruguay sintético" refleja bien lo que sucedió con la desigualdad de ingresos en Uruguay en el periodo 1980-2004. A partir de 2005, la desigualdad tiene un comportamiento errático en el "Uruguay sintético" y cae sistemáticamente en Uruguay. La Figura 1 simplemente muestra la diferencia entre Uruguay y su "país de control": la brecha a favor de Uruguay alcanza 8 puntos porcentuales de caída del índice de Gini hacia 2013.




Obviamente, restaría realizar varias pruebas complementarias para afirmar que fueron los gobiernos del FA la causa de este desempeño en materia de crecimiento y desigualdad.[4] Los más escépticos dirán que aun así sería difícil aislar el "efecto FA" trabajando a este nivel de agregación. Sin embargo, la utilidad principal del ejercicio no es la dirimir pequeñas discusiones entre gobierno y oposición sino algo mucho más fundamental. El análisis permite ubicar en perspectiva comparada lo sucedido en Uruguay desde 2005. En este sentido, parece innegable que la singularidad del ciclo progresista ha sido la de lograr simultáneamente una expansión muy importante del ingreso medio de la población y una alteración (también de magnitud) de la distribución del ingreso en un sentido de mayor equidad. Parece difícil que la oposición pueda acumular sobre la base de un relato crítico de la gestión económica y social de estos años.

Pese a las buenas noticias, creo que tampoco la izquierda podrá crecer sobre la base de un relato (autocomplaciente) de su gestión. Las personas evalúan su situación respecto a un punto de referencia y el punto de referencia de los uruguayos ya no es el año 2002 sino el 2017. Ofrecer una perspectiva de futuro es central si la izquierda no quiere ser en alguna medida víctima de su propio éxito. Hay necesidades, aspiraciones e insatisfacciones nuevas. Hay desafíos emergentes y dudas razonables respecto a cómo garantizar la sostenibilidad del crecimiento y de las mejoras distributivas recientes, que ya muestran signos de enlentecimiento. Todo esto en un clima cultural de cierta hostilidad a las políticas redistributivas, como lo vienen mostrando las encuestas de valores. En 2011, un 45% de uruguayos creía que la pobreza es producto de la falta de voluntad y esfuerzo, cuando en 1996 lo creía apenas un 12%. Estas no son las creencias predominantes en las sociedades más prósperas e igualitarias del mundo. La batalla cultural parece tan importante como la electoral. La tentación de ser caja de resonancia de cierto sentido común conservador de la sociedad uruguaya tampoco es ajena a la izquierda.

Los años que vienen serán definitorios en la construcción de programas de futuro y de los liderazgos que permitan llevarlos adelante. Soy de los que casi siempre ve el vaso medio vacío. Pero, como dice alguna canción de Jaime Roos, también "tenemos derecho a regocijarnos y embelesarnos, bastante sufrimos". Es bueno saber que la carga de la prueba se ha invertido. Esta recae ahora sobre quienes siempre han dicho que estamos forzados a elegir entre prosperidad e igualdad. 




[1] El método fue propuesto por Abadie and Gardeazabal (2003)  y originalmente utilizado para estudiar los costos económicos del conflicto vasco. También fue usado para estudiar el efecto de las políticas anti-tabaco en California (Abadie et al, 2010). Otras aplicaciones recientes incluyen el estudio de los efectos de la liberalización comercial sobre el crecimiento, de la reunificación alemana, el desempeño de Venezuela bajo el chavismo, el efecto de catástrofes naturales, etc. Según Athey and Imbens (2017), se trata posiblemente de la "innovación más importante en la literatura sobre evaluación de políticas de los últimos 15 años".
[2] La fuente de datos es la Penn World Table con excepción del índice de democracia (polity2) que se toma del Polity IV Project.
[3] La fuente de datos utilizada para el índice de Gini fue la World Income Inequality Database (UNI-WIDER).
[4] Los lectores interesados pueden consultar varios detalles técnicos sobre las estimaciones y algunos análisis de sensibilidad en una nota técnica que dejo publicada en mi web.

Un futuro posible del sistema previsional: algunas ideas y rumbos

Tenemos una incipiente discusión en materia de nuestro sistema de previsión social y la misma se centra en el rol de las AFAP. En ésta corta nota quisiera descentrar la discusión de las AFAP e intentar mirar una foto más amplia del presente y posibles avenidas hacia el futuro, siempre a partir de dos principios centrales: equidad y eficiencia en ahorro. En breve, propongo que el problema central de nuestro sistema previsional no se centra en las AFAP (las que pueden ser sin lugar a dudas discutidas), sino en las viejas cajas paraestatales. Las razones son dos: por un lado, a diferencia del BPS suponen un ahorro inter-generacional y colectivo, pero segmentado por ingreso. Dejemos de lado en ésta foto por ahora las cajas militar y policial porque ambos sectores suelen, por sus características particulares, tener mecanismos previsionales diferentes a los del colectivo social. La segunda razón es que dadas las características particulares de dicha segmentación, financiar desde rentas generales posibles déficit se hace extremadamente regresivo en términos de equidad.
Pero el eje central de ésta nota gira en relación a dos preguntas estructuradoras:¿por qué la prestación de seguridad social se estructura en relación a una tasa de reemplazo asociada al nivel de ingreso durante la vida activa?; y ¿por qué existe una edad de retiro obligatoria? En definitiva, ¿podríamos tener un sistema jubilatorio que relajara éstos dos aspectos en aras de la eficiencia y la equidad? El primero hace que la contribución desde rentas generales que se hace a las jubilaciones y pensiones a través del BPS (o financiando déficit de otras cajas eventualmente) se estructure de forma de replicar las inequidades generadas por el mercado de trabajo. Quien tuvo mayor ingreso en su vida activa tendrá una mayor jubilación. El segundo principio, que ya ha sido relajado en Uruguay en el marco de una tendencia mundial, incorpora potenciales ineficiencias en términos de oferta y demanda en el mercado de trabajo.  
Ahora bien, si relajamos ambos principios podemos pensar en un sistema de previsión social que aporte un ingreso básico universal a cada individuo que llegue al umbral de una edad determinada, independientemente de la historia laboral y de la decisión sobre la combinación de trabajo y ocio que se desea tener a partir de dicha edad. Naturalmente habría que incorporar parámetros básicos de elegibilidad esencialmente asociados a un mínimo de años de residencia en el país y otros parámetros de una variación mínima del ingreso universal relacionados a variables tales como tipo de hogar u otros similares. No entro en estos detalles, que me sacarían de la foto general, porque dicho sistema ya existe y su versión más pura la encontramos en Nueva Zelanda. Éste sistema de ingreso básico universal se complementa por una segunda pata de ahorro voluntario individual e incentivado por el estado. Esto responde al principio de que es en el interés general que todos tengamos un reflejo de ahorro durante nuestra vida activa, por múltiples razones. Éste sistema no está pensado para los sectores más pudientes, quienes seguramente harán ese ahorro de todas formas a partir de inversiones, rentas, etc. Éste pilar está pensado para incentivar el ahorro en los sectores medios. 
Si un sistema así nos interesa (a mi me seduce), entonces trazando una línea desde donde estamos hacia donde queremos llegar, y permitiéndome una vez más la indulgencia de la simplicidad de tan general foto, debiéramos como primera medida eliminar las viejas cajas paraestatales y general un sistema universal de BPS y AFAP. El BPS en un segundo paso licuaría todas las contribuciones relevantes hechas por concepto de pensiones a la vejez y jubilaciones en éste ingreso básico universal. Como tercer paso, las AFAP debieran adecuarse a la estrategia de ahorro individual complementario y optativo, bajando tasas administrativas entre otras medidas necesarias. Naturalmente debieran revisarse los porcentajes de aporte a uno y otro sistema para hacer viable el ingreso básico universal. Pero recordemos que el sistema habrá ganado sectores con gran capacidad de aporte luego del primer paso propuesto. Y si aún quisiéramos ir más lejos, podríamos incluso hacer los aportes jubilatorios en el marco del IRPF, para de ésta forma simplificar la lógica administrativa del nuevo sistema y ganar mayor eficiencia.

Publicar sobre o desde Uruguay


Biblioteca Central. Foto: Isa Lima, bajo licencia CC BY 2.0.
Uno de los dilemas a los que se enfrentan las ciencias sociales del sur local (la crecientemente popular idea de Sur Global me parece pretenciosa) es “publica globalmente y muere localmente o publica localmente y muere globalmente”. La frase es de Sari Hanafi, un sociólogo que desde otro lugar del sur global, el medio oriente, escribe sobre qué significa para él este dilema (Hanafi 2011). 

Conexiones globales siempre ha habido, incluso a veces más significativas que las actuales (no olvidemos que en 1967 nuestro sociólogo más reconocido en el exterior, Aldo Solari, coeditaba un libro nada menos que con Lipset, quien fuera presidente de la Asociación Americana de Sociología. Una coautoría de esa magnitud creo que no se ha vuelto a ver y fue hace medio siglo). Sin embargo, mucha de la producción local es no solo en español sino muy local o con redes regionales extremadamente acotadas. Seguro no las lee Sari Hanafi en Beirut ni muchos otros en otros lugares que tal vez tengan cosas en común con nosotros o puedan iluminarnos nuestros casos o problemas. Esto es particularmente así en Uruguay, donde el Sistema Nacional de Investigación todavía premia mucho más la producción local. De hecho, mientras escribo esto y reviso los CVUY del SNI y veo las publicaciones de las personas de nivel II en ciencias sociales, veo que tal vez en Uruguay esto todavía no es un dilema. Todavía se puede publicar local y ser muy reconocido. Pero esto ha cambiado en muchos otros países y está cambiando entre los investigadores jóvenes en nuestro país. Si comparamos los nivel I con los nivel II por ejemplo, se ven cambios en las publicaciones. Se ve un lento cambio hacia una presencia más global de la investigación en el sentido de publicaciones más internacionales. 

¿Por qué en Uruguay todavía esto no tiene carácter de gran dilema? Esto ocurre por muchas razones, entre otras por el multiempleo de muchos académicos que terminan dedicando gran parte de su producción a “producción gris”, es decir informes de investigación para agencias del estado, ONGs o agencias internacionales. Mucho de ese material daría para escribir artículos fantásticos pero no hay tiempo o no hay estímulos para ello. También ocurre por la falta de incentivos claros y suficientes, al menos en ciencias sociales (y creo que economía es diferente aquí), para publicar en revistas indexadas. La falta de incentivos viene desde las decisiones del SNI (al menos para ciencias sociales) y desde las universidades.  Sin embargo, eso también ocurre por acciones deliberadas de algunos académicos de no querer participar en discusiones más globales, no exponerse a la revisión de pares que es tan relevante para construir comunidad, y no hacerlo en ámbitos donde esa revisión es ciega. “No creo en la revisión de pares” me dijo una vez un científico social reconocido de Uruguay. Recuerdo pensar entonces en que eso no es algo en lo que se crea o no se crea, como si fuera una religión. Eso es algo que los académicos hacemos honorariamente con el objetivo de mejorar el trabajo del otro y de validar el conocimiento. A veces sale mal. A veces le tocan a uno revisores despiadados, o revisores que solo quieren que uno los cite, revisores superficiales o agresivos hasta las lágrimas, pero, en general, yo me animaría a decir que ninguno de nuestros trabajos es peor luego de pasar por ese proceso. En una nota anterior, Nicolás Trajtemberg mostró cómo ese sistema generalmente funciona detectando fraudes y malas prácticas. No creer en la revisión de pares es no creer en la construcción colectiva de la ciencia. Es no creer en la ciencia. 

Por otro lado, o en el otro extremo, tenemos a muchos sistemas de ciencia nacionales y las universidades de elite en América Latina fomentando fuertemente publicar globalmente. Hablo de la realidad de Chile y Colombia por ejemplo o de centros de producción de conocimiento como el CIDE en México donde los incentivos económicos por un artículo en una revista top son como de fantasía. Esto quiere decir puntuar mucho más las publicaciones indexadas en los estatutos docentes, dar incentivos económicos provocativos para aquellos que publiquen en ciertas revistas (por ejemplo solo en aquellas que estén el cuartil 1 de tal disciplina o en las tres mejores de la disciplina, entendiendo por mejores las que los sistemas-empresas de indexación así lo consideran). 

Publicar globalmente tiene ventajas enormes, como que nos pueda leer el amigo Hanafi desde Beirut y comprender que sus problemas son parecidos a los nuestros. Otra ventaja fundamental es que nos obliga a someternos a sistemas de validación del conocimiento exigentes y no parroquiales. Pero, como dicen los gringos, no hay almuerzo gratis. Puede uno caer en el segundo problema del dilema que es tener un diálogo internacional y dejar de ser relevante nacionalmente, que no lo lea a uno la comunidad inmediata, académica y no académica.  Esto nos ha pasado mucho a los uruguayos trabajando por fuera y también a otros que escriben sobre Uruguay pero no trabajan allí ni son uruguayos. Pero ese no es el único problema. 

Por otro lado, al tratar de publicar globalmente, puede uno caer también en la enorme frustración de querer participar en un diálogo que no tiene en absoluto las características de un ágora habermasiana donde todos nos encontremos en calidad de iguales para comprendernos…sino que tiene características tremendamente injustas donde nuestros casos son solo casos para una teoría que debe hacerse en el Norte Local (tremendamente local si se trata de revistas norteamericanas por lo general). Un diálogo en el que mientras publicar sobre un pueblo ignoto como Fargo está validado, para publicar sobre América Latina hay que hacer una comparación, así uno esté comparando 400 barrios informales durante 60 años (cualquier parecido con la realidad, no es mera coincidencia). Un diálogo en el que nos recuerdan algo que ya sabemos: “you are not a native speaker” (hello!!!, claro que no), y donde más allá de la doble ceguera de pares y autores, el editor sí ve que no venimos de la Universidad de Wainston sino de la Universidad Nacional de alguna República  (bananera) y ya no será lo mismo.  

¿Qué hacer? Yo no soy especialista en temas de ciencia. Hay otros que han pasado por este blog, como Carlos Bianchi por ejemplo, que saben mucho más de esto u otros que han trabajado sociología del conocimiento como Gabi Abend que por eso nos hacen propuestas indecentes y provocadoras que irónicamente nos invitan a pensar. A nivel internacional, hay ríos de tinta sobre sociología del conocimiento, bibliometría y sus problemas. Escribo desde mi experiencia como académica que trabaja sobre Uruguay desde fuera de Uruguay y desde los dilemas a los que me enfrento. Y me pregunto qué hacer… tiro acá algunas ideas sobre esto. 

  • No puede haber revistas universitarias sin revisión de pares seria.
  • Trabajarles a las indexaciones pero siempre en acceso libre. En esto hay muy buenos ejemplos como la Revista de Estudios Sociológicos del Colmex que está logrando indexarse bien pero no pierde su acceso libre. Esto es importante para que lo pueda leer a uno la comunidad relevante que no siempre tiene acceso a bases como Jstor, etc.  
  •  Tratar de publicar en las revistas internacionales por supuesto. Viendo las hojas de vida del SNI, nuevamente, hay mucho por hacer e incentivar en este campo. Es importante meterse en ese juego porque es un juego que nos obliga a dialogar, a validarnos internacionalmente, a apuntarle a la excelencia, a crear ciencia más allá de nuestros lugares seguros. 
  •   Dar la pelea por mejorar las condiciones del diálogo. ¿Cómo? Metiéndose dentro de las organizaciones profesionales y consejos editoriales de revistas internacionales y exigiendo que los artículos en inglés sean más respetuosos con la cantidad de literatura existente localmente sobre el mismo tema, que los temas tengan representatividad regional y dejen de ser locales pero en inglés, por mencionar solo algunos aspectos. El ejemplo de Juan Pablo Luna en este momento, como editor de Latin American Politics and Society es una muy buena noticia en este sentido. 
  •    Como revisores de esas revistas internacionales, tomarnos muy en serio la tarea más allá de ese artículo. Nuestra tarea es también mejorar la inclusión de publicaciones en español o en portugués o en farsi en esas revistas. 
  •    Para quienes estamos en sistemas que solo premian las publicaciones globales, buscar un balance. Por supuesto debemos y queremos publicar globalmente pero es importante apostarle también a revistas relevantes localmente para las discusiones que queremos tener (incluso otros tipos de formatos como prensa, blogs, crónicas, entrevistas y otras formas de divulgación). Esto requiere cierto altruismo…pues estos artículos “no cuentan” al momento del ascenso, ni van a ser tan citados, ni dan incentivos económicos en las universidades…pero son muy importantes para construir comunidades locales. 
  •     Dejar chacras y cultivar redes locales, regionales e internacionales. Asociarnos más. En lugar de que cada departamento en cada país en cada ciudad tenga su revista… ¿por qué no pensar en revistas que roten departamentos, ciudades y países? Cuando las revistas están asociadas a departamentos (y cuando los sistemas de ciencia premian que cada departamento tenga su revista) es difícil conseguir buenos artículos para todas esas revistas cuando a los académicos les están diciendo al mismo tiempo que deben publicar en un grupo selecto de revistas internacionales.
En síntesis, el dilema de publicar local y perecer global o publicar global y perecer local es un dilema que he vivido en carne propia tratando de pertenecer a la vez a una comunidad internacional y a la comunidad de mi país. Creo que en ciencias sociales en Uruguay solo muy recientemente está apareciendo este dilema entre los más jóvenes pero todavía no hay demasiada conciencia del dilema.  No hay incentivos más allá de los individuales para participar de debates globales. Esos sistemas de incentivos son necesarios, sin dejar que se vuelvan nuestra propia jaula de hierro weberiana. No hay una sola manera de validar conocimiento y hay, creo yo, que mantener un balance publicando para audiencias diversas. La tarea no es fácil. En definitiva ser científico en el sur local implica muchos desafíos a los que los del norte local no se enfrentan. Allí suele haber solo una forma de validar el conocimiento. No es fácil acceder pero el camino es claro y es uno. Para nosotros la tarea es un poco más compleja. Sé que este grupo de ideas desorganizadas perecerán globalmente, pero espero que tengan algún efecto local.

*Agradezco a Nicolás Trajtemberg, Juan Bogliaccini, Juan Carlos Rodríguez y Rosario Queirolo por sus comentarios a una versión previa de esta nota.

Referencias:

Hanafi, S. (2011). University systems in the Arab East: Publish globally and perish locally vs publish locally and perish globally. Current Sociology, 59(3), 291-309.

Lipset, S., & SOLARI, E. (1967). Elites in Latin America. Buenos Aires: Paidós.

Oscurantismo académico: desde pitos conceptuales socialmente construidos hasta el uso inapropiado de matemáticas de la dinámica de fluidos en las emociones humanas


Quiero contar dos historias sobre oscurantismo académico. Una reciente y famosa vinculada al oscurantismo soft en estudios de género, y otra menos conocida y asociada al oscurantismo hard y al mal uso de las matemáticas en la psicología. El hilo conductor de ambas es uno de mis ídolos intelectuales: el físico Alain Sokal.

Primera historia: decepción con un pito conceptual socialmente construido

En las últimas semanas hubo un fuerte sacudón en el ambiente académico: un filósofo (Peter Boghossian) y un matemático (James Lindsay) salieron a la palestra pública a contarnos que habían elaborado un artículo completamente en broma, lleno de sinsentidos y frases rimbombantes y vacías, y había sido aceptado en un journal de estudios de género. El título del artículo era ‘el pene conceptual como construcción social’ (Boghossian & Lindsay, 2017). Toda una declaración de principios. Y arrancaba pisando fuerte en el acelerador estableciendo el supuesto que se proponían cuestionar: ‘La evidencia científica y meta científica androcéntrica de que el pene es el órgano reproductivo masculino es considerada abrumadora e incuestionable’. Entre las muchas barbaridades del artículo se destacaba su argumento donde establecían que el pene conceptual era responsable del cambio climático! Los autores no son humildes en cuanto a las repercusiones de su artículo. Para ellos su engaño académico expone el estado lamentable (‘crippled academically’), super ideologizado y de baja calidad de los estudios de género caracterizado (en palabras de los autores) por una creencia casi religiosa que el machismo es la causa de todos los males (Boghossian & Lindsay, 2017b).

Grandes figuras intelectuales como Richard Dawkins, Steven Pinker o Sam Harris celebraron la aparición del artículo y como los autores habían ingeniosamente realizado ‘la gran Sokal’ pero focalizada en los estudios académicos de género. ¿Qué es hacer la gran Sokal? En 1996 el físico Alain Sokal hizo un experimento para desenmascarar a una parte de las ciencias sociales asociada a los estudios culturales postmodernos: escribió un artículo lleno de errores, frases altisonantes falsas o trivialmente ciertas,  y sentencias vacías que sonaban lindo repitiendo los mantras clásicos (e.g. la realidad está socialmente construida, las ciencias duras excluyen y estigmatizan las discursos contra hegemónicos, etc.). El artículo fue aceptado por el journal Social Text y luego Alain Sokal salió públicamente a denunciar la farsa que había cometido y como el evento dejaba en evidencia algunos de los serios problemas que enfrentaban una parte de las ciencias sociales en la actualidad (Sokal 1996; Sokal & Bricmont, 1997).

Confieso que cuando salió a la luz el artículo de Boghossian y Lindsay sentí una enorme felicidad. Creo que muchos nos hemos cruzado a lo largo de nuestras vidas con esa variante de académicos piratas. Son lo que Jon Elster (2012) llamó los oscurantistas de las ciencias sociales, o lo que Gerald Cohen (2002) calificaba en forma un poquito más ruda ‘mierdosos’ o ‘bullshiters’ académicos. Son aquellos que usan el lenguaje en forma innecesariamente oscura y compleja, que priorizan la retórica, la insinuación y las falacias de autoridad y desatienden (o incluso desprecian!) la estructura lógica, el rigor conceptual y metodológico, y el apego a la evidencia empírica. En algunos casos estos ejercicios de intoxicación lingüística se realizan en forma intencionalmente deshonesta, en otros casos tal vez sea un problema de falta de capacidades y/o mala formación. Como uno vive con la indignación permanente de que muchos de estos mierdosos académicos perpetúan sus crímenes con total impunidad, es motivo de mucha dicha las raras ocasiones que quedan expuestos.

Sin embargo, pasada la euforia, cuando uno analiza con detalle lo que ocurrió en el llamado affaire Sokal 2.0. se da cuenta que en realidad el engaño que Boghossian y Lindsay llevaron a cabo es mucho menos relevante de lo que ellos sostienen. ¿Está bien creer (como parecen creer firmemente los autores y varios de los que celebramos su sátira) que este artículo pone en jaque los estudios de género? La verdad es que no. Hay dos consideraciones muy básicas: una de cantidad y otra de calidad.

En primer lugar, parece aventurado creer que toda una línea de artículos, estudios, programas de investigación y académicos se caigan a pedazos simplemente porque falle el sistema de arbitraje de uno de sus journals. Es al menos curioso que los defensores de la razón y de una ciencia apegada a la evidencia empírica ataquen esta línea de estudios siendo ellos mismos tan poco respetuosos de esos principios que dicen defender y exhibiendo una notable falta de cuidado y un alto sesgo.[1] Pero para peor, como segundo punto, los autores lejos de ser caritativos en términos argumentales y buscar la mejor versión de los journals de estudios de género, apuntaron a lo más bajo, y encima rebotaron! En realidad lo que ocurrió fue que enviaron este engendro de artículo a un primer journal NORMA (The International Journal of Masculine Studies) que ni siquera se encuentra entre los 100 journals de género más importantes y de ahí fueron derivados a otro journal aún peor (Cogent Social Sciences) que finalmente los aceptó. Más allá de todas las justificaciones que hacen Boghossian y Lindsay acerca de cómo este journal es bueno y es igualmente parte del prestigioso grupo Taylor & Francis, para mi el caso es claro: el ‘pene conceptual socialmente construido’ fue un engaño pero no a los estudios de género, sino a todos los que inicialmente creíamos que habían generado algo relevante académicamente. Lo que hicieron Boghossian y Lindsay es un ejemplo perfecto para usar en clases de argumentación cuando hay que ilustrar la falacia del espantapájaros. En todo caso, yo termino sacando conclusiones completamente opuestas a las de los autores. Me sorprende gratamente que un journal de los peores igualmente filtre y rechace esta basura académica. Llámenme optimista, pero para mi significa que las cosas no están tan mal como yo pensaba en esas áreas.

Segunda historia: en que se conectan el florecimiento personal y la matemática de la dinámica de fluidos? Envidia física diagnosticada por un físico

Hace unos años, un veterano llamado Nick Brown concurrió a una clase como parte del master en psicología positiva que estaba cursando en la University of East London. En ella se presentaba el ratio de critical positivity o el ratio Losada, uno de los papers más reconocidos y más citados en la disciplina ya que en el se presentaba la famosa formalización matemática de la felicidad! En 2005 dos psicólogos (Marcial Losada y Barbara Fredrickson) publicaron el paper Positive affect and the Complex Dynamics of Human Flourishing en top 20 peer reviewed journal de psicología: el American Psychology. En dicho paper los autores declaraban haber identificado el número mágico que identificada el punto de corte entre las personas florecientes y languidecientes: si el ratio de emociones positivas sobre emociones negativas era superior 2.9013 usted sería una persona resplandeciente y feliz, en caso contrario usted pertenecería al grupo de los zombies tristes. Los autores aplicaban ecuaciones diferenciales de un sub campo de la física, la dinámica de fluidos. No solo este fue un paper multi citado en la rama de la psicología positiva, sino que sirvió para encumbrar a sus autores, en particular a Fredickson que ganó varios premios académicos y publicó varios libros incluido uno de divulgación (Positivity: Top-notch research reveals the 3-to-1 ratio that will change your life) donde señalaba no muy humildemente ‘Así como el cero grados Celsius es un numero especial en termodinámica, la razón de positividad de 3 – 1 puede bien ser el número mágico en la psicología humana’ (Andrew, 2014).

Sin embargo, algo de la formalización matemática olía mal a este veterano estudiante. De joven había estudiado matemática cuando hacía su grado en ingeniería e informática pero era un don nadie en el mundo académico. ¿Qué podía hacer? Se armó de valor y decidió escribirle un mail a…¿advinen a quién? ¡A nuestro físico favorito! Alain Sokal cuenta en una entrevista que cuando recibió el mail de Brown ‘la ecuación de Lorenz que usaba Losada era de dinámica de fluidos, un campo en el que no estoy especializado, pero que es tan elemental que cualquier matemático o físico tiene un mínimo conocimiento. A los diez segundos me di cuenta que el artículo era una pura mierda’ (Andrew, 2014). De esta manera, Brown, Sokal y un tercer colaborador se decidieron a reanalizar críticamente el famoso artículo y demostraron que el rey estaba desnudo. Escribieron una revisión crítica al American Psychology donde cuestionan la absoluta falta de fundamentación teórica y empírica para utilizar las ecuaciones diferenciales de la dinámica de fluidos a las emociones humanas. Además muestran como la aplicación de Losada y Frederickson no solo es arbitraria sino que contiene múltiples errores conceptuales y matemáticos difíciles de ser detectados por los cientistas sociales sin formación matemática avanzada. En definitiva, los resultados, y en particular el famoso ratio de emociones positivas/negativas de 2.9013 tan citado y ponderado carecía de todo fundamento (Brown et al. 2013). Increíblemente, casi veinte años después de su primer travesura Sokal había hecho un nuevo aporte en su batalla contra el oscurantismo científico. Y lo mas lindo de todo: tiene algo de irónico que sea un físico el que tenga que venir a mostrarnos los riesgos de la tan mentada ‘envidia física’ que muchas veces sufren los cientistas sociales y pueden llevarlos a este tipo de desastres académicos

Epilogo: que mas da si es con palabras o números

La primera historia deja una lección importante. Increíblemente muchos nos apresuramos a celebrar el artículo de Boghossian y Lindsay porque teníamos la creencia previa de que  mucho de lo que se hace en ese campo es de mala calidad. Cuan valioso es no apresurarse y no dejarse dominar por el confirmation bias que irracionalmente nos lleva a buscar evidencia e interpretarla de acuerdo lo que deseamos creer. Cuán importante es ser caritativo en el debate e intentar buscar la mejor versión del oponente antes que intentar destrozarlo falazmente cuestionando una versión caricaturizada.

La segunda historia deja otra lección importante. El oscurantismo y la basura académica puede venir en muy variadas formas. Si bien la basura académica más famosa es la producida en las ciencias sociales cualitativas, la segunda historia aquí contada ilustra como también pueden haber ejemplos muy jodidos dentro de la ciencia social cuantitativa. En los últimos años, Elster ha escrito sobre ambas variantes de oscurantismo académico. Entre las variantes del oscurantismo soft incluía entre otros los estudios culturales de Said, corrientes sicoanalíticas de Lacan o Klein, variantes de funcionalismos de Bourdieu o Foucault, o la teoría postmoderna de Latour. Entre los oscurantistas hard incluía lo que él llama science ficition social science que es esa parte de las ciencias sociales que pese a estar muy formalizada tiende a hacer un uso abusivo y poco justificado de la matemática en conjunción con supuestos totalmente arbitrarios acerca de los agentes y la realidad (Elster, 2012). En ocasiones el abuso llega a tal punto que la matemáticas dejan de ser una herramienta y se transforman en un mero juguete (Elster, 2016).

Hace más de 35 años el físico Richard Feynman dijo en una entrevista ‘Existe una especie de pseudo ciencia. Las ciencias sociales son un ejemplo...Ellos siguen las formas, juntan datos, etc., pero no han encontrado nada, no han llegado a ningún lugar aun!...Yo puedo estar equivocado y tal vez sepan de que hablan pero no lo creo. Yo tengo la ventaja de saber cuan difícil es saber algo, cuan cuidadoso uno tiene que ser acerca de los chequeos de los experimentos, cuan fácil es cometer errores y engañarse. Yo se lo que significa realmente saber algo. Por eso, yo veo como ellos consiguen su información. Y no puedo creer que ellos sepan de nada cuando no hacen el trabajo necesario, cuando no han tenido el cuidado necesario’ (Feynman, 1981).

Pese a los increíbles avances que hemos tenido en las ciencias sociales en estas casi 4 décadas creo que el diagnóstico de Feynman sigue vigente. No es que uno crea que tenemos que intentar lograr tener una física social ni mucho menos. Al contrario. El arma del crimen pueden ser palabras rimbombantes casi impronunciables o algoritmos matemáticos injustificados. El resultado es el mismo: cientistas sociales cualitativos o cuantitativos que no dedican suficiente esfuerzo y tiempo a ser cuidadosos teórica y metodológicamente, y que terminan produciendo mierda académica en forma relativamente impune aprovechándose del desconocimiento de la audiencia.

La nota positiva es que a pesar de todo las dos historias muestran que no todo vale en el sistema científico. Con todas sus limitaciones, sesgos y perversiones, igualmente existen mecanismos para detectar y filtrar a parte de estos mierdosos académicos.


PD: Soy consciente de también hay problemas de esta naturaleza dentro de las ciencias duras. Pero me pareció innecesario y de mal gusto caer en una falacia tu quoque.


Referencias

Andrew, A. (2014) ‘The British amateur who debunked the mathematics of happiness’, The Guardian., 18 of January, https://www.theguardian.com/science/2014/jan/19/mathematics-of-happiness-debunked-nick-brown

Boghossian, P. & Lindsay, J. (2017) The Conceptual Penis as a Social Construct: A Sokal-Style Hoax On Gender Studies, SKEPTIC, http://www.skeptic.com/reading_room/conceptual-penis-social-contruct-sokal-style-hoax-on-gender-studies/

Boghossian, P. & Lindsay, J. (2017b) The Conceptual Penis as a Social Construct, Cogent Social Sciences, 3: 1330439

Brown NJ, Sokal AD, Friedman HL (2013). "The complex dynamics of wishful thinking: the critical positivity ratio.". Am Psychol. 68 (9): 801–13

Cohen, G.A. (2002) Deeper into bullshit in Buss and Overton, eds., Contours of Agency: Themes from the Philosophy of Harry Frankfurt. Cambridge, Massachusetts: MIT Press.

Elster, J. (2012) Hard and Soft Obscurantism in the Humanities and Social Sciences, Diogenes, 58(1–2) 159–170

Elster, J. (2016) Tool-Box or Toy-Box? Hard Obscurantism in Economic Modeling. Synthese 193 (7):2159-2184.

Feyman, R. (1981) Interview to Physist Richard Feyman  https://www.youtube.com/watch?v=tWr39Q9vBgo

Fredrickson, B. (2009). Positivity: Top-notch research reveals the 3-to-1 ratio that will change your life. Harmony

Fredrickson B. & Losada MF (2005) Positive affect and the complex dynamics of human flourishing.". Am Psychol. 60 (7): 678–86.

Sokal, A. (1996) ‘Transgressing the Boundaries - Toward a Transformative Hermeneutics of Quantum Gravity’, Social Text 46/47, 217-252 (1996)

Sokal, A. & Bricmont, Jean. (1997) Fashionable Nonsense: Postmodern Intellectuals' Abuse of Science. Picador USA: New York, 




[1] En este sentido, es interesante recordar que Sokal fue mucho mas medido y humilde sobre cuál era la significación o impacto del engaño que el había perpetrado.

I Lique Roc, o, Una Modesta Proposición para las Ciencias Sociales Orientales


Por el Profesor John Whitelocke
University of Auchmuty
Especial para Razones y Personas

I speak English / I lique roc / I’ve never learned another language
(Leo Maslíah, “I lique roc”)

Estaba pensando sobre viviendo con mi síster en New Jersey
(Pixies, “Vamos”)


I
Los límites de mi lenguaje significan los limites de mi mundo (Wittgenstein, Tractatus 5.6).
El idioma de la ciencia es hoy el inglés.
Su hegemonía es indudable.
Es indudable en las ciencias naturales desde hace tiempo, pero hoy también lo es en las ciencias sociales.
Es indudable en la macroeconomía y la demografía desde hace tiempo, pero hoy también lo es en la teoría política, la política comparada, la sociología histórica, y la sociología de la cultura.
La revistas científicas más prestigiosas son en inglés.
Las revistas, coloquios y conferencias “internacionales” son en inglés.
Publicar en inglés está mejor visto que publicar en mandarín, farsi o alemán.
Los organismos que evalúan a los académicos chinos, iraníes y alemanes incentivan las publicaciones en inglés.
Los campos científicos no son locales sino mundiales o “globales,” todos juegan al mismo juego, y este juego se juega en inglés.

II
¿Debemos celebrar esta tendencia o lamentarla?
¿Promoverla o combatirla?
El dilema y el debate no son nuevos.
Mucho se ha escrito sobre el imperialismo y el nacionalismo lingüísticos, y su relación con el colonialismo, la construcción de identidades nacionales y regionales, y las políticas públicas en países plurilingües.
Mucho se ha escrito sobre el inglés en particular y la investigación científica en particular.
Qué hacer.
Farsi o inglés.
Español o inglés.
(¿Ariel o Calibán?)
El dilema y el debate no son nuevos, pero es indudable quién tiene razón: debemos celebrar y promover el uso del inglés en las ciencias sociales en China, Irán, Alemania y también en Uruguay.
Y en todo país que no haya tenido la precaución de adoptar el inglés como su lengua oficial.


III
Existen diversos argumentos en contra de esta tendencia idiomática, en contra de la hegemonía del inglés, pero sería fácil demostrar que son falaces y anticuados.
Por ejemplo, se argumenta, erróneamente, que los idiomas están asociados con perspectivas ontológicas, esto es, el idioma afecta qué puede haber en el mundo.
Que los idiomas están asociados con perspectivas epistemológicas, esto es, el idioma afecta cómo se puede pensar y entender el mundo.
Que los idiomas no son medios neutrales de comunicación, sino que reflejan y expresan tradiciones culturales.
Hay cosas que el mandarín, el farsi y el alemán nos podrían decir, pero que el inglés no permite expresar.
Que el idioma único lleva a la homogeneización del pensamiento, sea el inglés contemporáneo o el latín medieval.
Y que el inglés es una imposición del imperialismo yanqui.
En la ciencia tanto como en la educación, las relaciones internacionales, el periodismo, el arte, la música y el cine.
Y aunque quizás no siempre sea un imperialismo deliberada y estratégicamente instrumentado por los poderes dominantes, las consecuencias son las mismas: una situación de desigualdad, dependencia y subordinación.
La hegemonía del inglés refleja pero también reproduce e incrementa la desigualdad entre el centro y la periferia: los recursos materiales y simbólicos se quedan en el mundo anglosajón, en sus instituciones y universidades.
Todos estos argumentos son tan falaces y anticuados que no vale la pena perder el tiempo refutándolos.
Pero sería fácil hacerlo.

IV
Existen diversos argumentos a favor de esta tendencia idiomática, a favor de la hegemonía del inglés, y sería fácil demostrar que son válidos y decisivos.
Por ejemplo, se argumenta, acertadamente, que es inútil resistir lo irresistible.
La “internacionalización” de la ciencia en general y las ciencias sociales en particular son fuerzas mundiales, que no se puede evitar, mucho menos frenar, desde Montevideo.
Nos guste o no nos guste, es una consecuencia natural de la “globalización.”
El inglés fue la lengua que mejor sirvió para este proceso, tanto en la esfera académica como en las esferas de la tecnología, información e internet.
Otro argumento es que ahora podemos aprender de los trabajos de los científicos chinos, iraníes y alemanes.
Podemos leer investigaciones sobre las realidades políticas, sociales y económicas de estos países.
Si escribieran en mandarín, farsi y alemán, no entenderíamos ni jota.
Y hasta podemos colaborar con ellos.
Hacer investigaciones y escribir artículos juntos; ir a sus conferencias.
Lo cual a su vez fomenta los valores académicos más importantes: la “productividad,” la “interdisciplinariedad” y hasta la “reproducibilidad.”
Lejos de reproducir e incrementar las desigualdades epistémicas, el inglés ha permitido que las ideas circulen libremente, en un campo o mercado mundial.
En este mercado mundial las mejores ideas, argumentos e investigaciones científicas triunfan, sin importar de qué país provengan.

V
Siendo que está claro quién tiene razón, me permito hacer una modesta proposición o propuesta para las ciencias sociales orientales, que reíte de Jonathan Swift.
Comprende cuatro áreas.
Primero: propongo que las instancias evaluadoras de la investigación científica en Uruguay, así como los concursos, becas, y premios, no tomen más en cuenta las publicaciones en español.
De ahora en más, únicamente se considerarán los artículos en revistas arbitradas en idioma inglés.

VI
Segundo: propongo que las revistas uruguayas (como la Revista Uruguaya de Ciencia Política; Revista de Ciencias Sociales; Cuadernos del CLAEH; Revista Uruguaya de Historia Económica; o Psicología, Conocimiento y Sociedad), que ya traducen los títulos y resúmenes de sus artículos, empiecen a publicarse enteramente en inglés.
Sus títulos deben también adaptarse a los nuevos tiempos: Uruguayan Political Science Review (UPSR), Notebooks of CLAEH, y así.
Se me dirá que algún autor puede no haber tenido a bien estudiar el idioma inglés desde su infancia, de modo de llegar a dominarlo a la perfección (o peor, puede haber malgastado su tiempo estudiando francés, italiano o latín).
No hay problema: basta con usar el Traductor de Google.

VII
Tercero: propongo que en las universidades uruguayas todos los cursos se dicten en inglés, y que sus bibliografías sean exclusivamente en ese idioma.
Se me dirá que la mayoría de los trabajos sobre la sociedad, política e historia uruguayas nunca fueron traducidos al inglés.
¿Cómo se haría para estudiar Batlle, los estancieros y el Imperio Británico; Uruguay, ¿una sociedad amortiguadora?; Lógica viva; o Etapas de la inteligencia uruguaya?
No hay problema: basta con usar el Traductor de Google.
Se me dirá entonces que el Traductor de Google ignora los aspectos estilísticos y estéticos de la escritura.
Que muchos científicos sociales también los ignoran, ya que dedicarse a ellos redundaría en una menor “productividad.” (Las revistas son estilísticamente más secas que pastel de polaco y más aburridas que chupar un clavo.)
Que muchos artículos en las revistas “internacionales” no están escritos en inglés sino más bien en una especie de “inglés.” (Shakespeare, Jane Austen, Borges y Goffman se revuelven en sus tumbas.)
Respondo que quien quiera textos bellos, elegantes, creativos, bien cuidados, estéticamente interesantes, no debería buscarlos en las ciencias sociales, ni en inglés, ni en español, ni en farsi.
Para eso está la literatura.

VIII
Cuarto: propongo que este “blog” (¡!), Razones y Personas, se empiece a escribir en inglés.
De este modo, alcanzaría la “visibilidad” que merece y que el español le impide alcanzar.
Sin duda, su tráfico y análisis web mejorarían, el algoritmo de Google lo mostraría antes en sus resultados de búsqueda, y subiría en el ranking mundial de blogs.
Además, el espíritu anglosajón de este blog se nota ya en el nombre con el cual fue bautizado: Reasons and Persons es un libro del recientemente fallecido filósofo Derek Parfit (cf. “Sobre este espacio”).
Long live Reasons and Persons!

IX
Mi modesta proposición conllevaría innumerables beneficios.
Por ejemplo, las universidades estarían preparando mejor a sus estudiantes para un mercado laboral global, en el cual dominar el inglés es imprescindible.
¿Y cuál es la función de las universidades, si no preparar a sus estudiantes para el mercado laboral?
Otro beneficio es el siguiente.
Las revistas de ciencias sociales anglosajonas e “internacionales” aceptan muy pocos artículos sobre Uruguay.
Es mucho más difícil publicar una investigación sobre la realidad uruguaya que una sobre la realidad estadounidense o británica.
Se precisa una justificación metodológica y epistemológica especial: ¿por qué investigar el “caso” uruguayo?
Por tanto, los científicos sociales orientales se encuentran en desventaja.
Tienen menos probabilidades de acceder al reconocimiento, estatus, y bienes simbólicos y materiales que solamente las publicaciones en inglés podrían otorgarles.
Pero si las revistas uruguayas abandonaran el español y adoptaran el inglés, el problema desaparecería ipso facto.
En fin, de lo que no se puede hablar, es mejor callarse (Wittgenstein, Tractatus 7).

X
Bibliografía:
- Alatas, Syed Farid. 2003. “Academic Dependency and the Global Division of Labour in the Social Sciences.” Current Sociology 51:599­–613.
- Bourdieu, Pierre. 2001. Langage et pouvoir symbolique. Seuil.
- Hagège, Claude. 2012. Contre la pensée unique. Odile Jacob.
- Keim, Wiebke. 2010. “Pour un modèle centre-périphérie dans les sciences sociales.” Revue d’anthropologie des connaissances 4:570–598.
- Keim, Wiebke. 2008. Vermessene Disziplin: Zum konterhegemonialen Potential afrikanischer und lateinamerikanischer Soziologien. Transcript.
- Phillipson, Robert. 1992. Linguistic Imperialism. Oxford University Press.
- Rodríguez Medina, Leandro. 2014. Centers and Peripheries in Knowledge Production. Routledge.
- Swift, Jonathan. 1729. A Modest Proposal for Preventing the Children of Poor People from Being a Burthen to their Parents, or the Country, and for Making them Beneficial to the Publick. Sarah Harding.
- Wittgenstein, Ludwig. 1921. “Logisch-Philosophische Abhandlung.” Annalen der Naturphilosophie XIV(3/4):185–262.

FIN

Revisando Mitos: Inclusión, Ideología y Representación Política en el Siglo XXI*

Por Iris E. Acquarone y Gonzalo Di Landro Tiempo de lectura: 10 a 15 minutos —