viernes, 31 de mayo de 2013

El aborto y el estatuto moral de la vida humana

Foto: Andrés Dean
El núcleo del problema del aborto voluntario (desde el punto de vista filosófico) es el estatuto moral del feto en el momento de la interrupción del embarazo. En Uruguay el aborto se permite hasta la duodécima semana de gestación. Un feto de 12 semanas es algo muy diferente a un óvulo fecundado, pero, a todos los efectos prácticos, la discusión moral se puede centrar en el estatuto moral de este último, porque la totalidad o la casi totalidad de los adversarios del aborto son concepcionistas. O sea: personas que sostienen que desde el momento mismo de la concepción hay un ser cuya vida es intrínsecamente valiosa y debe ser protegida. Dicho de otra manera: ninguna o casi ninguna de las personas que se oponen al aborto objeta el plazo (que sean 12 semanas u 8 o las que sean) durante el cual se permite la interrupción del embarazo. Los adversarios del aborto voluntario suelen considerarlo un crimen en cualquier estado de la gestación, desde el momento mismo en que el óvulo es fecundado.

Como el problema es complejo, la mayor parte de los partidarios de la despenalización del aborto simplemente lo eluden. Hablan de otras cosas. Eso no necesariamente está mal. En este blog, por ejemplo, Cristian Pérez ha ofrecido un buen argumento consecuencialista para defender la despenalización del aborto sin que ello suponga expedirse sobre la espinosa cuestión del estatuto moral de óvulo fecundado, del embrión o del feto hasta las 12 semanas.

La opinión personal de quien firma esta entrada es, sin embargo, que el tema no puede eludirse. Hay argumentos consecuencialistas que son buenos y hay otros que no, pero la cuestión del aborto pasará siempre por determinar si se está destruyendo o no una vida que tiene un valor intrínseco al interrumpir el embarazo.

Seguramente algún lector ya habrá perdido la paciencia con el autor de estas líneas y habrá exclamado: “¡Todas las vidas tienen un valor intrínseco! ¡Todas las vidas deben ser respetadas!”. Pero eso no es cierto. Seguramente muchos lectores de este blog coman habitualmente carne roja o blanca, carne de animales muertos, vida ella misma, en sus células y en sus tejidos —como es vida también la que hay en las células y en los tejidos que componen las hojas de lechuga o las rebanadas de tomate en la ensalada—, vida que será destruida por los ácidos estomacales y reducida a nutrientes fundamentales para nuestro organismo. También están vivos los organismos que matamos al tomar antibióticos o al desinfectar el baño. No toda vida, pues, tiene un valor intrínseco.

El lector, ya quizás indignado, podrá decir: “¡Pero se trata de vida humana!”. Sin embargo, esa no puede ser la diferencia. El principal argumento que circula en Uruguay a favor del concepcionismo dice que hay un ser humano en el momento mismo de la concepción porque el óvulo fecundado lleva una cadena de ADN humano y ese ADN es único y ciertamente distinto al de la madre. Un argumento de ese estilo está en la base del veto que el entonces presidente Tabaré Vázquez interpuso a los artículos de la ley de Salud Sexual y Reproductiva de 2008 que legalizaban el aborto hasta las 12 semanas de gestación. Escribió Vázquez en esa oportunidad: “La legislación no puede desconocer la realidad de la existencia de vida humana en su etapa de gestación, tal como de manera evidente lo revela la ciencia. La biología ha evolucionado mucho. Descubrimientos revolucionarios, como la fecundación in vitro y el ADN con la secuenciación del genoma humano, dejan en evidencia que desde el momento de la concepción hay allí una vida humana nueva, un nuevo ser. Tanto es así que en los modernos sistemas jurídicos —incluido el nuestro— el ADN se ha transformado en la ‘prueba reina’ para determinar la identidad de las personas, independientemente de su edad, incluso en hipótesis de devastación, o sea cuando prácticamente ya no queda nada del ser humano, aun luego de mucho tiempo”. Pero la mera existencia de vida humana no es suficiente para dirimir el problema.

No toda acción por la cual se aniquila vida humana es moralmente repudiable. Las técnicas que el propio doctor Vázquez ha usado extensamente a lo largo de su muy exitosa carrera como médico oncólogo apuntan a la destrucción sistemática de vida humana: aquella que se reproduce descontroladamente en las células cancerígenas. Nadie considera que el doctor Vázquez haya hecho nada inmoral al destruir esa vida. Más bien al contrario. Porque al destruir esa vida humana el doctor Vázquez ha salvado seguramente a muchas personas y lo moralmente relevante es la vida de las personas, no la mera vida como tal, aunque sea humana. Todas las células de nuestro cuerpo poseen un cierto ADN que es único y personal, pero no por esa razón son ellas mismas, las células, seres humanos ni personas. No basta con asumir que la situación del óvulo fecundado es distinta: hay que argumentar por qué.

Desde luego que no sólo las personas gozan de un estatuto moral privilegiado. Mucha gente piensa que todos los seres que experimentan placer y dolor, sean o no seres humanos, sean o no personas, gozan de un estatuto moral privilegiado. Pero ese argumento no alcanza al óvulo fecundado, que obviamente es incapaz de sentir placer o dolor.

Otro argumento que circula entre los adversario del aborto en Uruguay es el que dice que el óvulo fecundado no es ya una persona (no es una persona en acto) pero sí una persona en potencia y que por lo tanto goza de todos sus derechos. Pero ese argumento tampoco se sostiene. Todos nosotros somos en potencia infinidad de cosas que no somos en acto. El autor de estas líneas, por ejemplo, es en potencia el novio de Karina Jelinek (sobre todo ahora que se separó de Fariña), pero eso no le da ninguna de las prerrogativas propias de esa posición. La objeción puede estar formulada en forma jocosa, pero debe ser tomada en serio: que un óvulo fecundado es una persona en potencia quiere decir precisamente que todavía no es una persona y ello implica que no goza aún de los derechos inherentes a la personalidad humana.

Se han usado otros argumentos en la literatura filosófica. Por ejemplo, el argumento del valor de la vida futura de Donald Marquis. En un famoso ensayo de 1989 (“Why Abortion is Immoral”) Marquis adujo que lo malo de matar (en general) es el hecho de que se priva a la víctima del disfrute de una vida futura. En principio la idea es convincente. Cuando muere un anciano, es frecuente oír que en su entorno alguien dice: “Vivió una buena vida” o “Vivió su vida”. Cuando muere un joven, en cambio, es inevitable pensar que tenía toda la vida por delante y que no pudo disfrutarla. Es evidente que Marquis acierta al identificar una de las cosas que consideramos malas de la muerte: el hecho de que nos priva de un futuro valioso, de una vida por vivir. El paso siguiente, como el lector ya se habrá imaginado, es afirmar que el óvulo fecundado (en caso de no ser abortado) tiene un futuro valioso, una vida por vivir que no le debería ser arrebatada.

La más famosa de las objeciones a Marquis se apoya en un argumento de la filósofa Mary Anne Warren. Una versión modificada y abreviada del mismo es la siguiente: imaginemos que vivimos en un futuro no tan lejano (Warren incorpora a su argumento una hipotética civilización alienígena) en que existen técnicas de clonación muy sofisticadas, baratas y completamente seguras. Cualquiera de las células de nuestro cuerpo podría ser convertida sin dificultad en un nuevo ser humano, en una nueva persona. Ello quiere decir que todas y cada una de las células de nuestro cuerpo tienen un futuro valioso, una vida por vivir, de la cual están siendo privadas en este mismo momento. ¿Tenemos la obligación moral de usar hasta la última de las células de nuestro cuerpo para engendrar nuevos seres humanos, so pena, en caso de no hacerlo, de privarlas de un futuro valioso, de una vida por vivir? La respuesta más razonable parece ser negativa.

Esto nos lleva directamente a una cuestión importante, con la cual se cierra esta entrada.

No todas las personas que se oponen al aborto en las sociedades contemporáneas lo hacen por motivos religiosos. Tener creencias sobrenaturales no es una condición necesaria para ser concepcionista, pero es un hecho que la mayoría de los concepcionistas las tienen. También es un hecho que la mayoría son cristianos. Los cristianos (católicos o no) ciertamente creen que la reproducción de la vida humana es intrínsecamente valiosa, porque los seres humanos están hechos a imagen y semejanza de Dios y comparten una chispa de la esencia divina. Es por ello que se oponen no sólo al aborto sino muchas veces también a la anticoncepción (en casi todos sus métodos y formas). Pero lo cierto es que la reproducción de la vida (aunque sea humana) no es algo intrínsecamente bueno. O al menos nadie ha proporcionado un argumento convincente en ese sentido. Una de las cosas que muestra el experimento mental de Warren es justamente eso: que la mera reproducción de la vida no es algo necesariamente bueno. Es malo, es moralmente repudiable, la destrucción de ciertas vidas, pero la mera reproducción de la vida (aunque sea humana) no es algo bueno por sí mismo.

La ley uruguaya que actualmente se encuentra vigente (así como la ley anterior cuyos artículos específicos sobre el aborto Vázquez vetó) fija un plazo muy razonable de 12 semanas para considerar legítima la interrupción del embarazo. Sostener que ya existe una persona humana con sus derechos inherentes desde el momento mismo de la concepción es una posición extrema en el debate. Las posiciones extremas, precisamente por su carácter de tales, deberían estar muy bien argumentadas. Ésta no lo está.

Es un hecho que el debate sobre el aborto involucra fuertes aspectos emocionales y que quizás los argumentos fríos de los filósofos no convenzan a nadie. El autor de estas líneas, sin embargo, consideró que debía exponerlos y espera al menos haber sido claro en la exposición.

6 comentarios:

  1. Estimado Anibal:

    Sigo siempre tus columnas. Con mucho interés y frecuentes coincidencias. HOy voy a discrepar, en parte.

    Como estuve desde el principio (desde 2002 y aun bastante antes desde Cuadernos de Marcha) vinculado a la propuesta que finalmente se aprobó, me gustaría que analizaras los argumentos expresados en:
    http://fcd.ort.edu.uy/innovaportal/v/6995/3/situ.ort.front/argumentos_bioeticos_sobre_la_despenalizacion_del_aborto_en_uruguay.html

    un abrazo
    Agustin Courtoisie

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  2. Hola,

    he leído el texto de Corti y el de Courtoisie y quisiera hacer algunos comentarios:

    Courtoisie afirma que el estatus moral del feto no es LA cuestión central del debate, ya que no determina qué posición debemos tener respecto a la despenalización del aborto.

    Creo que el punto de vista es legítimo, ya que dirige nuestra atención a la pluralidad de valores e intereses que están en juego (los intereses de la madre, la familia y la sociedad, entre otros, juegan un rol además de los eventuales intereses de la persona podría ser el feto, si esa cuestión estuviera saldada).

    Sin embargo, creo que es demasiado afirmar que discutir esta cuestión en profundidad, como propone Corti y como han hecho la mayoría de los filósofos hasta ahora, sea un caso de ignoratio elenchi. Coincido con Corti en que cuando hablamos de este tema, estamos en lo fundamental de la cuestión y mi razonamiento es el siguiente:

    Definir si el feto es una persona es fundamental porque si pensamos que lo es, entonces, al despenalizar el aborto debemos justificar algo así como un asesinato intencional. Creo que el texto de Courtoisie no alcanza a probar que haya que dejar de considerar a este tema como el aspecto central del debate. El ejemplo del policía que arriesga su vida defendiendo la propiedad privada no es una buena analogía ya que en dicho caso la eventual muerte no sería causada intencionalmente por quien da la orden al policía.

    Creo que el argumento consecuencialista formulado por Cristian Pérez, que Agustín Courtoisie también menciona, es el punto firme sobre el que debemos pararnos para sostener una posición hoy en día. Al mismo tiempo, buscar dilucidar filosóficamente la cuestión del estatus moral del feto seguirá siendo importante; aunque coincido con Courtoisie en que basar en una resolución de este punto la política acerca del aborto no es lo preferible.

    Saludo a los participantes del debate,

    Ernesto Alves

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  3. Se reconoce el esfuerzo de citar a Mary Anne Warren y Donald Marquis, pero por mas sesgo pseudocientifico que se quiera imprimir, el articulo termina argumentando..."No toda acción por la cual se aniquila vida humana es moralmente repudiable", o bien .."Pero lo cierto es que la reproducción de la vida (aunque sea humana) no es algo intrínsecamente bueno." , frases mas que discutibles para algunos. Estoy de acuerdo con el final del mismo.."el debate sobre el aborto involucra fuertes aspectos emocionales y que quizás los argumentos fríos de los filósofos no convenzan a nadie" No me ha convencido. A veces la diyuntiva interna de cada votante (que en definitiva es lo que importa) se basa en aspectos mas sencillos: si hay una futura vida, estoy cercenandola ? esto es matar? creo que contestar estas dos simples preguntas deja sin argumento a quien quiera hacer una disertacion filosofica (y aun metafisica) para soslayar este simplisimo tema central. No se pueden dar rodeos, hay que contestarse estas preguntas.. lo demas, es lo de menos

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  4. El problema de arranque en las discusiones sobre este tema parece ser (a mi entender) la dificultad que se tiene sobre los apoyos argumentales desde donde abordar el mismo. Esto es... lo analizamos a la luz de una moral publica o cristiana o grupal, etc? Lo encaramos desde un punto de vista medico, sanitario, higienico? Lo vemos a traves de politicas publicas y estrategias de poblacion?. Todo se mezcla y reconozco el esfuerzo de Vázquez por argumentar prolijamente (compartible o no) y tocando todos estos aspectos. Desde el punto de vista moral (hablamos de una moral publica, generalista) tanto religiosa como no el problema central es dilucidar si se esta matando o no, si se esta "evitando una potencial vida". Me parece que quien sostenga que si, tiene donde apoyarse. Desde el punto de vista de la etica-medica, hay una situacion isoslayable donde un conjunto biologico que esta en funcionamiento organico deja de existir o de "funcionar", por lo que es muy dificilmemnte defendible discutir sobre semanas de gestacion, si un dia mas, si dos dias menos , etc. Desde un punto de vista de politica de poblacion, de estrategias de natalidad a mediano y largo plazo, es evidente que 300 abortos equivalen a 300 uruguayos menos en un pais que lamenta permanentemente el "freezer" de natalidad en que se encuentra. Al llegar a tomar en cuenta los "derechos" es donde mas se complica todo esto. El feto, o ser vivo, o potencial vida no parece ser objeto de derecho en una interpretacion fluida de las leyes, mas bien son un poco forzados los apuntes aqui. Si es claro el derecho cada vez mas defendido de la madre de disponer de su cuerpo (incluyendo todo "aquello" que se encuentre dentro de él). Pero aquí los valores y principios vuelven a interponerse. Es a todas luces reconocido que la gran mayoría de los abortos responden no a una situación de peligro sanitario de la madre sino a situaciones de condena social, status, retención de la pareja o bien simplemente indefension económica.. Los problemas de fondo entonces siguen sin atacarse. El aborto soluciona algun problema realmente? o solo maquilla situaciones y miserias humanas ? Siendo una ateo convencido encuentro muy sabios los aportes de la Iglesia en tratar de atender los "problemas detras de los problemas"

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  5. Comento los comentarios de Ernesto Alvez:

    Mi afirmación acerca de que, en determinado tramo o etapa del análisis, la cuestión del valor del embrión como vida humana sea un caso de ignoratio elenchi, no significa que en otros momentos ello carezca de relevancia. (Por algo en mis artículos dedico espacio también a esa cuestión y en particular a la "ética del cazador", y al "principio de prudencia", principios que en nuestro país hasta ahora no se habían incorporado al debate público y académico sobre el aborto).

    La "ignorancia de asunto" de que hablé, simplemente quería decir esto: hay muchos que creen que, si el embrión no es "persona" o "vida humana" propiamente dicha,entonces, queda habilitada la interrupción sin más precauciones que las de índole sanitario. Si, en cambio, el embrión es una vida humana tan valiosa como la de cualquier ser humano a partir de su vida extrauterina, entonces, debe ser prohibido. Así de simple. De un lado y de otro.

    Es en ese momento en que pido que se preste atención. El artículo que leíste procura mostrar que resolver la cuestión del aborto a partir de decidir si el embrión vale o no, excluyendo otras consideraciones, es "estar antes del problema".

    El problema empieza después, cuando a pesar de admitir el inmenso valor del embrión, algunos entendemos que es preciso habilitar la interrupción, en ciertos casos.

    Respecto al ejemplo del policía, creo que debe considerarse el argumento en otro contexto. Ese argumento no está destinado a todos los interlocutores sino a un subgrupo particular con el cual en ese tramo de mi análisis decidí entablar diálogo: su defensa de la vida humana en términos absolutos, les hace olvidar muchos otros casos donde hay en juego también vidas humanas. Pero son casos que no les cuesta aprobar, mientras se indignan si se trata de despenalizaciones o legalizaciones del aborto. (Rechazan toda consideración consecuencialista como la que sigue: aborto clandestino, se lleva mujeres y embriones; aborto legal, preserva salud y derechos de las mujeres y, paradojalmente, reduce los abortos a lo largo del tiempo; es decir, salva muchos más embriones que la clandestinidad. ¿Quién está defendiendo más vidas?).

    Las sociedades civilizadas todo el tiempo aceptan ciertas prácticas o instituciones pese a ciertas consecuencias inevitables (por ejemplo, aceptamos el uso creciente y desregulado de autos y motos, pese a que los accidentes de tránsito en el Uruguay son la segunda causa de muerte violenta después de los suicidios , y varias veces superior a los homicidios que tanto fascinan a nuestros medios de comunicación). Pero a ese subgrupo de interlocutores (pro vida) les resulta natural su aceptación (la de policías, autos, etc).

    Es cierto que el policía no mata deliberadamente inocentes (concedamos que eso sea así) pero los ciudadanos que entienden como inevitable la institución policial, aun la estrictamente enmarcada en la legalidad, olvidan que eso lo estamos decidiendo todos como sociedad. Es decir, todos los ciudadanos al aceptar la policía somos corresponsables del "habrá muertos inocentes", ya que un instituto semejante tendrá externalidades siempre. La sociedad elige por el mal menor ("prefiero la policía porque así habrá menos muertos inocentes") y eso no parece dar problemas. Lo mismo para con los automóviles, que generan muertes mayores al doble de los homicidios, y miles de discapacitados...

    Claro que nadie mata directamente por comprarse una moto, o por considerar inevitable la policía. Pero es curioso, y hay que advertirlo, que algunas de sus más desagradables externalidades las tratamos como si no tuvieran que ver con nuestras decisiones, y permanecemos indoloros y sin culpa. Reitero, esta reflexión está dirigida a un subgrupo del debate.

    Ernesto: agradezco tu lectura atenta, y tus comentarios que me han hecho intentar expresarme mejor (o pensar mejor aspectos que tú oportunamente señalas).

    un abrazo
    Agustin Courtoisie

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  6. Creo que el aborto es un tema muy delicado y que aún no hemos resuelto. Y en mi opinión creo que todo parte de una situación de moralidad e ideología que no todos compartimos pero si la mayoría de una población y por la cual existen choques y fricciones. En mi opinión las mujeres tendría el derecho de poder decidir qué hacer en su cuerpo.

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