viernes, 25 de mayo de 2012

Los jóvenes y la edad del votante mediano

Tal vez el fenómeno más conocido de la transición electoral uruguaya de los últimos 40 años, fue el mal llamado “efecto demográfico”, donde en forma casi automática morían votantes de los partidos tradicionales y cumplían la mayoría de edad nuevos votantes de izquierda. Como sabemos esa historia –que fue mucho más de movilización política que de cambio demográfico–, está en pleno agotamiento. 

En 1973, el votante mediano (VM)(1) en el Uruguay tenía 41 años. En 1984, a la salida de la dictadura, la situación siguió incambiada, y hoy aún el VM es un individuo de unos 42 años(2). Este fenómeno, donde la edad mediana del electorado se mantiene estable con el paso del tiempo, también está llegando a su fin. 

 Para 2025, el VM va a alcanzar los 44 años, y en 2050 será un adulto de por lo menos 47 años. En otras palabras, el votante medio uruguayo envejecerá en nuestro país de aquí en más como nunca lo hizo en las últimas cuatro décadas. Esta sí será una historia puramente demográfica, seguramente menos ideológica que las anteriores, pero no sin consecuencias políticas y económicas. 




Además de que el VM será un individuo cada vez más viejo, la composición de las demandas que recibirá desde la población dependiente (fuera la de edad de trabajar) también están cambiando en forma sostenida. No es precisamente una novedad que existen tendencias opuestas en la evolución de la población dependiente de jóvenes y adultos mayores. Por ejemplo, hacia 2050 se habrá duplicado la relación de dependencia de los adultos mayores sobre la población en edad de trabajar que existía en 1971, mientras que la relación de dependencia de los jóvenes con la población en edad de trabajar pasará de un 44% a un 31% en el mismo período. 




Alguien podría decir que los votantes envejecidos están más interesados en sus futuras condiciones de vida una vez que culmine su etapa laboral activa, que en los problemas que afectan a las nuevas generaciones. Tal vez ello sea aún más claro si las contradicciones generacionales tienen algún punto de contacto con las contradicciones de clase. En cualquier caso, creo que estos cambios demográficos, y sus posibles consecuencias electorales, van a tallar en un contexto político y social que sugiere la inexistencia de un pacto intergeneracional claro en el Uruguay. 

Ello se refleja en los niveles de empleo por edad en el mercado de trabajo, en las tasas de incidencia de la pobreza entre niños y adultos mayores, y hasta los resultados del el propio el sistema educativo(3), por mencionar algunos ejemplos.

En suma, en la medida que las inequidades intergeneracionales perduren en el tiempo, las presiones demográficas no harán otra cosa que imponer desafíos cada vez más importantes para amalgamar estrategias de competencia política con el logro de transformaciones sociales y económicas necesarias para contemplar los derechos de los niños y 
--> adolescentes en el Uruguay.


------------------- 
(1) La economía política refiere al “votante mediano” como aquel individuo cuyas preferencias son decisivas en elecciones mayoritarias, y por tanto, terminan siendo reflejadas en las preferencias de los gobernantes electos. Para entendernos en un lenguaje compartido, esto no es muy distinto a cuando escuchamos decir que los políticos que quieren ganar las elecciones tienen incentivos para representar las preferencias de los votantes del “centro”. 

 (2) Cálculos propios en base a proyecciones de población por edades simples con datos de CEPAL / CELADE - División de Población. Boletín demográfico No. 66 de julio de 2000. Las estimaciones tienen fines únicamente ilustrativos. 

(3) En este blog hay varias notas sobre esos aspectos.


5 comentarios:

  1. Muy bueno Santi, clarito como siempre.

    Se me ocurren dos medidas para compensar la demografia: i)bajar la edad mínima necesaria para votar a los 15 años, ii) eliminar la obligatoriedad del voto. Si no hice mal las cuentas con el excel, y usando la misma fuente de Santi, la primera medida reduciría en 2 años la edad del votante mediano en comparación a si dejamos que la demografia haga su trabajo sola. Sobre la segunda medida no estoy realmente seguro sobre su conveniencia pero me gustaria discutirla. Su efecto en relación a esta cuestión tampoco lo se, pero en una de esas alguna viejita se queda en la casa mientras los nietos van a votar.

    ResponderEliminar
  2. Igual supongo que lo más probable en un contexto de voto no obligatorio es que la viejita siga votando como lo hacía antes y los nietos no lo hagan. Estimo que habrá rios de tinta sobre esto en ciencia politica.

    En cualquier caso, cómo se hace para que el proceso de competencia política sea sensible a las cuestiones juveniles?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gabriel, gracias por los comentarios !

      Efectivamente, reducir la edad mínima para votar dilataría (más o menos 10 años) el efecto demográfico sobre la edad del votante mediano, que en el largo plazo, es inexorable.

      Había hecho esa simulación, que es muy interesante de ver, y personalmente me simpatiza la idea de habilitar el derecho al voto a partir de los 15-16 años de edad. Lo que me parece preocupante es que al impulsar una reforma de ese tipo, el contexto político haga que la mal llamada “baja en la edad de imputabilidad” se transforme en una condición para ampliar la participación electoral de los jóvenes.

      La otra reforma que mencionabas es eliminar la obligatoriedad del voto. Creo que tu intuición en el segundo comentario es correcta, hay mucha tinta sosteniendo que los adultos y los adultos mayores son los grupos etarios más participativos en elecciones no obligatorias. Reformar la obligatoriedad del voto activaría ese aspecto latente del comportamiento político incrementando la influencia electoral de los más viejos. Ahí te agrego un elemento adicional, y es que la capacidad de movilización política también depende del ingreso, y en la medida que los jóvenes son marcadamente más pobres en promedio que los adultos y adultos mayores en el Uruguay, la no obligatoriedad del voto activaría efectos socioeconómicos que también reducirían la influencia de la población más joven (y pobre) sobre las preferencias de los gobernantes. Por tanto, hay razones para creer que el voto no obligatorio reforzaría los efectos demográficos envejeciendo sensiblemente la edad del votante mediano.

      Tal vez la cuestión sea cómo hacer para tener un votante mediano con preferencias más pro-joven de las que tiene hoy. O incluso, cómo hacer para que los jóvenes expresen sus demandas políticas con más fuerza y cohesión. Después de todo, la juventud es el grupo con mayores problemas de acción colectiva. Ahí es donde se concentran las cohortes de población más económicamente desiguales de todo el espectro de etario de nuestro país.

      Eliminar
  3. Natalia Nollenberger31 de mayo de 2012, 9:08

    Santi, muy buena la nota. Muy de acuerdo con tu ultimo párrafo de la respuesta. Me gustaria agregar un aspecto regional. No se si tenes datos para mirar esta diferencia entre Montevideo y el Interior, pero si mi intuición no es errada supongo que en el interior del pais debe ser todavía más alta la edad del votante mediano. En este sentido, una forma rápida y sencilla (creo) de mitigar la diferencia Mdeo-Interior sería habilitar el voto observado entre departamentos para aquellos que han sacado su credencial en el lugar nacimiento pero que por ciertas circunstancias (estudios, por ejemplo) han emigrado (en principio transitoriamente) a Montevideo. Tengo entendido que esto no es posible, salvo que se haya modificado en los últimos años y da lugar a que muchos jóvenes terminen transfiriendo su credencial a Montevideo para no tener que viajar en cada elección. Si bien las diferencias regionales no influyen en ultima instancia en las políticas de carácter nacional, podrían ser importantes en las políticas a nivel departamental. Abrazo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Natalia.

      Es interesante tu planteo. Si sigo correctamente, la lógica sería que la migración interna desfavorece a los jóvenes que no residen en la capital (al menos en lo que refiere a las políticas municipales). La población del interior es seguramente más envejecida que la de Montevideo. Pero desconozco cual sería la magnitud del voto observado en elecciones municipales si todos pudieran hacerlo.

      Me pregunto si los que emigran hacia la capital no prefieren tener influencia sobre las políticas de la IMM (en oposición a la intendencia de su departamento original) y que además sea bueno que tengan el derecho de hacerlo. Digo, desde un punto de vista de representación y "accountability", tal vez sea deseable que los ciudadanos promuevan o castiguen a los gobernantes sobre la base de evaluar las políticas que los afectan más directamente.

      Pero siguiendo con tu razonamiento, creo que la expansión de la oferta educativa en el interior del país tiene un papel muy importante para jugar, no solo porque seguramente afecta las decisiones migratorias de los jóvenes, sino también porque seguramente motive políticas más pro-joven desde las intendencias.

      Cierro combinando tu inquietud con el planteo de Gabriel más arriba. La obligatoriedad del voto en las elecciones municipales parece ser una de las reformas electorales más pro-joven que podemos hacer. Esto habría que estudiarlo con más detenimiento, pero si la participación electoral a nivel municipal está fuertemente sesgada hacia los adultos y adulto mayores (como la indicaría la teoría), la obligatoriedad del voto en elecciones locales podría tener impactos bastante fuertes para la competencia política departamental. Eso sí, siempre y cuando las elecciones municipales y nacionales sigan siendo no simultáneas.

      Salud !

      Eliminar