Desde agosto de 2022, Chicago ha recibido a más de 23.000 inmigrantes, en su mayoría venezolanos. En Nueva York el aumento es aún más pronunciado: 150.000 inmigrantes en un año. No es ninguna casualidad. Desde el 2022, el gobernador de Texas (Republicano) empezó a enviar a inmigrantes que ingresaban a su Estado por la frontera con EE.UU. en buses y aviones a ciudades Demócratas, como Chicago y Nueva York, con la justificación de que Texas no debería de pagar todo el costo del aumento de la inmigración. La elección de mandar migrantes específicamente a ciudades Demócratas también tiene, por supuesto, motivaciones políticas (algo así como “si Uds. dicen que hay que recibirlos, entonces recíbanlos Uds.”). No solo el estado de Texas está realizando estos traslados forzosos, sino también ONGs y otros estados.
Noticiero local reportando llegada de migrantes
Me voy a enfocar en Chicago, donde he podido seguir de cerca las reacciones a la presencia de inmigrantes. Chicago siempre ha sido una ciudad muy diversa – 20% de la población es nacida en otro país, y 30% son Hispanos/Latinos[1]. Luego de Los Ángeles, es la segunda ciudad en Estados Unidos con mayor población mexicana. Es también una “ciudad santuario” tras que en 1985 su alcalde pasara una orden ejecutiva donde indica que las autoridades locales no comparten información con las autoridades migratorias ni colaboran con deportaciones. Esto implica que los inmigrantes indocumentados pueden vivir con más tranquilidad en esta ciudad; por ejemplo, pueden acudir a servicios médicos sin temor a que se los reporte por falta de papeles. Este estatus de ciudad santuario ha sido reforzado por sucesivos alcaldes, especialmente como respuesta a la retórica antinmigrante de Trump. En un comunicado de la ciudad de la alcaldía anterior, se explica que la ciudad adopta esta ley porque tiene la misión de ser “the most inmigrant friendly city in the country”[2].
El principal problema con la reciente llegada de inmigrantes es que ha sido una oleada brusca, no gradual como lo venía siendo en el pasado. El segundo problema es la visibilidad de este flujo. La mayoría de los inmigrantes llegan en grandes grupos, generalmente autobuses llenos. Los refugios de la ciudad se llenaron rápidamente, y la ciudad recurrió a estaciones policiales. Pronto, las estaciones también se llenaron y se comenzaron a ver carpas no solo en las afueras de las estaciones sino también en parques u otros espacios públicos. Ilustrando la gravedad de la situación, en su pico, llegaron a haber más de 3.000 personas durmiendo en una terminal del aeropuerto principal de la ciudad. Adicionalmente, se registra un aumento notorio de personas pidiendo en las calles o afuera de supermercados con niños en brazos, una visión muy poco común en la ciudad. Es muy difícil no toparse con las imágenes de las carpas, grupos de personas afuera de estaciones policiales, etc. En una encuesta hecha en octubre 2023 en Chicago, el 77% dice haber visto personalmente a un nuevo migrante (con todos los reparos e inconvenientes técnicos que puede tener esta pregunta). A su vez, el 60% dijo estar siguiendo muy de cerca la situación de los migrantes. Para el que consume noticias, es imposible perdérselo, ya que los medios de comunicación están constantemente reportando sobre el problema. De nuevo, algo que hace un año no pasaba.
Los niveles de apoyo a la inmigración se han reducido en todo país: los niveles de satisfacción con la inmigración cayeron de 40 puntos porcentuales a 28 puntos en tan solo dos años. Por otro lado, un 40% de personas cree que debería de reducirse la inmigración, más del doble que en 2021. Esto aumentó incluso entre Demócratas: mientras que en 2021 prácticamente ninguno quería que se redujera la inmigración, hoy son el 20%[3]. Por más que no hay datos comparativos específicamente para ciudades como Chicago o Nueva York, es de suponer que esta tendencia también se observe aquí.
Hay algunos indicios de que los residentes de Chicago están experimentando sentimientos de “en mi patio trasero, no”, lo que en inglés se llama “Not In My Backyard” (NIMBY). El fenómeno se refiere a ocasiones en donde residentes de una zona reconocen la necesidad de algún servicio o instalación, pero se oponen a que esta se introduzca en su comunidad[4]. Esta oposición se suele dar porque se asume que esta nueva instalación configura una amenaza de algún tipo (a su seguridad, al valor de la propiedad, etc.). En el caso en el que me refiero aquí, son personas que en general están de acuerdo con que se ayude a los inmigrantes, siempre y cuando no sea frente a sus narices (en sus estaciones de policía, centros comunales, gimnasios u otros espacios públicos).
Por ejemplo, un 66% de los encuestados opina que el problema de la inmigración se debe solucionar a nivel federal y no es Chicago quien tiene que invertir más en acoger a estas familias[5]. En Nueva York, una encuesta de agosto 2023 muestra que casi el 60% de encuestados cree que la ciudad ya ha hecho suficiente por ayudar a migrantes y que se debería de detener el flujo[6]. La enorme mayoría también opina que el reciente incremento ha sido un grave problema para el Estado de Nueva York.
Entonces, por más de que no hay datos comparados para comprobar si las posturas se han vuelto más críticas a la inmigración luego de este flujo notorio de migrantes, es muy probable que sea el caso. En Chicago, por ejemplo, se está discutiendo por primera vez la posibilidad de que la ciudad deje de ser una “ciudad santuario”. Algunos concejales han estado impulsando la creación de un referéndum para que los residentes de la ciudad voten sobre la permanencia de esa ley, algo que nunca antes había ocurrido. En el estado de Nueva York, por primera vez se están implementando límites a la ley que obliga a proveer refugio temporal a personas en situación de calle[7]. Aunque esta ley no es exclusiva para migrantes (es más, el público objetivo originalmente eran indigentes), la llegada de migrantes ha provocado que los refugios estén completamente desbordados, y por lo tanto la ciudad ha tenido que recurrir a hoteles, aumentando la visibilidad (y el costo) del problema.
El fenómeno de NIMBY puede darse por muchas razones. Una de ellas, que se da especialmente entre poblaciones más vulnerables, es que implica que los recursos se están utilizando en una población ajena a la comunidad, a expensas de la población local. En la encuesta de Chicago, se observan claras diferencias en los niveles de apoyo a las políticas de alojamiento de migrantes: en los barrios menos pudientes, así como entre afroamericanos e hispanos, los niveles de apoyo son notoriamente más bajos. El nivel más alto de oposición al recibimiento de migrantes es entre hispanos, con el 57% en desacuerdo y donde más del 70% considera que está afectando negativamente a las comunidades más vulnerables. Y más allá de la encuesta, ha habido conflictos en algunos barrios de la ciudad donde se planeaba crear refugios para los migrantes. En un barrio mayoritariamente afroamericano, la ciudad tenía planes de convertir el centro comunitario en un refugio temporal, a lo que los vecino se opusieron tenazmente y hasta iniciaron acciones legales contra la ciudad. En un segundo barrio, predominantemente latino, donde se pretende construir un campamento en un terreno vacío, también se han organizado los vecinos para manifestar su oposición. En ambos casos, el argumento principal es el mismo: nosotros estamos primero. En las palabras de ellos: “Yo soy inmigrante, y sé que tenemos que ayudarlos, pero tiene que haber otro lugar para ellos. Arreglemos nuestros problemas primero”[8]. Otro dice: “No estoy en contra de los migrantes o de extranjeros, no. Pero los ciudadanos de Chicago vienen primero”[9].
Y acá podemos volver a traer los aprendizajes de la teoría del contacto, a la que me he referido en notas anteriores. El vaso medio lleno de esta teoría, dice que cuando personas de grupos diferentes tienen interacciones positivas (ej., te haces amigo de alguien de otra religión, etnia, clase social), es posible que aumente la empatía, la disposición a colaborar, etc. La contracara es que, cuando la interacción es negativa (ej., ocupan la plaza del barrio), esta puede tener los efectos contrarios. Algunos investigadores incluso han mostrado que este contacto ni siquiera tiene que ser intenso para lograr sus efectos[10].[11]. Los autores remarcan que instancias como un altercado verbal, un insulto, o hasta un saludo no devuelto puede ser considerado como “contacto negativo” por las personas.
Lastimosamente, el estado en el que están viviendo muchos migrantes, en carpas y colchones en el piso a plena vista, genera reacciones negativas. Muchas personas llevan ahí semanas, sino meses, y esto implica también acumulación de basura, falta de higiene, etc. Asimismo, como en todo grupo numeroso, siempre hay un puñado de personas que, por más de ser una extrema minoría, dejan “mal parada” a la comunidad: quienes abusan del alcohol o de las drogas, generalmente adoptan comportamientos intimidantes o hasta criminales. Como dice una señora de Nueva York comentando sobre los refugios de migrantes: “No es todo el mundo. Tenés personas que genuinamente solo están tratando de salir de un infierno y encontrar una mejor vida. Pero esas no son las personas que ves sentadas en las bancas del parque a las 11 de la noche con sus amigos, u hombres haciendo pis a plena luz del día. Eso es lo que vemos”[12]. También cabe notar que, dado que la mayoría de los migrantes recién llegados no tiene permisos de trabajo, no tienen qué hacer ni a dónde ir, por lo que realmente pasan la mayoría del día en los refugios o en sus proximidades. Esto solo aumenta una imagen perversa de vagancia y falta de voluntad, lo que lleva a los ciudadanos establecidos a pensar que los migrantes no son merecedores de ayuda (the undeserving poor).
La percepción del merecimiento de los pobres es un determinante clave de las actitudes hacia la redistribución y el Estado de bienestar. En Estados Unidos, se ha argumentado que los bajos niveles de apoyo a la asistencia social se explican porque los blancos perciben al beneficiario promedio como afroamericano, y asocian a los afroamericanos con actitudes no merecedoras de apoyo (vagancia, alcoholismo, etc.)[13]. Más recientemente, sin embargo, algunos autores han encontrado que las actitudes hacia los hispanos y hacia inmigrantes indocumentados también tienen una fuerte influencia (negativa) en opiniones sobre el Estado de bienestar, incluso más fuerte que las actitudes hacia afroamericanos. A medida que la persona tiene peores percepciones sobre los inmigrantes, cae sustancialmente su apoyo por el gasto social y por políticas sociales[14]. Este fenómeno no es exclusivo de Estados Unidos. Incluso en países como Suecia, con Estados de bienestar bien arraigados, se ha observado la tendencia: las personas que viven en comunidades con más inmigrantes tienen niveles de apoyo más bajo al gasto social.
En Uruguay no se viven circunstancias como la que están viviendo ciudades como Chicago y Nueva York – u otros países de Latinoamérica. Ya sea porque el número de inmigrantes es bajo en perspectiva comparada, o por otros motivos, la opinión pública hacia la inmigración se destaca por ubicarse entre las más favorable de la región. Según Latinobarómetro 2020, Uruguay es el país con menores tasas de personas que creen que los inmigrantes causan un aumento en el crimen (21%) y que son una carga para el estado (40%), aunque la cifra supera el 50% al consultar si los inmigrantes compiten con los trabajadores locales por puestos de trabajo. Por otro lado, el 86% de uruguayos opinó que los inmigrantes deberían tener el mismo acceso a salud, vivienda y educación, la segunda marca más alta de la región. También exhibe las tasas más altas de personas que consideran positiva la inmigración de latinoamericanos (73.5%).
Gráfico 1. Actitudes hacia la inmigración, países seleccionados
Fuente: Latinobarómetro 2020
Una encuesta de febrero de 2023 de la Usina de Percepción Ciudadana[15] confirma esta tendencia. Por ejemplo, el 83% considera que los inmigrantes deberían tener el mismo acceso a servicios básicos que ciudadanos uruguayos, el 65% que mejoran la sociedad con ideas y cultura, y el 74% dice confiar en personas de otra nacionalidad. En todos los indicadores, las personas de nivel socioeconómico más bajo tienen opiniones más desfavorables que las de mayor nivel, lo cual puede indicar un mayor sentimiento de amenaza. Pero de cualquier modo, las opiniones favorables casi siempre superan el 50% incluso en los estratos más bajos (p.ej., el 50% cree que los empleadores deberían dar prioridad a trabajadores locales cuando el trabajo es escaso; cifra que se reduce al 36% en el estrato más alto). Por el momento, entonces, Uruguay no parece estar en riesgo de caer en actitudes de “NIMBY” o que se asocie a inmigrantes con características negativas. Queda para otra oportunidad la especulación acerca de la eventualidad de que los sentimientos “NIMBY” en Uruguay, se puedan orientar a otras circunstancias.
[1] https://www.census.gov/quickfacts/fact/table/chicagocityillinois/HSD410221
[2] https://www.chicago.gov/content/dam/city/depts/mayor/Office%20of%20New%20Americans/PDFs/SanctuaryCitiesFAQs.pdf
[3] https://news.gallup.com/poll/470426/americans-showing-increased-concern-immigration.aspx
[4] Dear, M. (1992). Understanding and overcoming the NIMBY syndrome. Journal of the American planning association, 58(3), 288-300.
[5] https://drive.google.com/file/d/1jRBxQ_usLQJjUFDihWc1QS8wgKnHQwLb/view
[6] https://static.fox5ny.com/www.fox5ny.com/content/uploads/2023/08/SNY-August-2023-Poll-Release.pdf
[7] https://abcnews.go.com/US/new-yorks-shelter-policy-faces-scrutiny-amid-migrant/story?id=103498346
[8] https://www.wbur.org/onpoint/2023/10/26/the-border-crisis-arrives-in-chicago
[9] https://abc7chicago.com/chicago-migrants-protest-today-morgan-park-115th-and-halsted/13989428/
[10] Schäfer, S. J., Kauff, M., Prati, F., Kros, M., Lang, T., & Christ, O. (2021). Does negative contact undermine attempts to improve intergroup relations? Deepening the understanding of negative contact and its consequences for intergroup contact research and interventions. Journal of Social Issues, 77(1), 197-216.
[11] Graf, S., Paolini, S., & Rubin, M. (2014). Negative intergroup contact is more influential, but positive intergroup contact is more common: Assessing contact prominence and contact prevalence in five Central European countries. European Journal of Social Psychology, 44(6), 536-547.
[12] https://www.nytimes.com/2023/10/07/nyregion/nyc-migrant-crisis.html
[13] Gilens,M. (2000). Why Americans Hate Welfare: Race, Media, and the Politics of Antipoverty Policy. Chicago: University of Chicago Press.
[14] Garand, J. C., Xu, P., & Davis, B. C. (2017). Immigration attitudes and support for the welfare state in the American mass public. American Journal of Political Science, 61(1), 146-162; Eger, M. A. (2010). Even in Sweden: the effect of immigration on support for welfare state spending. European Sociological Review, 26(2), 203-217.
[15] https://usina.com.uy/wp-content/uploads/2023/02/Informe-Migracion-24.1.23.pdf
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