Log in de Tinder de Carlitos Marx |
Aguántenme un poco. Les prometo que hay algo interesante detrás del clickbait más grande de Razones y Personas. Bueno, al menos interesante para un sociólogo…no se ilusionen.
¿A qué viene esto de Tinder? Bueno, arranquemos un poco más atrás…poquito, tipo miles de años antes, con las dinámicas de apareamiento/emparejamiento de los seres humanos (emparejamiento de aquí en más). Si bien pueden pensar que esto es un tema para biólogos, profesores de educación o, a lo sumo, demógrafos, estas dinámicas del emparejamiento tienen también consecuencias sociológicas relevantes.
En particular, esto se debe a que la forma en la que conseguimos pareja (y quizás tengamos hij@s con ell@s), terminan siendo claves para la reproducción de estructuras sociales en las líneas de clases, raza o etnicidad, religión e incluso límites geográficos (Dinh et al., 2021; Potarca , 2017).
Los demógrafos sobre todo (sí, era por ahí…aunque posta que se cuela algún sociólogo), han generado bastante evidencia acerca de la naturaleza endogámica del emparejamiento humano. En la literatura especializada, el término más utilizado es “assortative mating”. Traducido al español como “emparejamiento selectivo” o, en otras palabras: "el emparejamiento no aleatorio de individuos con rasgos similares", viene a ser algo muy similar a lo que entendemos popularmente como endogamia ( Potarca , 2017; Thomas, 2020; Ranzini , Rosenbaum & Tybur , 2021).
Hay evidencia muy sólida de que los seres humanos tenemos la tendencia de preferir parejas similares a nosotros, sea en lo que refiere a rasgos de personalidad, grado de atractivo físico, y/o grupo social ( Potarca , 2017; Ranzini et al., 2021).
A grandes rasgos, el emparejamiento selectivo está, en gran medida, vinculado con los “sitios” (venues) o contactos a través de las cuales conocemos a nuestras parejas. La intermediación del emparejamiento por parte de familiares, amigos, compañeros de liceo y -aunque en menor medida- de trabajo, terminan por generar parejas similares entre sí en las líneas de atributos más estructurales como raza/etnia, religión, y también algunos más maleables cómo la educación (Rosenfeld et al., 2019). Es Granovetter 101: los amigos de mis amigos son amigos entre sí…o sea, se parecen bastante.
¿Y qué tiene que ver Tinder con todo esto? En primer lugar, aún entre la enormidad de comportamientos humanos afectados por Internet, hay prácticamente consenso entre académicos sobre el potencial del emparejamiento mediado por Internet para cambiar ¡la estructura social! (sí, lo escriben así sin tapujos la mayoría). Lo que es un tanto más contencioso, es el grado o medida en la que efectivamente lo han logrado (Thomas, 2020; Ranzini et al., 2021).
¡¿Qué Tinder qué?! ¿Cómo?
Existen dos hipótesis principales y complementarias relativas a los mecanismos por los cuales Internet ha modificado el emparejamiento y, por consiguiente, las formas en que se reproduce la estructura social.
El primero, a mí entender, es el más interesante y tiene que ver con un “nuevo” tipo de vínculo social. Además de “la fortaleza” de los lazos débiles para activar capital social, y el potencial de los lazos fuertes para proveer mayores niveles de afecto y bienestar; las apps y sitios de citas posibilitan algo nuevo. Ya no la activación de vínculos débiles o fuertes, sino la creación de vínculos previamente “inexistentes” entre potenciales parejas. Es decir, extraños cuyas posibilidades de encontrarse antes de Internet hubiesen sido casi nulas (Thomas, Ranzini , 2019:192-3; Ranzini et al., 2021).
La segunda hipótesis, prácticamente se desprende de la primera: al acceder a estos lazos “inexistentes” se incrementa sustancialmente la oferta o el pool de potenciales parejas (Potarca , 2017; Thomas, 2020).
En conjunto, estos atributos de citas en línea -además- reducen los costos de búsqueda de pareja. Por un lado, facilitan búsquedas de rápidas y numerosas permitiendo la selección de parejas potenciales en función de atributos sociodemográficos y/o atractivo físico ( Dihn , et al., 2021; Potarca , 2017)
Por el otro, y esto es aún más clave en términos de reproducción de las estructuras sociales, permiten desintermediar el emparejamiento de la familia, amigos, compañeros de trabajo y similares (Potarca , 2017; Thomas, 2020). Dado que “los amigos de mis amigos son amigos entre sí”, el emparejamiento intermediado tiende a ser mucho más endogámico o selectivo en las líneas de los atributos de la red que consiguió ese match.
Más allá del efecto homogeneizador de la intermediación cercana, también puede tener efectos negativos cuando se busca una pareja con atributos inexistentes o muy poco frecuentes en sus redes tradicionales u offline (Thomas, 2020). En este sentido, la ampliación del pool de candidatos y la desintermediación de lazos fuertes o débiles, son particularmente valiosos para emparejamientos en “thin markets” (¿mercados escuetos?, que un economista me ayude en la traducción). No es casualidad que las citas en línea fueron -y son aún parece- más frecuentes para personas no binarias, LGTBQ, etc., que para personas heterosexuales (Rosenfeld et al., 2017; Thomas, 2020).
¿Pero Tinder cambió algo, o no?
Lamentablemente no tenemos los estudios necesarios por aquí. Ninguno en Uruguay y calculo que casi nada en la región; pero algunos datos del norte nos pueden ayudar. Por ejemplo, usando las encuestas “How Couples Meet and Stay Together” de 2009 y 2017, Rosenfeld el at. (2019) muestran que, en general y para las parejas heterosexuales, quienes se conocieron en línea aumentaron del 2 % en 1995 al 39 % en 2017. Al mismo tiempo todo el resto de los lugares fuera de línea disminuyeron significativamente en el mismo período. También existe evidencia clara de que, en países como USA, las citas basadas en Internet ya han logrado destronar a “los amigos” como los principales mediadores para las citas y el emparejamiento desde mediados de 2010 (Rosenfeld et al., 2019).
¿Estos cambios en la formación de parejas finalmente generaron emparejamientos menos selectivos? Si bien los estudios no son por completo concluyentes, todo apunta a que sí…al menos en lo que hace a raza, etnia y religión (Potarca, 2017).
Potarca (2017) encontró evidencia estadística de este fenómeno para los casos de USA y Alemania para la década de los 2010’s. También existe evidencia consistente en otros estudios sobre el mayor porcentaje de parejas interraciales, interreligiosas o interétnicas entre las personas que se conocieron en línea comparados con las que se conocieron por otros canales o venues (Potarca , 2017; Ranzini el al., 2021; Thomas, 2020).
Sin embargo, como con todo, la cosa generalmente termina exagerándose cuando hablamos de los efectos de Internet (tanto los buenos como los malos).
En realidad, deberíamos decir que el emparejamiento en línea sigue siendo de naturaleza selectiva. Es más, hasta existe evidencia de que las apps a veces facilitan aun más la expresión de algunas preferencias étnico-raciales ("no con X raza", o racistas en criollo), al menos en las prácticas dentro de ciertas plataformas (p.ej. ver Ranzini, 2019: 193 y 196).
Sin embargo, en palabras de Thomas (2020): mientras que “la segregación ciertamente está casi siempre presente en línea… si Internet es simplemente menos segregado que el mundo offline, esto puede actuar como una fuerza integradora en la sociedad”.
PD: Es obvio que existe una enorme serie de problemáticas y nuevas desigualdades asociadas al uso de apps y sitios webs de citas (ver toda la serie de críticas mencionadas por los autores aquí referenciados). No estoy tratando de negar los nuevos riegos que aparecen tanto con esta como con otras tecnologías.
Mi pequeño aporte al debate es que parece bastante relevante pensar cómo estas nuevas tecnologías pueden tener consecuencias muy poco esperadas sobre nuestras vidas y hasta la estructura de nuestras sociedades. Muchas de ellas malas, pero otras -sorprendentemente a veces- bastante positivas.
Referencias
Dinh, R., Gildersleve, P., Blex, C., & Yasseri, T. (2021). Computational courtship understanding the evolution of online dating through large-scale data analysis. Journal of Computational Social Science. https://doi.org/10.1007/s42001-021-00132-w
Potarca, G. (2017). Does the internet affect assortative mating? Evidence from the U.S. and Germany. Social Science Research, 61, 278–297. https://doi.org/10.1016/j.ssresearch.2016.06.019
Potarca, G. (2021). Online Dating Is Shifting Educational Inequalities in Marriage Formation in Germany. Demography, 58(5), 1977–2007. https://doi.org/10.1215/00703370-9420350
Rainie, H., & Wellman, B. (2012). Networked: The new social operating system (Vol. 10). Cambridge, MA: Mit Press.
Rosenfeld, M. J., Thomas, R. J., & Hausen, S. (2019). Disintermediating your friends: How online dating in the United States displaces other ways of meeting. Proceedings of the National Academy of Sciences, 116(36), 17753–17758. https://doi.org/10.1073/pnas.1908630116
Ranzini, G. (2019) 13: Crossing boundaries? Dating platforms and interracial romance.. IT HAPPENED, 27(1), 191.
Ranzini, G., Rosenbaum, J. E., & Tybur, J. M. (2021). Assortative (online) dating: Insights into partner choice from an experimental dating app. Computers in Human Behavior, 107039. https://doi.org/10.1016/j.chb.2021.107039
Thomas, R. J. (2020). Online Exogamy Reconsidered: Estimating the Internet’s Effects on Racial, Educational, Religious, Political and Age Assortative Mating. Social Forces, 98(3), 1257–1286. https://doi.org/10.1093/sf/soz060
*Este artículo está basado en parte de la versión inicial del capítulo “Digital Social Science and Interpersonal Relationships: formation of social ties and changes in the structure of social networks” a ser publicado en el libro “Edwar Elgar’s Handbook of Digital Social Sciences” , coautoreado con Gustavo Mesch.
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