A raíz de la pandemia COVID-19, se estima que 22 millones más de personas cayeron en la pobreza durante 2020 y 8 millones más en la indigencia. Esto se traduce en que una de cada tres personas de América Latina viven por debajo de la línea de pobreza, cifras similares a las de 2008, y 78 millones de personas viven en situación de indigencia como ocurría en el año 2000 (ECLAC, 2021). A diferencia de otrora, América Latina hoy se encuentra en la segunda mayor crisis migratoria (después de Siria), debido a la emigración desde Venezuela que hasta el momento ha sido de 5,4 millones de personas (OIM, 2020), en un contexto de fronteras cerradas y restricciones de regularización por el cierre de las oficinas administrativas.
En un contexto de creciente pobreza, vulnerabilidad y desigualdad, América Latina fue la región que más días mantuvo sus escuelas cerradas durante 2020 (158), dejando a 114 millones de estudiantes sin clases presenciales (UNICEF, 2021). Cabe preguntarse entonces, ¿en qué circunstancias enfrentó América Latina la educación a distancia durante el 2020?
Si bien los
países implementaron diversas estrategias de carácter digital y análogo para
enfrentar el cierre de los establecimientos educativos (SITEAL, 2021;
UNESCO et al., 2020), tal como se observa en la
Figura 1, tan solo Uruguay contaba con un sistema establecido de conectividad
en las escuelas, plataformas, recursos y contenido digital, seguido por
Barbados, Chile, Colombia y Argentina (Rieble-Ausbourg
& Viteri, 2020). En promedio, un tercio de los establecimientos
educativos contaba con banda ancha suficiente para ofrecer educación a
distancia. Reflejo de la desigualdad en la región, la situación resulta
especialmente compleja en hogares vulnerables que carecen de computadores e
internet. Según datos de PISA 2018, 94% de los hogares de mayor nivel
socio-económico contaban con un computador para tareas educativas, respecto al 30%
de los hogares de contexto vulnerable. El acceso a internet en hogares
vulnerables también era incipiente, especialmente en Perú (7%), México (10%) y
Panamá (17%), con brechas significativas entre áreas rurales y urbanas (OECD, 2019) . En segundo lugar, los docentes
no se encontraban preparados para incorporar la tecnología en sus prácticas
pedagógicas, concentrándose los docentes con menores habilidades técnicas en
los establecimientos de contextos más vulnerables (OECD, 2019).Por último, los estudiantes no contaban con las
competencias para enfrentar la educación a distancia de acuerdo al análisis de
los currículums nacionales elaborado por
UNESCO durante 2019. ya que solo el 58% de los currículums de América Latina y
El Caribe incorporaba el uso de TICs (UNESCO, 2020).
Figura 1. Condiciones digitales
de base en lo sistemas educativos de América Latina y El Caribe, SIGED 2020
Fuente: Rieble-Ausbourg, S., & Viteri, A. (2020).
En este contexto, no resulta llamativo que el Banco Mundial estime que el porcentaje de niños de 10 años incapaces de leer y comprender un relato simple, haya aumentado de 51% a 62,5%, afectando a 7,6 millones adicionales de niños y niñas de educación primaria (World Bank, 2021). La pregunta que surge es ¿qué medidas se requieren para que las brechas educativas no continúen profundizándose y para que los sistemas educativos puedan enfrentar la educación actual y de futuro?
Afortunadamente, no se requieren medidas novedosas ni que no hayan sido consideradas previamente. Se requiere universalizar el acceso a internet y equipamiento (ECLAC, 2020), así como promover currículums integrales, en que se prioricen las competencias del Siglo XXI, incluyendo las competencias digitales (Trucco & Palma, 2020), habilidades socio-emocionales, autonomía y funcionamiento ejecutivo, entre otras (Schleicher, 2021, p. 19). Además, resulta esencial ofrecer programas de formación docente (inicial y continua) que promuevan el uso de tecnologías en las prácticas pedagógicas cotidianas. Esto último resulta fundamental para nivelar a los estudiantes de forma sostenida y con las capacidades actuales del sistema, a modo de ejemplo a través de plataformas digitales adaptativas (cuyo nivel de dificultad varía de acuerdo a las respuestas y progreso individual de los estudiantes). Vale destacar que para avanzar en estas medidas, resulta fundamental aumentar el presupuesto en educación, así como dotar de mayor autonomía a los establecimientos educativos para decidir sus gastos en función de sus necesidades.
Referencias
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19
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https://doi.org/10.1787/b5fd1b8f-en.
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Schleicher, A. (2021). The
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SITEAL. (2021). Sistematización de respuestas de los sistemas
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https://www.siteal.iiep.unesco.org/respuestas_educativas_covid_19
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Now to Protect the Human Capital of Our Children: The Costs of and Response to
COVID-19 Pandemic’s Impact on the Education Sector in Latin America and the
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