El 23 de junio de 2016 se votó el Brexit en el
Reino Unido, con la perspectiva de, entre otras cosas, renegociar la inserción
comercial de la economía británica con la europea. Durante el correr de 2018,
Donald Trump ha logrado alterar los términos de sus tratados comerciales con
México y Canadá y ha levantado aranceles a las importaciones de China en los
últimos meses. Si bien las grandes economías del mundo tradicionalmente han
protegido de la competencia internacional sectores que consideran claves, la
tendencia durante años era a la reducción de barreras comerciales. Esto parece
estar cambiando.
Proteger ciertas actividades de la competencia
internacional puede tener sentido en determinadas circunstancias. Por ejemplo,
en actividades en las que los costos promedio tienden a ser menores en la
medida que la escala de producción crece, una economía puede encontrar
beneficioso proteger dicha industria de la competencia externa mientras se
reducen los costos aumentando la escala de producción para el mercado
doméstico. Una vez que los costos se reducen a niveles competitivos la economía
puede liberalizar el comercio y competir eficazmente con el exterior. Sin
embargo, siguiendo la breve historia y las fundamentaciones propuestas por los
líderes tanto en Estados Unidos como en el Reino Unido, los embates
proteccionistas en estos países parecen estar basados en algo más primitivo:
una visión negativa del efecto que las importaciones tienen en la economía
doméstica.
Abrir una economía a las importaciones puede
tener algunos efectos negativos. En particular, los sectores que deben competir
con esas importaciones pueden sufrir reducciones en sus ventas e incluso es de
esperar que algunas de las firmas en esas actividades deban cerrar. Pero,
mientras que estos efectos negativos son por demás conocidos, los efectos
positivos no lo son tanto. En este post voy a presentar algunos beneficios que
las importaciones traen a una economía y que han sido identificadas por la
literatura. En este sentido, este post complementa algunos anteriores[1] en los que subrayo efectos sobre el
bienestar de la gente de la apertura comercial.
Los efectos positivos más evidentes que las
importaciones de bienes del resto del mundo traen a una economía son aquellos
que se derivan de las posibilidades de consumo de la gente. Los productos
extranjeros que logran insertarse en el mercado doméstico suelen ser presentar
un mejor ratio calidad precio que los productos domésticos, por lo que
facilitar su importación reporta ganancias de poder adquisitivo. Incluso cuando
los productos internacionales no son evidentemente mejores o más baratos que
los locales, el solo hecho de estar presentes en las góndolas locales puede
reportar beneficios a los consumidores en la medida en que expanden las
variedades de productos disponibles al consumo. Diversos estudios han medido
las ganancias de bienestar derivadas de este incremento en variedades,
encontrando efectos muy importantes[2].
Más sutiles son los efectos positivos que la
industria local puede obtener al acceder a insumos y bienes de capital o
servicios extranjeros. Incrementar las importaciones de productos intermedios
puede tener un efecto positivo en la productividad de las firmas locales a
través de dos canales fundamentales: a) los insumos importados pueden poseer
una mejor relación calidad-precio (de lo contrario no habría razón para
importarlos), b) habilitar la importación de insumos abre el abanico de
variedades de insumos disponibles para los productores locales, permitiendo una
combinación de insumos totales más amplia con potenciales ganancias de
eficiencia. Usando datos de firmas de Hungría entre 1992 y 2003, Halpern et al
(2015) encuentran que abrir un 100% el abanico de importaciones, hubiera
reportado a la economía húngara ganancias de productividad mayores a 20% y estiman
que la mitad de esta ganancia se debe a la razón a) mientras que la otra mitad
se explica por la razón b). Estos resultados están alineados con los resultados
encontrados en trabajos anteriores para otras economías como Chile (Kasahara y
Rodrigue, 2008), India (Topalova y Khandelwal, 2011) o Indonesia (Amiti y
Konings, 2007). Algunos de estos trabajos también resaltan un tercer canal que
podría operar desde las importaciones de insumos hacia la productividad: c)
firmas que demandan insumos de mercados internacionales deben actualizar sus
procesos productivos más frecuentemente para mantenerse sobre la frontera
tecnológica (ver por ejemplo Goldberg et al., 2010).
Esta literatura también hace énfasis en los
efectos diferenciados que los insumos importados pueden tener sobre las firmas
que operan en el mercado doméstico según sus características. Un aspecto
saliente es que las ganancias son mayores en empresas con participación
accionaria extranjera, dado que estas empresas suelen mantener contactos internacionales
y por lo tanto enfrentan menores costos de importar insumos, lo que las lleva a
importar más frecuentemente. Otra característica relevante es la proporción de
insumos importados que las firmas utilizaban inicialmente. Ambas
características realzan los beneficios de tener una economía abierta al mundo.
Lo anterior es sólo un pantallazo de la
cuestión, limitada únicamente a señalar efectos positivos y que además omite
otros efectos importantes como los que se derivan de las interacciones entre
firmas y de las decisiones estratégicas de las firmas (por ejemplo entre
importar o establecerse en un mercado extranjero). Cubrir estos otros efectos
será objeto de un post futuro. Más importante es resaltar que el estudio de cómo
estos efectos ha afectado la economía uruguaya es un interesante trabajo que
deberá ser emprendido en futuros estudios.
Referencias
Amiti, M. y Konings, J. (2007): “Trade Liberalization, Intermediate
Inputs, and Productivity: Evidence from Indonesia.” American Economic Review,
97 (5): 1611–38.
Broda, C. y Weinsten, D. (2006): “Globalization and the gains from
variety.” Quarterly Journal of Economics, 121(2): 541-585.
Goldberg, P. K., Khandelwal, A. K., Pavcnik, N. y Topalova, P. (2010): “Imported
Intermediate Inputs and Domestic Product Growth: Evidence from India.”
Quarterly Journal of Economics 125 (4): 1727–67.
Halpern, L. Koren, M. y Szeidl, A. (2015): “Imported inputs and
productivity.” American Economic Review, 105(12): 3660-3703.
Kasahara, H. y Rodrigue, J. (2008): “Does the Use of Imported
Intermediates Increase Productivity? Plant-Level Evidence.” Journal of
Development Economics 87 (1): 106–18.
Topalova, P. y Khandelwal, A. (2011): “Trade Liberalization and Firm
Productivity: The Case of India.” Review of Economics and Statistics 93 (3):
995–1009.
[2] Ver por ejemplo Broda y Weinstein
(2006), donde se estima en el orden de 2,6% del PBI la ganancia para los
consumidores estadounidenses derivada de la creciente cantidad de variedades importadas
disponibles al consume entre 1972 y 2001.
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