Por qué por qué


                                                                  “there is no why” (vonnegut, slaughterhouse-five)

Una buena parte de las ciencias sociales se dedica a investigar preguntas causales que empiezan con el adverbio interrogativo “por qué,” las así llamadas “preguntas por qué” o “why-questions.” ¿Por qué hubo revoluciones sociales en Francia, Rusia, y China? ¿Por qué las crisis de 1929 y 2007-2008? ¿Por qué Tomás Berreta ganó las elecciones de 1946? ¿Por qué el índice de Gini está empeorando en Paraguay? ¿Por qué un cierto porcentaje de la población mundial acepta las desigualdades como justas y naturales? En particular, una buena parte de las ciencias sociales busca respuestas generales, que subsuman el caso particular bajo proposiciones o leyes universales, que establecen relaciones causales entre variables. Así, se busca determinar los factores que (ceteris paribus) incrementan la probabilidad de que ocurran revoluciones sociales, crisis económicas, victorias electorales, o aceptación de las desigualdades como justas y naturales.

Algo parecido (mutatis mutandis) pasa en la vida cotidiana: como los niños que todo el tiempo preguntan “por qué,” todo el tiempo queremos saber por qué. Aunque en este caso nuestras preguntas tienden a ser particulares más que generales. Queremos saber por qué perdimos contra Danubio el fin de semana pasado, o por qué utilizamos la primera persona del plural, siendo que los autores somos solamente uno. Queremos saber por qué nuestro primo se fue a vivir a Paris (Texas), se anotó en la Facultad de Humanidades, dejó con el novio, se hizo un tatuaje en la pierna izquierda, o comió pollo ayer en el avión, resolviendo así el típico dilema metafísico-existencial planteado por el personal de a bordo: ¿chicken or pasta?

Por qué se pregunta tanto por qué es una pregunta que atañe a la sociología del conocimiento. Por suerte para los sociólogos del conocimiento, ella misma empieza con “por qué.” En el caso de las ciencias sociales, la respuesta ciertamente tiene que ver, al menos en parte, con el objetivo de controlar y manipular el mundo social. También tiene que ver con el hecho de que las ciencias sociales hayan tomado a las ciencias naturales como su modelo epistemológico. Lindos y viejos problemas que tantas veces se han discutido, en Alemania y Austria a finales del siglo XIX, en la Facultad de Ciencias Sociales en Montevideo a finales del siglo XX, y en otros lados también.

En todo caso, como diría Kurt Vonnegut, tal vez todas estas preguntas sean demasiado terrícolas. Por qué, por qué, por qué. Obviamente, las proposiciones generales que establecen relaciones causales son de gran utilidad. Son importantes tanto para el conocimiento científico como para la práctica, en especial si uno trabaja en el ministerio del interior, salud, o educación. ¿Pero no hay otros tipos de conocimiento o entendimiento que también sean importantes? ¿Hay otros tipos de preguntas importantes, que no empiecen con “por qué,” y que también deberíamos explorar seriamente, utilizando nuestros mejores recursos intelectuales y materiales? Pensando algo más metafísicamente: ¿en qué consiste entender a una sociedad? En Razones y Personas estamos repensando Uruguay: ¿en qué consiste repensar Uruguay?

Y retomando las ideas tratadas en este foro por María Eugenia Renán en “Epistemología Oriental,” alguna díscola Mariel nos dirá que hay hoy en el mundo de las ciencias sociales un paradigma epistemológico hegemónico, que solamente está dispuesto a considerar “why-questions” (o, por lo menos, que las privilegia). También preguntará Mariel si otras tradiciones, por ejemplo nuestras ciencias sociales, deben plegarse a este paradigma, y así aceptar que preguntar por qué tiene más valor que cualquier otra pregunta. Por fin, Mariel podría preguntar empíricamente si ya lo estamos haciendo, y en caso afirmativo, por qué. Ahí sí que nos habría propuesto una pregunta legítima e interesante.







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