Una razón para agradecerle a Fernández Huidobro

John Stuart Mill creía que la diversidad de voces y opiniones es importante por al menos tres razones. Primero, nunca podemos estar enteramente seguros sobre la veracidad de nuestras ideas. Segundo, aunque nuestras opiniones sean correctas, la confrontación con otras opiniones antagónicas ayudan a fortalecer nuestras propias creencias. Finalmente, en algunos casos no es sencillo diferenciar entre quienes están enteramente en lo cierto y quienes están enteramente equivocados. En esos casos, en vez de existir una única verdad, existen buenos argumentos en ambos frentes del debate.[1]
Pensé inmediatamente en esas ideas de Mill cuando leí las recientes declaraciones del Ministro Eleuterio Fernández Huidobro sobre la agenda política de la izquierda uruguaya. Para simplificar, Fernández Huidobro cree que la izquierda uruguaya esta focalizada en discutir una nueva agenda de derechos (“que los homosexuales se puedan casar y cosas así”) y que no se centra en lo que “realmente importa”. Esa nueva agenda, dice el ministro, “no jode a nadie” porque el problema no está ahí: “El problema no está en si los homosexuales sí o los homosexuales no. El problema está entre los homosexuales ricos y los homosexuales pobres. Los homosexuales ricos no tienen ningún problema, nabo, no tienen ningún problema. El problema está en que hay ricos y pobres. Acá lo que pasa es que se olvidaron de la lucha de clases.[2]
Ciertamente no es menor que alguien de su investidura se anime a decir esto públicamente. Sobre todo porque Fernández Huidobro no es el único que piensa en estos términos.[3] Y cuando este tipo de cosas sucede se abre una ventana de oportunidades para discutir si se está implementando una agenda de políticas públicas adecuada o no. Dejando de lado la teoría conspirativa que menciona Fernández Huidobro,[4] hay varias cosas importantes en su planteo.   
Primero, lo que propone Fernández Huidobro no es otra cosa que un debate sobre redistribución vs reconocimiento.[5] ¿Alcanza con redistribuir recursos para mejorar los niveles de justicia social? La respuesta es no. Las oportunidades que una persona tiene para llevar adelante el tipo de vida que prefiera no son determinadas exclusivamente por su nivel de recursos monetarios y materiales. Por ejemplo, podemos pensar en una sociedad que iguala ingresos que pero castiga fuertemente a quienes tienen una religión u orientación sexual determinada. Vale tan solo pensar en la hostilidad y persecución de homosexuales que tuvo lugar durante mucho tiempo en la cuba revolucionaria.[6] Como bien dice el comunicado de Ovejas Negras en respuesta a Fernández Huidobro:  …el combate a la pobreza –por más justo que sea- no ataca las raíces de la discriminación. La homofobia, lesbofobia y transfobia, al igual que la violencia de género, reafirman las barreras socioeconómicas”.
Segundo, y siguiendo la misma lógica, difícilmente podamos decir que la implementación de medidas de reconocimiento es suficiente para elevar los niveles de justicia social de una sociedad. Seguramente ninguno de los promotores de estas medidas se oponga a esa conclusión. La redistribución de recursos es requerida en sociedades desiguales como la uruguaya. ¿Por qué? Porque no alcanza con otorgar más derechos civiles y políticos si buena parte de la población no cuenta con los medios y oportunidades para disfrutar de esos derechos. Aquí aparece la pregunta más interesante del debate: ¿Se puede perseguir al mismo tiempo políticas de redistribución y de reconocimiento? ¿En qué medida estos dos objetivos pueden chocar entre sí? Quienes salieron al cruce de las declaraciones de Fernández Huidobro rápidamente dijeron que el ministro plantea una “falsa oposición” ya que ambas agendas son compatibles. ¿Pero hasta qué punto lo son?  
Existen al menos dos argumentos para justificar la incompatibilidad de ambas agendas.  Primero, podemos pensar que estos objetivos (más reconocimiento, más redistribución) pueden ser difícilmente perseguidos al mismo tiempo por una razón de agenda. Eso es: no hay suficiente tiempo y recursos para dar la batalla en ambos frentes. Por ese motivo, el gobierno debería concentrarse en las prioridades. Por ejemplo, el país atraviesa por una crisis educativa sin igual con números escandalosos en secundaria y con un posicionamiento de la educación terciaria a nivel internacional más que preocupante. ¿Deberían entonces estar todos los esfuerzos destinados prioritariamente a solucionar esos problemas que la sociedad uruguaya en su conjunto? La respuesta es que no. Aun cuando los problemas educativos deberían ser tomados de una manera mucho más seria, es difícil pensar, por ejemplo, que la lucha contra la discriminación por orientación sexual e identidad de género puede interferir con políticas de reformas en la educación.  
Pero hay un segundo argumento para pensar en la incompatibilidad de ambas agendas. La idea es que mientras las demandas por mayor redistribución intentan eliminar las distinciones entre grupos, las demandas por reconocimiento proponen resaltar el valor distintivo de cada grupo. Nancy Fraser ha expuesto ese famoso dilema de la siguiente manera.[7] Según Fraser es paradójico que quienes se oponen a la discriminación de género o racial, deben perseguir medidas políticas y económicas que ataquen esa diferenciación, al mismo tiempo que deben llevar adelante políticas de reconocimiento que revaloricen la especificidad de los grupos marginados. Las minorías que tienen demandas de redistribución y reconocimiento requieren, dice Fraser, dos remedios diferentes los cuales pueden no implementarse simultáneamente. Mientras la lógica de la redistribución es eliminar las distinciones étnicas y de género, la lógica de las políticas de reconocimiento es valorizar la especificidad de cada colectividad. ¿Se pueden llevar adelante ambos proyectos al mismo tiempo? Por ejemplo: ¿Cómo se puede luchar simultáneamente para abolir la discriminación de género y valorizar la especificidad de género?
Desafortunadamente no tengo una idea clara de cómo se puede resolver este dilema. Lo que en cambio sí creo tener claro, es que necesitamos más debate para responder la pregunta de si redistribución y reconocimiento pueden volverse políticas incompatibles en algún punto en la agenda política uruguaya. Las declaraciones de Fernández Huidobro, aunque puedan parecer desafortunadas a primera vista, nos obligan a pensar en estos temas. Después de todo, sabemos que su postura no es completamente marginal en el país. Y mientras podemos estar orgullosos de las políticas de reconocimiento que se han implementado en los últimos tiempos, también hay que ser conscientes que los pasos necesarios para que algunas de esas políticas sean efectivas requerirán intervenciones que van más allá del reconocimiento formal de igualdad. Por ejemplo, no es lo mismo aprobar una ley de matrimonio igualitario que intervenir en el mercado laboral para que no se materialicen discriminaciones en términos de  orientación sexual e identidades de género. Los efectos que diferentes acciones afirmativas pueden tener en el mercado laboral no son siempre claros. Es ahí donde los promotores de la “nueva agenda de derechos” tendrán una batalla más dura que dar.




[1] Mill, John Stuart. 1989. On Liberty. Cmbridge University Press. Pp.47-48.
[2] Caras y Caretas. 2013. “Entrevista a Eleuterio Fernández Huidobro: Uruguay y la coordinación de la defensa continental: “Algún día van a venir por nuestros recursos”", Montevideo, 22/09/2013 http://www.carasycaretas.com.uy/algun-dia-van-a-venir-por-nuestros-recursos/
[3] Como señala la Diaria, la senadora Lucía Topolansky declaraba lo siguiente en una entrevista publicada por el semanario Brecha el pasado 24 de agosto: “No sé si es porque tengo 68 años, pero para mí el eje de la lucha sigue siendo la lucha de clases”. “Estas agendas [las de derechos] están muy bien, amplifican, reconocen cosas que existieron toda la vida y que no tenemos por qué excluir, pero estas cosas están dirigidas a parcelas de la población. Si yo al tipo no le doy de comer, podré autorizarle el matrimonio igualitario que quiera, pero se me va a seguir muriendo de hambre”. www.ladiaria.com.uy/articulo/2013/9/hay-que-tener-clase/
[4]  En palabras de Fernández Huidobro: “Esa agenda la hacen Estados Unidos y la socialdemocracia europea, que inventaron ese radicalismo con las mujeres, los homosexuales, esto y aquello para no hablar de lo que importa realmente.” Caras y Caretas, http://www.carasycaretas.com.uy/algun-dia-van-a-venir-por-nuestros-recursos/ Es importante, sin embargo, dejar en claro que podemos discutir si la izquierda debe priorizar las políticas redistributivas sobre las políticas de reconocimiento sin tomar en cuenta la teoría conspirativa que utiliza el ministro para proponer su postura.
[5] Ese debate se puede encontrar en: Taylor, Charles. 1994. ‘‘The Politics of Recognition.’’ In Multiculturalism: Examining the Politics of Recognition. Amy Gutmann ed. Princeton: Princeton University Press; Fraser, Nancy.1995. “From redistribution to recognition? Dilemmas of justice in a'post-socialis' age”, New left review, pp. 68—68; Fraser, Nancy, and Axel Honneth. 2003. Redistribution or Recognition? A Political- Philosophical Exchange. London: Verso.
[6] Ver por ejemplo: Lumsden, Ian. 2010. Machos Maricones and Gays: Cuba and Homosexuality, Temple University Press. 
[7] Fraser, Nancy.1995. “From redistribution to recognition? Dilemmas of justice in a'post-socialis' age”, New left review, pp. 68—68;

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