
Varias investigaciones dan cuenta de la necesidad de considerar al ámbito familiar, social (grupos de referencia) e institucional, para enfrentar la deserción como un problema multidimensional. El “Compromiso Educativo”, a cargo del Ministerio de Educación y Cultura, tiene un abordaje de este tipo. Por un lado, se le da protagonismo a la familia y al adolescente, para que junto al centro educativo, definan un contrato del cual se hacen responsables. Esto evita políticas paternalistas en que se asume al joven como un beneficiario y no como un ciudadano con derechos. Por otro lado, se le ofrece al joven un ingreso magro (que puede reducir el costo de oportunidad de trabajar a tiempo completo, por ejemplo), y apoyo psico-social a través de tutores voluntarios que proveen al joven de un marco de referencia y modelos de rol. Son escasas las políticas como ésta que asumen las sugerencias ofrecidas por varias investigaciones realizadas en las últimas décadas. Y sin embargo, lo que se le critica es que no haya contrapartidas establecidas. Las contrapartidas se establecerán entre los jóvenes, las familias y el centro educativo. No serán contrapartidas generales, que no se adecúen a la realidad particular de ningún adolescente ni centro educativo. Serán contrapartidas específicas definidas entre ciudadanos, como quien escribe, como quien lee y como quien recibe las becas.
Tal vez en vez de continuar criticando y buscando fallas en una nueva propuesta que procura facilitar la transición a Segundo Ciclo y la completitud de Secundaria, podríamos pensar en mecanismos de evaluación de la propuesta, para mejorarla de ser necesario, en base a resultados concretos.
Por supuesto que estas becas no serán de por sí suficientes para reducir la deserción. Claramente se requieren de mejoras en la oferta educativa. Pero esta política, junto a otras ya en práctica, podría dar resultados en el mediano plazo. Y, como sabemos, ya no hay tiempo que perder. Se requiere de un compromiso de todos para mejorar la preocupante situación educativa en nuestro país. DE TODOS.
Excelente artículo.
ResponderEliminarEn Uruguay, el debate sobre este programa se limita a la transferencia monetaria (oponiendo clases medias que pagan a través de impuestos, y pobres que cobran) y las contraprestaciones de la misma.
Éste debate se reproduce en el mundo. ¿Los términos son los mismos? ¿Cómo se supera esa antinomia entre contribuyentes y beneficiarios? ¿Desde una perspectiva de derechos humanos, cómo deben pensarse las contraprestaciones? ¿Cabe condicionar la transferencia? ¿De qué manera?
Vuelvo a felicitar por la publicación del artículo. Viene a encontrarse con un debate sustantivo en la construcción de nuestros sistemas de protección social.
Sumo otro elemento del debate que construye oposiciones: entre los buenos estudiantes (que deberían becarse) y los "malos" estudiantes (que reciben la transferencia.
ResponderEliminarLas preguntas planteadas resultan sumamente pertinentes y llaman a debates que necesitamos tener. Me gustaría concentrar mi respuesta en dos aspectos, y dejar el resto de sus preguntas como punto de partida para un próximo ensayo.
ResponderEliminarPrimero, la dicotomía entre contribuyentes y beneficiarios tal vez sea más difusa de lo que pensamos. Contribuyentes, muy probablemente, sean también las familias de quienes reciben los beneficios. Y de ser así, ¿por qué no deberían recibir apoyos para que sus hijos continúen estudiando, cuando es obligatorio por ley completar Educación Media?
Por otro lado, se plantea la dicotomía entre buenos estudiantes y malos, siendo los últimos quienes recibirían las becas. ¿Y por qué no? Vale considerar dos aspectos. Primero, que Uruguay se encuentra entre los países con más altas tasas de fracaso escolar tanto en Primaria como en Secundaria en América Latina. De modo que los estudiantes con dificultades, no son una minoría residual. Segundo, que según los datos de las evaluaciones de aprendizajes PISA 2009 (que solo considera al 82% de los jóvenes de 15 años que aun estudia), casi la mitad de los estudiantes no han adquirido las competencias básicas en Lengua ni Matemáticas (42% y 48% respectivamente). Casi la mitad, no una minoría.
Hoy por hoy, el programa de becas está considerando solo 1600 beneficiarios, pero se extenderá la cantidad de becarios a partir del año que viene. Es cabal que entendamos que este es un proceso gradual, pero quienes requieren el beneficio no son una minoría lamentablemente. Y a la larga, el beneficio de una sociedad con mayores niveles educativos es de todos.
Gracias por el debate. Coincido en casi todo con Denisse y el anónimo que interviene. Es obvio que el sistema educativo está muy mal, y por eso es ridículo pensar que una política de becas como esta puede pretender ser algún tipo de solución a las problemáticas de fondo. Sin embargo, esta política (tal como la veo) viene a ser solo un modesto incentivo para mantener a aquellos estudiantes más necesitados y que ya han pasado el ciclo básico común. Hoy en día, en Uruguay se precisa mas capital humano, y esto es solo una modesta inversión en ese sentido. Hay detalles del programa que no me gustan (como lo de los referentes pares y toda la complejidad administrativa que eso supone). Pero si el programa es bien diseñado y monitorizado, después de un año se puede ver que tanto ha servido para rescatar y mantener más algunos alumnos en el sistema educativo.
ResponderEliminarExcelente, Den. 100 % de acuerdo.
ResponderEliminarEn general estoy de acuerdo con los planteos, agrego (porque me parece relevante y la prensa no lo toma en cuenta) que si bien este año las becas son aproximadamente 1400 el programa "Compromiso Educativo" tiene un alcance mucho mayor (al menos por ahora a los alrededor de 9500 estudiantes matriculados en 4º de liceo o 1er año del segundo ciclo de UTU.)ya que la posiblidad de firmar acuerdo educativo o de participar en los espacios de referencia entre pares no están limitados a los estudiantes con dificultades socioeconómicas.
ResponderEliminarSe puede eliminar la deserción y el rezago escolar con el facilismo, el aprobismo y si no alcanza con incentivos materiales, en muchos países se hace, donde escuelas y universidades se han transformado en auténticos cambalaches discepolianos: "no hay aplazaos, ni escalafón, los inmorales nos han igualao". Vamos en la misma. Las familias en un porcentaje elevado han renunciado a su natural funcion educativa de socialización primaria y se la pasan a la escuela. La escuela -en forma creciente- renuncia a escolarizar debidamente y con el verso inclusivo-retentivo manda a alumnos al liceo por el solo merito de antigüedad (pases sociales, acelerados, etc.). La educación tecnoprofesional se fuga hacia delante y abandona a los púberes con el otro verso de no seleccionar prematuramente. Entonces sucede que en los liceos públicos los adolescentes cronológicos van desplazando a los estudiantes y los profesores van bajando el listón de exigencias, muchas veces involuntariamente, obligados por curriculos trivializados y permisivos en conducta y asistencia. Habría que agregar el desmantelamiento de la educación especial, disfrazando el cambalache de filantropia “todo es igual, nada es mejor”.
ResponderEliminarPor otro lado las capas medias (responsables históricas junto a las proletarias de lo más democrático y avanzado de nuestra educación pública) se fugan a la privada buscando un ambiente auténticamente liceal haciendo añicos el sueño vareliano. A pesar de ello la mayoria aplastante de quienes ingresan a la Universidad provienen de los liceos públicos y de cunas humildes, muchos de ellos serán derrotados luego en el camino o después de la titulación cuando no puedan pagar la Caja Profesional. El plan 76 de bacchillerato que en dictadura quiso ralentizar el tránsito a la universidad fracasó porque quedaba educación familiar, el 96 que busco primarizar al básico sin embargo dejo hondas heridas en muchas cohortes y hoy se buscan reflotar sus ideas, no encontró resistencia de las familias.
Si no hubiese deserción educativa en un país dependiente, subdesarrollado, socialmente desigual y pobre (pero de renta media como el nuestro que debería dejar su lugar a otro en los programas de ENIA) eso supondría que ya no habría educación ni siquiera de mediano nivel. Las becas que no sean a necesitados meritorios son inconstitucionales en el Uruguay, la utilidad social es para perfeccionamientos y especializaciones. Es necesario un nuevo rumbo que no es este de amontonar políticas focalizadas breves en los espacios y en los tiempos educativos, que nos financian organismos internacionales para destruir nuestra educación pública. Sería ideal partir de atacar la crisis familiar, devolverle sus facultades educativas y socializadoras con fuertes asignaciones familiares y con redistribución y crecimiento del trabajo existente (reducir drásticamente el número de trabajólicos y desocupados). Finlandia con su educación de excelencia (es cierto que tiene un alto producto per cápita) no deja entrar a la escuela pública (la única que realmente existe) antes de cumplidos los 7 años, pero en los países pobres se recomienda que mandemos a los niños si podemos con la placenta de mochila. Esto sí es una real selección prematura: no dejar a nuestros hijos el acceso a la educación familiar que es la auténtica educación básica y no la de proporcionar al púber una opción que no sea liceal académica, que al fin de cuentas lo que busca es aluvionizar al liceo público para destituirlo y separar a los hijos del pueblo de la educación superior y de la movilidad social y política.
ResponderEliminarQue ingrese y permanezca gente extraña al liceo y a su función de docencia directa e indirecta viene de décadas, es producto de un encargo social manufacturado que busca sobreseer al estado de sus responsabilidades sociales y destituir a los centros tranformandolos en alfombras donde se pueda barrer debajo las injusticias y las miserias sociales. Las raíces de la deserción escolar se encuentran fuera, todos sabemos dónde y si no las podemos cortar reconozcamos nuestros límites, pero no nos sintamos buenas personas por dar aspirinas para el cáncer y menos cuando el trabajo de aguante lo tienen que hacer los directamente implicados (docentes reales y estudiantes reales).