Obra "Diálogo natural" de artista Claudio Gallina. Utilizada con su autorización.
“El futuro ya
no es lo que era…”-Paul Valéry
Son tiempos
de “distanciamiento social” o físico, como a algunos les gusta corregir para
recordarnos que no necesariamente estamos más distanciados socialmente que
antes. De hecho, muchas relaciones sociales y formas de socialización se han
visto modificadas en estas últimas semanas y estamos ante la presencia de
nuevos vínculos. Hay otros distanciamientos, sin embargo, además del físico,
que han quedado al descubierto (y posiblemente se han acentuado) a raíz de la
crisis que ha traído esta pandemia. Hoy el 91% de la población estudiantil mundial
está fuera de sus respectivos centros educativos según datos de UNESCO. En Uruguay, desde que se confirmaron los
primeros casos de coronavirus se tomó la decisión de pasar a una modalidad de
enseñanza remota. El desafío fue grande ya que el sistema educativo en su
conjunto se vio forzado a dar el salto hacia la virtualización y digitalización
de sus cursos (o partes de ellos) en tiempos récord. Si bien el país venía
dando pasos importantes en la incorporación de las tecnologías digitales a la
educación, esta emergencia nos obligó a todos a repensar nuestros cursos en un
nuevo escenario bastante incierto.
Lo
que sigue a continuación es una breve reflexión sobre el efecto de la llegada
del COVID-19 en la educación en general, pero más específicamente en la educación
secundaria. El foco está puesto en secundaria por mi propia experiencia, por
las implicancias y dimensiones de los efectos de esta crisis sobre ese sistema
especifico y para delimitar el enfoque, ya que educación primaria y
universitaria tienen otras características que merecen otro abordaje. Cuando me
decidí escribir esta nota a principios de mes, mandé a mis contactos docentes
solicitudes de testimonios sobre su experiencia de estas primeras semanas de
educación a distancia, sobre todo en el sector público. En pocos minutos recibí
más de veinte testimonios y un largo anecdotario (con capturas de pantallas y
videos varios que venían a iluminar lo testimonial) del tipo de trabajo que por
estos días estaban realizando los docentes.
Sin lugar a duda, no constituye mi relevamiento una muestra para nada
representativa (de hecho, tiene un claro sesgo por docentes que trabajan en Montevideo en el sector público y privado), pero, frente a la falta de datos con los que contamos hasta el
momento sobre qué se está haciendo y cómo se lo está haciendo, las voces y
experiencias de los docentes sirven para ilustrar y dar relieve a la situación
de la educación secundaria en estos tiempos tan atípicos. Por ello cada sección tiene un anexo
testimonial con algunas experiencias docentes que pueden encontrarse al final
de la nota.
Paso
entonces a concentrarme brevemente en tres formas de distanciamientos sociales
que se han acrecentado en las últimas semanas, y que se suman al que se nos ha
exhortado a realizar desde el gobierno.
Las distancias socioeconómicas
Lo
primero que cabe destacar es que la crisis en curso deja en evidencia (y
posiblemente acentúa) problemas estructurales y falencias endémicas de los
sistemas en los que estamos inmersos y que muchas veces, en el “normal” devenir
de los acontecimientos quedan invisibilizados. Sobran
los ejemplos: solo basta mirar el sistema de salud y sus problemas de
infraestructura, los sistemas económicos con la informalidad y precariedad laboral
que caracteriza a muchos rubros, y, en el ámbito que aquí nos compete, la
brecha que persiste entre la educación de los ricos y la de los pobres. Los estudiosos del tema
vienen señalando hace ya mucho tiempo que el nivel socioeconómico del hogar es
uno de los determinantes más fuertes de la cantidad y calidad educativa que reciben
los jóvenes uruguayos. Mientras que en estos días en muchos colegios privados y
liceos de contextos favorables se manifiesta una pugna sobre qué plataformas
son las más idóneas para promover el intercambio con y entre alumnos (Hangout, Zoom y Google classroom), en muchos
otros liceos se ha optado por medios más difundidos y menos novedosos, como ser
el mail o Whatsapp, que parecen más eficaces teniendo en cuenta la falta de
conectividad y acceso tecnológico de muchos de sus estudiantes. Si bien la tasa
de conexión en los centros educativos uruguayos es altísima, la conectividad
sigue siendo un problema en muchos hogares y los docentes han tenido que buscar
formas creativas para garantizar la llegada a la mayor cantidad posible de
estudiantes. La falta de conectividad es la primera barrera de acceso a esta
nueva modalidad de educación a distancia, pero la segunda, y aún más determinante,
tiene que ver con el efecto desigual de la crisis sanitaria y su manifestación
económica. Mientras algunos podemos #quedarnosencasa y continuar teletrabajando,
muchos hogares han visto sus ingresos fuertemente menguados. Claramente si las
condiciones materiales de existencia no están garantizadas, es difícil pensar
en procesos de aprendizaje significativos y perdurables que se puedan
desarrollar en este contexto. El rol de la familia como mediatizador de los
procesos de aprendizaje cobra aún mayor relieve y lleva a que las diferencias
sociales se potencien aún más, con familias claramente disponibles para
acompañar a sus hijos en esta modalidad de trabajo remota, y otras para las
cuales la continuidad educativa de sus hijos no constituye la prioridad en este
momento.
Las distancias experiencia de vida- experiencia
educativa
Una
segunda distancia que se acrecienta con la educación remota es la que existe
entre los intereses de los adolescentes y sus universos de significados por un
lado y los contenidos curriculares y programas de estudio por el otro. Sin
ánimo de adentrarnos en temas filosóficos relacionados con el sentido de la
educación secundaria, las preguntas de por qué y para qué aprendo (propósito
pedagógico) están más presentes que nunca en las elucubraciones de muchos
adolescentes, y también de numerosos docentes, por estos días. Y aquí hay
también diferencias significativas, entre los docentes que han “aprovechado”
esta coyuntura para proponer tareas y experiencias de aprendizaje basadas en
las vivencias de los estudiantes, utilizando recursos pertinentes que parten de
la realidad, y otros que se han aferrado a su programa y continúan con la
lógica de “cobertura” que primaba ya en su abordaje de la materia presencial y cara
a cara. No hay dudas que esta experiencia ha trastocado la existencia en de
todos nosotros y que, la noción de que el propósito de la educación va mucho
más allá de la enseñanza de contendidos, se vuelve aún más cierta en estos
tiempos de gran incertidumbre y desasosiego. La coexistencia de distintas
formas de priorizar los contenidos disciplinares no es nueva y es, en general,
la norma entre docentes de los distintos centros educativos, pero en coyunturas
como estas, abordajes desapegados de los intereses de los estudiantes pueden
tener efectos desmotivadores adicionales y llevar eventualmente al abandono del
sistema. En un sugerente blog sobre el
efecto del Coronavirus sobre la educación “Una pandemia previsible
ha traído la brecha previsible”, Fernández Enguita reflexiona justamente
sobre las brechas que se han venido instalando en los sistemas educativos con
la introducción de la tecnología en la educación. Además de la muy referenciada
brecha digital, existen una brecha de segundo orden entre estudiantes de
diferentes contextos socioeconómicos, que tiene que ver no con el acceso sino
como se usa la tecnología disponible (entre usos más variados y selectivos y
usos más indiferenciados y pasivos) y una brecha de tercer orden, que es
justamente la existente entre la escuela y la sociedad. “Los alumnos habitan un
mundo digital y colaborativo fuera del aula, pero son devueltos al de la
pizarra y el papel o a una caricatura digital del mismo, cuando entran en
ella”.
Como
está ocurriendo con varias otras profesiones y oficios, emergen replanteos
sobre la necesidad del cara a cara y surgen posibilidades de repensar ciertas
modalidades de trabajo en forma remota o a la distancia (en el mejor de los
casos). Hace ya muchos años el profesor Sugata Mitra, uno de los precursores en
el área de Ciencias Cognitivas y la Educación Tecnológica, ha difundido
experiencias de lo que ha dado a llamar “Educación
mínimamente invasiva”, y ha propuesto que el acceso a la tecnología basta,
inclusive en contextos de alta vulnerabilidad social, para que los estudiantes
aprendan solos. Su primera experiencia fue en Nueva Delhi (denominado Hole in the Wall) y consistió en colocar
una computadora en una pared para que niños, que ignoraban por completo su
funcionamiento, pudieran explorar y aprender tocando y navegando libremente en
internet. A partir de los buenos resultados, se han venido ampliando la
experiencia, tanto geográficamente como en relación con el contenido que se
pretendía enseñar (¿si es que se puede hablar de enseñanza sin docentes?). El tema central no es tanto, creo yo, si los
alumnos aprenden o no aprenden solos, sino qué y por qué aprenden. Experiencias
como estas sirven para recordarnos que la tecnología tiene un gran potencial en
sí misma ya que permite trabajar a partir de un lenguaje que es familiar para
los adolescentes (si no la usamos como
un mero repositorio para subir nuestras clases magistrales), pero también nos
recuerdan que la tecnología por sí misma no basta y que es importante definir
propósitos pedagógicos claros, vinculados a aprendizajes significativos para
nuestros alumnos y útiles para el contexto en que se desenvuelven. Por otro
lado, los experimentos propuestos por Mitra dieron resultados, en parte, porque
los niños que experimentaban con la tecnología no lo hacían realmente solos,
sino que lo hacían en grupos y se enseñaban unos a otros. Sin duda, y los
docentes lo tiene claro, gran parte del cometido de la educación a distancia
por estos días tiene que ver con el ofrecer instancias de sociabilidad, poder
afianzar vínculos y brindar espacios de interacción con otros pares para ayudar
a transitar estos momentos emocionalmente difíciles. Es imperativo entonces dar
un paso atrás, jerarquizar contenidos y rediseñar experiencias de aprendizaje
que valgan la pena ser realizadas en contextos como los actuales, así como
brindar instancias de encuentro y sociabilidad que permitan “salir un rato” de
nosotros mismos. Sin desconocer,
claro, que hay toda otra faceta de la experiencia educativa que tiene que ver
con la corporalidad y la copresencia que es imposible replicar con la educación
a distancia.
Las distancias entre centro y
territorio
Por
último, hay un tercer tipo de distanciamiento ya existente pero que se
incrementa aún más en esta coyuntura que es entre administración central y las
experiencias educativas concretas en el territorio (que en este caso se han reterritorializado). En Uruguay coexiste un modelo
educativo de enseñanza básica y bachillerato fuertemente centralizado, por un
lado, con una autoridad central que da lineamientos sobre lo que enseñar y que
deja poco margen de maniobra con relación a cuestiones formales y
procedimentales de implementación, y por el otro, falta de control real sobre
aspectos sustantivos de la enseñanza y aprendizaje. Esa aparente paradoja entre
una burocracia fuertemente centralizada, por un lado, y la falta de control
sobre los procesos de enseñanza/aprendizaje, han llevado a que en estos
contextos los docentes puedan sentirse desamparados y a la deriva, pero también
que puedan “aprovechar” el vacío relativo para innovar y afianzar formas de
trabajo colaborativo que permitan llegar más y mejor a los
alumnos. Secundaria viene haciendo un gran esfuerzo-que ha redoblado en estas semanas-por subir
tutoriales, brindar información amigable sobre el entorno virtual de
aprendizaje CREA del Plan Ceibal y cada vez son más los
docentes armando sus cursos en esta plataforma (la tercer semana de marzo el
gobierno anunciaba que el número de usuarios de la plataforma CREA subió de
15.000 a 166.850 en pocos días), pero no es posible en pocas semanas ponerse a tiro
con la capacitación de todos los docentes. Claro que hay muchos docentes que sí
se están actualizando con muchas plataformas nuevas, pero al precio de muchas
horas de trabajo extra; y esa es otra dimensión importante que tiene que ver
con las condiciones de trabajo de los docentes que se han visto repentinamente obligados
a abrir las puertas de sus casas a estudiantes y a reorganizar sus dinámicas
familiares para atender a un sinfín de nuevas demandas. Sin duda, coyunturas
como esta sirven para hacer visible y dejar en evidencia lo clave de la
vocación docente pero tampoco es justo ni estratégico apelar a la entrega
docente como la única variable que determine el éxito relativo de esta
experiencia. Es necesario pensar en política públicas y prácticas profesionales
impulsadas con lineamientos claros que permitan a los centros y docentes
aterrizarlas luego en sus contextos específicos de aprendizaje. Sin duda que
los docentes están repensando sus cursos de manera virtual y ellos saben mejor
que nadie lo que sus alumnos necesitan, pero se los ha dejado bastante solos en
esta tarea. La mayoría de los lineamientos oficiales que se han recibido por
estos días (si es que se han recibido) tienen que ver con cómo enviar y recibir
“tareas”, sin ir a cuestiones de fondo sobre los procesos de
enseñanza/aprendizaje en esta nueva modalidad ni que contemplen la
heterogeneidad y diversidad de realidades inherentes al sistema educativo.
Hace
pocos días leía un artículo interesante sobre el rol de la extensión
universitaria en estos tiempos de pandemia
(Lo que emerge de la
emergencia) y allí se reflexionaba en torno a una idea del argentino
Diego Sztulwak sobre la productividad especifica de las crisis, ya que son
momentos en los cuales las concatenaciones de sentido que caracterizan la vida
cotidiana dejan de darse por sentadas. “Pensarla
como vacío puro y movimiento hacia la nada llevaba a asociar la crisis al
horror de lo caótico y lo inhabitable, lo que echa a perder su productividad
específica, su aptitud para radiografiar sin eufemismos las estructuras del
orden en las que se desarrolla habitualmente la existencia”.
Si hay algo que ha hecho esta crisis sanitaria es dejar en evidencia y al
descubierto muchas contradicciones, tensiones y fricciones preexistentes en la
educación cara a cara pero que en esta coyuntura se expresan más visiblemente e
inclusive se acrecientan. A diferencia de lo que ocurre con el calendario
escolar del norte, donde las clases ya están llegando a su fin, en el sur
probablemente estemos todo el año lidiando con esta situación de
excepcionalidad. Parece poco probable que una vez superada la crisis podamos volver
tan campantes al statu quo ante, y si algo nos va a dejar es la
posibilidad de pensar en otras alternativas posibles. La frase de Paul Valéry
de 1937, “el problema de nuestros tiempos es que el futuro ya
no es lo que era” nos recuerda que momentos como estos implican revisitar
prioridades y cosas que en general damos por sentadas y que hacen a nuestra
seguridad ontológica. La relación con el futuro cercano ha cambiado, tanto en
su dimensión de temporalidad (¿cómo pensamos en el futuro? ¿dónde lo ubicamos?
¿qué depositamos en el?) y de espacialidad (¿dónde nos posicionamos respecto a
los otros? ¿cómo pensamos en las distancias y las cercanías?). Las urgencias del
país serán otras (ya lo son de hecho), y las distancias sociales que se habrán instalado
y profundizado nos obligarán a pensar en estrategias distintas y audaces que
permitan construir sobre lo que estamos aprendiendo de nuevo y lo que estamos reafirmando
de lo viejo.
En
palabras de los docentes: Contextos socioeconómicos
|
Docente de historia de UTU de contexto crítico: “Yo
trabajo en un contexto bastante complicado, con mucha informalidad en el
trabajo de los padres y que cambian el teléfono seguido. Lo que ha funcionado
bastante en la UTU son los grupos de WhatsApp, las adscriptas arman con los
padres o mismo con los alumnos y por ahí les mandamos tareas. Luego la
adscripta te envía una foto del trabajo de los chiquilines. No sé el
porcentaje, pero algunos no tienen acceso a internet en la casa (…) Lo que me
ha pasado personalmente fue verme en la necesidad de abrir varias puertas de
recepción de la información: WhatsApp con las adscriptas, CREA, el correo e
Instagram. Que por ahí los busco y los atomizo. Pero no los encuentro a todos
porque se ponen nombres raros o tienen un nombre común. También mando videos
por Youtube porque tienen en general muchos problemas de comprensión lectora
(me volví youtuber, je). Una cosa que es muy importante en mi opinión es que
muchos compañeros y compañeras docentes están encargándose de armar canastas
para las familias y también organizar ollas populares”.
Docente de matemáticas de liceo de ciclo básico para
adultos en zona del Centro/Ciudad vieja: “en la página de CREA ingresé a los alumnos, pedí la lista, el liceo
me la dio enseguida. Para matemática tenemos la plataforma a PAM, que es la
plataforma adaptativa de matemáticas, donde podemos irles subiendo
actividades múltipleopción. Semanalmente les voy poniendo actividades y me
van respondiendo. Después la directora me pasó el celular de una de las
chiquilinas de la clase y con eso ellos crearon un grupo de Whatsapp. A mí no
me gusta darles mi número a los alumnos pero claramente las situación es
especial y algunos que no han podido entrar a la PAM, o que no saben, o el
celular no tiene capacidad, porque claro muchos viven en contextos sin
computadora o tienen saldos limitados en internet y no pueden estar entrando
a la plataforma siempre, entonces les mando un PDF con las mismas preguntas
que subí a la PAM y ellos me responden por mensaje o por mail…”
Docente de geografía de liceo en Canelones: “Por
ahora ha sido un fracaso... trabajo en contexto crítico...algunos estudiantes
no tienen conexión desde sus hogares, otros entran a la plataforma y no miran
todas las tareas, otros las miran y no las hacen, en síntesis, de 150 alumnos
que tengo entre 1ero y 2do solo 14 entregaron la única tarea que les envié.
Pienso que el hecho de que nos exhortan a no calificar numéricamente no es un
incentivo para ellos realizarla. Por otra parte, muchos no tienen apoyo desde
sus hogares, ya sea por temas laborales, integración de familias,
tristemente, en muchísimos casos, escasa importancia”.
Docente de primer ciclo historia en zona de Tres
Cruces: “Yo trabajo en un contexto
que no es crítico para nada y si bien apenas conozco a mis estudiantes, me da
la impresión que muchos de ellos cuentan con una familia detrás, con cierto
apoyo y con recursos como para poder seguir mínimamente a distancia (sacando
todo lo otro que uno puede pensar en este contexto: pérdida de
trabajo, salario, etc.)”
Docente de primer ciclo de geografía e historia en
liceo de Rincón del Cerro: “En
educación pública una de las situaciones es que no todos los estudiantes
tienen internet para conectarse o se les acaban los datos de sus celulares
rápidamente. Una solución fue pasar los contenidos de CREA a un documento en
PDF para que los puedan tener y descargar por WhatsApp”.
Docente de filosofía de bachillerato en liceo de
zona de Pocitos: "En
filosofía yo no he podido subir actividades en CREA y establecer con alumnos
mucho contacto. Las condiciones materiales están, el tema es que no todos los
estudiantes tienen las capacidades materiales para hacerlas, hay estudiantes
que no tienen espacio para hacerla, o acceso a dispositivos (…). No he podido
establecer la dinámica que sí tengo en el colegio que hace ya semanas que
venimos trabajando los días de clase como si fuera la clase misma (…) La
desigualdad en estos casos se agranda cada vez más, e incluso para los
docentes que no todos tenemos las condiciones para trabajar en estas
circunstancias”
|
En
palabras de los docentes: Contextos para el aprendizaje
|
Docente de matemáticas de 6to año Medicina de un
liceo de la Aguada: “procuré
continuar con tareas con el siguiente formato: envío un vídeo explicativo y/o texto y una serie de tareas a
realizar a partir de lo que se expone en el material enviado. Recibo las
tareas y hago una devolución alumno por alumno donde si es necesario señaló
errores y aportó aclaraciones y doy la chance de que me vuelvan a enviar la
tarea. Y para cerrar la semana hacemos videoconferencia con el doble objetivo
de socializar, mantener el vínculo y aclarar dudas”.
Docente de secundaria de institución privada y de
primaria (6to) de educación física en barrio las Acacias: “Desde la coordinación de educación física,
que en nuestra materia lo vivencial y lo motor, la intervención
del docente de educación física tiene que ser in situ porque no podés
corregir o intervenir en algo que no ves, hubo muchas discusiones sobre cuál
es el rol de educación física a la distancia, cual es el abordaje más
acertado”.
Docente de biología bachillerato de educación a
distancia de liceo de zona Prado: “En mi
experiencia dentro de la educación a distancia en bachillerato público se ha
coordinado con los profesores de nivel una estructura para poder seguir a
distancia. Se utiliza la plataforma CREA 2 de CEIBAL. Actualmente 28
alumno ingresan y realizan los trabajos (…) Se les ha propuesto trabajar en
un muro interactivo con estudiantes de otros grupos, con la finalidad de que
puedan socializar, así como quizá lo pueden hacer en el corredor del liceo.
Esto ha funcionado muy bien, propuestas colaborativas virtuales. Con temática
sobre Covid-19 y enfermedades transmisibles”.
Docente de historia: “Se están dando cosas muy buenas en educación pública y privada pero
siempre reordenando las prioridades. No le pongo al nene un 1 si no se
conectó en Zoom, no “tiene que sí o sí subir la tarea en tiempo y forma”, te
conectas, que te vean las caras, charlas sobre lo que está pasando, le haces
algún comentario en mi caso histórico sobre lo que está pasando... le mandás
tareas que tengan que ver con ellos, no tareas que no tengan nada que ver con
nada. Yo el otro día trabajé diferentes tipos de memorias, colectivas,
individuales, comunitarias, familiares que tenían que redactar sobre sus
recuerdos, cómo recordamos. Cosas para valorar sus propias vivencias y no un
mazazo que tienen que estudiar sí o sí como si tuviéramos que evaluar y
seguir como si nada, que es imposible”.
|
En
palabras de los docentes: Contextos de trabajo
|
Docente de primer ciclo historia en zona de Tres
Cruces: “La cosa ahí se armó de manera muy espontánea,
no me llegó ningún mail de dirección, ninguna normativa más allá de los
insumos que circulaban en la prensa y redes sobre el plan Ceibal y la
necesidad de acudir a lo que ya existe: crea. A la segunda semana llegó un
aviso de inspección que insistía en que esto no sustituye la clase y que cada
uno haga lo que pueda en el contexto y las condiciones en las que está. O
sea, sabemos que no todos tienen las computadoras que desde Ceibal se dan, ni
internet en su casa ni teléfonos con datos móviles, no podemos garantizar
nada (…) Y ayer (si, recién ayer) me llegó la invitación a un grupo de
WhatsApp del liceo en donde los profes y el director nos invitaban, de manera
super informal y apelando a "entre todos hacemos la educación
pública" a hacer un Drive para ver quiénes de nuestros estudiantes
estaban participando de nuestras actividades de las plataformas... Algo que
desde una lógica "eficiente", o de mayor recursos, o de gestión
privada, podría verse como precario, poco profesional, creo que tiene una
mirada muy positiva, y es que sabiendo las limitaciones (ojo que de los
propios docentes, muchos que no tienen computadora ni Internet en sus
casas y también hacen frente a problemas laborales y exigencias familiares, etc.,
etc.,) propias, de nuestros estudiantes, del sistema, del contexto de
incertidumbre, igual deciden por estar, por mover piezas y pensar cómo hacer,
por más que no hayan controles porque no hay forma”
Docente de cívica de ciclo básico UTU: “Tengo 2 grupos a mi cargo de ciclo básico.
Pará mi ha sido iniciar de cero con Ceibal y CREA. He tenido que matricular
los alumnos mediante un instructivo que me hizo llegar UTU cuando solicité
ayuda. He pedido asistencia a Ceibal vía mail y no me han respondido, el
teléfono está saturado. Otra colega fue muy gentil y me indicó un curso
autoasistido que hay en Crea para poder conocer la herramienta.
No tengo respuesta de los alumnos, desconozco si tienen conectividad y
computadora que les permitan contactarse”.
Docente de biología bachillerato: “el mío es un liceo con muchos docentes,
estoy en un grupo de Whatsapp que es bastante intenso, escriben hasta altas
horas de la madrugada los docentes, pero todos preocupados por cómo hacer las
cosas mejor para los chiquilines, con un nivel de compromiso increíble. Yo
tuve que armarme una plataforma en CREA que nunca había usado y los tuve que
matricular yo a los chiquilines porque no estaban las listas aun subidas y
los gurises no sabían cómo hacerlo. Con tutoriales fui viendo cómo
funcionaba, la verdad que es bastante amigable y en liceo me escribió una
adscripta, me pasó los teléfonos y me comuniqué por Whatsapp y les dije que
me podían escribir al mail, que la cosa era que no perdieran contacto, que no
se desestimularan, hay compañeros que dan clases por videollamada de
Whatsapp, otros han usado Zoom”.
Docente de literatura de bachillerato nocturno para
adultos: “Yo estoy en nocturno y no estamos acostumbrados a
trabajar con las plataformas. Yo aún no he mandado nada porque mi público es
adulto y uno nunca sabe que pasa en la casa; van a estar con sus niños, van a
estar con adolescentes, algunos van a seguir trabajando y no he querido
recargarlos. Además, solo tuve una semana de clase y no terminé ni con la
nivelación. Pero he recibido mails de dirección para colgar cosas en la
página y hacer los cursos mandando cosas por mail o Whatsapp, cosa que en
principio yo me niego, porque una cosa es el funcionamiento por plataforma
que tenemos en el colegio donde hay horarios y otra estar disponible por mail
para las 400 consultas que tengan los alumnos del nocturno. De todas maneras,
al extenderse la cuarentena voy a organizar una unidad y comenzar a trabajar
para ayudarlos a la acreditación. Yo además en el nocturno tengo alumnos que
hace 10 años que no estudia y le hablo de género narrativo y necesita la
ayuda del docente (…) Hay mucho trabajo a pulmón de los docentes. Creo que
necesitan la mediación del profesor en términos inmediatos del cara a cara.
Además, para agregar, hay temas de derechos de autor con los materiales y que
no está regulado el trabajo por Internet”
Docente de historia de 4to año en un liceo nocturno
de la periferia de Montevideo: “Yo tengo
unos 26 chicos en lista. Tuve 3 clases presenciales antes del cierre del
liceo. Desde el lunes 16 comencé a utilizar CREA y la cargué primero de
alumno por alumno utilizando su número de cédula (porque no estaba previsto y
tampoco recibí en ese momento ni hasta el momento ninguna ayuda, orientación,
señales de vida de alguien del liceo o del CES. Todo es por iniciativa propia
y de acuerdo con mi entender, no tanto saber. La única comunicación oficial
consistió en un breve documento realizado por la inspección de Historia, (muy
general y abierto) y luego, obviamente, de contenidos diversos y
explicativos. Frecuentemente utilizo el Foro para comunicarme con los únicos 6
estudiantes que efectivamente están utilizando esa plataforma. Desde el
lunes próximo intentaré que se sumen, al menos los seis que me están
siguiendo por CREA, comenzar clases a través de ZOOM”
|
Tomado de Razones y Personas. Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución 3.0 No portada.