Autor: Guillem Juan Sancho Título: Serie Cartografías del abandono nº 5 (2011) Técnica: Óleo, rotulador, lápiz y tinta sobre papel lithographic 270 gr. 150x100 cm. |
Me ha tocado trabajar sobre la muerte o con la muerte, o mas bien sobre la ausencia, que envuelve la muerte. La muerte es un tema complejo en nuestras sociedades y la sociología se ha quedado corta al abordarla. Hay un enigma que encierra la muerte y que vincula a los muertos con los vivos, eso que Despret identifica como “aprender a seguirlos o a encontrarlos a través de lo que los une, de lo que los ‘mantiene juntos’” (2021:45).
Esto nos hace poner el foco en la muerte como un hecho social, dado que la muerte no siempre se experimenta y se siente de la misma manera, esto depende de las sociedades, de las concepciones que se tengan sobre la misma y de las prácticas y rituales que la rodean (Bloch y Parry; 1982). Desde la antropología forense, la antropología cultural o la arqueología, ha habido un ávido interés en estudiar las conmemoraciones de la muerte y los impactos en las formas de sociabilidad humana (Ospina Herrera; 2022; Despret; 2021).
Pero hay una experiencia que es única y difícil de abordar, y es la de los desaparecidos, las experiencias vinculadas a la muerte, de aquellos quienes tienen familiares desaparecidos tiene una cuestión que es central y es la falta de la corporeidad. Vale recordar lo que en algún momento Ludmila Catela Da Silva problematizó referenciando aquella frase de Calamaro en su libro titulado No habrá flores en la tumba del pasado: la experiencia de reconstrucción del mundo de los familiares de desaparecidos, publicado en 2001.
Hoy nos encontramos frente a una nueva forma de abordar y de problematizar este hecho social, a través de esta categoría para la sociología, porque, y como dice Gabriel Gatti en su nuevo trabajo, debemos plantearnos “una sociología para la vida hecha pedazos. (…) una realidad de planos superpuestos, visible a ratos pero a pocos, esquiva y multiescalar, planetaria (…)” (2022; 25).
El vínculo entre la desaparición y la muerte está asociado a lo que nuestras sociedades en el Cono Sur vivieron durante las últimas dictaduras, y a las formas en que los Estados, mediante el uso arbitrario de la violencia, la autoridad y la fuerza sistemática, desaparecieron a personas. Gabriel sabe de eso, por que su historia personal está atravesada por estas vivencias y fue lo que lo llevó a convertirse en lo que el define como un desaparecidólogo.
Ese desafío que presenta Gabriel en las páginas de su libro, y al cual se enfrentó, ha sido teórico, metodológico y hasta epistemológico, y logra llevar a lugares inesperados la problematización de la condición del ser desaparecido. El libro y la realidad del mundo en que vivimos, nos enfrenta a nuevas formas de concebir o de abordar el hecho de la desaparición, nuevas formas que en realidad encierran viejas formas también y donde el cuerpo o la corporeidad sigue siendo central. Nos interpela en las formas de ser y de estar en nuestra sociedad contemporánea, donde sigue siendo imperante la existencia de un “cuerpo disponible, vivo o muerto, tratable”, y para eso en estas páginas y de la mano del acercamiento a comprender complejas realidades, logra comenzar a plantear esos diversos usos del concepto, como su apuesta personal.
En esa apuesta se busca que, como sociólogos, no nos quedemos con lo dicho, ya que hay “realidades que se nos escapan” y que ameritan que la sociología, o mas bien los sociólogos y sociólogas, podamos ir mas allá, re-significar lenguajes, retomar esas habilidades perdidas del etnógrafo como bien lo destaca, poner el propio cuerpo incluso como forma de conocimiento y entender que los cientistas sociales no generamos conocimiento de forma solipsista, sino que estamos acompañados siempre, y como el libro lo sabe demostrar, por personas que nos narran realidades y que nos permiten acercarnos a estas.
Mención aparte merecen las ilustraciones del libro, que ponen en imágenes lo que surge de las entrañas del concepto, lo que problematiza el concepto. El concepto refiere a realidades distintas en España, en México, en República Dominicana, en Colombia, en Argentina y Uruguay. Pero todas están atravesadas por el hacer o no hacer del Estado, el concepto está constituido por concepciones políticas de las formas de vida, del ser ciudadano, del estar o no estar y aquí está lo que une a esas realidades.
En algunos lugares como en México, “desaparecer es la regla y los desaparecidos son masa, no excepción” (2022:154), pero en otros lugares como República Dominicana también, son personas “muertas en vida”, los cuerpos dejan de existir para formar un conglomerado de cuerpos disciplinados en las plantaciones, es como dice el autor “una pauta estructurada de gestión de vidas, humanas, no humana (…)” (2022:82). Pero aquí también hay una responsabilidad del Estado, por omisión o negligencia, por interés económico, por dejar que las dinámicas de la violencia generen esas nuevas experiencias de desaparición o esos desaparecidos.
Leyendo las páginas del libro siento que esa apuesta personal que asume Gabriel, donde lleva el concepto a nuevas lecturas o a nuevos registros, me hace pensar que lo que siguen teniendo en común estas realidades con el “concepto original” como lo llama él, es que estas personas siguen estando en un in between (entre espacios) o más bien en ese between states (entre estados) que señalaba Víctor Turner, eso que refiere a los estados de liminalidad, a esos estados de indeterminación social, de esas personas que se encuentran en los intersticios (1979; 1982). Siguen siendo personas que no están ni aquí, ni allá, que no tienen muchas veces identificación, que no son parte de la ciudadanía, que viven procesos de “desciudadanización” (2022:87).
El libro nos lleva a cuestionarnos nuevos intersticios. Gabriel Gatti dice que el concepto ya no se limita únicamente a intentar responder las “viejas angustias” del “destino de ese muerto sin cuerpo, sin tumulto, sin duelo” (2022;108). Pero el cuerpo o la corporeidad sigue siendo un eje que atraviesa los diferentes registros que hace en su investigación, porque son personas cuyos cuerpos hay que ubicar, hay que dar identidad, cuerpos que terminan “disciplinados” en una plantación o encerrados en una celda, o en una fosa común. Y en este sentido es que intenta realizar una cartografía de desapariciones y de desaparecidos, y ahí es cuando aparecen los trozos, los pedazos, lo fragmentado, y en ese desafío está Ainara, su hija, quien lo ayuda a construir ese instrumento que servirá para de alguna forma “darle un lugar a lo olvidado, a lo excluido, lo invisible, dentro de los grandes relatos” (2022;112).
Sin duda este libro constituye una de las grandes contribuciones a las ciencias sociales, pone a la sociología a repensar una categoría fuerte, dolorosa, a través del registro sensible y comprometido de Gabriel. Esta es su apuesta personal, contra los determinismos, de llevar a la sociología a estar en permanente cuestionamiento con sus propias construcciones teórico-metodológicas, de situarse y situarnos en las complejidades que el concepto puede denotar hoy y hacer del oficio del sociólogo una tarea de poner más el cuerpo y menos la neutralidad para lograr captar esas diferentes texturas.
Bibliografía
Catela Da Silva, Ludmila (2001) No habrá flores en la tumba del pasado. La experiencia de reconstrucción del mundo de los familiares de desaparecidos. Ediciones Al Margen, La Plata, Argentina.
Despret, Vinciane (2021) A la salud de los muertos. Relatos de quienes quedan. Editorial Cactus, Buenos Aires.
Gatti, Gabriel (2022) Desaparecidos. Cartografiás del abandono. Editorial Turner, Madrid.
Ospina Herrera, Juan Pablo (2022) “A donde van los muertos?:las crisis de la muerte y las geografias sagradas en el esquema tripartito de los ritos de paso”. Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 49:91-109.
Turner, Victor (1974) Liminal to Liminoid, in Play, Flow, and Ritual: An Essay in Comparative Symbology, Rice University Studies, Vol. 60, No. 3, Summer 1974 (Houston, Tex: Rice University) pp. 53-92
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