Foto: "Segregation", Tom Hart. CC BY-NC-SA 2.0 |
Nota: Mariana Rodríguez Vivas
Es
bien conocido que, en general, no todas las zonas de una ciudad son iguales. Es
común encontrar marcadas diferencias entre los barrios de una ciudad, ya sea en
términos de las condiciones habitacionales de sus residentes, los ingresos de
los hogares o los desempeños educativos de las personas. Estas diferencias en
la composición social de los barrios de una ciudad se conoce como segregación
residencial y Montevideo no escapa a esta realidad. En mi trabajo final de
grado de la Licenciatura en Economía realicé un análisis de la segregación
residencial en Montevideo para el período 2006-2017, medida por variables que
reflejan la ascendencia étnico racial, la educación y la inserción laboral de la
población económicamente activa. En esta nota voy a exponer algunos de los
principales resultados de ese trabajo.
Massey
y Denton definieron en 1988 la segregación residencial como el grado en el que
dos o más grupos residen en áreas diferentes dentro del espacio urbano. Esto
significa que estamos ante la presencia de segregación residencial cuando se
observan zonas homogéneas en su interior y heterogéneas entre sí,
independientemente de cómo se defina la condición mediante la cual se va a
medir la segregación.
Ahora
la pregunta es, ¿es negativo que una ciudad esté segregada? Diversos estudios
evidencian que la segregación residencial tiene efectos significativos sobre
los desempeños de las personas y su formación de expectativas, y denominan a
estos impactos como “efecto barrio” o “efecto vecindario” (Kaztman y Retamoso,
2007; Montero y Vargas 2012; Solís y Puga, 2010). El efecto de la zona de
residencia se ve reflejado en los logros educativos, la edad de ingreso al
mercado de trabajo, la ocupación potencial, las posibilidades de movilidad
social, el salario y la posibilidad de obtener un empleo de calidad (Solís y
Puga, 2010; Arim, 2008; Chetty, 2018).
Los
estudios sobre segregación residencial tienen sus orígenes en mediados del
siglo XX con el análisis de la concentración de las personas afrodescendientes
en las ciudades de Estados Unidos. En el caso de Montevideo algunos de los
estudios pioneros sobre el tema son los trabajos de Kaztman (1999) y de Cervini
y Gallo (2001), en los que ya se encontraba niveles significativos de
segregación considerando variables de ingresos, educación e inserción en el
mercado laboral.
Uno
de los estudios más recientes sobre la evolución de la segregación residencial
en Montevideo es el realizado por Vázquez (2018) para el período 2006 y 2017,
en el cual analiza la segregación considerando el ingresos de los hogares. En
este estudio se utiliza una batería de índices que dan evidencia consistente de
un aumento de la segregación residencial hasta los años 2010-2012, a partir de
los cuales comienza una tendencia a la baja.
Para
estudiar la evolución de la segregación residencial se calcularon tres índices:
el Índice de Disimilitud de Duncan, el Índice de Aislamiento y el Índice de Exposición.
La estimación se realiza tomando como unidades los barrios de Montevideo y en
base a datos de las Encuestas Continuas de Hogares (ECH), agrupadas de a tres
años móviles para el período de 2006 a 2017.
Uno
de los principales indicadores utilizados por la literatura para medir la
segregación residencial es el Índice de Disimilitud de Duncan (Duncan y Duncan,
1955). Este índice es una medida de la dispersión de los grupos en las unidades
de análisis y puede ser utilizado solo para grupos dicotómicos (es decir,
afrodescendientes y no afrodescendientes, ricos y pobres, etc.).
El
Índice de Disimilitud varía entre cero y uno, donde cero representa igualdad
total en la composición social de las unidades de análisis y uno representa la
máxima segregación posible. Para que una ciudad no tuviera segregación
residencial, y por lo tanto el Índice de Disimilitud valiera cero, debería
suceder que cada unidad tuviera la misma proporción de personas con la
característica que consideramos. Por ejemplo, si en Montevideo hay un 10% de
personas afrodescendientes para que el Índice de Disimilitud fuera cero cada
barrio debería tener un 10% de residentes afrodescendientes.
Los
otros dos índices considerados son los Índices de Aislamiento y Exposición. El
Índice de Aislamiento mide la probabilidad de que un individuo interactúe con
otro de su mismo grupo, mientras que el Índice de Exposición mide la
probabilidad de que un individuo de un grupo interactúe con alguno del otro
grupo. El valor de éstos dos índices varía entre cero y uno y depende de la
distribución de ambos grupos y de la proporción de las minorías[1].
Como
se mencionó anteriormente, una de las variables consideradas por el trabajo fue
la ascendencia étnico-racial. Para identificar a la población afrodescendiente se siguió el criterio de Bucheli y Cabella (2007) e INMujeres (2010), según el
cual se considera afrodescendientes a todas aquellas personas que hayan
respondido tener ascendencia afro o negra, independientemente de que hayan
declarado otras ascendencias[2].
Figura 1. Índice de
Disimilitud de Duncan para la población afrodescendiente por barrios de
Montevideo
Fuente: Elaboración propia en base a datos de las ECH
La
estimación del Índice de Disimilitud de Duncan muestra una caída significativa
evaluando los extremos del período analizado. Sin embargo, los Índices de
Aislamiento y Exposición no presentan movimientos significativos en el período
analizado. Podemos concluir que la población afrodescendiente se encuentra
menos segregada en 2015-17 en comparación con 2006-08. Sin embargo, estos
movimientos de población no fueron de tal magnitud que lograran disminuir el
aislamiento de este grupo.
Respecto
a la educación, una de las variables utilizadas para medir la segregación
fueron los años de educación formal de los adultos de 25 a 59 años. Como se mencionó
anteriormente, los Índices de Disimilitud, Exposición y Aislamiento, sólo
pueden calcularse utilizando grupos dicotómicos. En este caso se decidió
realizar los cortes de los grupos en más y menos de 6, 9, 12 y 16 años de
educación.
Figura 2. Evolución del Índice de Disimilitud de Duncan para distintos cortes de
años de educación de personas de 25 a 59 años, por barrios de Montevideo
Fuente: Elaboración propia en base a datos de las ECH
En
la gráfica se puede observar que cuanto mayor es el corte en los años de
educación, mayor el nivel de segregación residencial. Esto evidencia que las
personas con mayor nivel educativo se encuentran distribuidas de forma más
desigual entre los barrios de Montevideo que aquellas con menor nivel
educativo. Dentro de estas cuatro variables, la única que aumenta de forma
significativa evaluando los extremos del período analizado es la que
corresponde a los grupos de más y menos de 12 años de educación. Por otro lado,
se observa un incremento significativo en el Índice de Disimilitud de las
personas con más de 16 años de educación entre 2009-11 y 2014-16.
Con
respecto a asistencia a educación secundaria para adolescentes de 13 a 17 años,
el Índice de Disimilitud presenta una caída significativa entre los años
2006-08 y 2012-14, sin embargo, este cambio no resulta significativo si tomamos
en cuenta los extremos del período de estudio. El valor más alto se ubica en
0,329 al principio del período analizado y desciende hasta ubicarse en 0,284 en
2012-14 y luego aumenta hasta llegar a 0,296 para los años 2015-17. Es
importante destacar que el promedio de adolescentes de 13 a 17 años que asisten
a educación media aumentó durante el período de estudio (INEEd, 2017). Este
cambio parece haberse dado de forma tal que los barrios en peor situación
socioeconómica aumentaron más que proporcionalmente la asistencia de los
jóvenes de 13 a 17 años a educación media. Dado que la asistencia para los
barrios de mejor condición socioeconómica ya se encontraba en niveles muy
elevados, resulta esperable que las brechas entre barrios se reduzcan,
disminuyendo de esta forma el nivel de segregación.
Otra
de las dimensiones por las que se analizó la segregación residencial fue la
inserción de la población económicamente activa en el mercado laboral. En
concreto se analizó la segregación de las personas desempleadas, los ocupados
que se declaran como cuenta propia sin local ni inversión de menos de 16 años
de educación[3]
y las personas que viven en un hogar donde el jefe o jefa tiene una ocupación
considerada de alto status[4].
En la siguiente figura se presentan los resultados del Índice de Disimilitud
para el período 2006-2017 y se agrega el valor estimado para estas mismas
variables por Cervini y Gallo (2001) para el trienio 1996-98.
Figura 3. Evolución del Índice de Disimilitud de Duncan para las variables de
mercado laboral consideradas
Fuente: Cervini y Gallo (2001); Elaboración propia en base a
datos de las ECH
Entre
2006 y 2017 las variables que aumentan de forma significativa son las de
desempleo y personas en hogares con jefe o jefa con una ocupación de alto
status. Otra observación interesante surge de comparar los valores estimados
con los resultados del trabajo de Cervini y Gallo. Los niveles de segregación
residencial de los trabajadores por cuenta propia sin local ni inversión y de
personas hogares de alto status ya son considerablemente mayores en 2006 que lo
estimado por las autoras para 1996-98.
A
modo de síntesis, la única variable por la que se encuentra una caída
significativa de la segregación residencial en los extremos del período
2006-2017 es la segregación de las personas afrodescendientes. En el caso de
los adultos con más de 12 años de educación, los desempleados y las personas
que viven en hogares con jefe o jefa de ocupación de alto status, se encuentra
un aumento significativo de la segregación residencial.
Resulta
relevante considerar que el período analizado constituye una década de
prosperidad económica de Uruguay, que se vio acompañada por la mejora de varios
indicadores sociales, tales como la reducción de la pobreza monetaria y la
indigencia, por la mejora de los salarios reales y por una caída de la
desigualdad de ingresos. En este contexto, un debate importante que surge a la
luz de estos resultados es el vínculo que puede existir entre el ciclo
económico y la evolución de la segregación residencial.
Los
resultados de Vázquez (2018) muestran evidencia significativa de una caída de
la segregación residencial medida por los ingresos de los hogares. Sin embargo,
en esta nota se observa que al considerar desigualdades más estructurales,
tales como las diferencias en los niveles educativos alcanzados o en el acceso
al mercado laboral, se encuentra que la segregación residencial no solo no
sigue la misma trayectoria que la segregación por ingresos, sino que aumenta
para algunas de las variables consideradas. Esto sugiere la existencia de
diferencias en los procesos de segregación donde la medición por ingresos
parecería acompañar la tendencia del ciclo económico, mientras que la
segregación más estructural no disminuye ante mejoras coyunturales. Otra
hipótesis que permitiría explicar la coexistencia de ambos resultados sería que
en el período 2006-2017 hayan caído los retornos a la educación. Si esto fuera
así las personas de mayores niveles educativos podrían concentrarse en ciertas
zonas de la ciudad y a la vez observar una caída en la segregación residencial
por ingresos.
Otra
conclusión que puede extraerse de los resultados obtenidos consiste en notar
que la disminución de la segregación residencial por ingresos no implicó una
mejor integración social, ya que cuando observamos la segregación por
características más estructurales encontramos un aumento de las disparidades
entre barrios. Es importante resaltar que una carencia del trabajo es que no
observa la integración de las personas en otros lugares de socialización, como pueden
ser los vínculos con personas de otros barrios, en los lugares de trabajo o de
estudio, entre otros.
Este
análisis no ahonda en el estudio de hacia donde se realizan los movimientos que
impulsan el incremento de la segregación residencial, ni se caracteriza de
forma clara el perfil de los individuos que se segregan ni por qué motivo lo
hacen. El vínculo y las relaciones causales que pueda haber entre la dinámica
de los mercados inmobiliarios, las políticas públicas y la evolución de
segregación residencial, exceden el alcance del trabajo, pero sin dudas debe
ahondarse en el estudio de los determinantes de este proceso si tenemos como
objetivo obtener una ciudad con mayor integración social en el futuro.
Referencias
Arim, R. (2008). Crisis económica, segregación
residencial y exclusión social. Instituto de Economía (IECON), Facultad de
Ciencias Económicas y de Administración, Universidad de la República.
Bucheli, M., Cabella, W. (2007). Perfil
demográfico y socioeconómico de la población uruguaya según su ascendencia
racial. INE, PNUD y UNFPA.
Carrasco, P., Cichevski, A., Perazzo I. (2018).
Evolución reciente de las principales variables del mercado laboral uruguayo.
Instituto de Economía (IECON), Facultad de Ciencias Económicas y de
Administración, Universidad de la República.
Cervini, M., Gallo, M. (2001). La segregación
residencial entre los barrios de Montevideo: 1968 1998., Facultad de Ciencias
Económicas y de Administración, Universidad de la República.
Chetty, R., Friedman, J., Hendren, N.,
Jones, M., Porter, S. (2018). The opportunity atlas: mapping the childhood
roots of social mobility. National Bureau of Economic Research. Working Paper
25147. Disponible en: http://www.nber.org/papers/w25147
Duncan, O., Duncan, B. (1955). A
methodological analysis of segregation indexes. American Sociological Review, Vol. 20, N° 2 (Abril, 1955),
210-217.
INEEd (2017). Informe sobre el estado de la
educación en Uruguay 2015-2016. INEEd. Montevideo.
INMujeres (2010). La población afrodescendiente en
Uruguay desde una perspectiva de género. Cuadernos del Sistema de Información
de Género, Uruguay, Número 1, Julio 2010.
Kaztman, R. (1999). Activos y estructuras de
oportunidades. Estudios sobre las raíces de la vulnerabilidad social en el
Uruguay. Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
Kaztman, R., Retamoso, A. (2007). Efecto de la
segregación urbana sobre la educación en Montevideo. Comisión Económica para
América Latina y el Caribe (CEPAL).
Massey, D., Denton, N. (1988). The dimensions of residential segregation.
University of Chicago.
Montero, R., Vargas, M.
(2012).Segregation Effects on Educational Achievements. The Case of Chile. Facultad de Economía y Empresa,
Universidad Diego Portales.
Solís, P., Puga, I. (2010). Efectos del nivel socioeconómico
de la zona de residencia sobre el proceso de estratificación social en
Monterrey. Estudios Demográficos y Urbanos, vol. 26, núm. 2 (77), 2011, 233-265
Rodríguez Vivas, M. (2019). “Segregación
residencial en Montevideo: su evolución por variables estructurales para el
período 2006-2017”. Serie Documentos de investigación estudiantil, DIE 04/2019.
Instituto de Economía, Facultad de Ciencias Económicas y Administración,
Universidad de la República, Uruguay.
Vázquez, L. (2018).Segregación residencial en
Montevideo. ¿Cuál fue su evolución en un contexto de recuperación económica,
mejoras distributivas y crecimiento del ingreso real? Universidad de la
República, Facultad de Ciencias Económicas y de Administración.
[1] Este detalle es importante en períodos donde
las proporciones de los grupos cambian. Un aumento en el índice de aislamiento
puede estar representando una distribución más desigual entre barrios y/o una
reducción en el peso del grupo en el total de la población.
[2] En las ECH se pregunta a los encuestados si
creían tener ascendencia afro o negra, amarilla, blanca, indígena u otra;
pudiendo contestar “si” o “no” en cada caso. Al no ser categorías excluyentes,
una misma persona puede declarar tener varias ascendencias de forma simultánea.
Además se les realiza una pregunta sobre cuál consideran que es su ascendencia
principal.
[3] Se utiliza
esta variable ya que en general los que se encuentran en esa categoría son vendedores
ambulantes, que suelen encontrarse en condiciones de vulnerabilidad laboral. Se
condiciona en aquellos que tienen menos de 16 años de educación para dejar por
fuera a profesionales independientes.
[4] Para realizar
esta categorización se sigue a Kaztman (1999) quién clasifica como ocupaciones
de alto status las categorías ocupacionales de patrón, gerente, directivo,
administrador, científico, artista, intelectual o profesional.
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