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"Offside" de James West, bajo licencia CC BY 2.0 |
Varios años después, la comparación sigue estando vigente. Tanto en lo futbolístico como en lo económico se visualizan dos procesos de más de una década, conducidos por hombres de 70 años, que son más felicitados en el exterior que desde dentro del Uruguay (nadie es profeta en su tierra). Sus detractores cuestionan el estilo de juego, destacan los traspiés y asignan a la suerte o a factores externos los resultados positivos; sus defensores elogian los logros, planteando que los resultados son notoriamente mejores que los del pasado. Ambos reciben desde la tribuna consejos tácticos e impetuosas solicitudes de jugadores para incorporar al equipo: mayor presencia de Fulano, Mengano o Pereiro; más recursos para la educación, la salud, la seguridad… y un largo etcétera.
Siguiendo esta línea, y como corresponde en un país de tres millones de directores técnicos, este artículo no será la excepción. Por consiguiente, a continuación se analizará el torneo fiscal local –los campeonatos anteriores y las proyecciones para el final de la temporada 2015-2019– a partir de un particular esquema táctico, la regla de oro, y la cantidad de minutos de un jugador muy importante, la Inversión Pública.
El fútbol total
y la regla de oro
No siempre la
táctica estrella del fútbol fue el actual 4-4-2. En sus inicios (allá por
1875), el fútbol era un juego basado esencialmente en impulsos individuales, y
la formación típica de la época consistía en un defensa, un mediocampista y
ocho delanteros. Con el tiempo la táctica se fue refinando, y los jugadores se
fueron disponiendo más ordenadamente en la cancha, atravesando diferentes y
variadas etapas: la primacía del sistema piramidal (2-3-5) en los primeros 50
años; el sistema doble uve (3-4-3) de la década del 20; el cerrojo suizo
(4-3-3) de las décadas del 30 y 40; el 4-2-4 del Brasil de los 50; el catenaccio del Milan de los 60; el fútbol
total del Ajax y la Holanda de los 70; hasta llegar al 4-4-2 que reina en la
actualidad.
Del mismo modo,
no siempre el valor estrella que resume la responsabilidad fiscal de un país
fue el actual déficit fiscal. La historia da cuenta del uso, durante el siglo
XIX y la primera mitad del siglo XX, de la “regla de oro”, que establecía que
los gastos corrientes debían igualarse a los ingresos corrientes, y los gastos
de capital financiarse con deuda. Esta regla –probablemente la primera regla
fiscal que existió–, fue defendida por economistas de prestigio como Keynes (el
Juan Ramón Carrasco de la economía, que cuando la cosa estaba complicada
planteaba poner más delanteros y lanzar al Estado al ataque) o su compañero de
Cambridge, el profesor Pigou (el Marcelo Bielsa de la economía, un hombre
parco, férreo, neutro, bravo, sereno pero tajante, siempre en búsqueda de
justas compensaciones). Este último planteaba, en su estudio sobre finanzas
públicas de 1929, que “en épocas normales el gasto del gobierno debería ser
cubierto con los ingresos regulares de dicho año. No puede haber dudas, en un
gobierno ordenado el gasto debería ser financiado con impuestos, y no con
deuda. (…) Esta tesis es universalmente aceptada.” A continuación, agregaba
que “el gasto del gobierno dedicado a producir bienes de capital, cuyos
frutos se recuperarán subsecuentemente, debiera financiarse con préstamos.
Sobre estos asuntos no hay lugar a controversia.”
La regla de oro
era, en síntesis, la regla básica del buen Ministro de Economía: durante la
primera mitad del siglo XX se encuentra el uso de esta doble contabilidad en
países como Suecia, Dinamarca, Canadá y los Estados Unidos. La regla de oro
también era utilizada en Uruguay, como nos recuerda el Instituto de Economía: “(...)
el resultado corriente pretende ser una aproximación al grado en que los
recursos logran cubrir los gastos que no son inversión. Este indicador cobra
particular importancia bajo la concepción prevaleciente en las primeras décadas
del siglo, que entendía que el gobierno debía financiar sus gastos corrientes
con ingresos tributarios y que podía permitirse cubrir inversión con deuda, en
tanto ésta implicaría retornos que se convertirían en ingresos futuros.”
La regla de oro
y la Rendición de Cuentas
¿Qué sucedería
si, macumba mediante, pudiéramos revivir al profesor Pigou, y le pidiéramos
opinión sobre la evolución reciente y proyectada de las cuentas fiscales? El
profesor seguramente estudiaría con detenimiento el pasado a través de las
series históricas del Ministerio de Economía, las proyecciones a futuro a
partir del capítulo quinto de la Rendición de Cuentas, agarraría una hoja de
papel (el profesor, obviamente, no sabe usar Excel), y aplicando la regla de
oro para el último año de los últimos tres períodos haría el gráfico que se
muestra a continuación.
Gráfico del Profesor Pigou
Déficit Fiscal, Déficit Corriente e Inversiones para 2009, 2014 y 2019
(% del PIB)
Analizando el
gráfico desde la perspectiva de la regla de oro, el profesor Pigou concluiría
que el objetivo trazado por el gobierno para 2019 se corresponde con esta
regla: lograr un equilibrio entre gastos e ingresos corrientes, recurriendo a
endeudamiento solamente para cubrir las inversiones.
Contento por el
cumplimiento de la regla de oro, y a punto de volver a reclinarse en su tumba,
seguramente recordaría a un muchacho llamado Aschauer (de más bajo perfil que
los dos anteriores, el Mario Saralegui de la economía: rústico, básico, poco
afecto a lo sofisticado, observador de lo fundamental, el capital y el
crecimiento, va bala), quien concluyó que la inversión pública en
infraestructura fue el ingrediente clave en la época dorada norteamericana de
las décadas del 50 y 60, y mostró también la relación entre inversión pública y
productividad para los países desarrollados del G7 durante las décadas del 60,
70 y 80. Pigou se pondría a pensar, decíamos, a partir de este recuerdo, si el
2,5% de inversión pública es suficiente o no. Y entonces, aprovechando el pop y
la gallina que sobraban de la macumba, reviviría también a Aschauer, y le daría
unos documentos para que estudiara. Mientras Aschauer estudia los documentos,
hagamos un paréntesis y vayamos a otro tema de vital trascendencia: el lateral
izquierdo.
La Rendición de Cuentas y la ley del orsai
El lateral
izquierdo ha sido históricamente el puesto más complicado de la selección
uruguaya. En esta posición hemos visto, en los últimos tiempos, a jugadores
como el Pelado Cáceres, el Palito Pereira, Gastón Silva, Jorge Fucile, entre
otros. El Maestro decide a cual poner según el desempeño de cada uno, la
conformación del resto del equipo y las características del partido que la
Selección Uruguaya tiene que jugar.
Supongamos que,
por algún extraño designio de la FIFA, a distintos jugadores se le aplican
diferentes reglas: por un lado, Gastón Silva podrá moverse libremente por el
campo de juego, sin que lo afecte la ley del orsai; por otro lado, al Pelado
Cáceres se le cobrará orsai cada vez que pase la mitad de la cancha. En este
marco no sería extraño que el Maestro, con independencia de las características
y el desempeño de cada jugador, decida incluir como titular a Gastón Silva,
dejando al Pelado Cáceres sentado en el banco de suplentes.
Esta regla,
claro está, no se aplica en el fútbol actual. Qué ridiculez, dirá usted. Sin
embargo, este aparente sinsentido opera, llamativamente, en el terreno fiscal.
La inversión pública es computada en su totalidad en el déficit fiscal el año
que se ejecuta, mientras que los Contratos de Participación Público-Privada (PPP)
no (adicionalmente, el endeudamiento para financiar inversión pública computará
como deuda pública, mientras que el endeudamiento por PPP no). Dada esta regla,
si usted necesita invertir pero no quiere que el juez le cobre orsai, entonces
se inclinará por hacer PPP. Esto es lo que señala el Fondo Monetario
Internacional cuando dice que “en muchos países, los proyectos de inversión
se han adquirido como PPP no por razones de eficiencia, sino para eludir las
restricciones presupuestarias y postergar el registro de los costos fiscales de
la prestación de servicios de infraestructura”.
La ley del
orsai y las necesidades de infraestructura
Volvemos ahora
a Aschauer, quien luego de estudiar los documentos diría con voz clara y
serena: “He estudiado los documentos. Según la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), en Latinoamérica se
debería invertir anualmente un 6,2% del PIB en infraestructura, pero en 2015 la cifra sólo
llegaba a 2,3%. Las estimaciones del Banco Interamericano del Desarrollo (BID) muestran a Uruguay por debajo del promedio de América Latina. El Banco Mundial
señala que el desarrollo de infraestructura en un país como Uruguay está en
manos de las empresas públicas, por lo que una restricción a la inversión de
éstas es, en definitiva, una restricción a las posibilidades de desarrollo de
infraestructura del país. La rendición de cuentas respeta la regla de oro, lo
que hace feliz a mi amigo Pigou; pero a mí no me termina de convencer, porque
en términos de inversión pública, parece no ser suficiente.”
Aschauer y
Pigou se calzarían sus sombreros e irían a plantearle el tema al gobierno, con
quien tendrían una conversación más o menos así:
-Buen día
miembros del gobierno, gracias por recibirnos.
-Buen día
profesores Pigou y Aschauer, mucho gusto y bienvenidos nuevamente al mundo de
los seres vivos.
-Muchas
gracias. Hemos estado observando su déficit corriente, y vemos que sus
planificaciones proyectan cumplir la regla de oro, felicitaciones.
-Muchas
gracias, son ustedes muy amables.
-Sin embargo,
revisamos también la inversión pública, y nos parece medio baja.
-Pasa que no
podemos aumentarla mucho.
-¿Por?
-Porque aumenta
el déficit fiscal.
-¿Tienen
problemas de endeudamiento?
-No, estamos
bien en ese sentido.
-¿Entonces?
-Es que en esta
época se evalúa a un gobierno por el déficit fiscal. Si incrementamos las
inversiones de manera importante, va a aparecer en el numerito mágico, que es
el que miran los economistas al final del año y determinan si las cosas
estuvieron mal o estuvieron bien.
-¿Por?
-Porque es así.
-¿Y si tienen
una inversión con una alta rentabilidad, no la hacen?
-No.
-¿Y entonces
cómo van a hacer con la brecha de infraestructura?
-Vamos a
complementar la inversión pública con una herramienta novedosa, las PPP.
-¿Qué son las
PPP?
-Son contratos
a largo plazo con el sector privado.
-¿Contratos
entre el Estado y el sector privado? Pero eso es más viejo que el agujero de la
taza de té...
-Bueno, pero
ahora es novedoso, y además es más eficiente.
-¿Es más
barato?
-Ehh… no, en
realidad es más caro.
-Ah, ok, pero
entonces debe ser más ágil.
-Ehh… sí, sí,
es mucho más ágil (al fondo el Ministro de Obras Públicas dice algo, pero no se
escucha).
-¿Están
seguros?
-Sí… o por lo
menos eso es lo que nos dijeron… y además está el tema de que no podemos
aumentar más la inversión pública.
-¿Por qué, si
el déficit corriente y el endeudamiento están bien, y además tienen en carpeta
inversiones que son rentables?
-Es que en esta
época se evalúa a un gobierno por el déficit fiscal...
-Ok, ok, ya
entendimos. Bueno, suerte con eso.
-Gracias,
muchas gracias.
Maestro, ¡la
Inversión Pública es uruguaya!
En este intenso torneo fiscal, Gastón Silva tiene cada vez más minutos, mientras que el Pelado
se va resignando al banco de suplentes. Y ojo, la decisión del Maestro tiene su
lógica, debe moverse según las reglas de juego: si al Pelado le van a cobrar
orsai por pasar la mitad de la cancha, se puede entender que se le den más
minutos a Silva.
Y en realidad,
lo más preocupante no es tanto que Silva juegue más partidos, porque quizás
haya algunos en los que sea más conveniente ponerlo a él que al Pelado. Y
tampoco que, a pesar de que nos dijeron que Silva pica
rapidísimo por la raya, todavía no lo hayamos visto llegar hasta el fondo y
mandar un centro; quizás sea cuestión de tener un poco más de paciencia.
Lo que resulta
más preocupante es que, a fuerza de repetir una y otra vez lo mismo en las
conferencias de prensa, terminemos convenciéndonos de que Silva es mejor que el
Pelado, independientemente del partido que se juegue. O, peor aun, que creamos que lo estamos poniendo en la cancha por su
superioridad futbolística, olvidando que en realidad nuestras decisiones están
determinadas, desde antes que pite el juez y se mueva la pelota, por la ley del
orsai de la Rendición de Cuentas.
______________________________
Referencias:
Aschauer (1988) - Is public expenditure productive? Journal of
Monetary Economics 23, 177-200, North-Holland
Aschauer (1988) - Public investment and productivity growth in the Group
of Seven, Federal Reserve Bank of Chicago
Azar, P.,
Bertino, M., Fleitas, S., García Repetto, U., Bertoni, R., Sanguinetti, C.,
&Sienra, M. (2009). ¿De Quiénes, para Quiénes y para Qué? Las Finanzas
Públicas de Uruguay en el Siglo XX. Montevideo: Fin de Siglo.
BID (2016). Financiamiento
de la infraestructura en América Latina y el Caribe: ¿Cómo, Cuánto y Quién?, Washington
DC, BID
Basetto, M., y
Sargent, T. (2005). Politics and efficiency of separating capital
and ordinary government budgets.Cambridge: National Bureau of EconomicResearch.
CEPAL (2014).
Países de la región deberían invertir 6,2% del PIB anual para satisfacer
demandas de infraestructura. Comunicado de prensa,http://www.cepal.org/es/comunicados/paises-de-la-region-deberian-invertir-62-del-pib-anual-para-satisfacer-demandas-de
Lovrincevich
(2002) – Análisis de evolución de los sistemas de juego en el fútbol, Revista
Digital - Buenos Aires - Año 8 - N° 53 - Octubre de 2002
Disponible en: http://www.efdeportes.com/efd53/futbol1.htm
FMI (2004), Public Investment and Fiscal Policy (Prepared by the
Fiscal Affairs Department and the Policy Development and Review Department (In
consultation with other departments and in cooperation with the World Bank and
the Inter-American Development Bank))
Disponible en: https://www.imf.org/external/np/fad/2004/pifp/eng/pifp.pdf
Senosiain
(2012). Lo suficientemente loco. Una biografía de Marcelo Bielsa.
FMI (2016). Fondo Monetario International (2016). PPP Fiscal Risk
Assessment Model (P-FRAM). Disponible en: http://www.imf.org/external/np/fad/publicinvestment/#4
Pigou (1929),
cita extraída de Balassone y Franco (2001). EMU Fiscal Rules:
A new answer to an old question?, Research Department, Banca d’Italia.
Datos del MEF
en https://www.mef.gub.uy/538/1/mef/datos.html
Rendición de Cuentas en https://www.mef.gub.uy/21740/1/mef/poder-ejecutivo-presento-al-poder-legislativo-rendicion-de-cuentas-2016.html
Hola Fernando, muy bueno el post!
ResponderEliminarMe surgieron algunas preguntas de leerlo:
1- sabés porqué se abandonó la Regla de Oro en Uruguay?
2- decís que en países como Suecia, Dinamarca, Canadá y los Estados Unidos, se aplicaba a principios de siglo XX esta regla. Sabés cómo llevan la contbilidad ahora?
3- si los países de arriba se fueron todos de la Regla de Oro. Hay alguno que la mantenga?
Abrazo!
Hola Guzmán, gracias por los comentarios! Las preguntas que hacés son bien interesantes, y honestamente son aspectos que me falta todavía profundizar… Más que respuestas puntuales te comento una visión general sobre este tema.
EliminarLos trabajos que he leído refieren a dos épocas diferentes. Por un lado, textos más bien históricos que mencionan a la Regla de Oro que imperaba en la primera mitad del siglo en Suecia, Dinamarca, Canadá, EEUU (Hansen 1941, Balassone y Franco 2000, Martner y Tromben 2005). Esa regla, salvo algunas excepciones en proyectos particulares o conceptualizaciones de reglas fiscales específicas, no es la que predomina en el mundo.
Por otro lado, hay literatura sobre la aparición del manual de estadísticas del FMI de 1986, identificado como un mojón importante que consolida la imputación de la inversión pública totalmente en el año que se ejecuta.
No tengo claridad conceptual sobre lo que pasa históricamente en el medio, entre la regla de oro y el manual del FMI de 1986. Es un agujero sobre el que hay que profundizar.
De todas formas, la intuición que tengo con respecto al manual de 1986 del FMI es que este debe leerse en un contexto de crisis de deuda, en particular en América Latina, que genera una atención particular a intentar restringir todo tipo de gastos para poder afrontar el alto endeudamiento, ya sean corrientes o de capital. En un contexto de este tipo, entra lo de contabilizar la inversión con criterio caja, así como también meter a las empresas públicas dentro la contabilización general fiscal.
Luego ese criterio es modificado por el FMI en el 2001, separando los gastos corrientes de los de capital, y cambiando el criterio caja por el criterio de lo devengado. El manual es un compendio de normas estadísticas y contables bastante complejo. De estos dos cambios uno (y varios trabajos al respecto, documentos del FMI, Banco Mundial o Cepal de principios del 2000) saca la conclusión de que la contabilidad de las inversiones públicas debería cambiar, pero por la vía de los hechos no es lo que ha sucedido... En definitiva, es un tema sobre el que hay que seguir profundizando…
Saludos
Interesante y divertido artículo. No obstante ello, tanto éste como otro que has escrito anteriormente deja de lado totalmente la parte de manejo de riesgos de los proyectos ppp respecto a los "tradicionales" así como los temas de especialización de las obras. Es decir, alguna ventaja tienen los ppp ¿no? o ¿es simplemente superficialidad contable como lo que continuamente estás recalcando? Saludos, Pablo.
ResponderEliminarHola Pablo, gracias por el comentario! No desconozco que las PPP efectivamente pueden tener algunas ventajas, en general se mencionan posibles aumentos de eficiencia por la gestión privada o derivados de la transferencia de riesgos. Sin embargo, lo que veo es que actualmente el motivo de fondo por el que se decide hacer una PPP no son consideraciones económicas, sino consideraciones de este tipo, contables. Esto genera que sea difícil separar la paja del trigo, e identificar cuánto de la iniciativa de una PPP realmente se sostiene por motivos de eficiencia. Esta idea quería trasmitir cuando ponía que Gastón Silva puede efectivamente ser el hombre indicado para algunos partidos, pero que en la realidad no se lo pone por eso, sino más bien porque no le cobran orsai… Saludos! Fernando
EliminarGracias a vos por la respuesta. Una línea interesante para ver es también el vehículo financiero que se puede estar utilizando (fideicomisos) y quiénes son los que finalmente financian las obras... las afaps? Saludos.
EliminarEn el gobierno anterior no hubo mayores restricciones a las inversiones de los Entes, sin embargo los resultados fueron muy dispares. A tal punto que uno esta en terapia intensiva. Esto no parece ser un tema contable, en todo caso parece ser institucional. Por tanto en las actuales condiciones las PPP lucen de mayor eficiencia.
ResponderEliminarEs buena la pregunta de cual fue el motivo del abandono de la regla aqui y en el mundo desarrollado. Raul Labadia
Hola Raúl, gracias por el comentario. Un ejemplo interesante es el caso del desarrollo eólico, que se dio fundamentalmente en el período anterior y en donde sólo un 7% de la inversión fue dentro del “espacio fiscal” (el resto fueron sociedades anónimas, fideicomisos, leasing o contratos a largo plazo con el sector privado). Este proceso constituye un buen ejemplo de como este aspecto contable genera un fuerte sesgo anti-inversión pública, y de cómo eso deriva en un desarrollo particular del sector de generación eléctrica. Te dejo un link de un trabajo que presentamos en un congreso de economía de la energía a principios de este año que desarrolla el tema: https://6elaee.aladee.org/webtree/submit/download.php?subId=137&final=yes
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