Educación, equidad y la búsqueda del desarrollo


La educación nacional esta estancada en términos de cobertura. Según un informe de UNESCO, dos de cada tres jóvenes no termina la educación media superior (secundaria). Mientras tanto, el país crece a ritmos históricos y nos acercamos a las puertas del desarrollo. Pero, ¿que tipo de desarrollo? Sin lugar a dudas es preferible participar de los nichos más especializados del mercado global por dos razones: la demanda de estos productos fluctúa menos que los productos primarios; y un trabajador mejor calificado es más difícil de remplazar por lo que tiende a estar más protegido y mejor remunerado.
Sin embargo, no hay especialización productiva sin especialización del capital humano. Dos de cada tres jóvenes no termina secundaria y el debate público parece estar centrado en dos dimensiones: la calidad de la educación, y las competencias de los diferentes actores su gobierno. En esta nota me voy a referir a la primera. Necesitamos recuperar a esos dos jóvenes que abandonaron el sistema, pero para eso es necesario abatir la repetición, principal causa del abandono. Están quienes postulan que esta medida atenta contra la calidad de la enseñanza. Esto es cierto, pero Uruguay es el quinto país con mayor tasa de repetición entre los que participan de las pruebas PISA (Informe PISA 2009). Es decir, o los uruguayos estamos entre los más tontos de la muestra, o el instrumento de la repetición se utiliza en forma desmedida. No parece haber otra alternativa lógica.
Personalmente pienso que el instrumento se utiliza en forma desmedida. Más aun, en el largo plazo el precio de la calidad no parece más importante que el de la inclusión social. Jóvenes prematuramente fuera del sistema educativo desencadenan un tiple problema que afecta el crecimiento y la equidad: obtendrán ahora un trabajo mal remunerado dada su falta de competencias; por esto mismo tendrán mayores dificultades para ascender laboralmente; y, en un país que parece estar llegando a cifras de desempleo estructural, empujarán hacia abajo por varias décadas la capacidad productiva del país. Es decir, no integrar a estos dos jóvenes al sistema educativo hoy, producirá menor crecimiento y mayor inequidad mañana. Subrayo el problema de la inequidad.
Esta nota no tiene un final feliz. No es posible mantener la calidad promedio del sistema educativo o incluso mejorarla, al incluir a estos dos jóvenes. Pero mantener la calidad del sistema para beneficio de uno de cada tres jóvenes tampoco parece una decisión sabia en términos ni de crecimiento ni de equidad. En el corto plazo se nos presenta un dilema, es decir que no tenemos una solución que nos satisfaga completamente: ¿perdemos en cobertura o perdemos en calidad? Entonces la respuesta debemos buscarla en el largo plazo, y allí es donde creo que un problema de calidad hoy puede ser revertido más exitosamente –máxime previendo su ocurrencia- que un problema de desafiliación institucional de la juventud (ni estudia ni trabaja) como consecuencia del temprano abandono del sistema educativo. ¿Es entonces el sistema educativo uruguayo un instrumento de equidad? Depende a cuantos eduque.

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