Regulación de la marihuana en Uruguay: una solución, no una panacea (*)

1. Introducción



El pasado 31 de julio, el proyecto de ley sobre regulación del cannabis fue aprobado por la Cámara de  Diputados [1]. Esto representa un importante punto de inflexión en la historia de las políticas sobre drogas en Uruguay [2]. Anteriormente, la empresa consultora Cifra había dado a conocer los últimos datos de opinión pública sobre este tema, mostrando que solamente una cuarto de la población estaría de acuerdo la regulación (26%), mientras que una amplia mayoría (64%) creería que de aprobarse la ley, el problema del narcotráfico en nuestro país será igual o mayor que ahora [3]. De acuerdo a lo esperado, dentro de dos meses, la venta de marihuana será legal en Uruguay. Claramente, esta coyuntura nos invita al debate y a la reflexión sobre las implicaciones de dicha propuesta para Uruguay.

Probablemente, muchos lectores ya han tomado una decisión respecto al papel de la marihuana en sus vidas. Habrá quien nunca probó y tampoco tiene interés. Otros que no han probado, pero están abiertos a la posibilidad. Habrá personas que probaron al menos una vez, y también aquellos que consumen con más o menos periodicidad. Finalmente, también existe un grupo que no tiene capacidad de decisión sobre su consumo: se trata de personas que han generado dependencia y adicción a la marihuana. Dejando por el momento a estos últimos de lado, cabe subrayar que toda decisión que se haya tomado libremente sobre el consumo de marihuana es respetable y legítima.

Esta nota discute el proyecto presentado por el Poder Ejecutivo sobre regulación del cannabis en Uruguay. Y para debatir sobre esta propuesta, la decisión de cada uno sobre cómo vivir su vida de la mejor forma posible (con o sin marihuana) es poco relevante. Más allá de las diferencias personales, nos importan tres temas de fondo vinculados a este proyecto: de qué forma la regulación de la marihuana contribuiría a mejorar nuestra convivencia social; cómo tratar de la mejor forma posible a las miembros de nuestra sociedad que presentan un consumo problemático y más importante aún, qué legado vamos a dejar para las futuras generaciones en relación a este problema.

2. Convivir con la marihuana


La discusión sobre la legalización de la marihuana muchas veces deriva en una comparación entre los  beneficios y perjuicios del consumo relacionados la salud. Argumentalmente, este es un terreno poco seguro [4] y por lo tanto, es conveniente evitarlo aquí. Además, a los efectos de nuestra discusión, resulta innecesario. Es posible discutir el modelo de convivencia implicado en el proyecto de ley sobre la regulación del cannabis en Uruguay aceptando dos premisas básicas: 

1 Estamos hablando de una sustancia psicoactiva (es decir, que afecta directamente al sistema nervioso central ocasionando cambios funcionales), y como tal, su consumo requiere ser controlado.



2 – En Uruguay, el consumo de dicha sustancia ha sido descriminalizado, pero se prohíbe su venta, lo que favorece la existencia de un mercado negro manejado por el crimen organizado.



Sobre la primera premisa, destacamos dos aspectos. Por un lado, el proyecto institucionaliza el control y fiscalización de los cultivos, la cosecha, la distribución y el comercio de cannabis. Para esto prevé la creación del Instituto de Regulación y Control del Cannabis (IRCC), que otorgará licencias a empresas para la producción y a farmacias para su distribución; autorizará los cultivos diferenciando entre los que tienen una finalidad científica y médica y los destinados al uso recreativo y controlará y fiscalizará el cultivo en hogares y clubes de membresía. Por otra parte, dicha institución realizará el control del grado de tetrahidro cannabinol (THC) – el principal componente psicoactivo del cannabis –  de modo de asegurar que la oferta al público general sea de una calidad homogénea. 

Respecto a la segunda premisa, hay tres argumentos a tener en cuenta: primero, la regulación de la marihuana no elimina el mercado negro asociado a su distribución. Lo que se trata de hacer es una separación entre el mercado legal e ilegal del cannabis. Segundo, el modelo actual, denominado “prohibicionista”, hace que el cannabis sea más riesgoso de obtener, más caro, de difícil acceso,  y de calidad poco confiable. Bajo este modelo, en la última década, el consumo de marihuana ha crecido de forma sostenida [5]. Adicionalmente, el “prohibicionismo”  ha hecho un uso ineficiente de los recursos de la justicia. Como señala Garibotto para el período 2006- 2009: “el hecho de que haya habido 681 procedimientos destinados a incautar menos de 10 gramos de marihuana y 63 procedimientos destinados a incautar unas pocas plantas de marihuana es un despropósito en términos de utilización de recursos policiales y judiciales[6].El tercer argumento es que el proyecto de ley elimina la arbitrariedad judicial sobre la posesión, estableciendo qué cantidades estarán exentas de responsabilidad penal. Este cambio es sumamente importante: se pasa de un régimen judicial basado en la “convicción moral del Juez” (es decir, se decide de acuerdo a lo que Juez crea correcto sin necesidad de argumentar), a uno más flexible, de “sana crítica”, basado en las reglas de la experiencia, que obliga a los jueces a exponer las razones que fundamentan su decisión [7].


3. Sufrir la marihuana


Uruguay todavía no cuenta con una estimación sobre la cantidad de personas que sufren adicción al cannabis, pero es altamente probable que exista subconjunto de personas con consumo problemático. Como se dijo más arriba, estas personas han perdido la capacidad de decisión sobre su consumo. La regulación del uso de toda sustancia con potencial adictivo supone pensar en soluciones para aquellos miembros de nuestra sociedad que padezcan las consecuencias que puede traer el consumo abusivo. El proyecto de ley elevado por el ejecutivo contempla esta situación, haciendo que el Sistema Nacional Integrado de Salud y la Junta Nacional de Drogas – además de promocionar los hábitos saludables y la prevención del uso problemático de cannabis –, dispongan de dispositivos adecuados para el tratamiento de usuarios problemáticos [8]. Convivir con la marihuana implica entonces, asumir responsabilidad por los costos de esta forma de vida en comunidad.

4. Prevenir y educar sobre la marihuana


Para las nuevas generaciones hay un futuro inevitable: en algún momento de sus vidas, en  la 
transición desde la niñez a la vida adulta, estarán expuestos al contacto con la marihuana. Las generaciones anteriores (nuestros abuelos y padres) probablemente nunca tuvieron que enfrentar dicha situación. Pero los niños y niñas de hoy, en algún punto de sus vidas, tendrán que tomar la decisión sobre consumir o no consumir. Así las cosas, lo máximo a lo que se puede aspirar, es que, a diferencia de muchos de sus antepasados, ellos tomen una decisión informada cuando les llegue el momento. Y este es uno de los puntos fuertes del proyecto de ley: en primer lugar, prohíbe toda forma de publicidad directa e indirecta, promoción, auspicio o patrocinio de los productos de cannabis psicoactivo en todos los medios de comunicación. Esta es una medida orientada a minimizar el uso de marihuana en los más jóvenes. En segundo lugar, incluye en los planes de estudio de prácticamente todos los niveles educativos la disciplina de “Prevención del Uso Problemático de Drogas”, además de otras políticas de promoción de la salud y el uso problemático de cannabis desde la perspectiva del desarrollo de las “habilidades para la vida”, en el marco general de una política de gestión de riesgos y reducción de daños del uso problemático de sustancias psicoactivas.

5. Regularización de la marihuana: razones y personas


Existen varias razones por las cuales los uruguayos no estamos especialmente abiertos a la regulación del cannabis. Para empezar, existen varios prejuicios y mitos respecto a la marihuana, que aún no han sido refutados. Esta tarea escapa a las capacidades del autor de la nota. Por otra parte, existe cierta estigmatización hacia el consumidor de cannabis, que tiende a ser representado como un miembro improductivo y negligente de la sociedad. Más allá de estos factores, es posible que una de las principales razones para la apatía hacia el proyecto sea que nos coloca en la incómoda situación de elegir entre dos males. Por un lado, esto implica aceptar que tenemos un problema, y que estamos en la peor situación. Por otra parte, también implica reconocer que la regulación es una solución, pero está muy lejos de ser una panacea. La literatura internacional sobre el tema reconoce la ausencia de soluciones o recetas universales al problema, y admite de hecho que no hay diseños óptimos [9]. La solución para Uruguay será algo que iremos descubriendo juntos a medida que ganemos conocimiento y experiencia en el problema. Pero, para hacer esta búsqueda posible, el primer paso es regular.

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Referencias


(*) Agradezco a Martín Fernández Chiossoni por el tiempo dedicado a mejorar mi entendimiento sobre el proyecto de ley de regulación del cannabis. Obviamente, las opiniones expuestas en esta nota son de exclusiva responsabilidad del autor.
  
[1] El proyecto de ley puede consultarse en: http://www.regulacionresponsable.org.uy/#!proyectoLey

[2] Sobre este tema, consúltese el trabajo de Guillermo Garat (2013) Un siglo de políticas de drogas en Uruguay. FESUR. Montevideo. Disponible en: http://www.fesur.org.uy/archivos/file/AnalisisUY01_Guillermo%20Garat.pdf

[3] Los resultados de la encuesta de Cifra pueden consultarse en: http://www.espectador.com/noticias/270138/marihuana-solo-27-cree-que-los-problemas-disminuiran

[4] En primer lugar, mucha de la evidencia presentada tanto a favor como o en contra es de naturaleza anecdótica o correlacional.  Por “evidencia correlacional” entiendo a los resultados de investigación que muestran diferentes asociaciones entre variables. Por ejemplo, el consumo de marihuana está vinculado con la deserción escolar. En realidad, muchos factores no considerados pueden explicar esta situación. Por ejemplo, el tener más tiempo de ocio lleva a consumir marihuana con más frecuencia. El error está en interpretar las correlaciones como causas. Para seguir con nuestro ejemplo, el error sería interpretar que el consumo de marihuana causa la deserción escolar. En segundo lugar, dependiendo de la tesis que se defienda, se tiende a exagerar las virtudes o los males derivados del consumo de cannabis, así como también focalizar en aspectos que resultan convenientes para defender una posición, omitiendo lo que podría ser un contraargumento válido. Finalmente, hay que reconocer que en términos médicos, la discusión sobre los efectos del cannabis implica un grado de conocimiento técnico que simplemente exceden nuestras capacidades.

[5] Entre 2001 y 2011, la cantidad de personas que declaran haber consumido marihuana alguna vez en su vida (prevalencia de vida) ha pasado del 5,3% al 20% en la población de 15 a 65 años. Por otra parte, el número de personas que declaran haber consumido cannabis en los últimos 12 meses (prevalencia anual) ha crecido de 1,4% en 2001 a 8,3% en 2011. Finalmente, la cantidad de personas que declaran haber consumido en los últimos 30 días (prevalencia mensual) ha escalado de 0,5% a 4,9% en el mismo período. Fuente: Junta Nacional de Drogas. (2012) Quinta Encuesta Nacional en Hogares sobre Consumo de Drogas. Informe de investigación. Disponible en: http://www.espectador.com/documentos/120524informeJND.pdf

[6] Garibotto, G. (2010) “Cárceles y drogas en Uruguay”, p. 85. En Sistemas Sobrecargados. Leyes de Drogas y Cárceles en América Latina. Transnational Institute - Washington Office on Latin America. Disponible en: http://www.bancodeinjusticas.org.br/wp-content/uploads/2011/11/TNI-e-WOLA-Sistemas-Sobrecargados-Leyes-de-Drogas-y-C%C3%A1rceles-en-Am%C3%A9rica-Latina.pdf

[7] A modo de ejemplo, suponga que usted es interceptado durante sus vacaciones de verano con 500 gramos de marihuana. Normalmente, un juez lo condenaría porque su posesión excede la cantidad establecida por la ley. Sin embargo, en un régimen de “sana crítica”, basado en las reglas de la experiencia, el juez deberá tener en cuenta en su argumentación que el monto por el cual usted excede los límites legales no es demasiado; que es probable que usted consuma más durante sus vacaciones; etc. Al respecto, consúltese la nota de Martín Fernández Chiossoni “FUMUS BONI IURIS… humo de buen derecho”, disponible en: http://www.180.com.uy/articulo/33909_FUMUS-BONI-IURIS%E2%80%A6-humo-de-buen-

[8] En particular, el artículo 9º del proyecto propone que “en las ciudades con población superior a diez mil habitantes se instalarán dispositivos de Información, Asesoramiento, Diagnostico, Derivación, Atención, Rehabilitación y Tratamiento e Inserción de usuarios problemáticos de Drogas, cuya gestión, administración y funcionamiento estará a cargo de la Junta Nacional de Drogas, pudiendo suscribirse a tales efectos convenios con ASSE y las Instituciones Prestadoras de Salud privadas, Gobiernos Departamentales, Municipios y Organizaciones de la Sociedad Civil”.

[9] Al respecto consúltese: Reinarman, C. (2009) “Cannabis policies and user practices: Market separation, price, potency, and accessibility in Amsterdam and San Francisco” International Journal of Drug Policy 20  28–37; Kilmer, B. et al. (2010) “Altered State? Assesing How Marijuana Legalization in California Could Influence Marijuana Consumption and Public Budgets”, Rand Corporation Occasional Paper, Santa Monica, California y Sabet, K. (2013) “A New Direction? Yes. Legalization? No. Drawing on Evidence to Determine Where to Go in Drug Policy”. Oregon Law Review Vol. 91, 1153-1180; entre otros.

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