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Mostrando entradas de agosto, 2011

Las razones del corazón

“El corazón tiene razones que la razón no entiende” decía Blaise Pascal hace varios cientos de años. Desde profundas discusiones filosóficas hasta apasionados poemas de amor, pasando por películas y debates de toda índole, la frase ha hecho carne en muchos. También se aplica a las lealtades partidarias como son vividas por los uruguayos. Una obra ya clásica sobre las identificaciones partidarias las define como asuntos de “corazones y mentes”, en el entendido de que las construyen tanto componentes afectivos como cognitivos ( Green, Palmquist, y Schickler 2002 ). Uruguay es el país de las Américas en el que más personas tienen lealtades partidarias: 66% de la población en edad de votar, según el Barómetro de las Américas 2010. Estas obedecen mucho más a cuestiones de “corazón” que de “mentes”. “¡Pero si la mitad del país es de izquierda y la otra es de derecha!” seguramente estarán pensando muchos. Si, sin dudas. Y las identificaciones ideológicas son congruentes con

El Estado, el fútbol y la vida espiritual de los uruguayos

Esta nota defiende un argumento simple y probablemente poco polémico. Su conclusión principal es que el Estado uruguayo no debería financiar con dinero de sus arcas las actividades de la selección nacional de fútbol. Cuando digo esto, no me refiero a que se debería abstener de comprar de publicidad. Por el contrario, estoy pensando en la posibilidad de que el Estado uruguayo financie parte del sueldo de un entrenador o que invierta directamente en la formación de futbolistas uruguayos. Mi argumento es simple: si el Estado utilizara su dinero para financiar el proceso de selecciones nacionales, éste debería contar con mecanismos que establezcan procesos de rendición de cuentas. Eso es lo que se espera del Estado en cualquiera de sus inversiones. En el caso del fútbol – siendo esta una actividad privada- es de esperar que los procesos de rendición de cuentas que el Estado podría implementar sean difíciles o imposibles de ejecutar. Paso a explicar.   Hay dos elementos que

La importancia del gasto en infancia en términos de equidad y eficiencia: los jóvenes de hoy fueron niños ayer

El hogar donde nos tocó nacer es un accidente, accidente que juega un papel fundamental en la trayectoria de nuestras vidas. A partir del reconocimiento de este hecho, existen un sinfín de argumentos de sentido común a favor de que el Estado, a través de las políticas públicas, debe jugar un papel fundamental en compensar las desigualdades en las circunstancias iniciales. Lo que no está claro es cómo y en qué momento del ciclo de vida de las personas el Estado debería comenzar a intervenir. En tiempos en que la “problemática juvenil” se ha instalado en la opinión pública, resulta oportuno empezar a discutir cuestiones que tienen que ver más con el fondo del asunto. En esta nota propongo reflexionar sobre las ventajas de invertir en edades tempranas a partir de argumentos económicos que tienen que ver con la eficiencia del uso de los recursos públicos en alcanzar objetivos de equidad. Mejor temprano que tarde James Heckman, un reconocido economista norteamericano por

¿Quién mató al Comendador? ¡Los Jóvenes, Señor!

El pasado jueves 28 de julio el Diario El País titulaba una de sus notas: “Guarteche: la mayoría de jóvenes quiere ser "narco"”. La nota hacía referencia a una declaración hecha el día 25 de julio ante la Comisión de Constitución y Legislación del Senado por el Jefe de Policía. La noticia (naturalmente) levantó polvo y durante ese día varios medios dedicaron horas al tema. Los problemas de delincuencia juvenil e inseguridad son muy preocupantes y deben ser una prioridad para el gobierno y el sistema político, pero hay que ser muy cuidadoso al momento de tratar el tema, informarlo o proponer soluciones. La afirmación me pareció extremadamente extraña por una sola razón: si la mayoría de los jóvenes quiere ser narco, esto significa lisa y llanamente que “estamos rodeados”. Es decir, todos tenemos un narco en la cuadra y tal vez hasta dos o tres. Cada operativo de “disuasión” de la policía debiera ser un éxito rotundo, llenando camionetas de “narcos” y droga confiscadas. Hast