Este enfoque tiene un antecedente directo en la sociología estadounidense que fue el intento de Michael Burawoy cuando fue presidente de la Asociación Americana de Sociología y luego de la Asociación Internacional de Sociología, de girar hacia lo que él llamó Sociología Pública.[2] Sin embargo, el nuevo se presenta como más técnico o profesional, menos antiestablishment y más centrado en soluciones específicas que en crítica social. En realidad, los antecedentes van mucho más lejos. La Sociología nace en la tensión entre reformismo y objetividad científica, entre ciencia aplicada y ciencia básica. Comte era reformista. Jane Addams, miembro de la Escuela de Chicago, años después lo era, tratando de resolver los problemas de los menos privilegiados de la ciudad en su famosa Hull House. Pero este nuevo enfoque de sociología orientada a la resolución de problemas pretende algo más que una sociología aplicada, pretende ser una sociología mainstream que colabora a la resolución de problemas pensando más allá de la descripción, y yendo a la causalidad de los problemas, ayudando a pensar posibles soluciones y tener para ello teorías causales del cambio que hagan posible la implementación. Y pretende seguir publicando en revistas mainstream esos resultados. Es decir, pretende lo imposible. Pretender ser…. ¡como la economía! : )
La sociología hoy es muy buena criticando, mostrando lógicas ocultas y es muy buena también describiendo. Hacemos excelentes diagnósticos. Criticamos lo existente. Y sabemos por qué fracasan las soluciones que otros implementan. Sin embargo, no tenemos buenas teorías del cambio. La teoría del cambio más prevalente en nuestra disciplina es la inercia. Desestimamos pequeños cambios con conceptos como reproducción o estructura vertical de poder. Así, dejamos de ver pequeños cambios que sí suceden. Y escudándonos en el largo plazo, los dejamos pasar sin teorizarlos, sin documentarlos. Mientras tanto, hay por lo menos dos fuentes de soluciones de política pública que nos pasan de largo y nos ganan terreno en poder colaborar a la solución de problemas. Por un lado están las soluciones de la economía, últimamente basadas en RCTs que se han convertido en la base para justificar cualquier innovación de política. La política pública más popular en los últimos años en América Latina, por ejemplo, las transferencias condicionadas, tienen su base en RCTs implementadas por oficinas de planeación, agencias internacionales y consultores.[3] Si hay un efecto a partir del RCT, la política vale la pena y muestra resultados medibles. Si no, no. La otra, es menos robusta metodológicamente y está basada en el marketing político y filantrópico internacional de “buenas prácticas”. La evidencia es más de tipo storytelling, se llevan personas a ver el éxito del cable o del resto de la “acupuntura urbana” en Medellín y se implementa luego en Rio, en Bogotá, en La Paz o donde sea. Raramente, sin embargo, se tienen en cuenta las condiciones de posibilidad de esas políticas y por lo tanto, de exportación de las mismas. [4]
Siento que desde el Tercer Mundo o el Sur Local como me gusta llamarlo tenemos muchas cosas que aportar a esta sociología de la resolución de problemas. Y es que, por una mezcla de falta de empleos suficientes en la academia, falta de fondos para investigación básica que llevan a hacer muchas consultorías, activismo político y preocupación por problemas sociales acuciantes, aquí venimos haciendo algo parecido al problem solving sociology desde hace rato. Sin embargo, y ahí está el desafío, no publicamos lo suficiente ni teorizamos lo suficiente sobre ello. Por todas las razones anteriores he trabajado durante mi carrera en torno a problemas sociales, fundamentalmente de pobreza, desigualdad, segregación e informalidad urbana. He hecho evaluaciones de política pública para el gobierno, conceptos para organismos internacionales, consultorías para empresas y ejercicios de investigación aplicada con estudiantes. Desde esa experiencia quisiera comentar en lo que creo que la sociología podría aportar a la resolución de problemas.
En primer lugar, creo que la sociología tiene una virtud sobre otras disciplinas, incluyendo a la economía, y es su capacidad de traducción, en lo metodológico y en los lenguajes. En lo metodológico, el privilegio de la sociología es su diversidad metodológica. Este ecumenismo es clave para poder hablar a la vez con los economistas y con los antropólogos a cargo del trabajo cualitativo. Para ejercerlo, el manejo de métodos cuantitativos, cualitativos, comparados y sobre todo la apertura a transformar información de cualquier tipo en datos y datos en información es muy importante. Por ello, la formación metodológica diversa debe ser clave en nuestros programas de formación.
Pero el potencial de traducción de la sociología está también en el lenguaje. Podemos hablar a la vez fácilmente el lenguaje científico, pero también el de los hacedores de política y el de los sujetos de investigación, sean estos individuos u organizaciones. Lo veo en lo que dicen los empleadores de nuestros estudiantes. Somos buenos organizando información y traduciéndola de una audiencia a otra. Y somos buenos haciendo trabajo de campo. Eso nos da un plus frente a otras disciplinas.
En relación a lo anterior, somos además buenos escuchas, buenos entrevistadores, buenos creando cuestionarios que midan con sutileza lo que queremos medir y buenos haciendo inducción analítica, es decir encontrando hipótesis inductivas que puedan explicar los resultados que otros no pueden explicar al tiempo que hacemos trabajo de campo. El desafío es aquí saltar de lo anecdótico a lo sistemático, para hacer valer esa evidencia vis a vis evidencias más aceptadas.
El foco en bajarnos de las grandes explicaciones y centrarnos en los mecanismos a los que Tilly[5] y otros nos han invitado en los últimos años, tiene un gran potencial que podemos explorar. En términos teóricos, tenemos herramientas para saltar de describir si hay reproducción o movilidad social, por poner un ejemplo que está en el centro de mis intereses de investigación, a en qué condiciones puede haber movilidad social, si se subvierten mecanismos como el acaparamiento de oportunidades o la explotación y se generan mecanismos como la apertura de presas que puede generar una beca en el acceso a educación superior.
Sin embargo, para poder contribuir a la resolución de problemas hay que superar desafíos internos y externos. Entre los internos, hay dos claves: el primero es dejar de tomar esas intervenciones en política pública como algo distinto a la investigación, que nos da algo de plata o que es parte de nuestra intervención política o nuestro trabajo de servicio y esforzarnos por teorizar mejor sobre ellas. Esto no se hace solos. Construir un campo de investigación válido en intervenciones y cambio social de rango medio es clave. Por eso me resulta interesante la tarea de este grupo de Problem Solving Sociology. El segundo es abandonar el escepticismo crónico, cuestionar la inercia como la única respuesta al por qué todo fracasa y el excesivo espíritu crítico paralizante usualmente destinado a las soluciones que otros aportan. Entre los externos el desafío es mayor, puesto que hay que dar una pelea por el conocimiento y por las soluciones más efectivas, o al menos un lugar en la mesa de las soluciones. La economía ha ganado el monopolio de las discusiones sobre bienestar en nuestros países por diversas razones, entre ellas haber logrado consensos metodológicos que otras ciencias sociales no tenemos y haber empacado los mismos como objetivos, técnicos y alejados de preferencias políticas.[6] Mostrar un lugar útil en esas discusiones ya existentes es la mejor forma de contribuir, mostrar soluciones concretas o contribuciones a las mismas que complementen lo que ya se está haciendo o que innoven en la forma de pensarse o aplicarse. Por ahora, me he metido en el grupo de Problem Solving Sociology. Suena grandilocuente. Pero a la vez, suena como lo que he venido tratando de hacer todos estos años sin nombrarlo.
[1] Prasad, Monica. Problem-Solving Sociology: A Guide for Students. Oxford University Press, 2021
[2] Burawoy, Michael. "For public sociology." American sociological review 70.1 (2005): 4-28. Hace ya una década, dicté un seminario sobre Sociología Pública en Colombia, mostrando que había muchos sociólogos que hacen Sociología Pública antes de que Burawoy la nombrara, y honrando a uno de ellos con el nombre de la cátedra: Cátedra Orlando Fals Borda. Burawoy participó de la clase en su primera sesión y hubo muchos otros invitados. Los videos quedaron en este blog.
[3] Para una comprensión. Histórica de cómo los RCTs se transformaron en LA forma de apalancar políticas públicas ver: de Souza Leão, Luciana, and Gil Eyal. "The rise of randomized controlled trials (RCTs) in international development in historical perspective." Theory and Society 48 (2019): 383-418.
[4] Álvarez Rivadulla, María José, and Diana Bocarejo. "Beautifying the slum: cable car fetishism in Cazucá, Colombia." International Journal of Urban and Regional Research 38.6 (2014): 2025-2041.
[5] Tilly, Charles. Durable inequality. Univ of California Press, 1998.
[6] Sobre esto recomiendo el excelente libro de Marion Fourcade:"Economists and societies." Economists and Societies. Princeton University Press, 2009. y también nuestra contribución sobre los Economistas de América Latina en particular: Montecinos, Verónica, John Markoff, and María José Alvarez-Rivadulla. "Economists in the Americas: convergence, divergence and connection." Economists in the Americas. Edward Elgar Publishing, 2009.
Tomado de Razones y Personas. Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución 3.0 No portada.